Partida Rol por web

Lo peor que se le puede echar al fuego para que arda es leña, lo peor que se podía hacer con Astucia para que hiciera de las suyas era darle cuerda. Al parecer, para el espíritu no había límite en cuanto a seguir una broma.

—¿Sí?—respondió rascándose la cabeza, luego se sacó "de detrás de la oreja" una pluma al igual que un mago que hiciera aparecer de la misma forma una moneda. Solo que la pluma en cuestión... era luminosa y translucida. Luego adoptó la misma postura de alguien que fuese apuntar algo en un cuaderno imaginario en cuanto se lo dictasen—. ¿Cómo lo quieres?

Repentinamente pareció recordar algo y cambió por completo el gesto a uno pensativo.

—¡Oh! Ahora que me acuerdo—dijo girando la muñeca en el aire con lo que la pluma se esfumó en una voluta de luz—. Había algo que... mmm... quería preguntarte.

No se te pasó desapercibido el atisbo de desconcierto en aquel breve titubeo.

—Oh. ¿Y de qué se trata?

—Pues... —Astucia pensó un instante mientras se seguía pasando la mano por la cabeza hacia atrás—. Antes, en la taberna...

Parecía hacer eso simplemente por hacer algo porque miraba de reojo hacia un lado como quien está tratando de recordar alguna cosa.

—Cuando aquél tipo le disparó a Lynn...—carraspeó. Era la primera vez que veías que le resultara complicado preguntar. Al final suspiró y se decantó por ir a lo sencillo—. ¿Sentiste... algo?

Gabby se puso seria y rememoró aquella ardiente sensación. Ella se había enfadado en otras ocasiones, y la mayoría de ellas tenían que ver con Cassidy. Pero comparado con aquello le semejaban la rabieta infantil de una nena a la que le hubieran quitado un caramelo.

—Sí —titubeó—. Fue algo... abrasador. Estabas enfadado, ¿no?

—Abrasador—Astucia torció el gesto y dejó caer el brazo visiblemente fastidiado. O con algo que estaba a camino entre el fastidio y la incomodidad—. Sí, supongo que es un adjetivo muy... apropiado para la ira.

Se cruzó de brazos como quien se empeña en resolver un enigma sí o sí y dió un pequeño brinco. El resultado fue que se quedó sentado a lo fakir en el aire.

—¡Y sin embargo es imposible!—añadió con un resoplido, como quien habla de algo que le resulta de lo más repelente—. Se supone que eso es cosa de demonios, no de espíritus.

Gabby esbozó un gesto contrito. Tardó en contestar.

—No... no estoy segura... de si esta conexión conmigo... te estará.... cambiando... de alguna manera.

Astucia no pareció preocupado, su expresión era más bien neutra. Se limitó a ladear la cabeza y a mirarte.

—No creo—respondió. Entonces se dio unos golpecitos con el dedo en la barbilla—. Aunque, ahora que lo mencionas,  supongo que a algo parecido se vieron expuestos los primeros espíritus al mezclarse con los humanos... ¿Recuerdas lo que te conté?

—Me has contando tantas cosas que he memorizado que si me pongo a contarlas no íbamos a acabar nunca. ¿A qué te refieres exactamente?

Astucia miró de reojo al cielo con la cabeza ladeada, como quien trata de recordar la estrofa de una poesía.

—"Por desgracia, algunos espíritus sintieron celos de los vivos... Aprovecharon que éstos entraban en el Velo mientras dormían para observarlos porque deseaban saber más acerca de la vida con la esperanza de recuperar el favor del Hacedor. A través de los ojos de los vivos experimentaron nuevos conceptos: ira, hambre, pereza, deseo, orgullo... ".

Una vez terminada la "estrofa", te volvió a mirar como si simplemente esperara tu conclusión.

—Entonces... de alguna manera estás experimentando nuevas emociones debido a nuestro vínculo —dedujo Gabby, pero objetó:—.  El caso es que yo nunca he sentido un sentimiento de ira tan fuerte como el que experimenté contigo. Ni siquiera con Cassidy me he enfadado tanto.

—¿Por el vínculo?—Astucia se rascó la cabezaa—. Sí, supongo que es cierto.

Entonces hizo una pausa, como si estuviera tratando de evocar una cara que asociar al nombre que acababas de darle. Pero como no conocía a Cassidy, no lo consiguió.

—Bueno, yo directamente no sé lo que es sentir ira—confesó encogiéndose de hombros—. Soy lo que encarno, la esencia pura y dura, nada más. El resto de cosas que pueda sentir me vienen forzosamente de ti, así que...

En lugar de terminar la frase, cambió el gesto de la cara por una sonrisa zorruna, como alguien que acaba de encontrar el truco de un jeroglífico.

—¿He de suponer que has hecho esa objeción porque te preocupa?

—¡Pues claro que me preocupa! —dijo Gabby, echando un brazo por el hombro de Astucia mientras lo miraba con angustia—. El hecho de que hayas sentido algo tan... malo y pecaminoso por el vínculo que compartimos me hace sentir muy culpable. 

Lo abrazó.

—¡Lo siento, Astucia! —dijo poniendo unos pucheros.

En esta ocasión, a Astucia no lo sobresaltó que lo abrazaras (debía estar aprendiendo a prevenirte) aunque, como era de esperar, no supo instantáneamente cómo se reaccionaba a ello.

Los tres o cuatro segundos que se tomó al principio sin hacer nada debieron ser para acordarse de cómo respondíais los humanos ya que al final te devolvió el abrazo con la lentitud de quien ensaya algo que le han enseñado hace nada y todavía no sabe muy bien cómo va.

—¿Qué es lo que sientes? ¿Ser humana?—dijo riendo un poco entre dientes y dándote dos palmaditas en los costados—. No lo enfoques así, enfócalo como que me has enseñado algo. Si quiero entenderos mejor, supongo que antes tendré que aprender cómo sois, ¿no?

Se separó  un poco sosteniéndote por los antebrazos.

—Sé "ver" la ira porque reconozco la presencia de un Demonio de la Cólera. Pero no sé lo que es sentirla—añadió—. Ahora sí, al igual que debieron sentirla los primeros espíritus. Imagino que como estaban solos no supieron prevenirla ni defenderse contra ella y se corrompieron tratando de entenderla...

Entonces sonrió.

—Pero yo no estoy solo—dijo—. ¡Te tengo a ti!

A aquellas alturas habías llegado a la curiosa conclusión de que tu espíritu tenía dos caras muy distintas cuando sonreía. La primera era omnipresente: la sonrisa pícara y traviesa que era casi perenne en su cara, la sonrisa "astuta" de alguien que fuese capaz de prevenir cualquier desafío.

La segunda la habías visto en escasas ocasiones, era más inocente, y por alguna razón te recordaba a la de un niño contento por algo. Aquella parecía ser otra de esas ocasiones.

Gabby disfrutó del abrazo de Astucia y durante unos momentos pensó que el espíritu abrazaba muy bien. Era... como abrazar un brazo de sol, la sensación le erizaba el vello de la nuca.

—¿Que me tienes a mi? —parpadeó Gabby, y esbozó una sonrisilla—. Eso de que un mortal le enseñe a un espíritu a ser virtuoso se me va a antojar un poco raro, pero lo haré lo mejor que pueda.

Agrandó su sonrisa.

—¡Se me da bien proteger a la gente! —dijo con optimismo—. Algunos en el círculo dirían que es lo único que sé hacer, pero a mi nunca me pareció poca cosa. Creo que Thedas necesita más sanadores.

—¿A ser virtuoso? Jaja. No, exactamente. ¡A entenderos!—respondió Astucia aparentemente satisfecho con verte contenta—. Para mí eso es una senda desconocida. Sin un guía me caeré en las trampas porque no sé dónde están.

Y es que él sabía de virtud tanto como puede saber la propia encarnación de una virtud. Sabía muchas cosas también sobre el Velo pero, como era normal, el conocimiento que tenía del Mundo Material y de vosotros, era casi el de un niño.

—Tienes razón, pero se supone que el protector soy yo, damisela—matizó tu aseveración—. Recuerda: Soy tu caballero andante... aunque andar, no es que "ande" mucho—miró hacia abajo; estaba suspendido en el aire a un par de palmos de la roca. Luego volvió a mirarte a ti—. ¿O preferías lo de brillante? Porque técnicamente lo soy en varios sentidos.

Apostilló el juego de palabras riendo entre dientes. Pero entonces pareció dejar la broma, y volvió a posarse en el suelo delante de ti, con las piernas cruzadas.

—Y hablando de entenderos. Hay algo diferente que no entiendo en ese tipo de lazo que mencionaste antes. Ya sabes, el lazo entre "un hombre y una mujer"—murmuró pellizcándose la barbilla—. Es verdad que he visto a Lynn emocionarse mucho cuando Dreren ha tenido un gesto con ella, pero a veces también parece tan... triste. Cuando cree que la ignora, concretamente.

Dejó de pensar en voz alta y te miró ladeando la cabeza.

—Un lazo que puede ser bueno pero también doloroso. Y sin embargo, estáis dispuestos a crearlo—se encogió de hombros con inocente sinceridad—. ¿Por qué, exactamente?

—Porque nada de lo que merece la pena en esta vida se consigue sin esfuerzo —apuntó Gabby—. ¿Por qué aprender magia? Es difícil, y puede ser muy frustrante cuando no te salen los conjuros. Sin embargo, atraviesas todos esos obstáculos porque al final merecerá la pena. Con el amor pasa lo mismo, sólo que hay emociones de por medio en vez de asuntos intelectuales.

Se encogió de hombros.

—Y si te soy sincera, porque no podemos evitarlo. Es... la magia de darlo todo, el corazón, el alma y la vida, por un sueño que nadie más ve a parte de ti. Y si tienes suerte, la otra persona —dudó—, o eso dicen. Yo nunca he experimentado un amor un amor tan fuerte. Pero la teoría es esa.

Astucia entornó un ojo con escepticismo.

—Por eso—dijo—. Porque no sé hasta que punto un lazo doble "merece la pena". Tenía entendido que no os gustaba sufrir.

Se rascó la cabeza con aire pensativo.

—Pero si dices que cuando se crean no lo podéis evitar... —añadió—. "Lazos dobles e involuntarios". Hasta ahora me resultaba raro que buscáseis cosas en otras personas como si vosotros mismos no las tuviérais. Pero esto... es de lejos más extraño.

El espíritu entonces parpadeó como si hubiese caído en la cuenta de algo.

—Sacrificarse por otros es un acto de virtud, y sin embargo no conocéis ningún espíritu que encarne eso. Me pregunto si... —tras unos isntantes manoteó el aire como si pensara que se estaba yendo por las ramas—. Como sea. Más importante, ¿Te sientes mejor?

Sonrió.