Partida Rol por web

Una vez habéis llegado a la altura de protocolo, no más, de Horus y de su séquito, Kemet se arrodilla hasta que habla.

-Su divinidad, traigo conmigo a alguien que desea unirse a nuestra causa. No parece haber mentira en sus palabras e incluso ha sanado a un hombre moribundo. Pero son sólo tus ojos quien pueden ver al individuo.

Tch'moar permanece erguido, pues no debe obediencia a nadie, pero se inclina en un respetuoso saludo, ignorando a los soldados.

- Os saludo, poderoso señor. Kemet habla bien, mis servicios pongo a vuestra disposición, pues deseo conocer vuestro culto, y creo que puedo ser útil. Conocimientos es el único pago que deseo, pues es de los pocos placeres que aún disfruto.

-Eres una criatura excepcional, Tch'moar de las selvas del sur. Has vivido largos años y cometido atrocidades, pero ya nada de todo eso te satisface y ansías sólo el conocimiento que nosotros tenemos. Te acercas a mi para dar un nuevo sentido a tu vida inmortal, pero ocultas lo que crees que podría desagradarme. Tienes suerte, pues esta es una época de necesidad y has tenido la inteligencia de venir a nuestro culto, que sabes seguidor del Maat, y has preferido huir de nuestro contrarios, tus iguales en no vida. Necesitas la vida de otros para prolongar la tuya. Arreglaremos eso. En esta ciudad hay ajusticiamientos de hombres ajenos al Maat cuyos actos viles manchan la reputación de los menfitas piadosos. Lo dispondré para que puedas saciarte con ellos. Puedes alimentarte también de aquellos que rondan la noche con intenciones oscuras y que no son cazados por la justicia. Y serás protegido por nuestro templo, el culto a mi padre Osiris, señor del Otro Mundo. Pero te lo advierto, no oses violar este trato o sufrirás las consecuencias -dice el imponente hombre, irradiando calma a pesar de sus duras palabras.

Los otros hombres ponen cara de desagrado, en especial el más rústico y voluminoso de ellos, que por un momento parece ir a negar el trato de forma rotunda. No lo hace, conteniéndose. Por alguna razón, ese hombre parece temible, aunque es una sensación irracional.

- Y así será cumplida tu palabra. ¿Verdad Tch´moar? -

Si Horus no se retira o hace ademán de que debamos aljarnos le haré un comentario.

- Su deidad, noté una presencia ajena al Templo la pasada noche. Bien podría haber sido nuestro nuevo compañero o bien algún espía que buscaba información pertinente. Mi Señor, tus ojos que todo lo ven pueden decirnos qué sucedió en realidad? -

Espero que la información que pueda ofrecerme sea la de la presencia de mi compañero y no lo que mis sospechas me asustan.

Tch'moar escucha las palabras de Horus con agrado.

- Os agradezco el cumplido y me satisface vuestra oferta, deseáis que limpie vuestras calles y así lo haré, sin dejar rastro.

Tras este primer encuentro, no tarda en integrarse en el culto y mostrarse como un competente instrumento a la hora de cazar criminales y herejes, hasta el punto de parecer tener ojos en cada esquina. En efecto, no deja rastro de tales criminales, que parecen desvanecerse en la noche para no volver a ser vistos jamás. Pronto nace un miedo entre los mismos, que crece año tras año y, como debió calcular Horus, la ciudad se vuelve más segura.

Paralelamente, Tch'moar se interesa en los poderes de Kemet, su hermano de sangre, e insiste en pasar tiempo con él, aprendiendo y preguntando sobre su experiencia en la no-vida, investigando las diferencias entre su vitae y por qué la muerte se manifestó de forma diferente entre ellos.

El tiempo transcurre sin ningún sobresalto. El amor por Walidah, me mantiene con firmeza en este mundo. Gracias al Templo y sus conocimientos consigo dominar la bestia interior. Espero que por muchos años más, pensar en volverme agresivo incluso con mi esposa me llena días enteros de dolor. Mi labor durante todo este tiempo es hacer fuerte el Templo. Introducimos el comercio para hacerlo económicamente independiente. Ofrecemos productos a cambio de favores o de otros productos necesarios. Con el paso del tiempo, disponemos de varios rebaños sanos.

También aprovecho las noches, para conocer a nuestro nuevo aliado. Me cuesta admitir su presencia cuando acaba de alimentarse por la fuerza, a pesar de ser un criminal. Quizá por el trauma adquirido la noche de mi muerte. Pero es la palabra de Horus.

La extraña alianza que se forja entre ti y el templo de Osiris te beneficia. Con el tiempo un "nuevo" sacerdote de Osiris aparece en Menfis para tomar las riendas del templo, apenas un par de años después del reasentamiento del culto en la ciudad. Su nombre: "Fenuku", el nacido tarde, un egipcio del Delta. Poco después de llegar, tras vencer su recelo inicial, además de dirigir el culto de Osiris en las sombras de la noche dando directrices, os está enseñando a ti y a Kemet.

Sus artes son realmente sorprendentes: se basan, o al menos eso dice, en los niveles de Maat de los Hijos de Osiris que los usan. La iniciación supone el establecer un vínculo especial con la conciencia y el camino del Maat, luego vienen las protecciones contra las influencias ajenas, especialmente contra el odiado culto de Set, hermano y asesino de Osiris; después los ritos de consagración de la sangre animal, otorgándole la capacidad de saciar verdaderamente el apetito del vástago. Después protecciones del templo, desvelar las grandes verdades del mundo, la protección de los mortales frente a los vástagos, la protección contra éstos... Los niveles más elevados se dice que implican la comunión con el nuevo día, el renacimiento y la liberación de las almas.

Jamás pensaste que pudieran ser tan sumamente misticistas. Y ajenos a tus poderes mentales. Fenuku es simplemente inexpugnable y pocas semanas después el templo luce otro color, los sacerdotes gozan de una seguridad y una calma que ya no encubre el nerviosismo y la tensión propios de quien teme un golpe de mano de su rival.

Los años pasan rápidamente.

La vida en la ciudad prosigue calmada, yendo y viniendo como las inundaciones del Nilo. El nuevo aliado del templo se muestra bastante místico en sus tratos con el templo y éste le protege a cambio de su "trabajo" en las calles. Bien seguro es que está limpiándolas de setitas, lo sepa o no.

En cualquier caso, con el tiempo un "nuevo" sacerdote de Osiris aparece en Menfis para tomar las riendas del templo, apenas un par de años después del reasentamiento del culto en la ciudad. Su nombre: "Fenuku", el nacido tarde, un egipcio del Delta. Poco después de llegar, tras vencer su recelo inicial, además de dirigir el culto de Osiris en las sombras de la noche dando directrices, os está enseñando a ti y a Tch'moar.

Sus artes son realmente sorprendentes. Se basan, o al menos eso dicen, en los niveles de Maat de los Hijos de Osiris que los usan. La iniciación supone el establecer un vínculo especial con la conciencia y el camino del Maat, luego vienen las protecciones contra las influencias ajenas, especialmente contra el odiado culto de Set, hermano y asesino de Osiris; después los ritos de consagración de la sangre animal, otorgándole la capacidad de saciar verdaderamente el apetito del vástago. Después protecciones del templo, desvelar las grandes verdades del mundo, la protección de los mortales frente a los vástagos, la protección contra éstos... Los niveles más elevados se dice que implican la comunión con el nuevo día, el renacimiento y la liberación de las almas.

Vuestro misticismo os hace inmunes a las perversiones del culto de Set y podéis controlar sin problemas los asuntos de la ciudad, para que éstos no se desvíen de la senda del Maat. El faraón, Aha, "el halcón luchador" demuestra ser un líder justo, aunque generalmente ausente en las guerras de las fronteras para proteger al país. Su puño es firme, pero, a diferencia de su padre, ya no lo dirige contra el pueblo de Egipto, Alto o Bajo, sino contra sus enemigos tradicionales, lo que contribuye a unir el país.

Una vez asumido el cargo de señor de los Hijos de Osiris de Menfis, Fenuku te reafirma en el puesto de defensor del culto y, como antaño, te provee de lo que precises para desarrollar tus habilidades. Los sacerdotes gozan de una seguridad y una calma que ya no encubre el nerviosismo y la tensión propios de quien teme un golpe de mano de su rival. La vida vuelve a ser cálida y serena, Walidah a tu lado y el templo en torno a ti.

Los años pasan rápidamente.

Entrenas tu cuerpo, tus capacidades físicas, aunque a un nivel que jamás antes habías desarrollado a estos niveles. Tus sentidos se agudizan aún más, tu agilidad y reflejos mejoran con el entrenamiento y, llegado el momento, incluso eres capaz de actuar a velocidades cada vez más inhumanas. En cierta forma podrías incluso sentirte abrumado por tus nuevas capacidades, capacidades que te separan cada vez más de la simple humanidad. Por desgracia no tienes tiempo para eso, la seguridad del templo depende de ti, pues Horus se fue al poco de llegar y sólo queda el legado de sus rituales.

Paralelamente a tu entrenamiento físico, Fenuku, enviado por tu buen mentor, Issa, se encarga de instruirte en todo aquello en lo que demuestras un interés más mental. Profundizas en el mundo de las auras hasta poder discernir su huella en los objetos; tu carne ahora puede moldearse hasta no sólo poderse refugiar bajo las arenas, sino que te permite adoptar la forma de Ibis o Chacal. Finalmente Fenuku te revela los secretos de la ofuscación de las mentes de tus enemigos. Esta última habilidad, no muy tradicional entre vuestra sangre, ha sido robada a aquellos contra los que lucháis.

Curiosamente, Fenuku, aunque asume el mando del culto por las noches, siempre precisa de tu consejo y te sientes integrado en la dirección del templo. Se nota la mano de Issa en él y que él quiere que progreses en tus responsabilidades dentro del culto. Tal vez un día puedas dirigir tú mismo un gran templo.

En medio de estos pensamientos y actividades estás enfrascado cuando una noche, al despertar, uno de los wabs del templo te informa de que algo terrible ha sucedido en la ciudad. El faraón ha presidido un sacrificio humano ante palacio.

Los años pasan raudos y tu curiosidad se ve recompensada con meditadas y sabias respuestas por parte de Fenuku y otros sacerdotes del templo. Aprendes a unir cabos, a comprender el sentido de sus historias y mitos, que memorizas con cuidado, a fingir ante ellos para ser aceptable a sus ojos, a controlarte, por la misma razón. Incluso te interesas por las leyes que su justicia impone y que son la base de la actuación de la misma. La egipcia es una sociedad compleja, la más compleja que hubieras visto jamás, y el culto a Osiris no lo es menos, y no es más que uno entre muchos.

Tus recursos se ven reducidos considerablemente, pasando a depender de lo que arrebatas a tus presas(1), mientras que ahora dispones de un área de caza envidiable: todos los barrios bajos de la ciudad. Son tuyos, sólo tuyos y nadie más ronda las calles.(2) Aunque no tengas la posesión real de las calles, te pertenecen en cuanto a caza se refiere. Puedes revivir los viejos días en que perseguías a presas por la selva, primero animales y luego humanas. La sensación es excitante, pero debes esconderla a lo que ahora te dan refugio. Se sentirían, en el mejor de los casos, asqueados por ella. No obstante, ya no puedes criar a tu comida, sería demasiado obvio y conduciría sin duda a la extinción de tu relación con el templo, si es que no consigue que te intenten eliminar(3). Tu influencia en la comunidad, lógicamente, es menos que menor, es básicamente inexistente. Permaneces como "aprendiz" de la sabiduría de Osiris en el templo. Tu voz no tiene más relevancia que la que le de Fenuku y tu nuevo compañero Kemet...(4) Y has tenido que prescindir de tus criados, claro, no puedes permitirte el lujo de mantener a ghouls a los que también tendrías que alimentar con vitae. La sangría para la ciudad sería demasiado grande y, desde luego, superaría el límite de los "que merecen morir", atrayendo atenciones no deseadas.

Con todo, la existencia no es del todo mala, tiene un acceso muy valioso a información que no podrías conseguir fácilmente de otro modo, puedes vivir cómodamente y medrar a la sombra de los que te protegen.

Una noche, sin embargo, una sonada noticia entre los sacerdotes del templo llega hasta tus agudos oídos: Aha, el faraón defensor de Egipto, ha realizado un sacrificio humano ante palacio a plena luz del día.

La noticia transporta a Tch'moar a la lejana jungla donde los sacrificios humanos eran frecuentes y no puede evitar una sonrisa macabra al pensar que los buenos tiempos pueden volver, y que si es así él podrá mostrarse como toda una autoridad al respecto. A pesar de todo, la paciencia que crece en él con cada año que pasa le hace enterarse tranquilamente, como si fuesen preguntas casuales, de los detalles de tal comportamiento y como se lo toma la población y sus propios compañeros del templo.

- Estás seguro de lo que has visto? Conoces el motivo del sacrificio? Quizá sea un ajusticiamiento. Piensa bien tus palabras. pues si ha sido un sacrificio, nuestro Faraón rinde culto por medio de la sangre. Su padre debe estar removiéndose en su lecho -

Convoco a todos los miembros importantes del Templo, incluído Tch´moar y expongo la información que el Wab aporte.

- ¿Y bien Fenuku, qué conclusión tienes para nosotros? - Echo en falta la sabiduría de Issa en estos momentos.

Ha pasado poco tiempo desde vuestro despertar cuando habéis sido informados por los wabs de la nueva noticia. Es una noticia sonada que todos los wabs comparten y comentan entre sí. Sólo unos minutos después ya se ha convocado una reunión entre los miembros más renombrados del templo, aquellos a quienes se les permite saber de la naturaleza de sus líderes. Hay reunidos un par de sacerdotes humanos vivos del templo, ambos de cierta edad, Fenuku, Walidah (una importante sierva del templo), Kemet y Tch'moar.

Fenuku es el primero en hablar sobre el tema:

-Como bien sabréis por los comentarios de los wabs, el faraón ha realizado un sacrificio humano ante el templo. No simplemente presidir un ajusticiamiento, sino que se ha manchado las manos con la sangre del corazón que ha extraído él mismo del cuerpo de la víctima. Ni que decir hay que esa conducta es más que censurable en la persona del líder de Egipto, modelo de comportamiento para todas sus gentes. Tras ese acto, de alguna manera, se esconde la oscura mano de los setitas, aunque no sabemos cómo han llegado a poder hacerlo. Debemos hacer algo con urgencia. ¿Alguna idea? -dice, mirando principalmente a los dos vástagos ante él.

Tch'moar no parece especialmente escandalizado por el sacrificio, pero se muestra interesado por el cambio repentino y dispuesto a averiguar lo que ocurre.

- ¿Por qué suponéis que los setitas han tenido algo que ver?

- Buena pregunta Tch. Propongo que se investigue mejor esto. Si este consejo lo aprueba, en forma de ibis llegaré hasta los aposentos del faraón y trataré de obtener información acerca del ritual -

Quedo a la espera de la respuesta mirando a Tch´moar por si se animara a venir.