Al terminar el canto de Tania, hay algo en su interior que busca consuelo y es cuando sus miradas se cruzan de manera inesperada. Todo estaba allí, siempre lo estuvo pero no lo habían visto hasta ahora. Estaban destinados a estar juntos desde el mismo instante en que se conocieron y no habrá nada que pueda separarlos ahora. Más cuando el único obstáculo de su relación yace muerto en una habitación.
Porque no hay nada más dulce que un amor oculto, lo prohibido siempre tiene un sabor diferente.
Sus almas se han encontrado para unirse por siempre, sus ojos se cruzaron en un mágico instante donde la sensación de regocijo fue infinita. Una dicha infinita los embarga al estar al lado de esa persona y de repente, todo puede verse con otros ojos.
A partir de este momento, sus almas han sido entrelazadas y la vida sin esta persona pierde total sentido. Son el uno para el otro, desde hoy y para siempre.
Durante el rato que paso aislado en la barra no paro de darle vueltas a todo lo sucedido estos días, en cómo han cambiado las cosas...
Cuando me doy la vuelta busco con la mirada a los míos, para asegurarme de que están bien. Chloe, Sharon, Natasha... y un suspiro se escapa de mis labios.
Natasha.
Ha perdido tanto, que mis ganas de protegerla son infinitas.
Ella siempre ha estado ahí para nosotros. Para mí. Por más que yo tratase de no hablar de mis sentimientos o mi pasado, ella ha permanecido paciente, lista para ayudarnos. Ha sido una amante y una amiga sin igual. Y mucho más que eso.
Cuando mi mirada se cruza con la suya algo cambia. No es nada nuevo, es simplemente que todo parece más claro. Es complicado pensar en algún motivo que impida estar juntos ahora. Ella me ha visto coquetear con otras mujeres, aunque sólo fuera como parte de mi trabajo... y hay algo en mí que me dice que no le gustaba.
Por mi mente pasa todo aquello de lo que otros han estado hablando. Esa forma casi mágica que han tenido varias parejas de unirse aquí... pero esto es diferente.
Mientras me pierdo en sus ojos un leve suspiro escapa de mis labios. Algo en su mirada me hace pensar que ella está pensando algo parecido... aunque siempre puede ser que me esté engañando a mí mismo.
En cualquier caso está claro que necesita consuelo.
Me acerco a ella, despacio, temeroso en cierta manera de que, ahora que comienzo a reconocer en mí unos sentimientos tanto tiempo ocultos, ella sea reacia a ellos y note algo distinto en mí.
- Ya lo he estado pensando. - le digo, intentando no comenzar preguntándole como se encuentra y hurgar más en heridas abiertas tan recientemente - Cuando esto termine, me quedaré contigo.
- Oh, Nathan- dijo, con la voz temblorosa, abrazándose a él- Sí, por favor... Te necesito. Si te fueras... Si te fueras no sé qué sería de mí- tras pronunciar aquellas palabras sus ojos se humedecieron, evidenciando el temor y el desconsuelo que la habían estado persiguiendo durante todos esos días.
Había sufrido la pérdida de su marido y de su primogénito, y temía que Nathan la abandonase también. Nathan, el hombre al que verdaderamente quería a su lado. Robert, desde hacía años, no había despertado en ella las pasiones que era capaz de despertar su socio con su mera sonrisa.
- Sé que... Que quieres a tus hermanas más que a nada. Ellas también pueden quedarse. No me importa, Nathan. No me importa lo que deba hacerse siempre y cuando te quedes conmigo.
- Gracias, Natasha. - susurro con alivio. Llevaba toda la vida luchando para salir adelante con Chloe y Sharon, y que ella me diera la solución a todo sin obligarme a escoger era como si de repente todo el peso que oprimía mi pecho se liberase. Tantos años de búsqueda, y al final esta situación nos traería algo bueno. Quizá ambos necesitábamos que nos pusieran al límite para reconocer mutuamente lo que guardábamos dentro.
- Yo no voy a dejarte. - continúo tras unos instantes, enredando los dedos en su pelo y deteniendo una vez más mi mirada en sus ojos. Pero ninguna como hasta ahora. Era como si cada sensación, cada leve impulso eléctrico se hubiese multiplicado por mil. - Pero antes debemos acabar con esto. No podemos dejar que nos quiten lo que es nuestro. - continúo, encendiéndome al pensar en todo lo que hemos perdido por culpa de esos asesinos. Por culpa de esos salvajes.
Le escuchó, perdiéndose en su mirada, ruborizándose, como la joven que ya no era, al notar que sus dedos se enredaban en su pelo- Tienes razón, pero, ¿cómo? Yo he intentado impartir justicia, en nombre de Robert y de Dylan, pero no parece ser suficiente. Esos canallas siguen esperando el momento en el que nos vayamos a dormir para rebanarnos el cuello y arrancarnos la cara.
Al ver el leve rubor cubrir sus mejillas sólo puedo sonreír. Es cierto que nos encontramos en una situación complicada, comprometida, peligrosa... pero no puedo evitar detenerme al ver su piel enrojecerse de esa manera.
Cuando vuelvo a mirarla a los ojos soy consciente de que ha tenido que darse cuenta, pero no es algo que importe. Ya no. Como si por primera vez en todo este tiempo no tuviéramos nada que ocultar, me encojo de hombros con naturalidad, adoptando una postura más relajada que de costumbre.
- Estoy trabajando en algo. - confieso - Aunque necesitaré algunas horas más... probablemente no esté listo hasta mañana por la mañana. - le digo, sintiéndome impotente durante un instante. Hasta hace un momento la noticia me parecía increíblemente buena, pero pensar ahora en esperar todo ese tiempo, poniéndola en peligro a ella se me antoja frustrante y duro. - Espero que todo vaya bien hasta entonces.
- ¿Algo? ¿No te irás a meter en lios no? No quisiera que te pasase nada malo...- pensar en que ahora, después de que Nathan se hubiera mostrado más abierto en cuanto a admitir sus sentimientos con respecto a ella, podía ocurrirle algo por intentar solucionar aquella situación, la hacía sentir una punzada de ansiedad difícil de evadir.
Dudo durante unos instantes antes de responder, y lo que otrora habría sido una decisión inamovible ahora se convierte en una idea llena de incertidumbre.
- Es sólo una idea, no es nada confirmado. - le digo - Pero si no fuera necesario esperar a las votaciones, si pudiera tomarme la justicia por mi mano... ¿Qué me dirías?
- Que seas juicioso. Que no lo hagas indiscriminadamente, como esa gente. Y que... -tomó su mano entre las suyas- Entendería que lo hicieras, y te seguiría queriendo igual.
- No ha sido necesario. - le digo con alivio en cuanto tenemos oportunidad de reunirnos - Y parece que todo va bien. Dylan está de vuelta, nadie ha sufrido esta noche... Y vamos a poder salir de aquí. - enumero, a pesar de ser cosas evidentes. Entonces, con un suspiro, tras echar un vistazo alrededor para asegurarme de que nadie nos ve, la beso con fuerza. Es más el culmen de mil besos contenidos, de todas las emociones guardadas, que ninguna otra cosa. Y durante largos segundos, con una mano en su nuca y otra en su cintura, dejo que la calidez de sus labios se una al hecho de saber que finalmente seremos libres.
Recibió su beso, con el corazón encogido en un puño. Aquella era y no era a la vez la primera vez que la besaba. La había besado antes, sin duda, pero jamás así, y no pudo evitar deslizar las manos por su cabello, no pudo evitar atraerle hacia ella, intentando prolongar aquel momento.
Cuando al fin sus labios se separaron, se mantuvo junto a él, mirándole, aún sonrojada, pero inevitablemente feliz- Nathan...-dijo, acariciando sus mejillas, antes de volver a fundirse con él, nuevamente.