Edward miró con dureza al señor Cox. Estaba claro que era el Ministro de Justicia pero su cargo le alejaba, en la mayoría de las ocasiones, del trabajo policial y de lo que corría por las calles en la noche, acechando en las sombras.
Vió como se encendía un cigarrillo y por puro automatismo Edward dió una calada al suyo, dejando que el humo entrase en sus pulmones y sacándolo lentamente por su nariz.
Con todos mis respetos señor Ministro, ¿qué mas pruebas quiere? Dudo mucho que un asesino normal o un asesino de crimen pasional sea capaz de separar la piel de los músculos de la cara y colgar a un hombre fornido como el señor Flynn en una puerta, en cuestión de minutos.
No señor Ministro esto es un golpe serio y calculado. ¿O acaso cree que es coincidencia que la conexión telefónica no funcione y que todas las puertas del local estén selladas impidiéndonos salir?
Mi intención no es asustar a toda esta gente sino prepararla para una noche dura, la más dura que jamás hayamos pasado ninguno de nosotros y créame, me encantaría equivocarme pero mucho me temo que esta sólo ha sido la primera muerte...
Necesitaremos de todas las buenas gentes de este local para localizar al o a los asesinos. Si usted quiere colaborar, Señor Ministro, será un placer contar con su ayuda.
Toqué un poco indeciso, viendo las miradas que nos echaba la familia Flynn, hasta que Tania decidió parar. Entonces dejé de tocar y observé cómo abandonaba el escenario. No sabía muy bien qué hacer así que, bastante nervioso, saqué un pitillo y empecé a jugar con él, rodándolo entre los dedos, mirando titubeante a Dean y Nicholas primero y buscando después con la mirada al señor Monroe. Vi que parecía ocupado con la señora Flynn, así que secundé la decisión de Tania y me levanté del taburete frente al piano.
Escuché entonces la conversación entre el detective y el ministro y finalmente me decidí. Bajé del escenario y me acerqué a ellos. - Disculpen que me entrometa, ¿tienen fuego? - Comencé, todavía dando vueltas nerviosas al cigarrillo. - No he podido evitar escuchar su conversación... ¿Hay una banda de asesinos aquí dentro? ¿Encerrados con nosotros? - Miré al detective, intentando no soltar todas las preguntas que me acudían a la mente de golpe. - ¿Usted ya lo sabía? ¿Han hecho esto antes? ¿Qué podemos hacer para localizarlos? - Lo miré entonces de nuevo, dándome cuenta de que debería hacer las preguntas de una en una y no atosigarlo. - Disculpe, es que... Todo esto... En fin. - Terminé, alzando las manos en un gesto vago.
Niego al oir las palabras del detective y le encaro con una sonrisa.
-Me temo que usted no conoce a muchas mujeres, si no las cree capaces de hacer algo así.- Dije a modo de broma.- No se preocupe señor detective, puede contar con mi ayuda, pero hay muchos métodos de hacer las cosas y el echo de que el asesinato fuere premeditado no a lugar para que asuste a la gente. Creo si les sigue presionando al respecto lo unico que lograra es que reine la histeria.
Dejo escapar el humo lentamente mientras miro el panorama. Saco mi encendedor y se lo acerco al músico.
-Mire señor detective. Tres minutos y ya estamos de los nervios...-Le sonrio al joven de la trompeta.- Tranquilo chico, seguro que pillamos a esos cabrones. -Me vuelvo de nuevo serio al detective.- Y coincido con usted, señor detective esto va a ir a más hasta que detengamos a los asesinos, y lo digo en plural por que al igual que usted creo que han podido ser varios. Pero seamos sensatos ¿Quiere?- Le tiendo la mano- Puede contar contar con mi ayuda para lo que haga falta.
Asiento al detective. Hasta entonces no había pensado con claridad, pero definitivamente tiene razón. Las puertas se sellaron y luego... Luego ocurrió todo. Además, la forma de actuar ha sido perfecta y meditada. Los asesinos lo tenían todo planeado. Pero porqué encerrarse a sí mismos en aquel local?
Busco a Chloe y me dirijo a ella. Me coloco a su lado. Con todo lo de mi padre la había dejado algo aparte y necesito su consuelo, aunque eso sea algo que jamás admitiré en público.-Estás bien?-Le pregunto casi en un susurro mientras la abrazo con fuerza. Es posible que necesite ese abrazo más que ella.-Quédate conmigo esta noche por favor.-Le susurro, intentando que no se me quiebre la voz.
Escuché a Tania y se me quedó la trompeta colgando de los labios...
- Tranquila Tania - le dije cuando pasaba a mi lado para bajar del escenario - no pasa nada.
La comprendía y era casi imposible cantar en una situación como la que se vivía y pensé que lo mejor para todos y para que Tania pasase el vergonzoso momento lo más rápido posible era tocar algo tranquilo, cuando James, algo indeciso y sin saber qué hacer se baja del escenario para acosar al detective a preguntas...
- ¿Dónde vas, por el amor de Dios...?
Miré a Nicholas con cara de circunstancias y sin saber bien qué era lo mejor en aquél momento, dejé caer los brazos y me rasqué la cabeza pensativo.
"A la mierda con todo, necesito un whiskey"
Guardé la trompeta, fui donde Tania, pedí una copa y le apreté un hombro afectuosamente. - Parece irreal, ¿verdad?
Edward estrechó la mano de William Cox mientras apagaba su pitillo con la suela de su zapato.
Señor Ministro, intentaré ser un poco... más discreto delante de las señoras y señoritas del local pero la cosa tiene pinta de que se va a poner muy fea.
Después miró al joven músico y le sonrió.
Hijo, preguntas que qué podemos hacer para descubrirlos ¿verdad? Pues sólo podemos hacer una cosa... tener los ojos abiertos así que deja el alcohol, cuida de los tuyos y sobre todo, mantén los ojos abiertos.
Sostengo a Natasha tanto tiempo como haga falta, tratando de darle consuelo. No puedo imaginar cómo debe sentirse una pérdida así. Si yo perdiera a alguna de mis hermanas... ni siquiera sé qué haría. Las busco con la mirada, tratando de asegurarme de que se encuentren bien. Cuando escucho a Dylan hablar de respeto, contengo una mueca de fastidio y trato de ser comprensivo. El chico acaba de perder a su padre.
Cuando Natasha comienza a estar mejor me separo de ella, mirándola a los ojos. - Tranquila. Saldréis de esta. - aseguro, tendiéndole mi pañuelo.
Luego me encamino hacia su hijo. Me alegra ver que se ha reunido con mi hermana. Dedico una mirada de gravedad a ambos antes de hablar. - ¿Cómo estáis? - pregunto y, consciente de que todos nos escuchan, prefiero dar a mis pensamientos forma de disculpa - Dylan, lo siento si te pareció inapropiado algo de lo que he hecho, pero lo que más debemos impedir es que cunda el pánico. No espero que tú o tu hermana hagáis como que no sucede nada, pero lo peor que podemos hacer es dejar que la gente se ponga histérica. Además de que eso dificultaría el trabajo del detective. Disculpa si no te lo he consultado. - termino. Probablemente si se diera la situación de nuevo tampoco lo haría, pero eso él no tiene por qué saberlo.
Cuando en el escenario la cantante interrumpe su actuación para simplemente bajarse a la barra mi primera mirada es iracunda, pero me concentro en relajarme. No servirá de nada llevar las cosas por ese camino. Hago un gesto a los de la banda, indicando que pueden dejarlo si quieren, aunque no es difícil ver el disgusto en mi expresión.
A pesar de los intentos de Nathan por apasiguar la situación, las cosas parecían no mejorar. La banda dejó de tocar, los hijos de los Flynn estaban afectados y parecían estar en desacuerdo con sus medidas, así que Nathan tampoco tenía muy claro qué más hacer.
Al ser ya muy tarde, Nathan comenzó a ubicar a todas las personas en los cubículos, donde podrían pasar la noche. Todos estaban preocupados por los rumores de que la Banda se encontraba entre ustedes, pero derrotados por el efecto del alcohol y la preocupación decidieron irse a descansar.
Las esperanzas de no ser el siguiente y de no perder a los suyos eran lo que rondaba en la cabeza de todos los cautivos en el Luna Pulchra