Edward obervó atentamente todas y cada una de las discusiones. Encendió un cigarrillo y lo fumó lentamente, evaluando el estado de crispación de todos los presentes... El humo de su cigarro añadía un nuevo olor a los ya presentes... Sudor, sangre... esa sensación de pobredumbre que inundaba el local....
Cuando todo parecía calmado o al menos, todo lo calmado que podía estar el ambiente, Edward se colocó en el centro y alzó la voz para que todos pudiesen escucharlo.
Señoras, señores.... Todos tenemos ideas, pensamientos y sospechas pero lo único cierto a estas alturas es que seguimos sin tener ninguna pista sobre los "sin rostro". No me malinterpreten pero las votaciones que realizamos es un mecanismo de supervivencia. Realmente lo que no queremos es ser ajusticiados y, evidentemente, dentro de nuestro ser, preferimos que otro lo sea.
Cualquier palabra o frase que salga de nuestra boca no es más que un pretexto, una excusa para que nuestra mente se sienta bien con nuestra votación: uno es callado, el otro saca provecho, uno es negro, otro es blanco... sólo son palabras que significan lo mismo: mejor otro que yo...
Por esta razón les pido que no tomen las votaciones como algo personal sino como lo que son... un medio de criba una forma de buscar una aguja en un pajar.... Que a nadie le quepa duda... Si desenmascaramos a un "sin rostro" no habrá votaciones que valgan, todos convendremos en qué es lo que hay que hacer...
Terminado su discurso Edward se dirigió a la barra en busca de algo de alcohol... lo justo para reconfortar su cuerpo e intentar que todo el asco que le inundaba se evaporase como el humo de su cigarro. Era cierto que mejor el periodista que él mismo pero, en esos momentos, aquella afirmación no le hacía sentirse mejor...
De camino pasó cerca del Ministro, posó su mano en su hombro y en voz baja le dijo:
Señor Cox, debemos hablar....
Había estado meditando a quien votar y lo cierto era que no tenía suficientes razones que de forma segura me orientasen hacia nadie en concreto. Solo La actitud de Natasha siendo una fria mano ejecutora habia levantado en mi la sospecha. La señalé durante mi turno en las votaciones. Quizás fuí un poco cobarde al no volverme elegir a mi mismo pero cambié mi parecer después de ver la muerte de tan cerca y comprobar como los demás daban su voto tan a la ligera escudándose en banales excusas.
Busqué a mi hermana entre la multitud antes de que sentenciaran a muerte al periodista.
No deseaba ver como moría otra persona y mucho menos que Kana cargará con esa dura imagen así que me abracé a ella. " No mires" La susurré intentando ser fuerte mientras se podía escuchar el sordo disparo.
Pronto estalló una fuerte discusión en la que no quería entrar ya que no conocia bien a ninguno de los hombres. Como la mayoria de los presentes me quedé contemplando esa lucha dialéctica en la que cada uno quería justificar sus razones.
Entonces la joven llamada Krista me señaló. No me gustaron sus formas al hacerlo pero no la culpaba. Defendía a su padre y se sentía insultada por sentirse marginada solo por el color de la piel. Podía entenderla perfectamente siendo a los ojos de muchos un forastero en su pais. Pese a ello no me mordí la lengua y traté de forma educada de hacerle ver que me habia molestado, no su comentario, si no sus formas.
- Señorita, lamento la pena que le aflije, yo mismo recibí un voto por la misma razón que su padre. La gente tiene su derecho a desconfiar de una persona solo porque sea mas reservada que los demás o por cualquier otra razon. Estan en su derecho . Mi nombre es Niraj, por si alguna vez debe llamarme o mencionarme a terceros...
Desde la barra del bar veo como el hombre, que se había presentado como Niraj, se dirigía a mi, así que procedo a contestarle para aclarar un posible malentendido.
-Disculpe, no quería acusarle ni decir nade negativo de usted, sino lo contrario, que al igual que nadie le juzga por ser más o menos callado, porque no ha hecho nada malo a nadie, creo que otros están recibiendo ataques totalmente desproporcionados. Y el problema que tengo con lo que ha ocurrido aquí es que están diciendo unos motivos, y yendo a por mi padre por otros.
Al ver como todo el mundo expresa su opinion dejo el vaso en la barra y los miro tranquilamente.
-Mis motivos los he expresado con anterioridad, pero nuevamente no me importa volver a repetirlos si es necesario. Señor Gordon, del mismo modo que ahora el resto a centrado su atención en mi persona por expresar mis dudas yo le repito mis inquietudes. Cuando me dirigí a usted en el segundo día cuando le pregunte que donde podrían haberse ido los asesinos cuando usted preguntó si no era posible que se hubieran marchado del lugar. Del mismo modo su insistencia en saber quienes de los presentes son inocentes y quienes no lo son me sigue preocupando. Ya que es tan bueno juzgando debo advertirle que conmigo lleva equivocado desde el primer día. En su momento preferí no decir nada, achacandolo a una mala decisión de criterio suya, sin embargo cuando volvió a votarme sin niguna razón de peso, debo decir que realmente me sorprendió y no de una manera agradable como puede imaginarse. De todas formas como ustedes dicen que estoy centrando su atención en mi les explicaré el motivo, para que no quede dudas y puedan votarme con total tranquilidad. Soy una persona fría, inquisitiva y seria. Hasta que algo no me a quedado del todo claro no cejo en mi empeño, razón por la cual puedan considerarme insistente, pesado y erroneamente racista. Pueden acusarme de las dos primeras, no tengo problema alguno, pero les agradecería que no me tacharan de algo que no soy. Mas aun si no me conocen.
Dicho lo propio y asumiendo plenamente que esta sería mi ultima noche me dirijo al detective.
-Vayamos donde guste, y que venga quien quiera, si sigue sin fiarse.
Edward se dirigió a la barra del bar, haciendo gestos al señor Cox para que le siguiese. Se sentó, lejos de la mujer del Ministro y pidió a éste que se sentase junto a él.
Aquel lugar no tenía demasiada intimidad así que trató de bajar la voz todo lo que pudo y ser lo más discreto posible.
Mire señor Ministro... Su vida privada realmente no me importa y créame que no me gusta hablar de estos temas sin motivo alguno. Sin embargo no quiero que se genere demasiados enemigos y prefiero ser franco y discreto.
No se si se ha fijado pero el periodista, antes de ser ejecutado, sacó una fotografía de una mujer con una fecha... 1902. Hasta ahí nada me preocupa pero... fue su mirada dirigida a usted lo que sí que me preocupa. Entiendo que ese hombre tenía alguna información sobre usted, muy personal y que, obviamente a usted le gustaría mantener en el más absoluto secreto.
Sin embargo... esta situación requiere que nadie nos guardemos nada que, si sale a la luz, pueda repercutir sobre nuestra persona... ¿me entiende? Ocultar secretos en este ambiente puede provocar que la gente le vote por mera desconfianza y, sinceramente... no creo que le convenga granjearse la enemistad de toda esta gente... Quizá en otra situación votante sí pero aquí... aquí los votos deciden la vida y la muerte de las personas...
Esta vez las votaciones habían sido más polémicas, al parecer porque nadie tenía la certeza de quien es un asesino, ni había salido a la luz un candidato tan convicente como Antonella lo fuera el día anterior.
-No sé si Stephen era inocente o no... esperemos que no para que no hayamos matado un inocente- aunque ser optimista a veces podía significar ser ingenuo- pero lo mejor será que no discutamos sobre eso y nos centremos en lo que sabemos.
Giró la mirada hacia Gordon Woods.
-Entiendo que quiera proteger a los inocentes, de los que dice estar seguro de su no culpabilidad, no diciendo sus nombres. Pero supongo que si en un futuro dudamos de una de esas personas usted nos lo dirá para no guiarnos por el camino equivocado y matar a quien no debemos.
Claro que tampoco estaría mal que si se diera el caso dijera también como está tan seguro de la inocencia de otros. No es que desconfiara del señor Woods, si no que sabía si eran tan profesionales como el detective decía que eran, los asesinos podrían engañar hasta a su círculo más intimo de amigos y familiares.
Esta vez no puedo consolarme de ninguna forma al ver la ejecución pública y me estremezco ante el disparo. Desconozco si el periodista es culpable o no, y parece que por el momento no hay forma de comprobarlo. Pero mis temores provienen de instintos más básicos y profundos, supervivencia. Al ver la muerte tan próxima no puedo evitar pensar en la mía propia, pues sentía que mi vida pendía de un fino hilo que podía ser sesgado en cualquier momento.
El contacto de Tania me arranca momentáneamente de mis miedos, aunque me muestro más taciturno que de costumbre. - Nos iremos lejos.- quiero responder.- Saldremos de aquí y nos iremos lejos.- pero no pronuncio ninguna palabra. No quiero añadirle más penas que llorar si los "sin rostro" vienen a por mi prometiéndole planes de futuro que ahora no puedo cumplir. En condiciones normales podría no aceptar un plan de fuga de esas características, pero en esta situación era posible que intentara aferrarse a ello. Y si fuera asesinado la hundiría aun más... Deslizo mis dedos por su brazo hasta coger su mano. -Estamos juntos. Y de momento volvemos a estar todos.- Y dejo que se me escape entre los dedos, con suavidad, cuando se acerca a Krista.
No puedo evitar escuchar la discusión, y también como James reprende a su hermano por haberse votado a si mismo. Yo también lo había hecho. Tampoco quería que la culpabilidad me salpicara, pero no funcionó. Mi voto no significó nada pero no hago nada por evitar el crimen. No iba a sentirme mejor por votar a cualquiera de los presentes sin tener ninguna sospecha contundente y eso solo podía arreglarlo de una forma.
- Tranquilo James. - comento dándole una palmadita en la espalda. - No creo que nadie vaya a votar a tu hermano después de...- otra vez me topo frente a la muerte. -... del milagro.- desvío la mirada hacia Dean ¿reviviré yo también? - A no ser que lo voten por eso mismo. - finalizo tras escuchar varios argumentos que se estaban usando en la discusión.
Cuando llega el momento de las votaciones me mantengo indeciso hasta que llega el momento de hablar, y cuando lo hago es con una fingida seguridad.
Durante el ajusticiamiento del periodista no le miro a él, sino a Natasha. Siempre ha sabido tomar responsabilidades, y sin duda esta es una grande.
En cuanto el hombre cae muerto y Natasha nos muestra la foto hago un gesto al servicio para que, al igual que el día anterior, se encargue de limpiar el escenario.
Estoy llevando el cuerpo junto al del señor Flynn cuando comienzan las discusiones, y casi mejor así. No creo que fuese capaz de ser agradable con la señorita Woods, teniendo en cuenta cómo está hablando a mis hermanas.
A la vuelta parece que las cosas ya se han calmado pero, aún así, me reúno con ellas para asegurarme de que están bien.
- Yo creo que habéis hecho lo correcto. - les digo tranquilamente sentándome cerca de ellas - Todos tenemos que dar nuestro voto, y el señor Woods es tan sospechoso como cualquiera. Lo hayáis votado por eso o por creer que no iba a recibir votos, por mi está bien.
Al hablar con el detective asentí despacio consciente de lo que insinuaba.
-Entiendo lo que dice, llevo pensando en ello un buen rato. No se quien es esa joven. No logro ubicarla, así que sobre eso no puedo ayudarle me temo. Sin embargo sobre la mirada del periodista... Bueno hay un asunto que si puede haber descubierto sobre mí que podría considerarse un escandalo para mi reputación pero no representa ningun peligro para los presentes y preferiria no tener que decirlo. -Dije lentamente mirando al detective para luego mirar a mi mujer.- Implica asuntos privados que no vienen al caso con lo que ocurre aquí.
Edward miró al Señor Ministro y asintión mientras le daba un trago a su vaso.
Ya le dije anteriormente que su vida privada me da absolutamente igual y que jamás sacaría este tema en este contexto pero... sinceramente Señor Cox, aquí cualquier secreto puede poner en peligro su vida...
No obstante... es su decisión. Yo sólo quería darle un consejo. En cuanto a la mujer... tendremos que indagar sobre ese asunto... también... Si el periodista sacó esa foto es porque entiendo que quería mandar un mensaje a alguno de los presentes...
Asiento ante las palabras del periodista.
-Asi es, es mi decisión y si por mi fuera se lo comunicaría pero ello pondría en peligro mas vidas de las que salvaría. Puede inspeccionar mi habitación si lo desea, no tengo nada que ocultar. -Dije mientras me acercaba a la barra por otra copa y le ponia la mano en el hombro a mi esposa.- Espero que no te importe querida, pero van a echar un ojo a nuestra habitación. Mejor será que escondamos el dinero.- Dije bromeando.
-¿Sólo el dinero? ¿Los diamantes negros no?-
La mujer sonrió cansada, se había quedado bebiendo agua con azúcar en silencio. Ya ni siquiera quería alcohol, aunque bien que le haría olvidar mucho de lo que estaba pasando. La familia Woods y sus ataques, el caos dentro del sitio, incluso el hecho de que ya los presentes llevaban un par de días sin una ducha... Y entre la sangre, el sudor y lo demás, el ambiente empezaba a ponerse muy denso para soportarlo.
-Querido ¿Sinceramente crees que el señor Woods oculte algo?-
Preguntó con la voz relajada, aunque en sus ojos se notaba una mirada inquisitiva y curiosa mientras suspiraba pesadamente. Bebiendo el vaso de agua entero en un solo trago y apoyándose luego en la barra.
Sonrío al ver a Nathan acercarse a nosotras. - Gracias... - Le digo, cogiendo su mano cariñosamente. - Yo lo único que lamento de todo esto es que creo que con este tipo de conflicto, les estamos dando el cáos que necesitan esos asesinos para seguir haciendo de las suyas... Me gustaría tanto poder volver a casa y olvidarme de todo esto... - Me quedo mirando hacia el plato que estoy comiendo, moviendo la comida con el tenedor, pero casi sin probar bocado.
Las conversaciones siguen avanzando pero se va haciendo tarde y todos desean terminar con lo que están haciendo para irse a dormir. Los sirvientes comienzan a recoger y limpiar todo el local, mientras ayudan a los invitados a acomodarse, pues muchos se encuentran cansados y algo distraidos.
Todos van a descansar e intentan conciliar el sueño lo más pronto posible. Es tanta la angustia por todos los sucesos acontecidos que el agotamiento era ignorado, justo hasta el momento en que deciden irse a dormir, donde lo último que recuerdan es el contacto con su almohada.
No hubo arreglos de hacer guardias, así que todas las puertas en el local están totalmente cerradas.