Partida Rol por web

Galatea ha completado la búsqueda: un mago en mi bota
+750 PX
+1 Punto de Destino
Oro y joyas valoradas en 6.500 piezas de oro

Khaila asintió con un gesto firme de cabeza. - Así lo haré... - Le dijo referente a lo de buscarles cuando acabara con lo que tenía que hacer. Aunque tras confirmarle su intención, apartó rápidamente la mirada del paladín. ¿Cuánto tardaría? No lo sabía, no sabía ni por donde empezar a buscar. Era todo tan complicado... Además, en lo más profundo de su corazón sabía que Rengar no aprobaría aquello que su alma necesitaba. 

Volvió a mirarle con la sorpresa tiñendo sus oscuros ojos. ¿Pedir perdón? Su espalda se irguió y sus músculos se tensaron. 

- Sí, os debo a ti y a Galatea una disculpa. Pero no así con Aidé. Tan sólo le dije lo que creía. Quizás estaba equivocada pero ella tampoco fue muy oportuna. No... Lo siento Rengar, pero eso no... - Le dijo con el orgullo marcando su rostro férreo.

-No puedo obligarte -admitió Rengar-, pero igual estás siendo injusta. Ella no te dijo algo tan terrible. Igual no lo entendí bien, pero... a veces es mejor poner la otra mejilla y dejar de lado el orgullo.

El semiorco le puso una mano afectuosa en la espalda. Era extraño que las muestras de respeto y afecto hacia Khaila fuesen tan sencillas y, en cambio, no fuese capaz de tocar a Galatea sin sentir algo incómodo y que lo avergonzaba. Sentía a la guerrera como a una igual, pero Galatea... Quizá fuese la sensación de que, al estar por encima de él, no era respetuoso rozarla.

-No te voy a obligar, pero creo que es lo que debes hacer.

Khaila apretó un poco la mandíbula cuando Rengar le dijo que no fuera tan injusta con Aidé y que no debía ser tan orgullosa. Hacía mucho tiempo que la guerrera creía que el orgullo era lo único que le quedaba. No le respondió, prefería no seguir ahondando en el tema y empezar una nueva discusión.

Estaba pensando en lo que le había dicho Rengar, cuando sintió que ponía su cálida mano sobre su espalda. Los rasgos de Khaila se suavizaron al recibir aquella muestra de cariño. 

- Lo siento... - Dijo en un susurro. Lo dijo tan flojito que al paladín le costó entender aquellas dos palabras, que de los labios de la orgullosa guerrera, casi salían abrasándola. Y tras eso se quedó en silencio, contemplando las llamas de la cálida hoguera.

Rengar respetó su silencio. No quería agobiarla, pues sabía cómo se sentía. Durante bastante tiempo él mismo había estado solo, endureciéndose y guardando para sí sus pensamientos. Amigos era lo que más deseaba y menos esperaba encontrar. Por eso se preocupaba tanto de que todo fuese bien.

-Voy a salir a dar un paseo -dijo Rengar levantándose-. Te dejo sola un rato.

Suponía que Khaila lo agradecería para pensar en lo que acababan de hablar. Él aprovecharía para buscar moras o bayas comestibles. Había visto unas en los alrededores que le habían dado ganas de dulce.

Buena escena de interacción, tanto la última entre Rengar y Khaila como la anterior alrededor de las botas.

Galatea: +375 px
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