Partida Rol por web

El Camino del Héroe

18. ¡Que Vienen los Druidas!

Cargando editor
16/03/2012, 09:43
Aleera

Aleera lanzó un bufido.

¡Como que al Círculo le importa un ardite tus quejas y tus prisas!

Cargando editor
16/03/2012, 09:44
Aidé

¿No sería más fácil dejarlo estar, Galatea? —susurró Aidé—. ¿Por qué ibas a arriesgarte por unos desconocidos que te desprecian de esta manera?

Cargando editor
16/03/2012, 09:46
Ossian

Se le llama "hacer lo correcto" y "sacrificarse por los demás", Aidé. Algo que tú nunca entenderías.

Cargando editor
16/03/2012, 09:47
Aidé

Aidé le echó un mirada furiosa.

Ya hemos tenidos suficientes sacrificios heroicos y autoinmolaciones por los demás. No hay nada malo en conservar la cabeza sobre el cuello, aunque sea para poder seguir ayudando a la gente.

Cargando editor
16/03/2012, 09:51
"Drizzt"

Drizzt estaba sentado en el suelo, jugando con la bola de nieve mágica que le había comprado Galatea a los dos extraños vendedores. Alzó la cabeza hacia Rengar.

¿Nos vamos ya?

Cargando editor
16/03/2012, 10:43
Rengar

-Deberías avergonzarte por lo que acabas de decir, Mack -dijo Rengar en un tono que no daba lugar a dudas sobre su enfado-. Y en cuanto a ti... Yo tengo la culpa de que no sepáis la verdad. No fueron los elfos quienes atacaron Medina. Me enteré cuando fui a parlamentar con ellos. Y estuvieron a punto de cortarme la cabeza porque un grupo de humanos había matado a los suyos. Pero... no fuimos ninguno de los dos. Fueron un grupo de sharinos que intentaban meter cizaña. La mujer a la que acabas de amenazar, Mack, es mi amiga y me ayudó a eliminar su influencia de un templo corrupto, así que sé respetuoso y discúlpate.

Rengar se rascó la mandíbula. Echaba de menos su barba, pero no tardaría en crecer. La pelambrera orca siempre acababa asomando.

-Voy a ver lo que podemos hacer por vosotros, Amphail. Si puedo ayudar en algo, lo voy a hacer.

Cargando editor
16/03/2012, 12:11
Galatea

Galatea ignoró al dúo de airados humanos, sabía por la experiencia que la mejor forma de fastidiar a alguien que pretende insultarte es precisamente no hacerle ni puñetero caso. Además, lo que habían dicho no era más que una forma de rizar el rizo que no tenía sentido alguno.

No es únicamente eso—respondió con suavidad girándose hacia Aidé y Ossian e ignorando también el comentario de éste y se encogió de hombros con sencillez—. Para eso estoy: mi función consiste en cuidar del bosque. Al margen que les conozca o no, cuando pasan cosas así tengo que velar porque no se malentienda ni se forme un follón.

En lo referente a que la despreciasen tanto iba a añadir que "ser imbécil como el tal Mack no era un delito tan grave como ser un asesino furtivo" por ejemplo pero prefirió guardárselo o, en su defecto, decírselo en otro momento. La sorprendió un poco que Rengar saliera en su defensa con tanta vehemencia, gratamente, pero el caso es que la sorprendió lo suficiente como para mirarlo un instante.

Confieso que empiezo a estar realmente harta de esos sharinos—gruñó entonces pronunciando la palabra como si le dejase un sabor asqueroso en la boca—. No sé qué demonios buscan exactamente pero lo pienso averiguar. No pueden continuar haciendo esas cosas.

Por culpa del culto a Shar el Templo de la Herejía de la Luna Oscura se había convertido en ruinas, por culpa de aquellas ratas traidoras todos los Selûnitas que lo habitaban habían muerto. Bueno, todos menos dos...

No será tanto retraso, volando o corriendo se llega enseguida al Círculo—añadió dirigiéndose al anciano como si acabase de soltar algo totalmente normal. Luego suspiró—. Quizá no lo parezca, pero trato de hacerle un favor a todo el mundo. Mi intención no es impedir que reconstruyan el pueblo. Volveré antes de que se termine de usar la que ya está talada.

Cargando editor
24/03/2012, 14:18
Amphail el Justo

Eso está por ver —contestó Amphail a Rengar, volviendo a enrollar la autorización.

Cargando editor
24/03/2012, 14:26
Rengar

-Mientras tú vas al Círculo, me gustaría ir a visitar Medina -dijo el semiorco-. Hace tiempo que no veo a mi familia y, si puedo, quiero ayudaros en lo que sea. ¿Venís conmigo? -preguntó al resto de sus compañeros.

Cargando editor
24/03/2012, 15:45
Galatea

Galatea miró a Rengar y pensó unos segundos antes de contestar.

Como quieras—respondió finalmente, luego se le escapó media sonrisa ante lo irónico que sonaba viniendo de ella lo que iba a decir:—. Puedo seguiros el rastro allá donde estéis.

Casi como poniendo la guinda cómica al comentario, Ásclaon estornudó en aquél momento, sacudiendo la peluda cabeza y lamiéndose el hocico. Galatea entonces hizo algo bastante inusual; separó una mano y le pellizcó un carrillo a Aleera, así, sin más, con toda la confianza del mundo.

Y mientras tanto, mi querida hermanita va a ser una chica buena y va a dejar de montar follón mientras yo no estoy—dijo con una sonrisa de oreja a oreja que estaba teñida de algo mezcla entre cariño y rapapolvo—. Porque no quiere ir en contra del principio del equilibrio del Círculo, ¿verdad que no?

La soltó recuperando de golpe la actitud seria de antes y sin esperar respuesta miró otra vez a sus compañeros, como si no hubiese pasado nada.

Si no, siempre podéis ir yendo a la Ciudad del Valle de la Rastra. No os preocupéis, os alcanzaré. Pero necesito saber de qué va todo esto...

En el fondo también rogaba porque no se sacaran los ojos en su ausencia, pero eso no lo iba a decir en voz alta.

Cargando editor
27/03/2012, 00:44
Rengar

-No, no, te esperaremos en Medina -dijo Rengar-. Además, me gustaría enseñártela. Bueno, a todos. Es donde me crié.

Aunque Rengar no tenía bonitos recuerdos del pueblo (había sido donde más había sufrido, donde Kestrel había perdido la vida), le agradaba la idea de llevar a sus amigos a él para crear uno nuevo. ¿Qué diría su madre de Galatea? Probablemente la observara con una mezcla de admiración y reserva. Su madre siempre había sido un poco hosca, sobre todo con los extraños. Incluso con su propio hijo...

-Vamos. No está muy lejos. Hasta pronto, Galatea.

El semiorco notó una sutil tristeza al alejarse de la druida sabiendo que partían en direcciones distintas. Era como separarse de una parte conocida de su propio ser. O quizá estaba exagerando demasiado. O quizá... Bueno, quizá era hora de dejar de darle vueltas a todo.

Cargando editor
27/03/2012, 10:38
Aleera

Aleera se apartó del gesto juguetón de Galatea.

Estás perdiendo el juicio, y el tiempo con imposibles —gruñó.

Cargando editor
27/03/2012, 10:40
Aldeano

Eh, tú eres de Miri ¿no? —dijo uno de los leñadores a Rengar—. S'a ido a Ciudad de Valde la Rastra mientras terminamos d'arreglar esto. Con una hermana o una prima o algo así.

Cargando editor
27/03/2012, 10:42
Aidé

Mejor, porque tenemos asuntos en Ciudad de Valle de la Rastra —le recordó la genasí al paladín—. Asuntos que no pueden esperar a un poco de turismo rural a través de ruinas ennegrecidas por el fuego.

Cargando editor
27/03/2012, 11:36
Rengar

-Bueno, entonces será mejor que vayamos a la ciudad -dijo Rengar suspirando. Turismo rural... ¿diría lo mismo Aidé si fuese su pueblo? No quiso contrariarla: tenían prisa y eso sí que era cierto.

Cargando editor
27/03/2012, 15:12
Galatea

Un suave suspiro fue toda la respuesta que Galatea dio a la afirmación de su hermana. No era la primera vez que tenían aquella conversación, ni sería la última.

Miró entonces a Rengar apartarse con la extraña impresión de que el semiorco parecía cabizbajo, por un momento se sintió algo mal, como si tuviera que decirle algo para animarlo pero al siguiente segundo sacudió la cabeza y desechó la idea. ¿A santo de qué había pensado eso? Tal vez fuera porque últimamente se preocupaba demasiado por todo el mundo o porque en el fondo intuía que mientras ella no estuviese le tocaría a él mediar entre Aidé y Ossian si volvían a saltar chispas... ¿no? tenía que ser eso.

Aleera—dijo entonces volviéndose hacia la elfa ya con expresión seria—. Tengo...

Hizo una pausa como si estuviera volviendo a pensar la frase y entonces rectificó:

Tengo que hablarte de algo cuando tengamos tiempo—guardó un instante de silencio con el gesto de alguien que se estuviera acordando de algo al mirarla y entonces esbozó media sonrisa triste—. Ma'arlath, hermana.

Sin esperar respuesta se separó caminando unos pasos y ocurrió algo curioso: empezó a emitir un tenue fulgor azulado pero esta vez no se trataba sólo del tatuaje que llevaba en la espalda, era su figura entera.

Os alcanzaré en cuanto pueda.

Acto seguido corrió dos zancadas y saltó. Al hacerlo, el extraño fulgor la envolvió y estalló en un chispazo azulado pero Galatea no volvió a caer al suelo tras eso; en lugar del sonido de dos botas tomando tierra, se escuchó el chillido agudo y penetrante de un águila.

Y un águila fue lo que salió volando hacia algún lugar en la espesura del bosque: Un águila lustrosa y parda pero con el plumón que recubría la parte derecha de la cabeza de un atípico color plateado.