Partida Rol por web

El Camino del Héroe

29. El Encuentro con la Diosa.

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18/11/2012, 13:29
Director

Concluisteis que era mejor ponerse en marcha inmediatamente.

Os reunisteis con Araevin, y él os dijo que Ossian se había llevado al niño a un lugar seguro pero no había dicho a dónde. Decidisteis rápidamente que no podíais esperar al bardo o poneros a buscarlo por toda la ciudad, así que os pusisteis en marcha de inmediato.

El Castillo de Halvan era en realidad una vieja mansión solariega, laberíntica, descuidada y cubierta por musgo y plantas trepadoras. Alrededor de ella habían construido un impresionante conjunto de murallas posterior, que estaba en mejor estado que el resto. Si los rumores eran ciertos, los restos ennegrecidos que había por todas partes se debía a una incursión que un grupo de aventureros hizo al castillo treinta veranos atrás.

Pero la ruina estaba silenciosa, tranquila, como una carcasa vacía y olvidada. Nada presagiaba que allí dentro podría estar tramándose un mal que comprometiera el futuro de la Urdimbre y el destino de Faerûn.

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18/11/2012, 13:35
Selûne

—Lo siento de veras, mortales —dijo una voz a vuestras espaldas.

Girasteis sobre vuestros talones como uno solo para ver una nueva aparición, no por menos teatral que la de la Simbul, menos impresionante. 

La presencia de aquella mujer tenía algo de etéreo y conmovedor pese a que se alzara por encima de los dos metros. Tenía la tez curtida y bronceada, que contrasta con el color plateado de la melena que caía en cascada hasta la cintura. Sus cejas eran rectas y separadas, sobre unos ojos de un azul violáceo que parecían concentrar toda la fuerza y profundidad del cosmos. Vestía una sencilla túnica de vaporosa seda blanca, sin mangas, y empuñaba un cetro metálico de casi medio metro, con un extremo bulboso como el de una maza que hubiera sido forjada para parecer un conjunto de lunas en cuarto creciente.

Sonrió, y su sonrisa cargada de seguridad y afecto terminó por desarmaros. Un inesperado calor os inundó de los pies a la cabeza.

—Los dioses ponemos problemas más sencillos a gentes más sencillas. Pero vosotros estáis hechos de otra pasta, ¿no es así? —la mujer dio unos pasos hacia vosotros, sin que sus sandalias doradas llegaran a hollar la hierba—. Yo soy Selûne, y os he estado observando y guiando desde hace algún tiempo. Y estoy muy complacida por lo que he visto.

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18/11/2012, 17:47
Galatea

Como siempre que pasaba cuando salía de la ciudad y regresaba a la naturaleza, lo primero que hizo Galatea fue silbar. Y como siempre que pasaba cuando Galatea salía de la ciudad, regresaba a la naturaleza y silbaba, Áscalon no tardó ni dos segundos en acudir. La druida siempre lo abrazaba porque sencillamente lo echaba de menos cada segundo que pasaba sin él.

La noticia sobre Drizzt sin embargo la dejó algo inquieta, por un momento pensó en lo que Aidé le había dicho en su momento sobre Ossian. Primero cruzó un amirada de soslao con la maga pero entonces sacudió la cabeza descartando aquellos pensamientos. Ahora no podían ponerse a deambular sin rumbo por la ciudad.

En ese momento una voz desconocida la sacó de sus pensamientos y le costó no caerse de espaldas cuando se giró para ver a quien pertenecía.

La elfa tragó saliva para quitarse la sensación de sequedad en la garganta y acarició con una mano la cadenita de plata que llevaba al cuello. Había conseguido aquel Símbolo en el templo en ruinas de un modo tan sobrenatural que casi podía achacarlo a que había sido un regalo de la propia diosa y ahora la propia Selûne corroboraba que los había estado observando, incluso guiando desde hacía tiempo.

"¿Pero qué demonios te pasa?" Se reprendió a si misma en cuanto se percató de que era capaz de oír los latidos de su propio corazón "¡Contrólate!"

Habían pasado tantos años... sin recordar ni si quiera la existencia de aquel lugar, sin recordar si quiera que era hija de selunitas, ¿por qué?, cuanto más intentaba buscarle un sentido más se desesperaba y más tenía la sensación de no saber ni quien era. Más incógnitas surgían, más quería saber sobre aquel pasado desconocido, más necesitaba saber sobre aquel pasado desconocido.

¿Mi... señora?—musitó bajando ligeramente la cabeza con respeto. Pero en aquella pregunta también iba ribeteado el tono interrogante de quien no sabe por qué estaba pasando eso.

No tenía miedo, ni si quiera sentía inquietud, estaba totalmente segura de ello, era cosa del aura de la diosa. Pero sin embargo por algún absurdo motivo o podía controlar su ritmo cardíaco. Era irónico que por una vez se hubiese quedado sin palabras, ¡ella! que siempre tenía algo que decir, o al menos según Aleera. Claro que Aleera no estaba allí.

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18/11/2012, 19:35
Áscalon

Áscalon por su parte, parecía el más encantado del grupo. El lobo enderezó las orejas y emitió un "ruff" olfateando el aire. Ni corto ni perezoso se sentó mirando a Selûne con la cabeza ladeada, mientras movía la plumosa cola alegremente.

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18/11/2012, 20:57
Rengar

Rengar sintió cierta inseguridad cuando supo que Ossian se había llevado a Drizzt consigo, pero decidió no darle vueltas y centrarse en arreglar los asuntos de Halvan, que le parecían mucho más urgentes. El semiorco se mantuvo alerta durante todo el camino, especialmente cuando entraron en las ruinas. Allí, sin embargo, le esperaba una sorpresa mayor.

Al ver a Selûne se le secó la boca. Lleno de una mezcla de dicha, admiración y miedo a decepcionar a la diosa de la luna, el paladín hincó la rodilla en tierra y bajó la vista.

-Mi señora. No soy... No soy digno.

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19/11/2012, 01:50
Rina

Rina había caminado en silencio, casi ausente, cuando se encontraron de nuevo con Araevin. Escuchó como les decía que el niño se había ido con el bardo. Ella no les conocía casi, así que se mantuvo algo apartada mientras hablaban. Decidieron continuar su camino hacia el castillo de Halvan, así que ella asintió con un ligero gesto de cabeza y caminó junto a sus nuevos compañeros.

Una vez llegaron allí, la muchacha empezó a caminar en silencio, intentando escuchar algo con sus semi-puntiagudas orejas. Aquel lugar parecía abandonado...

La voz proveniente de sus espaldas heló la sangre de la semielfa. Se giró para encontrarse con la figura de una hermosa y casi etérea mujer. 

Escuchó en un silencio casi reverencial. Antes de llegar a presentarse como Selûne, Rina había sentido que aquella presencia no era mortal. Su corazón latía con fuerza mientras una lágrima, diminuta, se enredaba en sus pestañas. Sin darse cuenta había estado aguantando la respiración, hasta que escuchó la suave voz de Galatea. Entonces fue consciente del silbido que salía de entre sus labios apretados. Dejó salir el aire, que cruzó el espacio que había entre sus pulmones y sus labios, como una ardiente bocanada.

Un suave temblor empezó a recorrer su cuerpo, mientras bajaba la cabeza con respeto. Escuchó la voz de Rengar, sonando con una mezcla de miedo y devoción. La joven espadachina se había quedado tan impresionada por la aparición, que fue incapaz de formular palabras. Balbuceó de forma un tanto estúpida y se mordió el labio mientras la punta de sus orejas empezaban a enrojecer. Nunca se hubiera imaginado estar ante la presencia de una deidad. Aunque era consciente de que ella era nueva, de que Selûne nunca se hubiera percatado de su presencia, si no fuera porque estaba junto a ellos. No pudo evitar sentir una dicha tan grande que su corazón parecía a punto de explotar... 

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19/11/2012, 09:21
Selûne

—Levántate, Rengar. Esto no tiene nada que ver con la dignidad. Los dioses del bien no solemos tomar elegidos porque somos conscientes de que servirnos es un sacrificio, no un honor. Incluso aunque seáis de los pocos mortales que encuentran la autorrealización en la filantropía, debéis tener en cuenta que sois una herramienta para transformar el mundo. No sois mi obra.

El rostro de Selûne se entristeció.

—Ya habéis sufrido mucho a lo largo del camino, y habéis tenido vuestra propia ración de pérdidas —hizo una pausa—. Una de vuestras amigas ha perecido y habéis vivido muchas otras cosas que hubierais deseado no vivir. Antes de que sigáis debo advertiros de que al final del recorrido no os espera la gloria, ni el poder, ni las riquezas, ni la fama. Mas al contrario, sólo resta más sufrimiento y sacrificio; lo más normal es que las herramientas queden destrozadas cuando la obra está completa. Sólo os puedo ofrecer la satisfacción de contemplar el resultado, aunque el mundo nunca vaya a ser consciente de que fuisteis vosotros quien lo salvasteis de la oscuridad.

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19/11/2012, 12:42
Rengar

El paladín se levantó conservando una expresión grave y solemne en el rostro.

-Llevo toda mi vida sirviendo a Ilmáter, mi señora. El sacrificio es mi vida. No hago las cosas porque quiero, sino porque debo. Y sé que el precio es alto.

Rengar sabía que el sufrimiento no cesaba durante la vida, y que las almas más fuertes debían soportarlo para evitar a las más débiles ser aplastadas bajo su peso. Los paladines como él tenían la obligación de luchar sin pararse a pensar un momento en sí mismos por las causas que creían justas, y eliminar la amenaza de Shar era una de ellas. Ya había sido torturado, azotado y quemado en el pasado y había sufrido pérdidas que le helaban el corazón, pero sabía con certeza que no podría soportar que el mal y el sufrimiento se cernieran sobre sus vecinos porque su reparo a luchar y a sufrir.

-Pero si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará. Eso lo sé. Prefiero morir que cruzarme de brazos.

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19/11/2012, 20:33
Galatea

Galatea jugueteaba con el símbolo entre los dedos mientras pensaba con aire ausente que en el fondo era vagamente consciente de que todos, ella incluida, se temían aquello. De algún modo parecían tener la corazonada de que algo grande y difícil estaba a punto de ocurrir solo que nadie lo expresaba en voz alta.

Al decirlo Selûne en voz alta, irónicamente sintió que se le quitaba un peso de encima, como quien corrobora que no es mera paranoia suya si no algo perfectamente posible. Algo que anhelaban pero a la vez temían, algo que necesitaban pero a la vez dolería... E Irónicamente aquello no le dio desesperanza, más bien al revés.

Bueno, esa es precisamente la mejor de las razones para seguir—dijo—. Si lo dejamos ahora todo ese camino y todas esas... pérdidas no habrán servido de nada. No quiero un mundo en el que Shar decida sobre la magia.

Ahora que por fin había conseguido controlar su condenado ritmo cardíaco, levantó la vista. El semiorco tenía razón en que si no lo hacían ellos ahora, no lo haría nadie y las consecuencias serían catastróficas. Bueno, eso y que a ella la gloria, el poder, las riquezas y la fama le importaban tres pepinos y un rábano, ¡lo que quería precisamente era contemplar el resultado!

Me pasa lo mismo que a Rengar—añadió. Luego soltó un suspiro y añadió en algo que era una especie de pensamiento en voz alta—. Y... necesito llegar hasta el final de esto.

"O voy a terminar subiéndome por las paredes sin necesidad de Trepar cual Arácnido... ".

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20/11/2012, 17:52
Rina

Rina se mantuvo en silencio. Sentía su corazón latir con fuerza y las palabras parecían haber muerto en sus labios. Ella sólo quería ayudar porque Edmund se lo había pedido. Había querido acompañarles por la emoción del momento. Ella nunca había sido una aventurera, y había envidiado aquel tipo de vida... Había soñado con entrar en guaridas de dragones, sí, ella era inconsciente del terror que atenazaba los corazones de los más valientes ante la presencia de tales criaturas. Había soñado con pertenecer a algo grande... Siempre había vivido recluida y se sentía alguien escapándose por las noches y ayudando a los arpistas... Pero nunca había imaginado que aquello le llevara ante una diosa, ni se hubiera imaginado que esa misma diosa le pidiera que diera su vida por una causa. 

La joven tragó saliva y miró a Rengar y a Galatea. Ambos estaban comprometidos con esa causa. En sus ojos se podía ver la determinación y el deseo por seguir adelante... Pero las piernas de Rina flaquearon... No sabía si ella estaba preparada para algo así...

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21/11/2012, 19:39
Araevin

Araevin miró en derredor.

—Yo eh... —dudó—. Esto me viene un poco largo. Si tengo la opción de retirarme ahora, es precisamente lo que haré.


Ni por personalidad ni por relación suficientemente alta con nadie, Araevin se mete en este fregado. Así que es baja esta quest.

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21/11/2012, 20:13
Aidé

Aidé levantó el mentón.

—Habéis sido un ejemplo para mi todo este tiempo —dijo Aidé—. Ahora quiero que mi vida y mis obras sean un ejemplo para otras personas.

Miró a Selûne.

—Yo seguiré hasta el final, aunque se halle en las mismísimas puertas de Los Nueve Infiernos.


 Rengar y Galatea: vuestra relación con Aidé ha mejorado 4 puntos, llegando al estado de Amistad. Aidé cuida de vosotros en combate con fanatismo draconiano, y es capaz de absorber hasta 10 puntos de daño por fuego que os hagan a cambio de recibirlos ella misma. 

Vuestras decisiones a lo largo de la partida han cambiando el alineamiento de Aidé a Caótico Bueno.

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21/11/2012, 20:24
Selûne

Selûne asintió ante vuestras respuestas, sin sorprenderse demasiado.

—No digas eso demasiado alto —apostilló a la última frase de Aidé antes de mirar a Rina:—. ¿Y tú?

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22/11/2012, 12:37
Rina

Rina estuvo a punto de seguir los pasos de Araevin. Incluso le siguió con la mirada mientras se mordía el labio. Todo aquello también le venía muy grande, demasiado... Era joven, tenía una buena vida, un marido que la adoraba y... a Edmund... Si seguía adelante podía perderlo todo. Pero... ¿Cómo podría seguir con su vida sabiendo que aquellos intrépidos y valerosos aventureros habían dado la suya propia porque gente como ella pudieran mantenerse a salvo? No, no podía...

Tragó saliva y miró a la diosa. Sentía la boca seca y su corazón latía con mucha fuerza. Su parte racional le decía que pasara, que olvidara todo aquello. Le costaría, pero acabaría haciéndolo y podría vivir muchos años. Pero su alma, su espíritu, sabía que no era lo correcto. - Iré... - Fue su única palabra, salió de sus labios con sabor amargo a la vez que dulce. La acompañó con un ligero gesto afirmativo de cabeza...

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23/11/2012, 18:52
Galatea

Galatea en un principio no pudo evitar sentirse decepcionada con la respuesta que había dado Araevin. Aunque al siguiente segundo pensó... que no tenía porqué, no iba a obligarlo. No es que les conociese de toda la vida y no era precisamente poco a lo que se iban a enfrentar. Pese a que ella misma sería incapaz de quedarse de brazos cruzados si estuviese en lugar del elfo, no podía esperar lo mismo del elfo. Ella era ella y Araevin era Araevin. Cada persona es un mundo.

Aunque ahora resultaba preocupante entrar en aquel lugar sin un clérigo... La sanación no era su especialidad y no estaba segura de que sus hechizos curativos y los de Rengar fueran suficiente precaución.

Sin embargo, tenía que reconocer que lo que había dicho Aidé, la había sorprendido un poco. Y gratamente porque le depositó una mano en el hombro y esbozó media sonrisa sin decir nada.

Volvió a mirar a la diosa. Era una sensación extraña la de sentir que le resultaba familiar la presencia de alguien a quien no había visto en su vida... aunque al menos ahora entendía por qué. Ya era algo.

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23/11/2012, 23:41
Áscalon

Áscalon se levantó y dio algunos pasos volviendo a sentarse, solo que al lado de Galatea mirándola mientras movía la cola suavemente. Por su puesto a donde iba ella, iba él.

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24/11/2012, 21:38
Rengar

Aidé pronunció aquellas palabras y Rengar sintió una oleada de orgullo en el pecho. Si anteriormente se había refrenado antes de pasarle la mano por los hombros, esta vez lo hizo sin contenerse. A pesar de la dureza y la frialdad de los brazales, Rengar se las arregló para que el gesto fuese cálido. Estaba rompiendo una barrera, la del contacto físico, que siempre le había resultado difícil. Por eso la negativa de Araevin no le importó demasiado. Aidé estaba demostrando verdadera iniciativa a la hora de convertirse en mejor persona y pensar en los demás y le parecía increíble.

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05/12/2012, 20:31
Galatea

Tras un breve silencio, Galatea pareció recordar algo.

Araevin—dijo volviendo a mirar al clérigo un momento—. Ya que te vas a quedar, ¿puedo... pedirte un favor?

Antes de que éste respondiese levantó una mano como quien jura algo, aunque no perdió el gesto de la cara.

Prometo que no tiene nada que ver con enfrentarse a media docena de hydras esgrimiendo un alfiler como único arma —añadió—. Es una minucia.