Susie sacudió un poco el trapo con el que estaba limpiando la barra en el momento en el que entraron el nuevo sheriff y su bonita ayudante. Escuchó en silencio sus palabras y las presentaciones de los demás, con una mano apoyada en la cadera y una ceja ligeramente enarcada. Enseguida hizo un juicio sobre el sheriff y la otra en su mente: Mucho teatro, pocas balas.
Yo soy Susie Powell y este es mi Saloon. Sed bienvenidos. ¿Algo de comer o beber? Para ser buen sheriff hay que estar bien alimentado, disimuló la ironía en sus últimas palabras con una radiante sonrisa. Dudaba que pudieran hacerse al lugar y sus habitantes. La ayudante, en particular, parecía tan pintoresca. No era, al menos en apariencia, una persona dura. A Susie le pegaba más como ayudante del sheriff aquella forastera vestida como un hombre. ¿Cómo dijo que se llamaba? Maybelle, eso.
El crupier parpadeo por un momento y...
Se encontró de nuevo en la cantina. La hermosa india estaba recogiendo una flor de sus manos y poniéndosela en el pelo. Le había vuelto a pasar, se había quedado en blanco, pero bueno, incluso en modo automático era capaz de halagar a una dama, así que no se había perdido mucho.
¿Habías visto una flor como esta?
Le preguntó a la muchacha, la flor era morado con un tallo verde intenso y una tira de tela dorada decorándola.
En mi tierra de origen, Nueva Orleans, esos son los colores del Mardi Gras. El verde simboliza la fe, el morado la justicia y el dorado el poder. Esta flor es extraordinaria porque es una ofrenda por los tres. Guárdala hasta que llegues a tu pueblo y mantenla como los deseos de tu humilde siervo para tu pueblo. Es una ofrenda poderosa porque todas mis energías van en ella
Después llegó la parejita y distrajo a "Spades".
Bueno, bueno. ¿Es así como recibimos en este pueblo al nuevo sheriff?
Spades se levantó y avanzó hasta el recién llegado. Poco le importaba cómo había llegado hasta allí si podia evitar que le causara problemas a el propio Spades.
Susie, ponle un vaso del mejor whisky que tienes al sheriff. Corre a mi cuenta
Me giro al sheriff y le doy una palmadita en la espalda (si no se ofende)
¿O prefiere Bourbon? Acompañeme hasta la mesa, mi nombre es Joey Thorton. Se podría decir que trabajo para el saloon, porque le produzco beneficios organizando entretenimientos, pero no tengo salarios. Es más bien una especie de simbiosis. ¿conoce la palabra? Es un cultismo. Griego creo que es. Significa que ambos sacamos provecho o algo así, pero no me haga mucho caso, a veces hablo sin pensar demsiado.
Me giro a la señora que entró con el sheriff.
Por favor, hermosa dama, acompañenos y únase a nosotros. ¿Tal vez el bourbon para usted?
- Yo me hago las mismas preguntas que nuestra querida y autóctona Rocarroja. ¿Qué ocurrió con el anterior sheriff? ¿Quién le nombró a usted?- dijo, cruzándose de brazos mientras daba buena cuenta de su refrigerio- Supongo que como sheriff contará con alguna acreditación que demuestre que lo es. Y que quede claro que no pretendo ofenderle, señor. Es una cuestión de bien común.- concluyó, atusándose de nuevo el pelo.
El coronel dejó el vaso con el licor a medio acabar para contemplar a los recién llegados, y alzó las cejas para escuchar al sheriff y a su ayudante.
Mientras hablaban, miraba los rostros de los demás ciudadanos, y se preguntaba qué era lo que estarían pensando sobre aquello. Al fin y al cabo, él estaba de paso por aquel pueblo para hacer negocios con los pieles rojas, y expropiarles los terrenos para las vías que se pensaban construir en pocos meses. Pero los que vivían en la ciudad debían de tener un pensamiento fijo acerca del nuevo sheriff, y se moría por saberlo.
Carraspeó su garganta tras dirigir su silla de ruedas a la tal Emily, y, con una sonrisa, dijo:
—Coronel Jasper Luisiana— se presentó, para que lo apuntara la ayudante—. Ahora mismo, soy inversor. Empresario, puede poner— indicó, mirando desde abajo a muchacha.
Francia se limpia con la manga los restos del desayuno,enciende un prurito y enjuaga su boca con lo que le queda de licor, Señores me dedico a llevar reses desde el punto A hhasta el punto B, el nuevo sheriff sabrá mantener a raya a cuatreros, gente inmunda y demás razas de la pradera?
Aquél hombre entusiasta y emprendedor quién la juventud aún corría por sus venas, tenía muchas cualidades pero ser atento y centrado no eran dos de ellas, al contrario, era más bien de carácter descuidado y olvidadizo. Iba a salir a la calle, resuelto y embriagado por aquella novedad cuando al pasar por enfrente del pequeño y velado espejo vio su rostro desaliñado. A pesar de todo, incluso en el “salvaje oeste” un hombre no era un hombre decente si no cuidaba un poco de su higiene, así fue que decidió corregirlo. Una decisión que demoró considerablemente su desayuno. Pues las prisas son malas compañeras y consejeras, y, como tal, se cortó torpemente la mejilla, que obstinada no se inclinaba a coagular cuando entre quejas presionó el pañuelo contra la herida. A fin de detener la hemorragia y poder tener un aspecto más presentable.
Pasados unos minutos, como tampoco fue una herida de guerra consiguió de detener la sangre y volvió a recoger sus báculos en previsión de no perderse del todo el espectáculo.
Cuando Wyatt llegó a la única y polvorienta calle de la ciudad, ésta se presentaba tan vacía como la botella del viejo Finnigan un día a la primera hora de la tarde. Solo los matojos inquietos rodaban a su antojo, incluso las gallinas parecía querer huir y esconderse de los nubarrones que por el este se acercaban. De camino al Saloon el fotógrafo se detuvo junto a Harry, su burrito que esperaba atado al poste situado al abrevadero aguardando a que llegase el día en que juntos y cargados se alejarían de aquél rincón de mundo de mala muerte. -¿Cómo has pasado la noche, amigo?- Le preguntó preocupado por aquél augurio de tormenta. –Debería de buscarte un cobijo seco.- Le explicó tirando con todas sus fuerzas de la cuerda atada a sus arneses mientras el animal había decidido ponérselo difícil. Cuando lo consiguió, el aventurero lavandero tuvo que sentarse un rato bajo el mismo porche a recuperar su resuello. –A éste paso llegaré el último.- Se quejó secándose el sudor y torciendo la boca sin que nadie pudiera atender su protesta.
El salón, en contraste no solo estaba lleno sino que se antojaba tétrico y el ambiente viciado de tanta humanidad. Pero nada ensombrecía su habitual buen humor, trazó inconscientemente una ancha sonrisa y fue a sentarse a la mesa más cercana y menos atestada de todas que el azar hizo que fuera la del reverendo. -¿Sabe usted algo de eso, padre?- Le preguntó a la espera de un desayuno que al día presente iba a ser algo más temprano de lo habitual. -¿Ya ha empezado? ¿Qué me he perdido?
Por suerte, alguna alma caritativa vio a bien de informarlo así que pudo acercarse a su debido tiempo a las nuevas autoridades y dar su parte: -Mi nombre es Wyatt Stolesouls. Y soy algo itinerante. Entenderán. Me dedico a la fotografía así que voy y trabajo de lo que puedo porqué gasto mucho en el caro material y viajes, y el arte no da mucho dinero.- Que aquello que decía no podía ser otra cosa que cierta era más que manifiesto dado los trastos que arrastraba. –Ja, ja,ja,ja,ja. Así que he sido un poco de todo, si es lo que preguntan. Pero, actualmente en Ciudad Bala Dorada, trabajo en la lavandería del sr. Wallace.
Se quedó pensando unos segundos hasta que decidió lanzarse a la presa. –Ambos tienen una fuerza singular. Única, que es lo que busco… ¿Les importaría, cuando dispongan de unos instantes, que capturase sus facciones? Simple afición. Sería para mí colección.- Entonces fue cuando se dio cuenta que había mucho forastero aquél día y pensó que si ellos se negaban el día y el tiempo de aquella escapada no habría sido completamente en vano y quizás, solo quizás, alguno de ellos dejaría que “capturase su alma” como decían los nativos, con su cámara.
Adam Storng siempre había cambiado mucho con el paso de los años. El Oeste le había vuelto reflexivo y observador. Y ahora, en ese momento y lugar, veía cómo la gente sólo se preguntaba por el sheriff viejo cuando aparecía uno nuevo. Podía entenderlo de la pielroja: al fin y al cabo ni siquiera vivía realmente en Bala Dorada, pero de otros.. Si eso era progreso, quizá seguir avanzando no era la mejor idea.
Al ver entrar al señor Stolesouls Strong hizo un gesto indicando el taburete vacío que había en su mesa. Poco a poco el local había ido llenándose de gente, así que no le vendría mal un sitio. Desde que le había conocido el reverendo siempre había dado por hecho que su apellido no era más que un sobrenombre, una manera intencionadamente irónica de darse a conocer. No era algo que le pareciera importante. Salvo que antes se llamase Younger, Dalton, o Webb, claro. Los cambios de nombre eran comunes en el Oeste, y no siempre era por razones honradas.
- El señor Rocky dice ser el nuevo Sheriff. - Le informó. - Y la señorita que le acompaña, Emily, es de la Pinkerton y dice ser su ayudante. - Explicó entonces con calma. - Pretenden comenzar censándonos, así que esperan que todos les demos nuestro nombre y ocupación. - Comentó antes de echar un vistazo a la pareja primero y a los parroquianos después.
Maybelle giró la cabeza hacia la puertas abatibles cuando se abrieron para dejar paso a la ayudante del nuevo sheriff. Enarcó una ceja levemente al escucharla y las dos cuando el tal Rocky hizo su advertencia. Hondonadas de hostias. En el fondo tenía cierta gracia.
Con parsimonia terminó de liar el cigarro mientras algunos respondían a la petición del sheriff y otros le pedían explicaciones a él. Lo prendió y aspiró el humo despacio. Después, sin moverse de su mesa, alzó la voz lo suficiente como para que el hombre la escuchase.
- Soy Maybelle Canary. Cazarrecompensas. Estoy de paso. - Y sin añadir nada más, volvió a llevarse el cigarro a los labios para dejarlo colgado de la comisura. Sus ojos se entrecerraban por el humo mientras añadía una frase más. - Tal vez podamos ayudarnos mutuamente.
Se reclinó hacia atrás en la silla, apoyando la espalda en el respaldo y guardó silencio, volviendo de nuevo a ese discreto segundo plano en el que había permanecido hasta ese momento.
Había pasado un rato en compañía de Ella. Más tarde, sólo en aquella silla, con la espalda cerca de la pared y con un ligero balanceo sobre las patas traseras de la silla, observé todo el circo desde aquella posición privilegiada.
Mi cigarro iba bailando en mi boca, alternando de comisura de vez en cuando, y remojaba el gaznate con algo de wisky. La solicitud del nuevo sheriff por datos censales me pareció tan absurda que no pude reprimir una carcajada seca cuando escuché aquello. Sin embargo la gente comenzó a prestarse a tal patraña.
Me pareció una perdida de tiempo colosal. Sobretodo porque aquel nuevo sheriff tenía pinta de no durar más de una semana allí. Últimamente el pueblo había estado muy tranquilo. Sólo si seguí así de tranquilo podría esperarse que aquel viejo durase allí algo más de la semana que le vaticiné nada más verle.
En cuanto a su ayudante, a pesar de la hermosura que mostraba, sus modales eran los de una demente. Podría ser una mujer peligrosa. Casi me causaba más respeto y, porqué no, curiosidad ella que él.
Cuando la mayoría se hubo presentado. Moví la cabeza en gesto negativo y dibujé una media sonrisa sarcástica en mi rostro. Aun así, me sumé a la ristra de presentaciones. - Red Hardigan. Vaquero. - Eso debía bastar de momento. De todas formas, no tenía más que añadir.
Lancé un gargajo certero a la escupidera que tenía a un metro de la silla.
El viejo borracho, desayuno con ganas y sonriente, siempre sonriente, como buen irlandés, no era fácil hacerle perder la sonrisa y mas cuando estaba ebrio. Así que espero a terminar su tarta y su zumo de alcohol para saludar a los recién llegados, al parecer el nuevo Sheriff un tipo que tenia en poca valía su pellejo a su parecer, si alquilen quiere llegar a viejo, a su edad, debe apartarse de las balas no ir a buscarlas.
-Vaya, ha llegado un nuevo Sheriff a la ciudad.-Comento jocoso moviendo el bigote, antes de levantarse un tanto mareado de su silla, lo que provoco el tambaleo de la mesa y la consecuente perdida de su sombrero una vez mas.-Encan...-Y detuvo su saludo al darse cuenta que no había sombrero en su cabeza que quitar para saludar como se merecía un Sheriff. Así que levanto un dedo y pidió paciencia antes de volver a los bajos de aquella mesa, que ya podía reclamarla como suya por el resto de la noche.
Al fin con el bombin en su mano y después en su cabeza, recupero la verticalidad y su espalda hizo un horrible chasquido, por suerte estar borracho tenia sus ventajas y era que el dolor era atenuado, ya se quejaría dentro de una semana cunado no tuviera dinero para pagar su cuenta y volviera a la sobriedad.
-Encantado de conocerle Señor y Señorita.-Se quito el sombrero y se inclino lo justo para que su espalda no volviera a gritar.-Se presenta ante ustedes Mickey McFinnigan, el único y autentico irlandés de Bala Dorada y si dicen lo contrario mienten, no lo olviden.-Volvió a la verticalidad y recoloco su sombrero.-O si... a que me dedico... bueno digamos que a mi mismo, a mantener las costumbres de mi tierra y ha arreglar lo que se rompa, siempre y cuando sea de manera claro, Si tiene algún problema, hagamelo saber y en cuanto deje de moverse el mundo a mi alrededor, lo arreglare con gusto.-Sonrió y volvió a mover el bigote antes de sentarse.
-Sussssieeee la luz dorada al final de mi morada. Una copita de ese licor tan maravilloso tuyo, por favor, has feliz los últimos días de este viejo alegre.
Estaba comiéndome el delicioso desayuno de la señorita Susie, cuando la ayudante del autoproclamado sheriff se acercó hasta mi mesa. -James Riley... Trabajo como calderero del pueblo... Miro a la mujer y al hombre mientras tomo un trago de agua para pasar la comida... Y los miro Esperando una respuesta sobre lo que había pasado con el anterior sheriff.