Partida Rol por web

Comprobado, el whisky y los torniquetes lo arreglan todo, y si no, es que no había solución. Los habitantes de Bala dorada confían en tus artes para todo, hasta el punto de dejar sus vidas en tus manos. Y es que tu acuñaste la expresión "esta bebida levantaría a un muerto".

Genial, soy la matasanos del pueblo :D ¿Cuenta esta primera noche para lo de tirar?

Tan pronto tenga el nombre de las víctimas te lo comunico. si usases tu posión

Sí, solo quería saberlo :) Gracias master.

Esta noche las balas se dirigen hacia: Susie Powell y El Revenger.

¿deseas salvar a alguno de los dos?

¿deseas eliminar a alguien?

Jo, qué mala pata D: Pues obvio uso la poción de curación para salvarme a mí misma. Malditos lobos, qué puntería...

La puerta que separaba la cocina y el Saloon, extremadamente usada por el constante ir y venir de Susie y, por ello, siempre entreabierta, recostada en las aristas lindar de la puerta pero jamás cerrada chirrió. Susie estaba acostumbrado a esas quejas de la madera al ser movida, ya fuese por ella o por el viento, así que poca atención le prestaba; pero esa vez algo le hizo mirar hacia la puerta e hizo bien.

La puerta había sido abierta por la uña índice de la mano derecha de Emily, que una vez dentro, cerró la puerta a su espalda ultrajando tus habitos, tu cocina y tu Saloon con ello.

Ni siquiera se molestó en reparar en ti, o en mostrar un saludo, simplemente miró a su alrededor y anotó algo en su negra libreta que parecía una extensión de su brazo izquierdo, un pozo de bilis cuadrado en medio de su antebrazo.

- Susie Powell, cocinera, camarera, apreciada por el pueblo.- se situó a sí misma y se ajustó el sombrero para que el tocado que llevaba con él no le dificultase la visión.

- Señorita Powell - dijó sacudiendose el polvo inexistente de su dedo índice con un paño que arrampló cerca de los fogones - ¿cómo se encuentra usted? - inquirió desviando sin disimulo ni intención su mirada hacia el muslo de Susie.

Aquella mujer desagradaba profundamente a Susie. Ella era una mujer sencilla, directa, sin aires de grandeza. Su vida estaba en aquel pueblo y en su Saloon, eso era lo que la hacía feliz. La ayudante del sheriff, en cambio, llevaba un aura de grandeza y peculiaridad, como si le encantase ser así de rara y llamativa y no se esforzase por taparlo. Además, había entrado en su cocina. Nadie entraba en su cocina sin su permiso. La miró frunciendo el ceño mientras se limpiaba el dedo con un trapo.

Mi cocina está impecable, no hay polvo ni enfermedades, comentó irónicamente. La mirada a su muslo no le pasó inadvertida y la puso inmediatamente sobre alerta. Sabía que estaba herida. Eso solo podía significar que, o el reverendo se había ido de la lengua con aquellos forasteros, cosa que dudaba; o que ella era uno de los atacantes. O les conocía. La miró con más recelo aún.

Me encuentro cansada de toda la noche, pero gracias por tu interés. ¿Hay algún motivo de tremenda necesidad por el cual estés aquí, ayudante de sheriff? Le sonrió, pero había poca amabilidad en sus ojos. Pensó en la Colt 45 que guardaba en uno de sus armarios, por si alguna vez alguien decidía venir a crear problemas a su local.

Emily chasqueó la lengua con fastidio - como he dicho, me mueven mis propios asuntos. - comentó con falsa indiferencia - Soy agente de Pinkerton, no ayudante. - entornó los ojos en sus últimas palabras dañada en orgullo.

- Pero sí, tengo un motivo de tremenda urgencia y necesidad. - hizo una pausa para comprobarse las uñas de su mano derecha - Usted es bruja ¿verdad?

Sin necesidad de respuesta ni confirmación alzó un maletín y lo posó sobre una de las mesas derribando los tarros a los que daba soporte. - ¿Sabría decirme qué es esto?

El maletín era de madera y en sus tapas tenía tallada una estrella de cinco puntas circunscrita en un circulo. Se encontraba cerrado por un candado oxidado y revestido con unos finos hilos que parecían cabellos.

Susie observó atónita a la ayudante del sheriff. Sin embargo, trató de que su rostro no dejara traslucir ninguna emoción. Serás una perra mala del desierto... pensó automáticamente al escuchar el sonido de los botes caer. A pesar de ello, le dirigió una estudiada mirada lánguida al objeto que acababa de dejar en su mesa. Después, posó sus ojos sobre la agente de Pinkerton.

Entiendo que eres agente de Pinkerton y que tienes que buscar respuestas. Pero estás en mi Saloon. Y estás en mi cocina. Así que responderé a tus preguntas con buena gana y disposición, si antes tú me respondes cómo sabes a qué me dedico... Aparte de hacer deliciosos desayunos, claro. Y de dónde has sacado esto.

Su tono fue claro. Parecía decir: o tú primero, o nada. Se inclinó para acariciar el maletín y examinarlo de cerca.

- De dónde he sacado esto pregunta. Hmmm, ¿fue Damville? ¿Oxville? Era algún Ville de eso estoy segura. - murmuró sus pensamientos ignorando desde hacía mucho que podían ser silenciosos - Hace mucho que viaja conmigo. - optó por atajar sus recuerdos - Me dijeron que contenía brujería. ¿eso dijeron? brujería, artes oscuras, ¿qué más da?

- Yo veo muchas cosas, Susie Powell, dueña del Saloon. Pero no puedo intervenir en todas. Por algo me llaman Balas Rapidas, no piernas. - bromeó para sí, y quien la escuchara.

- Custodialo. - ordenó sin tapujos, y sin ningún gesto de despedida se dio media vuelta y salió de tu cocina.

Mientras la de Pinkerton divagaba, Susie la escuchaba entre atónita y divertida. Está como una cabra. A esta tía le faltan dos mareas, o tres, como mínimo. Sin embargo, la dejó ir sin decirle nada, simplemente negando con la cabeza. Una vez la puerta se cerró a las espaldas de Emily, la camarera se inclinó velozmente sobre la caja para examinarla. La acarició, la levantó en peso, la olió, la agitó junto a su oído. Brujería, ¿eh? Ya lo veremos.

Observó a su alrededor. Por supuesto que la custodiaría, esas cosas siempre le llamaron la atención. Susie abrió uno de los pequeños armarios donde guardaba botellas con aceite, botes llenos de especias y demás hierbas aromáticas. Se encontraba junto a la gran despensa donde guardaba los licores y el alcohol, y además era pequeño, discreto y nadie lo abría nunca más que ella. Apartó con cuidado dos grandes botellas de vinagre de manzana casero aún cerradas herméticamente, dejando a la vista la pared de azulejos. Apretó con fuerza sobre uno, que estaba suelto. Al caer, apareció un hueco en la pared. Dentro había un par de libros y varios botecitos vacíos, con la excepción de uno, relleno de un líquido transparente y cubierto de polvo. Susie abrió hueco para la nueva adquisición y lo reorganizó todo para que cupiese en su pequeña cueva de las maravillas.

Una vez acabó, volvió a poner todo donde estaba y sonrió con satisfacción, cerrando el armarito. 

Esta noche puedes usar el libro de recetas o eliminar a uno de tus clientes.

Esta noche caen (de momento): Rosalind y Maybelle.  Esta información no puedes usarla en partida pues todavía se está desarrollando el turno nocturno.

Pruebo con el libro porque no puedo salvarlas, pero me quedo a 2 puntos de conseguir algo decente. Qué mala suerte¬¬

Está Bala Dorada como para ir preparando solo "desayunos decentes" xDDD

Nos encontramos en noche par. Ello implica que puedes usar tu libro de recetas, o la poción que elimina a un habitante de Bala Dorada (uno vivo).

En la soledad de tu habitación sientes un escozor en tu mano derecha, al llevar las uñas izquierdas para rascarte como si no hubiese un mañana descubres que tienes el pequeño rasguño en el que ni siquiera te fijaste la noche anterior, ahora se encuentra rodeado de piel escamosa, grisasea, como si hubiese empezado a agangrenar.

Podrías tapar la herida o podrías comunicarlo a tus compañeros. Pero aun parecías tener toda una noche antes de empezar a desear cerebros.

Joder, qué mala suerte T_T Me pensaré hasta el domingo qué hacer.

Vas a tirar dado esta noche? o usarás el veneno que te queda?ç

Esta noche es atacado Wyatt.