Cuando se es bailarina de CanCan se suele tener mucho que confesar, propio o ajeno, pero confesiones al fin y al cabo. Y qué mejor que un buen hombre, cura además, dispuesto a que le comas la oreja.
La privacidad e intimidad del camerino bajo el escenario de la bella Ella Watson albergan mucho más que rumores, mucho más que simple pecado.
Habéis sido enamorados por las balas de cupido. De ahora en adelante vuestras vidas quedan ligadas, si uno muere, el otro muere con él, a menos que el destino decida separaros antes de tal suceso.
Podéis ganar según vuestro rol o bien como enamorados, siendo los únicos supervivientes del pueblo.
Hola, Ella.
En primer lugar, no te asustes al ver este mensaje en notas: no pretendo que juguemos así, ni mucho menos. Este mensaje no es más que para ponernos de acuerdo en cómo plantear esta escena, si te parece bien.
Le he dado algunas vueltas y quería hacerte una propuesta: puesto que los dos somos residentes de la ciudad, que esto viniera de atrás. Es decir, que no nos hayamos levantado esta mañana y nos hayamos dado cuenta de cuán enamorados estamos, sino que fuese algo que llevase un tiempo gestándose. Me parece más interesante en cuanto a roleo, y más coherente como personaje.
Evidentemente esto es sólo una idea, y estoy abierto a cualquier cosa que quieras decir.
Si la respuesta es "Sí" me gustaría saber un poco más de ti. Más que nada, para ver qué podría haber visto este hombre en Ella para enamorarse. ¿Qué me dices? :)
Me parece perfecto. Para hacerlo más acorde, digamos que siempre había una especie de tensión entre los dos y que, al recibir la bala de cupido, esos sentimientos reprimidos por ambas partes fueron desbocados sin remedio. Así tiene sentido on rol y el papel del cupido también tiene cierto sentido.
Ella es una chica joven y muy guapa cuyos padres murieron cuando ella era joven. Para sobrevivir se puso a trabajar en el saloon, donde aprendió a bailar, servir copas y engatusar a los hombres del local para que le dieran propinas. A veces los hombres se intentan sobrepasar con Ella, y ella acaba por darles un tortazo sin importar quien esté delante. Camela al personal, pero en el fondo quiere ser una gran estrella y ser reconocida.
P.D.: vaya mala leche la de cupido XD
Por mi parte puede que la visión que Adam tiene de Ella empezase siendo distante. Él trata de mantener cierta distancia con la gente de la zona, y ella no iba a ser una excepción. Sin embargo quizá al conocer la historia de ella la empatía ganase fuerza y empezase a verla como una mujer fuerte, capaz de hacer lo necesario para salir adelante. Incluso te propondría que él alguna vez - al principio - haya tratado de mostrar caridad al malentender la situación de Ella, y ella la haya rechazado de buen rollo.
Como detalle, ya te digo que él nunca la habrá visto como un trozo de carne. Es alguien atento y educado, pero también sabe ser tajante cuando es necesario o algo le importa. No sé hasta qué punto ella conocerá los detalles de su vida, pero si han hablado de manera más personal se dará cuenta de que ha vivido mucho.
Además, recientemente ha acogido a Cody y Emma, dos chavales de la ciudad que se han quedado huérfanos. Adam se encarga de mantenerlos y darles una educación básica para que puedan salir adelante, sin importarle en absoluto las habladurías de la gente.
PD: Sí, qué cabrón. Fijo que pensó que tú eras puta. La puta y el cura... ¬¬
Tras la actuación, Ella volvió al gran camerino que tenía bajo el escenario. Era grande en tamaño, pero pobre en contenido. Tenía lo justo para sus números y un cómodo sofá donde se tumbaba a pensar después de las duras jornadas de trabajo. Había un espejo en medio de la sala, espejo en el cual la joven se había mirado repetidas veces para asegurarse las propinas.
aquella noche, cuando volvió de la actuación, se encontró a alguien en el camerino. Su rostro seguro se turbó y en sus mejillas apareció un tono rosado. Instintivamente bajó la mirada al suelo, algo que no estaba acostumbrada a hacer. Pero aquel hombre causaba en ella sensaciones que ninguno había despertado jamás.
Tras unos segundos se recompuso y levantó la mirada. Vaya, reverendo, no esperaba verle aquí. Dijo, dedicándole una tímida sonrisa, muy distinta a la que dedicaba a los demás. Yo... Nunca le había visto en aquel lugar, pero si había soñado con él en aquel preciso lugar más de una vez. ¿Qué le trae por aquí? Quiso saber. Le costaba hablar, algo que nadie esperaría de Ella Watson, la mujer más caliente de pueblo según decían las malas lenguas.
Bueno, pues doy por comenzado el roleo XD
Durante la actuación de Ella Adam Strong se pasó más tiempo evitando mirarla que haciéndolo realmente. Llevaba los ojos hacia los demás presentes, sintiendo una mezcla de rabia y enfado al ver cómo la miraban. Que la deseaban era evidente. E incluso lógico. Pero que lo hicieran sólo por su cuerpo era lo que nunca se sentía capaz de asumir.
En otro tiempo habría estado dispuesto a hacer algo. Asustar a alguno de ellos, incluso montar una pelea. Pero ya no era aquel hombre. Ahora tenía un deber y una misión, y esas no eran cosas que hiciera un hombre de Dios.
No supo decir muy bien qué fue lo que le hizo decidirse a bajar a verla en privado. Cuando meditase sobre ello se negaría que la jarra de alcohol tuviera algo que ver. Se diría que más bien era lástima por su situación, por todo lo que la rodeaba a ella. Por saber que hay demasiadas aspirantes a estrella que sólo iluminan los burdeles de toda la orilla del Mississippi. Aquello no era para Ella. Y si podía hacer algo para evitarlo... Bueno, eso sería meterse demasiado en su vida, y no era nadie para eso.
- Hola, Ella. - Respondió con seguridad, adoptando la pose que solía mantener las distancias entre él y los demás. - Yo... - Trató de empezar, mirando al rededor, pero sin saber muy bien cómo explicarse. Había entrado en su camerino esperando encontrarla allí, y ahora parecería que la estaba acechando, o algo parecido. - Espero que no te importe que haya venido. - Dijo a modo de disculpa. Igual que a él no le gustaba que invadiesen su sacristía, seguramente a ella le pasase lo mismo con este lugar. - Sólo quería asegurarme de que estás bien.
Al ver que Adam se sentía incómodo por estar en su camerino, Ella dio unos pasos hacia él. Tranquilo, no pasa nada. Es solo que me ha tomado por sorpresa, nada más. Se quedó un rato mirando alrededor, sin saber muy bien lo que decir. Era extraño, como si las palabras no saliesen pese a estar ahí.
De prono, Ella se dio cuenta de que seguía vestida con el vestido del número, demasiado provocador para estar en presencia de un reverendo. Las mejillas se le sonrojaron. Discúlpame, reverendo. Sigo con estas ropas tan... No terminó la palabra, no había una palabra agradable para describirlas. Por favor, siéntese. Es usted bienvenido. Solo... No se dé la vuelta mientras me pongo algo más decente.
Cuando Ella se acercó hacia Él, el reverendo estuvo tentado de dar un paso hacia atrás, ligeramente intimidado. Quizá venir no había sido la mejor idea. Sin embargo sus palabras le tranquilizaron un poco, y negó con la cabeza cuando ella se disculpó. Puede que ella no comprendiera que no importaba cómo estuviera vestida: para él era la misma persona fuera como fuera su atuendo. Entendía que lo que llevaba no era más que el disfraz que le permitía salir adelante en una situación como la suya.
Con su invitación se encaminó hacia la silla, y se sorprendió de que ella contemplara la posibilidad de que se diera la vuelta. Sabía que la decencia no era algo que sobrase por aquí, pero aún así dejaba claro a qué tipo de hombres estaba acostumbrada ella.
Sin decir nada aguardó, intuyendo por el sonido cuánto faltaba para que ella se cambiase. Era inevitable después de la insinuación de ella imaginar cómo estaría en cada momento, y al darse cuenta de lo que estaba haciendo se avergonzó a sí mismo. No llegó a sonrojarse, pero sí buscó el suelo con la mirada. Otro párroco probablemente habría empezado a rezar como un desesperado para evitar ese tipo de pensamientos, pero él no era así. Él sabía que Dios no tenía que ver con aquello, y que lo que tenía que hacer era apartarlos de su cabeza él mismo, de modo que simplemente aguardó tarareando por lo bajo una breve canción.
- No se preocupe. - Dijo, interrumpiendo su sonata. Fue después de decir esas tres palabras cuando se dio cuenta de que había dejado de tutearla, y una rápida reflexión le hizo ver que era una forma inconsciente de marcar las distancias: siempre había tratado de tú a la gente más joven que él, pero tenía que evitar que ella se formase una opinión equivocada. Después de todo, era un sacerdote. Luego estuvo a punto de añadir algo, pero prefirió esperar a que ella estuviera lista.
Cuando Ella se acercó hacia Él
Tenía que hacerlo. xDD
El Reverendo acudió a Ella algo sobresaltado, su corazón parecía desbocado, quizás era un hombre capaz de controlar sus sentimientos, deseos, demonios interiores pero no era un hombre que encarase a la muerte todos los días, no tan de cerca, no sintiéndola apoderarse de su cuerpo para retirarse en el último momento.
El reverendo Adam Strong era ahora un hombre herido de muerte, y hubiese sido llevado por ella si la fuerza de su amor por Ella no hubiese conspirado para permitirle verla una vez más.
Esta noche habéis sido atacados. Tenías un escudo protector que os ha salvado de este primer ataque nocturno. Pero ahora estáis desprotegidos.
El ataque nocturno había sido doloroso y certero. Sin embargo el reverendo Strong había conseguido salir adelante. Al llegar el día siguiente, con todas las novedades y su recién adjudicado cargo de Sheriff, buscó un momento para escabullirse a algún lugar tranquilo donde nadie lo buscase. La sacristía estaba descartada: si no le veían en la caseta, irían allí. De modo que se dirigió de nuevo al camerino de Ella, esperando no molestar.
Al llegar tenía la chaqueta desabrochada y la camisa manchada de sangre. Aún así se detuvo lo suficiente para llamar a la puerta, y sólo tras recibir una indicación pasó y se dejó caer sobre la silla.
- No sé quién ha sido. - Aclaró nada más entrar. - Pero la señora de Pinkerton tiene razón: ha tenido que ser alguien del Saloon.
El silencio de la mujer escamaba a Strong. Sólo esperaba que se encontrase bien, que no se hubiera quedado en shock o algo parecido.
- Ella. - Le dijo, mirándola a los ojos. - Luego te lo explicaré todo, pero necesito que votes a Giesie. - Aseguró. - Pronto.
Adam! Oh, Adam! Dijo Ella, al enterarse de que el reverendo había sido atacado. Esta vez no se cohibió, le dio un sentido abrazo. La perspectiva de perderlo era horrible. Impensable a sus ojos. Gracias a Dios que estás bien, gracias a Dios que no han conseguido su objetivo.
Déjame que te mire eso. Dijo, mientras le empujaba hacia el sofá sin dejarle tiempo a oponerse. Lo sentó y, rápidamente, fue en busca de unos trapos. Lo único que encontró fue la tela de sus vestidos, así que, sin dudarlo un instante cortó uno y lo mojó para proceder a limpiarle las heridas con él. Esto puede que te duela. Dijo ella, que estaba sufriendo tanto como él o más. Aquellas heridas... Ella no sabía de medicina, pero algo le decía que debería haber muerto. Intentando quitar aquellos horribles pensamientos, procedió a curarle las heridas lo mejor que sabía.
Cuando acabó respiró hondo y se sentó a su lado, agotada. ¿Cómo te encuentras? Preguntó. Pero no esperó a su respuesta, la joven siguió hablando. Ha sido horrible, padre. Se podía detectar angustia en su voz. Al enterarme del asesinato del hombre negro yo... Me di cuenta de que no estábamos tan protegidos como creíamos. Y además ocurre esto. Negaba con la cabeza, angustiada. Respiró hondo, tenía que calmarse.
He de confesarte algo. Pero no era una confesión como las anteriores, en las que se arrepentía de tener que ponerse aquellos provocativos trajes e incluso dejarse sobar de vez en cuando. Pertenezco a un grupo, Adam. No puedo seguir trabajando en el bar. Algún día dejaré de ser bonita y ¿qué tendré entonces? Se estremeció solo de pensarlo.
Nos intentamos ganar la vida como podemos. Hasta ahora nos encargábamos de preparar los ataúdes de fallecidos y traficábamos con las pertenencias que encontrábamos por el desierto. Pero la gente ha dejado de morir y el negocio empezó a peligrar. Le rompía el corazón tener que contarle aquello a Adam. Ya estaba mal lo que hacían antes, pero lo nuevo era algo más serio. Así que, decidimos que, si queríamos tener una vida digna, deberíamos agilizar el proceso. Decidimos matar nosotros mismos. Sé que es horrible e imperdonable, pero no veía otra forma de salir de este pozo sin fondo. Todos los días, sin descanso, degradarme por un par de monedas. Una lágrima cayó por ojos de Ella, que se la secó rápidamente.
Lila lo hace por la gente de su tribu, o eso dice ella. La creo, parece sincera. Siguió. Y Red... No sé la razón por la que lo hace, no ha hablado de ello. Hizo una pausa para que aquello calase. * Censurado por la master.*
Pero algo pasó y mi lealtad hacia ellos se volvió insostenible. Le miró con ojos llorosos. Lo siento mucho, Adam. Lo siento muchísimo. No veía otra forma. Esta noche fuimos a por Susie, era ella o Maybelle, pero algo salió mal. La dueña del local no ha dicho nada, pero sospechamos que se dio cuenta.
Hay algo más. Lila nos ha confesado que la llamaste a la caseta. No podía evitar sentirse celosa. Ha dicho que le dijiste que te atacaron y que sobreviviste no sabes como, aunque esa parte no se la ha creído demasiado. Que le dijiste que confiabas en ella.
Sorry, exámenes. Termino el viernes :)
* Preciosos mios, no se pueden delatar los compis de manada. Puedes delatarte tu, incluso asegurar que hay más, pero nada de nombres. Así que no leáis lo tachado ;)
El reverendo Strong era un hombre de recursos. Él mismo había decidido no dejarse morir, no dejar a Ella sola con todo lo que estaba pasando. Reuniendo fuerzas de flaqueza él mismo había vendado la herida y había pasado el día sin mostrar más síntomas que cansancio. Sin embargo se dejó curar por Ella. Si había alguien en quien confiaba, era esa mujer, y si había pasado algo por alto al curarse ella lo notaría.
Al sentarse ella a su lado se incorporó un poco, recuperando la dignidad en la postura. Sin embargo al escucharla hablar su ceño se fue frunciendo sin comprender, sintiéndose idiota. Y poco a poco las cosas empezaron a cobrar sentido. Dentro de su pecho las emociones de Adam Strong eran totalmente contrarias. En un lado sabía lo que era correcto. Y en el otro lo que realmente quería.
Permaneció callado, temeroso de interrumpirla y que ella dejase de contarle más y más. Boquiabierto. Si de alguien no habría sospechado, sería de Ella.
- Entiendo. - Fue lo primero que dijo, a pesar de que no comprendía nada. No se sentía con ánimo de juzgarla. No él. No a ella. - Entiendo. - Repitió, mientras el frío iba instalándose en su pecho. - Entiendo.
Tardó tiempo en volver a hablar. Su mirada se había vuelto vidriosa y sus dedos se movían, nerviosos, liberando parte de la tensión que amenazaba con provocarle un infarto.
- Saldremos de esta. - Aseguró. - Saldremos de esta. - Insistió, aunque en su mente empezaba a vislumbrar las cosas que tendrían que hacer para salir. - Por ahora no habéis hecho nada grave: Susie se ha salvado. - Le recordó. - Lila está a punto de morir, y Giesie también. No puedes, simplemente... ¿Dejarlo? No necesitas todo eso. Sabes salir adelante. Te ayudaré en lo que haga falta.
Ella negó con la cabeza. Es demasiado tarde. Dijo, tristemente. Nos están buscando y no pararán hasta encontrarnos a todos. Además, hicimos un pacto, por no hablar de las evidencias que apuntarán a mí una vez se normalice la situación.
Lo que has hecho, lo de Cody, ha sido muy valiente. Había podido comprobar lo mucho que le importaban los niños. Había cogido la pistola y había disparado él mismo, a riesgo de que los demas sospecharan de él, para proteger al crío rubio. El sheriff ha perdido la cabeza.
Cuando el reverendo volvió al camerino después de las votaciones se encontraba totalmente desmejorado. No sólo la noticia de lo que Ella hacía, sino todo lo demás: mucho se le venía encima.
- Voy a matar a ese hombre. - Aseguró con un tono que no solía usar nunca. - Cuando todo termine, voy a matarle. - Se reafirmó, cansado.
- Escúchame, Ella. - Continuó después. - Tenemos problemas. Lila contó lo vuestro al menos a Rosalind, y eso es sólo lo que sé. Rosalind sabe que tú y Red erais sus compañeros y como tarde mañana buscará vuestras cabezas. Lila también le dijo a ella y a mí también los compañeros de Giesie: Francis y Riley. - Aseguró antes de frotarse los ojos con insistencia.
- Hay alguien que sabe que nos reunimos aquí. - Comentó entonces. - Pero está de nuestro lado. Dice que no le importa que seamos causantes de esta barbarie o meros espectadores, que nos ayudará.
- Tienes que tener cuidado. Esta noche cuento que habrá muchos más ataques, puede que incluso seis. Tienes que estar a salvo, Ella. Por favor.
Ella se encontraba visiblemente nerviosa por las revelaciones de Adam. Lo intentaré, Adam. Intentaré ir con cuidado, pero no sé que pasará. 6 muertes... Un escalofrío recorrió su espalda.
Hemos decidido ir a por Rosalind. Si conoce lo nuestro es mejor acabar con ella cuanto antes. Se mordió la lengua. Aún así, ¿tú podrías intentar dirigir sus sospechas para que vaya delatando al otro grupo y no a nosotros, verdad? Se te da bien convencer a la gente.
La bailarina se sentía fatal por pedirle aquello a un hombre tan bueno como Adam, pero no tenían otra opción. Si volvían a fallar como les pasó con Susier, podrían tener serios problemas. Hay algo más... Dijo. Wyat y Francis están juntos en esto, como lo estamos nosotros. Si consigues que Rosalind acuse a Rilay, estaríamos más cerca de acabar con esta locura.
El reverendo escuchó la petición de la chica, y asintió con cansancio. Luego exhaló lentamente el aire que aún contenían sus pulmones, liberando un suspiro largo y denso.
- No sé quién te ha dicho eso, Ella. - Empezó. - Pero te ha mentido. Supongo que sería Hardigan, ¿no? - Preguntó, pero continuó hablando sin dejarle tiempo a responder.
- Hardigan está con Prescott y con el Coronel, por separado. Riley está con Thorton. - Empezó a explicar. - Hay muchas más parejas, pero esas son las que explican por qué te ha mentido.
- Por ahora convenceré a Rosalind de dar los nombres uno a uno. Así no llegará a dar el tuyo. Además, he empezado a guiar - Continuó, hablando con gran pesar. - a Stolesouls para que piense que ella es uno de los asesinos. Con un poco de suerte, si llega a decir algo nadie la creerá.
- He recogido las cosas de Giesie. Iré a por alguien esta noche. Quizá a por dos personas. Además, sé quién me atacó a mí. - Enunció antes de mirar largamente a la chica. - Tienes que prometerme una cosa, Ella. Si salimos de esta, dejarás todo eso.
Las cosas estaban difíciles en el Saloon. Los muertos estaban entrando, y el reverendo no sabía cuánto tiempo podrían mantenerlos a raya. Aún así, Adam Strong necesitaba reunirse con Ella, de modo que en determinado momento en que las cosas parecían estar más o menos en calma le hizo un gesto para dirigirse a su camerino.
- Tenemos que aguantar un poco más. - Le dijo. - No falta mucho.
A Ella le dolía la cabeza a causa del alcohol. Por culpa de la vuelta de Rosalind y de lo que se había visto obligada a hacer, se había vito obligada a acudir al alcohol. por suerte la borrachera ya se le había pasado. Ahí arriba hay un buen jaleo montado. Comentó, una vez en el camerino. Si esas cosas consiguen entrar... Un escalofrío le recorriçó la espalda al imaginarse lo que podrían hacer.
Esta noche intentaré ir a por el fotógrafo. Con él fuera ya no habrá nadie que nos impida acabar con todo de una vez... No pudo evitar pensar en el sheriff. Sí, con él también acabarían. ¿Tienes algo pensado, reverendo?
Adam Strong emitió un suspiro al darse cuenta de que se acercaba el momento de lo inevitable. Todo ese tiempo había querido encontrar otro camino, pero el tiempo se agotaba.
- Está bien. - Le dijo cabizbajo. - Yo iré a por Susie entonces. - Enunció antes de levantar la mirada, buscando los ojos de Ella. - Mañana terminará todo. Para bien, o para mal.