Me giro y dirijo la mirada hacia las recién sacadas galletas. Miro con recelo la bandeja y agarro una. Mis ojos no pueden creer que por fin vaya a comer algo.
No sé que tal sentará esto a mi estómago. Parece estar buena.
-Delicioso, estupendo. -Exagero como si no hubiera comido nada mejor en mi vida. - Coged, animaos.
Me quedo callada, comiéndome la galleta muy poco a poco, y con una sonrisa por primera vez desde que estaba allí.
Javier le guiño un ojo a la muchacha, en su particular forma de darle la enhorabuena, francamente, le hubiera gustado a él ser el portavoz, cosas de la competitividad tan típica de su profesión. Alonso estaba acostumbrado a ser el capitán de su equipo, pero estaba claro que no siempre iba a poder seguir siéndolo, así que decidió tomarse aquella "derrota" con buen humor.
- ¿Galletas? ¿es que no tenéis otra cosa?, contienen exceso de azúcar y se acumulan grasas, no me he machacado a entrenar para conseguir esto- se desabrochó la bata lo justo para mostrar solo sus perfectas abdominales- para echarlo a perder por unos dulces... quiero fibra, con unos cuantos plátanos me daré por satisfecho- le exigió a los robots volviendo a cubrirse e ignorando el rugido de su propio estómago al olor de las galletas.
Saboreo las galletas, modo observación. Recuerda Sean: primera fase reconocimiento...
Me levanto del rincón y me acerco a las galletas. Cojo una y la miro antes de pensar si meterla en la boca o no, pero empiezo a tener hambre, así que le doy un pequeño muerdo. Tras comprobar que nada malo me ocurre, me como mi galleta en silencio mientras sigo escuchando e intentando entender lo que sucede.
No entiendo como pueden hacerle ascos a la comida. Ahora mismo me comería cualquier cosa. Me acerco a las galletas y cojo una. Como poco a poco para saborear cada bocado.
-No os saben a gloria?-Comento, sonriendo por primera vez desde que desperté.
A Hyun le sorprendieron dos cosas de las votaciones. La primera que, con tanto empate, no hubieran elegido a Bobby al ser el único de los empatados que no se había votado a si mismo. Hyun pensó que eso debería haber contado más... o quizás, todo lo contrario, ya que si ni uno pensaba en votarse a si mismo no iba a ser el más apto. A saber como pensaban esa maquinaria.
Lo segundo, es que alguien hubiera votado por él. Si le hubiera dado por votarse a si mismo, en vez de votar en blanco, hubiera también sido uno de los empatados y quizás ahora el portavoz. Sinceramente, se alegraba de no haber sido escogido hasta no tener claro si eso era algo necesario o un marrón a evitar... pero no pudo evitar mirar a Laura con curiosidad, para saber exactamente porque le había votado a él.
Finalmente Hyun agarró una de las galletas y empezó a comerla. Yo con que sepan a algo ya me doy por satisfecho - replicó al comentario de Zack.
No entiendo como se puede comer tan tranquilo en estos momentos - dice al que se acaba de acercar a las galletas.
A Nahual no le parece de humilde tener que votar a aquellos allí presentes que casi ni conoce, es todo tan extraño... Todavía pestañea los ojos y no se cree lo que está viviendo. Todo esto es de locos.
Me acerco a la bandeja de las galletas y pruebo una no muy convencida.
Estas mierdas industriales nunca son tan buenas como prometen
Me obligo a comer la galleta mientras observo.
No hay manera de saber si hemos elegido bien o mal, ni de saber cuantos asesinos hay sueltos en este grupo
Reprimo un escalofrío.
Esto no puede acabar bien. Digo cuando he acabado la galleta y me abrazo a mi misma
Estas galletas son de fácil digestión, con los nutrientes necesarios para pasar la noche sin problema alguno. Si no toman alimentos durante demasiado tiempo, me veré obligado a desactivar el mantenimiento asistido para pasar al mantenimiento automático. Y no... No les gustará. Además, están echas con amor.
La máquina parece sonreír ligeramente.
Hay muchas galletas, demasiadas, así que no se preocupen... Y coman cuanto deseen.
Me acerco a la elegida y le tiendo la mano, estrechándola con ella. Enhorabuena... aunque creo que ahora que empiezo a entender esto, creo que no me gustaría estar en tu pellejo a la hora de elegir a cualquier de nosotros.
Por cierto... No es por nada, pero creo que compartimos apellido... ¿Francesa también?.
Antes de que respondiera y esperando su respuesta fui hasta la bandeja de comida y cogí dos galletas, una para mí y otra para la anciana. A la cual entregue la suya corespondiente mientras esperaba aun la respuesta y compartía el alimento con Katia.
En mitad de todo ese desconcierto, una de las puertas permanecía sin abrir.
El nombre en el cabezal, marcado como "F021 Annia Martínez" está perdiendo intensidad.
En su interior, un cuerpo inmóvil que no ha dado señales de vida en todo este tiempo, entre conversaciones y otras preocupaciones, ha pasado desapercibido.
Ha sido demasiado tiempo... demasiado.
Algunos caen en la cuenta de ello cuando Skynet se acerca hacia esa puerta, cerrándola con un leve gesto.
Solo una mano inmóvil se aprecia en la rendija u momento antes de que ese rostro que no llegaron a reconocer se desvanezca.
¿Realmente alguien no había sido capaz de despertar? ¿había pasado todo aquel tiempo sin que nadie se percibiera de que faltaba alguien?
Más de uno necesitará reprimir un escalofrío mientras para otros, el detalle habrá pasado totalmente desapercibido.
Está empezando...
Lástima, no soportó la sincronización...
Murmura el Androide, más para sí mismo que para nadie en concreto.
Procede al reciclaje, Hall
Casi me atraganto al ver lo que sucede. Dios mío, hay otra mujer allí, dentro de una de las cámaras. ¡Santo Dios, hemos estado tan absortos preguntándonos vanalidades y discutiendo el asunto de las votaciones, que ni nos hemos dado cuenta!
Escucho las palabras del androide y tras tragar la pegajosa pasta de galletas que estaba degustando, alcé la voz para que el resto del grupo también se fijase.
-¡Dios, hay otra mujer ahí dentro! ¿Qué es eso del reciclaje? ¡Sacadla de esa cosa, rápido!
Instantes después de dar Skynet la orden, la luz del monitor de Hall tiene una corta sacudida.
Entonces empieza el ruido.
Podría compararse con el ruido propio de una carnicería. Una carnicería de precisión matemática.
Si alguno tratase de abrir la puerta para detener el proceso, se encontraría con las mismas facilidades que tendría si quisiera mover un muro. Los materiales son sólidos y no responde a ninguna orden.
Solo una gota de sangre traiciona lo que debe estar pasando en el interior del habitáculo, colándose por una minúscula grieta.
El ruido prosigue, pero lo que queda son los golpes y silbidos de movimientos metálicos. Pitidos, contacto y ensamblaje. Algo está pasando en el interior.
El nombre de la cabecera cambia.
V029 Jared Schneider.
-Qué cojones ha sido eso?-pregunto asustado mientras dejo mi cuarta galleta en la bandeja para acercarme al lugar.-El nombre y el número ha cambiado... Qué ha sido de la mujer?
Asustado y horrorizado atestiguo como todos los presentes el horrible acontecimiento...mientras me doy cuenta de que no me había percatado de esa puerta cerrada. Casi sin poder reaccionar y dejando caer la bandeja de galletas al suelo se me pasa por la cabeza un pensamiento terrible: "¿Y si otros sí se han percatado y les ha dado igual?" poco tarda mi mente en dejar de pensar. Me abalanzo contra el robot intentando golpearle y empujarle contra la pared, gritando como loco: -¡HIJOS DE PUTAA!
Observo y escucho todo lo que dicen los demás, aun sentado al lado de donde antes estaba Melinda. Mi rostro expresa desaprobación, pero me mantengo calmado, sin mediar palabra ante los acontecimientos, total, hay algo que podamos hacer dadas las circunstancias? No, solo podemos esperar para ver que es lo que se nos avecina
Una mano. Eso es todo lo que necesitó el androide para coger el puño lanzado e inmovilizar al valiente en el piso sin opción a réplica.
Bonito intento.
Aunque inútil.
El brazo había quedado retorcido de tal forma que cualquier intento de zafarse sólo conseguía un mayor calambrazo de dolor.
En cualquier caso, en unos minutos comenzará el periodo de descanso, por lo que les invito a ir regresando a sus habitáculos. Es importante que estén en condiciones óptimas para llegar a mañana - A pesar de sus palabras, no ha soltado al hombre en el suelo.
Cuando me meto el último trozo de galleta, veo como uno de los chicos allí presentes se me acerca. Tras hacerme saber que compartíamos apellido, sonrío ligeramente.
- Wow. El mundo es un pañuelo... Aunque no sé si esa frase es demasiado correcta aquí pero ya me entiendes. -Fruncí los labios.- Sí, yo soy francesa, al igual que mi padre. Mi madre en cambio como se puede apreciar, -señalé mi rostro- es china. -Supongo que no había preguntado por cortesía, pues la mayoría de la gente cuando se enteraba de mi nombre solía poner una mueca extraña. Aunque tampoco es que fuese una cosa de otro mundo...
Iba a preguntar la zona en la que vivía cuando vi cómo el androide se acercaba a una de aquellas cápsulas de la que yo misma había salido no hacía demasiado tiempo. El nombre parpadeaba. Y la chica que había dentro parecía demasiado inmóvil. Miré, aunque no quería. Cuando pensé que aquello no podía empeorar, me di cuenta de lo equivocada que estaba.
- Reciclaje... ¿a qué se refiere con...? -Me callo de golpe, aunque permanezco con al boca abierta ante lo que parece pasar. Golpes secos y chasquidos varios comienzan a oirse, para entonces ya tengo la mano en la boca, tapándola. No podía ser lo que parecía... No podía. Pero entonces una gota de sangre asoma entre una grieta. Y es entonces cuando soy totalmente consciente de que lo que tanto intentaba negarme a mi misma era justamente lo que estaba ocurriendo.
Mi cuerpo no pudo más, y vomité.
Es entonces cuando sucede. Y son varios los que abren los ojos por la sorpresa.
No puedes moverte. No puedes hablar. Mantienes el control de los ojos y la respiración, pero no eres dueño de tu cuerpo. La sensación de completa indefensión, de estar en las manos de una sombra desconocida, se acrecenta.
Aquellos que no hubiesen entrado ya a sus habitáculos, lentamente empiezan a encaminarse en esa dirección con movimientos antinaturales.
Skynet incluso suelta al hombre en el suelo como si no tuviera razón para temer de él. Es posible que nunca la hubiese tenido.
Lo último que logran ver algunos de los presentes es esa sonrisa amable... calculadamente amable.
Una de las últimas sensaciones que tienen es cómo la máquina se reengancha a sus brazos, con un pinchazo doloroso. No pasan sino unos segundos hasta que todos están irremediablemente dormidos.