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VIGÉSIMO NOVENO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 2, DÍA DE LA LUNA.

HORA: ANTES DEL MEDIODÍA. - CLIMA: NUBES DISPERSAS. TEMPERATURA FRESCA.

Por si acaso, y con parsimonia pero sin parar, Ballestero preparaba su ballesta.

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AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 2, DÍA DE LA LUNA.

HORA: ANTES DEL MEDIODÍA. - CLIMA: NUBES DISPERSAS. TEMPERATURA FRESCA.

Reyezuelo activó el freno del carro cuando detuvieron la marcha. A la distancia vió a un desconocido entablar conversación con Capitán. Notó un poco de nerviosismo entre algunos de sus hermanos, lo que no era de extrañar considerando el día que padecieron ayer.

-Hermanos...- dijo Reyezuelo desde arriba del carro que conducía mientras extendía una mano, con la palma abierta hacia abajo, en señal de calma a los compañeros que tenía cerca. -...no desenfundeis vuestras armas sin orden aún. Estando tan cerca del pueblo, si algún vigía ve nuestra caravana militar con las armas empuñadas podrá confundirse y causar más mal que bien.- Como si la gente de estás tierras no tuvieran ya prejuicios en nuestra contra, no les demos la escusa. Pensaba el diplomático guerrero castor.

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MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 2, DÍA DE LA LUNA.

HORA: TEMPRANO POR LA MAÑANA. - CLIMA: NUBES DISPERSAS. TEMPERATURA FRÍA.

Barril se encontraba cerca de la plana de mando, en su lugar habitual cuando desde la vanguardia se dio la voz de avistamiento. Hubo cierto momento de tensión, pero tras ver al muchacho de aspecto andrógino en el lateral del camino, el grueso Cabo se relajó un tanto. Desde luego que poco era lo que parecía en aquel país de mierda, pero el tipo se mostraba realmente sorprendido por la aparición de la Compañía. Al menos en un primer momento.

El fornido Oscuro adelantó su paso para respaldar al Capitán mientras hablaba con el tal Varecnae el ¿Aprendiz Oscuro? Vaya unos títulos de soplapollas, estos petimetres buscaban que un hombre les diera la vuelta y les diera por el culo... Barril no echó mano de un arma, no se cruzó de brazos amenazante, no ejerció ninguna actitud hostil desde sus casi dos metros de altura. Sólo contempló al muchacho; no le hacía falta ningún arma de ser el caso, en menos de lo que uno podía decir "peñas y breñas" podía romper el cuello con sus propias manos al grácil cisne que tenía delante de ser el caso.

— A ver, no es que sea la manera más adecuada de presentarse, pero bueno, el tipo siempre se puede poner chinche, quien sabe... —

Dejó que el Capitán se encargara de mostrar una cara amable, y no dudó que Analista u otro dotado de la palabra apareciera por allí en breve. Puede que hasta Serpiente se pasara a escupir alguna genialidad. Barril suspiró mientras esperaba a que la situación se resolviera por sí sola. Si él tenía que intervenir, Carnonegro los acogería de peor manera sin duda.

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DÍA: 2, DÍA DE LA LUNA.

HORA: TEMPRANO POR LA MAÑANA. - CLIMA: NUBES DISPERSAS. TEMPERATURA FRÍA.

 Se había levantado, Indómito apenas pudo reaccionar a su mejoría en cuanto se puso de pie y se dio cuenta de que sus pies ya no le mataban, el Capitán y el resto de sus compañeros le habían curado prácticamente del todo y estaba listo para el resto del viaje.

 Mientras levantaba su petate y ayudaba a poner todo el equipo en su lugar, recordó la emboscada del día anterior, parte de sus heridas fueron por no estar preparado, había estado indefenso y su limitado arsenal no le ayudaba, debía tener otra arma consigo, ya lo hablaría con el Cabo Ponzoña.

 Sus pensamiento es vieron interrumpidos por lo que le pareció un inesperado freno por parte de sus compañeros, al parecer un extraño estaba en mitad del camino "Oh no, no de nuevo"  dijo mientras tomaba su lanza y su escudo "esta vez no me..." la voz de su compañero Reyezuelo irrumpió su pensar. Habían sido emboscados hacía menos de un día ¿y ahora tocaba ser diplomático? bien, si les tomaban por sorpresa, al menos no sería su culpa.

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DÍA: 2, DÍA DE LA LUNA.

HORA: TEMPRANO POR LA MAÑANA. - CLIMA: NUBES DISPERSAS. TEMPERATURA FRÍA.

Tras el alto ordenado y que paralizó la marcha de la Compañía, Ponzoña estudió someramente al joven vestido de negro. No había demasiado aprecio en su mirada. Capitán se acercó para hablar y pronto Barril le acompañaba, una montaña junto a un árbol. 

-¡Hostigadores! Listos para reemprender la marcha en cuanto se dé la orden. Guepardo, Sabandija. Adelantaos e informadme de cualquier eventualidad en el camino a Carnonegro. No quiero sorpresas. El resto, mantened los ojos abiertos cubriendo los dos lados del camino y quien vea algo anómalo que me informe -ordenó. No tenía sentido ni le apetecía acercarse hasta el aprendiz oscuro aquel. 

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Analista estaba disfrutando del paseo. Llevaba de las riendas a Dante, quien pese a las heridas sufridas en la víspera, ya caminaba por su propia pata, gracias a la labor de Rastrojo. Debía encontrar el momento para hablar con él y agradecerle aquel gesto. Era un hombre complicado. Tan difícil y retorcido quizá como Serpiente, aunque de un modo completamente diferente. Su primo era como era fruto de su ambición y de una innata seguridad en sí mismo. El chamán por contra, enterraba las raíces de su proceder en una baja autoestima, al menos a ojos de Lengua Negra. 

Acarició el cuello de la montura, recibiendo un resoplido de placer como respuesta y un pequeño empujón de la testuz que le hizo trastabillar y soltar una pequeña carcajada. Lengua Negra incluso se sorprendió de aquella risa. Cada vez se encontraba mas dispuesto a ella. Analizar el porqué le resultó fácil. La muerte de su padre le había liberado de la omnipresente necesidad de complacerle y e intentar conseguir su aceptación y valoración. El ser relevado de su posición de líder de los hostigadores primero y de los campamenteros después, y aun cuando el trabajo como analista le podía llevar incontables horas, había hecho que la preocupación constante y la responsabilidad que sentía por las vidas de todos y cada uno de sus hombres desapareciera. Ahora era tan solo responsable de su cabeza y de un trabajo del cual no dependían vidas. 

Escuchó decir que Carnonegro estaba cerca casi al tiempo que de la vanguardia llegaban voces que alertaban de una presencia. Tras la orden de detenerse, Matagatos se salió de la formación para hablar con alguien a quien no pudo apreciar desde su posición. Con Dante aún de las riendas, salió de la formación y se encaminó hacia el borde del camino. Barril acompañaba a su primo en tanto que más allá, Ponzoña daba órdenes a los hostigadores, a quienes exigía atención frente a cualquier potencial amenaza. 

Escuchó la presentación y le pareció escuchar un resoplido bajo el casco de Barril. A veces, que su rostro no se viera le incomodaba pues no podía apreciar su gesticulación aunque con el paso de los años, casi todos habían desarrollado un sexto sentido de cara a interpretar los diferentes estados de su armadura y de los ruidos que se daban bajo ella.

Sonrió.

-Buenos días, aprendiz oscuro. Debo dar fe de que, en efecto, sois descortés oídas vuestras preguntas y vista vuestra manifiesta y poca discreta curiosidad -dijo Lengua Negra, manteniendo un rostro serio si bien internamente reía ante la reacción tan pueblerina del muchacho-. Pero no nos ofendéis, Varecnae. Yo soy Analista, soldado oscuro -en aquel punto dirigió una subrepticia mirada a Barril- de la Compañía Negra. Y Capitán es Capitán, nombre y rango a la vez y nuestro líder. Y no, no lo son. En cuanto a vos, ¿de qué sois aprendiz y quién es vuestro maestro? Asimismo y ya que lo habéis mencionado, ¿esas obras en Carnonegro, a qué obedecen?

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En el pescante de su carro, Khadesda dormitada, mecida por el suave traqueteo que las mulas, bajo la mano firme de Caracabra, imprimían a la marcha. 

Despertó a medias cuando algo activó su sentido de la alarma, en su subconsciente. Se habían detenido. Con los ojos aún velados por el dolor, el sueño, y alguna técnica propia para aliviar tanto acosos físicos como espirituales, observó a su alrededor. En algún punto, en la vanguardia, Matagatos y Lengua Negra hablaban con... un chico de negro. Un joven de aspecto petulante.

Suspiró, y escuchó. Empezaban los encuentros, lo que era lógico. Esperaba que no empezaran de nuevo los problemas...

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Tampoco es que fueran tantos como para, a pesar de estar al final de la comitiva, no darse cuenta a estas alturas de dos cosas: que estaban a punto de llegar a Carnonegro (y si había alguna duda ahí estaban las órdenes de Ponzoña que medio lo confirmaban) y que estaban hablando con alguien (y a eso obedecían los movimientos hacia el frente de prácticamente toda la plana mayor: Capitán, Analista y Barril).

Desastre siguió hablando con el resto de la escuadra de instrucción, sin coger las armas, pero mirando hacia atrás. Al fin y al cabo hacía menos de un día que habían sido atacados, y aunque no había aparentemente nadie que les estuviera siguiendo, eso no aseguraba nada. Y mirar, al menos, le permitiría con un poco de suerte dar un grito si aparecían enemigos y armarse.

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Ballestero terminó de montar su ballesta y observó (mientras la mantenía apuntando prudentemente al suelo, por si el gatillo se aflojaba) cómo casi todo su cuadro de oficiales se arriesgaba a una descubierta con ese extraño. Estaba claro que sabían más que él, así que se limitó a obedecer a Ponzoña y mantuvo toda su carga a su espalda, listo para seguir la marcha en cuanto lo ordenaran.

Vigiló que todos los hombres a su alrededor hicieran lo mismo y buscó posibles emboscadas en los matojos al borde del camino.

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Aún le seguía rechinando que le llamaran segundo "mago". Asintió al Cabo Barril, tan solo para que le dejara en paz. No tardó el gordo bufón en ir a hablar con Serpiente. Rastrojo nunca dejaría que Serpiente le metiera magia negra dentro, y mucho menos para crecer. Hay muchísimas complicaciones y muchas cosas pueden salir mal con esos conjuros. ¿Y si la armadura no hubiera crecido con el Cabo Barril? ¿Hubiera comprimido sus órganos internos hasta hacer chorizos? ¿Y si al encoger no hubieran encogido también los zurullos dentro de los intestinos? ¿Hubieran salido por la boca y la nariz como si abrieras el grifo de un barril?

Por mucho que le repugnara el Cabo Cacas, la presencia del viajero en el camino hizo que Rastrojo volviera a su lado. En bajo le susurró...

Cabo... Creo que es una bruja. Aspecto afeminado, falda larga de mujer, bastón... La última vez que vimos a Elsa se alejaba en su escarabajo. ¿No es mucha coincidencia encontrar justo otra persona con justo otra montura? Es como si una ilusión hubiera convertido al escarabajo en burro y a Elsa en idiota. Por favor... está claro que Varecnae es un nombre inventado.

Además... Según Gobaldet, el camino a Verdín se hace en un día. Sabemos que no va a Carnonegro, porque nos lo habríamos encontrado en Verdín. Sabemos que no va a Verdín, porque en lugar de recorrer el camino para llegar cuanto antes, está ahí plantado. ¿No es sospechoso?

Con su permiso, Cabo, voy a ir a la cola de nuestra caravana a hacer cosas de chamán. Asegúrese de que mantengan a la bruja entretenida. Si es necesario, intervenga y empiece a preguntarle porqué va a Verdín, quiénes son sus padres, qué opina de la Cábala Negra de las brujas, cómo está el tiempo y cualquier otra conversación banal que pueda servir de distracción.

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Guepardo esperó hasta que los mandos llegaran a lomo de sus monturas y mientras tanto escrutó al tipo. Joven y con una túnica que le recordaba mucho al Chambelán de Chon'Delor o incluso algo a Serpiente: hechiceros.

El joven parecía sorprendido al ver a los k'lathas, como la mayoría de los habitantes de Nidal con los que se habían cruzado y en cuanto se inició la conversación con los oficiales creyó que eran fetchlings. A saber qué era eso, pero intuyó que unas criaturas de aspecto humano y de piel oscura. ¿Existirían más k'lathas, en aquellas tierras, solo que los llamaban de otra manera? Aun así debían de ser raros pues asombraron al tipo que se presentó como Varecnae.

El jaguar no pudo escuchar mucho más de la conversación pues pronto Ponzoña les dio la orden de avanzar e investigar. El explorador asintió y haciendo un gesto de cabeza a Frontera indicó que él tomaría el margen izquierdo del camino para que su compañero tomara el derecho. Acto seguido avanzó atento, con la mano derecha sobre su hombro, aferrando su lanza para desenfundarla en cualquier momento necesario y con la intención de observa a lo lejos Carnonegro. Y lo que hubiera en él.

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Con la treintena que tenía delante, Sabueso era incapaz de percibir quién o quiénes se habían encontrado en vanguardia, pero escuchó las órdenes del Cabo Ponzoña, los comentarios de unos y otros y por encima de todo ello tensa expectación. ¿Sería otra emboscada? Sabueso lo dudaba estando tan cerca de Carnonegro como Gobaldet decía que estaban, y menos aún temprano como era. Pero, ¿quién sabía cuántos enemigos se había hecho la Compañía Negra en su aún corta estancia en Nidal?

Sabueso alzó la barbilla olisqueando el aire mientras sus compañeros hablaban. Los olores rara vez mentían. Nadie salvo los cazadores solían tenerlo en cuenta. Al menos los que cazaban bestias, pues los que cazaban humanos no se molestaba en ocultarlo.

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Caminar le había venido bien. En realidad, cualquier actividad física, incluso una marcha no demasiado exigente como esa, venía estupendamente para una fría mañana como aquella; eso es lo que iba pensando, cuando la columna se detuvo. Desde su posición, no podía ver bien el motivo, aunque el hecho de que no se hubiese dado la voz de alarma, indicaba que era una parada normal.

Le llegó una voz desconocida, y pudo enterarse de lo que pasaba, en especial de voz de alguno de la vanguardia que tenía un vozarrón que no dejaba lugar a la discreción. Por su parte, no podía hacer otra cosa sino quedarse parado a la espera de de que se reanudase la marcha o se diese otra orden, y permanecer atento a lo que hubiese por los alrededores. Aparentemente, debían estar ya muy cerca de su destino.

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Parecía que se habían detenido como consecuencia de la conversación que mantenían con un personaje desconocido. No estaba de más lograr algo de información del lugar al que pronto llegaría y si había noticias relevantes para saber. Y sobretodo, era una buena forma de mostrar la actitud pacífica de la compañía y que no venían a causar problemas.

A pesar de todo, el recuerdo de la emboscada del día anterior estaba aún en mente de todos, por lo que no era de extrañar que estuvieran atentos a lo que ocurría a su alrededor. Romo mismo tras parar no dejaba de mirar de vez en cuando a un lado y otro, solo por si veía algo extraño a lo que debiera informar. 

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Se había quedado quieta y preparada, en alerta, toda la Columna se había detenido cuando al parecer faltaba poco para llegar a Rocasone, si es que no se encontraban ya a sus puertas.

Pero el motivo de que se hubieran detenido era un tipejo escuchimizado vestido con una túnica de mago y que iba con un bastón como arma. Podía ser un Mago, claro, era del estilo de Serpiente, pero tanto su porte como lo que decía, por lo que la fanática podía oír, era más de pedante muchachuelo que de poderoso de Grimorio.

Aunque nunca se sabía.

Por si acaso, se dispuso a usar sus Cimitarras si era necesario. No desenvainó, ya que por el momento las órdenes eran de no asustar al personal, pero no iba a quedarse pasmada después de la emboscada que casi les había costado a la Pitonisa y a uno de los Caballos. Menuda pérdida en ambos casos. Así que firme y plantada escuchó el intercambio de presentaciones.

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El Aprendiz Oscuro sonríe a Analista, un gesto que parece altamente inusual viniendo de un nidalés, y le responde con una reverencia a modo de disculpa.

- "¡Ja, ja, ja! ¡Y bien que tenéis razón, maese Analista el Soldado Oscuro! Siempre he tenido un don para decir y hacer lo más inoportuno. No en vano me han destinado a Cruce del Pinar, destino aburrido donde los haya.

Encantado de conoceros, señores.

Soy aprendiz de las Artes Oscuras, por supuesto, y he tenido varios maestros, aunque actualmente sirvo a las autoridades de Ridwan y pronto a las de Cruce del Pinar.

No sé muy bien lo que están haciendo en Carnonegro, pero tenía forma de foso cuadrado enorme y..." -

Repentinamente, el gesto del Aprendiz Oscuro se desencaja en un rictus de odio y desagrado. Extiende su bastón y unas negras Sombras emergen de él y se mueven a toda velocidad hasta el Chamán Rastrojo a quien sujetan, zarandean, y acaban tirando al suelo con desconsideración antes de desaparecer de nuevo dentro del bastón.

- "¡Maldito! ¿Es que acaso en vuestra Escuela no os han enseñado que eso es horriblemente descortés?" -

Parece genuinamente enfadado con Rastrojo.

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El camino hacía su objetivo se reanudo sin dejar a nadie de los suyos atrás, Dante pareció recobrar las fuerzas suficientes como para emprender el camino.  Las horas pasaron y cuando ya debían estar cerca de su nuevo y temporal hogar una figura se alzó a lo lejos del camino y pronto las nuevas del contacto se propagaron por la columna.

Los infantes cubrían los flancos como el día anterior, detuvieron su avance a la vez que el resto permaneciendo vigilantes ante lo que pudiera suceder.  Tan solo se veía un hombre y los linderos del bosque parecían tranquilos, debían estar muy cerca del pueblo y aquel no parecía el mejor lugar para una nueva emboscada por lo que parecía un encuentro casual.

Grito echó un vistazo a los hombres, asegurándose de que ninguno realizaba ningún acto amenazante que pudiera interpretarse de mala forma.

Los mandos se acercaron, seguramente para preguntar al pelegrino cuanto camino les restaba, Rastrojo recorrió la inmóvil columna hasta el final para lo que parecía hacer sus cosas y fue entonces cuando unas sombras brotaron del bastón del joven amenazando al segundo mago.

Atentos a los flancos, ¡mantener la posición!

Dijo de forma casi instintiva el infante mientras agarraba su lanza con las dos manos y se preparaba para cualquier eventualidad.  Inmóvil observando desde su posición al lado de los carromatos pensaba si aquel acto resultaba el preludio de un ataque sorpresa o tan solo una estúpida muestra de poder. 

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El largo susurro de Rastrojo se le hizo interminable a Barril, sólo despertando su atención cuando sugirió que pudiera ser la Bruja Elsa disfrazada. Una prisionera iba siendo de recibo, la verdad. Con un asentimiento le autorizó a ir a hacer sus asuntos chamánicos fueran los que fueran, mientras oía más que veía como Analista se incorporaba a la charla del Capitán. Esperaba que su intervención diera a Rastrojo el tiempo que necesitaba para hacer sus mierdas varias, porque lo que es él no pensaba abrir la boca para charlar con el tipo llamado "Varecnae el Aprendiz Oscuro". Un movimiento leve y casi furtivo acompañó a las palabras de Analista mientras se presentaba.

— Ah, pequeño Lengua Negra, ahora ves algo más claro el asunto de los nombres, ¿no es así? —

Seguro que no le había dado por presentarse con el nombre que le dieron sus padres, como el idiota del muchacho de negras faldas. El nombre de cada uno era precisamente eso, de cada uno. No para compartir con allegados ni extraños, y menos aún ponerlo por escrito. Barril esperaba que el hijo del Viejo Capitán se quedara con la copla.

Estaba pensado esas cosas cuando las sombras volaron hacia el Segundo Mago y lo postraron de culo en el suelo. Barril atrasó una pierna mientras semiflexionaba la otra, preparado para actuar si el Capitán daba alguna orden.

— ¿Capitán? —

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La mejor forma de observar era hacerlo desde segundo plano, allí desde donde aquel que es observado lo es siendo menos consciente de ese acto. No obstante, tan pronto las sombras volaron y el Chamán cayó al suelo, la observación dejó de ser algo necesario y se convirtió en algo obligatoriamente secundario.  

Eché a andar y me adelanté con premura apartando a cuantos fueron necesarios para ponerme delante del recién descubierto mago, aunque más de una pista había dejado con su forma de vestir y el nombre revelado. Esperaba que la habilidad para reaccionar de forma exagerada de los soldados de aquella nueva Compañía, tan malacostumbrados ya a actuar sin que nadie se lo hubiera ordenado, no nos terminara condenando a todos por un estúpido, individualista e irresponsable acto.

Tan pronto estuve junto al Aprendiz Oscuro sonreí y se movieron mis labios. Pronuncié palabras en un idioma extraño que dudaba que fuera reconocido por parte de mis aliados.

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- La cortesía nunca ha formado parte del aprendizaje de un Chamán, si es que a lo que un chamán recibe se le puede llamar aprendizaje - respondí con una sonrisa sardónica en Lengua Sombría, un idioma que dudaba que alguien de los presentes, más allá de mi interlocutor y quizá Gobaldet y Sabueso, conociera.-  Así pues no es descortesía sino ignorancia - añadí antes de presentarme. - Soy Serpiente, Primer Mago de la Compañía Negra.