Partida Rol por web

Andre caminó unos pasos en la dirección opuesta al grupo pero lentamente, de modo que pronto el testigo se perdió de vista. La indiferencia de la Sherif le pareció natural en esa situación, se preguntó si se marchaba o iba a asegurarse que el testigo no cambiase de opinión. Sea como fuere se destuvo y se giró para observar al grupo, desde esa distancia tuvo que reenfocar sus lentes para poder notar que la situación era menos tensa, y podía terminar sin la ejecución de los cuatro.

Decidió esperarlos unos minutos, dudaba de que alguno aceptase la invitación a pasar por su casa, tal vez Morgan si lo hiciera, no lo sabía, pero si sabía que no se acercaría a ellos nuevamente hasta que no comenzaran a tratarse civilizadamente, ciertamente perdía mas si lo relacionaban con actos que comprometían la Mascarada que si quedaba solo en la misión que la reina le encomendó. 

Se quedó parado en una esquina contemplandolos.

Ernest enarcó una ceja ante las palabras de Morgan. ¿Aquel que les había retrasado azotando la cara de nosferatu era ahora quien les urgía a darse prisa?

Ciertamente aquellos dos le iban a traer por la calle de la amargura. Leroy no era un ser pedante e insufrible como Morgan, pero era una fuente inagotable de problemas, hasta tal punto que estar cerca de él era como ponerse a chapotear en un lago de ácido sulfúrico.

Por si fuera poco habían conseguido que quedase en evidencia ante Juliet por segunda vez consecutiva en una sola noche y aquello era había acabado por agotar su paciencia. Él había aceptado sobreponerse a los recelos sobre sus compañeros por el bien de la misión, pero si estos eran incapaces de hacerlo habría que incentivarlos...

   - Ciertamente Morgan ya estaríamos todos de camino a nuestros respectivos refugios si no fuese por sus maneras de proceder mas bien poco caviladas.- Respondió señalando aquella evidencia.- Si no les importa.- Prosiguió mirando al nosferatu y al ventrue alternativamente.- Ahora que veo que los dos están mas calmados, tenemos cosas mas importantes de las que ocuparnos como por ejemplo cumplir con la misión que nos ha encomendado la Reina en persona.- Sentenció con frialdad.- Y si no les importa lo vamos a hacer unidos como una gran familia o no tendrán que esperar al castigo de Lady Anne para entender el concepto de "desear la muerte". ¿Ambos lo han comprendido?-

Prudentemente, me mantengo oculto en la oscuridad, no deseo nuevos incidentes que comprometan la Mascarada. Escucho, con atención y respeto, la severa sentencia de Ernest:

- Perfectamente Alguacil... - premeditadamente, le devuelvo el cargo que, a mi parecer, le ha sido injustamente arrebatado; una muestra de respeto que quizás no todos comprendan - ...por mi parte no habrá ningún problema. Me comprometo a dedicar toda mi energía a cumplir el cometido Real -. A no ser que el Supervisor me siga importunando.

Aclarados los términos, quedo a la espera que Ernest decida si mantiene su propuesta de alojarme en su mansión o prefiere que cada uno tire por su lado... tampoco olvido que, antes del lamentable incidente, André, el Vástago de las gafas, también había ofrecido su propia morada; desconozco hasta qué punto ambos quieren que nos alojemos todos juntos. Habida cuenta las circunstancias, quedo a su disposición, sumiso.

El mismo, precisamente.

-Y hubiéramos acogido a un imbécil que ha demostrado derrumbarse al primer segundo de presión, o peor aún saltando sobre nosotros, sabiendo lo que estaba en juego -le remarcó- ¿Hubiera corrido usted ese riesgo? ¿O aprovechará ahora que sabe cómo responde para tener unas palabras con él antes de sumergirnos en el infierno? Mis maneras son perfectamente caviladas: no le gustan mis modos. Comprensible. Aproveche el resultado y que no ha tenido que hacerlo usted. Fin de la discusión.

Y realmente no lo iban a discutir más. Morgan seguía siendo oficialmente el jefe del grupo de tres y los demás no tenían potestad para hacer otra cosa. Para odiarlo y aborrecerlo tenían toda la del mundo: el vampiro es un ser malagradecido y de memoria corta, esa es simplemente nuestra naturaleza, y no puedes culpar a un individuo por ello, sólo sentirte frustrado ante lo indiscutible.

-La misión no es una discusión, señor conde. Pueden aceptar la hospitalidad que mi buen compañero les ha ofrecido o puedo ofrecerles la mía.

No era lo mejor que podía hacer... posiblemente fuera lo peor... pero era un material imposible para una noche asesina, y la moral se podía conseguir de diferentes maneras. Estaba vagamente de acuerdo con aquella.

A la distancia podía ver como los ánimos se iban calmando, el Nosferatu se ocultaba prudentemente y los tres comenzaban a dialogar. Teniendo en cuenta que aún faltaba un par de horas para el amanecer se acercó a paso calmo hacia ellos. Sus rostros parecían reflejar la contradicción entre un malestar profundo y una obligación ineludible, sin duda lograr que este equipo funcionara estaba mas allá de lo que un político podía lograr.

- Señor Collinwood, Señor Worthington, Señor Leroy, me temo que es el momento apropiado para que nos alejemos de este lugar, ya hemos llamado la atención mucho más de lo que nuestra reina ubiese preferido. Mi oferta sigue en pie, he de disponer lo mejor de mis dominios para vuestra comodidad, de modo que podamos continuar esta conversación adecuadamente a pocos minutos de aqui, siempre que así lo deseen, de lo contrario caballeros, quizás sea prudente calmar los ánimos hasta una nueva noche-

Permanezco en la oscuridad, en silencio y haciendo oídos sordos a las palabras de Morgan. Espero, sin embargo, por cuál de las opciones va a inclinarse Sir Ernest:

Ambos Collingwood, tanto Morgan como Andre, ofrecen sus mansiones y, si bien el de las gafas es un completo desconocido, prefiero arriesgarme con él que tener que pasar el día en la casa del perturbado Supervisor.

La que va a ocuparnos no se me antoja, en absoluto, una Misión fácil, mucho menos teniendo en cuenta la presencia, en el equipo, de un individuo absolutamente desequilibrado. Muy a pesar mío, no tengo opción: Deshacerme de él no es una alternativa... todavía...

Ernest asintió a las palabras de André sobre a que era ya hora de salir de aquel lugar. Después de todo si fuese por él haría rato que estaría en dirección a su mansión.

Sin embargo las normas de la etiqueta le exigían primero responder a las propuestas de Morgan y André.

   - Lo siento, pero mucho me temo que no puedo aceptar sus generosas ofertas.- Declinó con gesto educado a los dos Ventrue.- Soy gente de hábitos y no podría descansar en el refugio de otro vástago. Además creo que es evidente que esta noche los ánimos están demasiado exaltados y como custodio de Leroy, no quisiera que se volviesen a producir situaciones como la de hace escasos momentos. Así pues sugiero que por hoy descansemos calmadamente cada uno en su refugio, a excepción de Leroy que vendría conmigo, y mañana nos reunamos en cuanto se ponga el sol para planear los pormenores y partir en la misión que Lady Anne nos a encomendado.-

- De acuerdo señor conde, que así sea entonces. Mañana los veré nuevamente, sugiero que nos juntemos en un lugar privado, por la delicadeza de la misión y porque seguramente hay algunos temas internos que conversar- saca su pluma y escribe en un par de papeles su dirección, le entrega uno a Morgan y otro a Ernest - Es a pocas manzanas de aquí, los espero al nacer la noche - Le dedicó una mirada de duda la otro Ventrue, no sabía que haría, pero se despidió amablemente de Ernest y de Leroy. 

...Leroy vendría conmigo...

Sin pronunciar palabra, presto atención a las siempre comedidas palabras del Conde y al siguiente intercambio de direcciones con Andre: Según lo convenido, por lo que a mi respecta, permaneceré bajo la custodia de Ernest.

Habida cuenta las circunstancias, me muestro encantado con la posibilidad planteada por El Conde. Sobre todo porque me permitirá librarme, ni que sea por un rato, de la insufrible presencia de Morgan!

En realidad, no me extrañaría, en absoluto, que El Supervisor se opusiera a la razonable propuesta del Conde; es más, espero su incómoda réplica ya como algo natural, casi diría que incluso deseable! 

El ventrue tomó el número y asintió. Corrección y cortesía, como si nada hubiera pasado hacía unos segundos.

-Cabalmente. Allí estaremos.

No hubo más discusiones... parece que mientras cualquier cosa que dijera Leroy implicaba "discrepancia de pareceres", Wortington no tenía la misma evaluación. Asintió ante sus palabras.

-Espero que tendrá una conversación con su protegido mientras nosotros nos vamos, señor conde -dijo el Ventrue- sobre pareceres y conveniencias. Y haga el favor de taparlo por la calle: si no se deja y pasa algo, ninguno de los tres sobreviviremos a esta noche.

Volvió a ponerse la chaqueta y los guantes lentamente, mientras mantenía el bastón sujeto bajo la axila. Consultó el reloj casi como de pasada.

-Ha sido un placer, señor Wortington. Señor Collingwood.