La enfermera te sonríe.
- Muy bien, pase por aquí por favor. - te guía hasta una sala contigua con un escritorio de caoba sobre el que estaba trabajando el Doctor.
Varias pilas de informes se amontonaban de forma ordenada, mientras te asalta el terrible pensamiento de que, en efecto, pudieran incinerar su ropa, tras un sonido a tu espalda.
El hombre, calvo y ceñudo, no parece reparar en tu presencia.
La sigue, buscando distraída por alguna cosa que se destacara en el horrible decorado neutral. No la encuentra, y el tedio solo aumenta al ver el escritorio lleno de papeles e informes.
Carraspea la garganta suavemente, buscando llamar la atención del atareado individuo.
¿Doctor?
El hombre alza la vista lo justo para verte.
- ¡Ah, eres tú! Un placer ver que estás sana y salva, y espero que tanto física como mentalmente. ¿Averiguaste algo acerca del señor Mellon? - preguntó, volviendo a sus informes.
¿Sana y salva? Estoy vestida en una bata de enfermo, mi ropa incinerada, y casi me maté tratando de encontrar a su desaparecido. Estoy lejos de sana y salva.
Lo encontré. Se veía... afectado. - hace una pausa tras decir eso - Venía a buscarlo a usted cuando escuché la sirena de policía acercarse, así que me apuré tanto como pude. Me preguntaba si podría mandar a alguien del hospital a recogerlo...
Podía ser inmortal, pero eso no quería decir que ver a alguien en un estado tan deplorable dejara de afectarle. Todo el mundo merecía morir con dignidad.
El doctor no pareció inmutarse, o mostrar piedad.
- ¿Dónde lo encontró? ¿Dijo algo inusual? ¿Algo que le llamara la atención? Descríbame todo lo ocurrido por favor. - seguía pasando páginas, papeles, leyendo aquí y allá, mientras parecía no hacerte demasiado caso.
Se veía fuera de sí, paranoico, incluso algo confundido... Hablaba de alguien que se había cansado de que le suplantara y se "había llevado su cordura y ahora quería su alma" - dijo las últimas palabras con una media sonrisa, sonaban como los delirios de un viejo con demencia senil. Lástima que probablemente no fuera a obtener la ayuda que necesitaba... quizás ella podría volver allí tan pronto se fuera de aquí.
Lo encontré escondido en el sótano.
El doctor no alzó la vista de los papeles.
- ¿Entonces tenía un sótano? Interesante, lo pasamos por alto en la primera revisión, pero al ver todo revuelto supusimos que no estaría ya por allí. Así que no solo alguien anda buscándole, y ese alguien esta relacionado de forma íntima con él... - cogió una hoja de apuntes y escribió algo en ella - Un episodio traumático agudiza los efectos devastadores de la Dementación, interesante... ¿Llegó a tocarlo, señorita Jourdemayne?
Correcto, un sótano.
Nota mental: Mantenerse lejos de la dementación y los eventos traumáticos
Aunque se diría que era obvio, una circunstancia así ameritaba una notita especial en su mente, a modo de recordatorio de suma importancia. Como cuando uno sabe que debe pasear a su perro, pero lo anota en su agenda para no olvidarlo.
No, doctor, no llegué a acercarme. Él me pidió que me mantuviera alejada.
Y menos mal que no lo había hecho, o ya sería sujeto de experimentación del doctor. Eso si es que no lo era ya.
- Entiendo, con la incineración de las ropas será suficiente entonces. Una suerte para usted, le queda muy bien la melena y sería una verdadera lástima que algo tan peligroso como la Dementación hiciera que tuvieramos que aplicar productos abrasivos. No se asuste, solo son medidas de precaución, pero siguió mi consejo, y ahora no son necesarias. - te sonríe, casi como si viera en ti a una de las pocas personas que le ha hecho caso con las medidas de precaución - ¿Dijo algún nombre? ¿Algo que nos ayude a dar con esa persona... o ente que se llevó su cordura?
Estaba a punto de protestar por el daño a su vestuario cuando el doctor mencionó lo de su amado cabello. Fue tanto lo que se asustó de que eso fuese realmente una posibilidad que se mantuvo con la boca cerrada, pensando en las cicatrices horrendas que dicha medida hubiese dejado. Claramente el doctor no tenía ni un mínimo aprecio o respeto por la gente que le hacía favores.
Le sonríe de vuelta, automáticamente. Si esa era su versión de amabilidad prefería no causar una mala impresión.
Ninguno, excepto el propio. No ha dicho más de lo que ya le dije a usted.
El Primogénito se quedó pensando, sin escribir. Tras unos instantes, alzó la mirada para encontrarla con la tuya.
- Comprendido. ¿Crees que hay algo más que merezca mención? - ya no prestaba atención al papeleo, y la atmósfera impoluta se había enrarecido un poco - ¿Algo en su estado? ¿Algún indicio de la naturaleza de ese shock traumático? Déjeme explicarle, y lo entenderá. Cuando conocí a Mellon, era uno de los vampiros más sádicos para con su relación con los humanos que he conocido. No en el sentido de hacerles daño, siempre fue una persona bastante pacífica y poco interesada en las artes del combate o la tortura, pero si en el sentimiento de superioridad manifiesta, en la forma de mofarse de sus pobres intelectos y su mortalidad. Tenía especial interés en las sociedades ocultistas, y creo recordar... - una pausa para pensar - Creo recordar que incluso se hizo pasar por un integrante de una Sociedad Ocultista, si la memoria no me falla, a pesar de que no prestaba demasiada atención a sus batallitas...
Tira Fv, tirada oculta, sin dificultad.
Tirada oculta
Motivo: Fuerza de Voluntad
Dificultad: 5
Tirada (4 dados): 1, 5, 1, 7
Éxitos: 0 Fallo
Nada, lo siento. Solo intentaba mantenerse alejado de mi, porque pensaba que alguien me había mandado a matarlo.
Ya quería salir de ahí. El tema la estaba poniendo incómoda y le estaban dando demasiada información, lo que según lo que se decía sobre espías y asuntos de guerra, era mal asunto. Los que sabían mucho siempre terminaban muertos o muy perturbados.
¿Puedo ayudarlo en algo más, doctor? - pregunto ansiosa.
...¿O ya soy libre de irme?
El doctor no respondió. Se quedó pensando, meditabundo. Cuando pensabas que se quedaría así toda la noche, que deberías marcharte, pareció despertar de sus pensamientos.
- Si, hay algo más que podría hacer por mi. No se preocupe, no volveré a quemar su ropa a la vuelta de este encargo. Hay una sociedad ocultista, afincada bajo la Abadía de Westminster, si mal no recuerdo. La ubicación exacta de la entrada me es desconocida, pero no debería andar lejos. Creo que podría tratarse de la misma sociedad en la que estaba involucrado Mellon. - asintió con la cabeza - Sí, necesito que me haga ese favor, necesito que investigue el lugar, que trate de conseguir información al respecto. Si la sociedad tiene algo que ver con lo que le ha ocurrido a Mellon, o si simplemente se trata de un ataque agudo de Dementación con personación de visiones.
Cada segundo que el doctor tardó en responder ella debió pasarlo mordiéndose la lengua para no excusarse por el resto de la noche. Aunque cuando él habló notó que no estaría cerca de alejarse de todo el asunto, al menos podía salir de este escalofriante hospital.
Sonrió ante la broma de incinerar su ropa, aunque no le pareció chistosa.
- Estaría encantada, doctor. ¿Será posible que usted o su enfermera puedan conseguirme ropas más apropiadas para pasearme por la ciudad? Prometo devolverlas, si eso le preocupa. Estoy segura de que alguno de los que están hospitalizados pueden prescindir de sus vestimentas de calle por esta noche.
- No se preocupe, había previsto que conservara cierto apego por su antigua indumentaria. - abrió un cajón y sacó un taco de papeles. Comenzó a escribir en uno - Aquí tiene, es un pagaré sin cifra a nombre del hospital, para utilizar en la tienda de ropa que más le guste. Cómprese lo que quiera en compensación por las molestias de esta noche. - comentó extendiéndote el cheque en blanco - Y como ya le dije la noche anterior en el Eliseo, sea extremadamente cuidadosa. Lo primero es su integridad física, y después la información que logre entender, ¿comprendido? No queremos más miembros del Clan en riesgo. Que pase una buena noche, señorita Jourdemayne. - se despidió, y siguió escribiendo en sus papeles.
Buenas noches, doctor.
Sin decir más sale del hospital, siguiendo los pasillos que ya había recorrido para entrar, incomoda por la ropa que traía. Esperaba, de todo corazón, que ningún policía la detuviera por exposición indecente, por lo que prácticamente corrió del hospital al taxi y del taxi a casa. No haría gastar a un hospital dinero por ella comprarse ropa, aunque tendría en cuenta para una próxima vez dejar un bolso con ropa en algún escondite cercano al hospital.
¡Estoy en casa, pero me voy ahora mismo! - gritó al entrar a su refugio, para anunciar su llegada. Fue hasta su habitación y se vistió con un vestido casual al que no le tenía tanta estima como a la ropa anterior. Luego salió de la casa, no sin antes dar un grito de despedida a su sire.
Tomó un taxi desde ahí, y en poco tiempo estaba en la Abadía. Se dio un par de vueltas, buscando a alguien entrando, o algo que señalara un acceso.
¿Percep + Alerta?
Se está haciendo tarde, son como las 3:30 cuando llegas a la Abadía, y ves a un par de rostros conocidos, del Eliseo, deambulando por el lugar.
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