El resto fueron cayendo uno tras otro. Nisiquiera sabíais dónde estaba el lugar que se os había preparado para pasar el día, pero al menos teníais la certeza de que lo pasaríais seguros. El día corrió, raudo, por el cielo de Londres, cubierto permanentemente por una gruesa capa de nubes. Aquel día nevaría, casi con total seguridad.
El resto fueron cayendo uno tras otro. Nisiquiera sabíais dónde estaba el lugar que se os había preparado para pasar el día, pero al menos teníais la certeza de que lo pasaríais seguros. El día corrió, raudo, por el cielo de Londres, cubierto permanentemente por una gruesa capa de nubes. Aquel día nevaría, casi con total seguridad. Por primera vez en mucho tiempo, varios de vosotros tuvísteis extrañas sensaciones durante el sopor. Sueños inquietos acecharon vuestra mente, incomodándola. En los momentos mas angustiosos, despertábais en una habitación oscura y cerrada, en un lecho improvisado, con la sensación de que el cuerpo os ardía, para volver a caer dormidos al poco.