Partida Rol por web

Cuando despertaste, en el Eliseo, ya había alguien esperando a la puerta de tu pequeña habitación.

Se trataba de una de las jovencísimas enfermeras del Doctor Timothy, que aguardaba pacientemente sentada en un banco a que salieras.

Relajada, a pesar de la noche anterior, se estiró y levantó con toda paciencia. Era uno de esos días en que prefería quedarse en cama y no moverse para absolutamente nada ni nadie, por lo que hizo todo a paso tan pausado que cualquier diría estaba en cámara lenta. Debía llegar a su refugio pronto, para poder retozar en alguno de los sillones de su sire.

Oh, demonios...  - pensó a la visión de la joven muchacha - ¿TENGO que ir ahora?

- Eso no será necesario, señorita Jourdemayne, el Doctor dió aviso de que no os moviérais del Eliseo. Vendrá en cuanto le sea posible, y suele ser bastante madrugador. - al parecer, las noticias volaban, y habías captado tanta atención como para que el Primogénito se moviera por ti.

Sin realmente importarle si eso era algo bueno o malo y celebrando la posibilidad de seguir en su perezoso estado, se sentado en el banco a un lado de la chica, esperando obedientemente.

Al cabo de unos minutos, escuchas el sonido de unos zapatos, acercándose rápidamente. Es el Dr. Timothy, con un gesto tan severo como siempre, e igual de carente de bello como de costumbre. Le siguen dos enfermeras ataviadas con vestidos deliberadamente cortos, que no debian pasar de los 22 años ninguna.

- Señorita Jourdemayne, por favor, volvamos a su habitación, hay asuntos importantes que debemos discutir. - dijo, abriendo la puerta de la habitación donde habías dormido.

Aguardó en silencio, con la mente en blanco y sin gana alguna de hacer la más minima sinapsis. Era un dia leeeeeento y aburrido. Que pereza le daba tener que eventualmente salir de allí. ¿Quizás podría inventar una excusa para quedarse? Nah, mucho trabajo mental. Ya pasaría lo que tuviera que pasar.

Claro - se limitó a decir, siguiendolo de vuelta a la habitación.

El hombre accedió a la otra estancia el primero, y tomó asiento con gesto de preocupación. Esperó a que te sentaras y comenzó a hablar.

- Ya me he enterado de sus averiguaciones en la Abadía de Westminster, los Sheriffs ya estan investigándolo. Sin embargo, esto descoloca todos los planes. - hizo una pequeña pausa - Abraham Mellon tenía lazos con la Sociedad Secreta que visitaste anoche, o... lo que quedaba de ella. Así mismo, el Clan Tremere fue atacado la noche pasada, y uno de sus locales ha sido arrasado. Varios hombres de la Reina estan investigándolo en estos momentos, y después irán a ver al Primogénito Tremere para interrogarlo. La Reina, y yo mismo, pensamos que las casualidades no existen, y si el Clan Tremere tiene algo que ver con el ataque que ha sufrido un venerable de nuestro Clan en la ciudad, quiero que estés ahi para cerciorarte de todas las implicaciones. Irás a ver al Primogénito con el resto de vástagos, y formularás tus preguntas, sin exponerte demasiado, ¿entendido?

Te miró con sus ojos azulados, y su rostro carente de pelo en todo punto. No tenía siquiera cejas ni pestañas. No querrías imaginar qué había provocado tal suceso.

Supongo que la jerarquía acaba con los modales... - pensó, frenándose de bostezar mientras lo seguía. Se sentó en un sitial cercano y escuchó paciente a todo lo que el extraño y totalmente falto de vello hombre terminara de hablar, de vez en cuando fijando su mirada en aquellos oscuros ojos o en su boca de ese tono violáceo tan extraño. Con razón tendría que mandar al resto de la gente a interrogar, nadie en su sano juicio querría estar en la misma habitación que él. Ella no quería. Aunque claro, su sano juicio siempre había sido discutible.

Entiendo. ¿Hay algo específico por lo que debería preguntar? ¿Algún cuidado extra que tener? - preguntó, como siempre que le encargaban algo. Era hábito suyo pedir consejos e instrucciones más específicas, más que para poder hacerlo bien para que cuando la cagara no dijeran que no preguntó. Si les importaba una mierda que fuese su culpa o no, eso ya era otra cosa.

- Probablemente niegue todo lo relacionado con su implicación en estas Sociedades Secretas. Ponle contra las cuerdas, probablemente solamente tengas que tirar la piedra y tus acompañantes se lancen como perros. - meditó un momento - Es posible que se ponga agresivo si le agitáis mucho. Procura que no estalle contra ti, no quieres ser su enemiga, solamente sacarle información. ¿Tiene alguna duda más?

¿Puedo hacer esto otro día?

Ninguna que se me ocurra, no... - contestó un poco desinteresada en el tema, pero intentando mantener la etiqueta mínima para mostrar algo de respeto - Gracias.

La verdad no tenía ningún interés en ataques violentos ni en interrogar a nadie, pero algo le decía que no tenía opción. ¿O qué? ¿Acaso iba a desafiar al Dr. Timothy?

Y podrías hacerlo sin duda, con resultados inciertos. Sabías que tenía fama de ser pragmático hasta el punto de la falta de empatía con el sufrimiento de otro. Y definitivamente no querías ser su nuevo sujeto de experimentación. Te parece oir ruido alrededor, más personas se acercan.

Parece que ya es hora de partir... - señala. No es que quisiera irse de ahí, en realidad, pero es que no quería quedarse sola con él por más tiempo de lo necesario. El tipo le daba escalofríos. Y si de todas maneras tendría que salir, más valía hacerlo ahora para poder llegar a descansar lo antes posible. 

El Primogénito se limita a asentir sin levantarse, dándote excusa para salir de la habitación que tan enrarecida empezaba a parecerte.

Con su permiso...

Tras una reverencia, sale de la habitación para encontrarse con el resto