- Sí, podéis retiraros. - cortó Holmes cuando Arthur se disponía a hablar - Espero que sus perros nunca le hagan pasar el mal trago de contraer la rabia, señor Goodbrother. - apuntilló cuando te giraste para salir por la puerta.
Arthur no reaccionó, se limitó a asentir y a salir de allí. No te dirigió palabra alguna durante el trayecto a vuestros respectivos coches, y tampoco es que hubiera mucho más que decir.
¿Vas al Eliseo inmediatamente?
Victor tambien asintio y salio junto al Sheriff, abrochandose la gabardina en el camino. Sabia que Holmes era posedor de una mente brillante, pero no podia sacarse de encima una sensacion de repulsion hacia el, a pesar de su obvio carisma y disposicion. Ademas, le habia dado mala espina aquella disculpa a medio sentir que le dio a sir Arthur.
-Entrare en contacto con usted apenas tenga algo de informacion, mi señor le dijo al sheriff a modo de despedida al tiempo que llegaba a su auto.
Si, voy al Globe esta misma noche.
El Globe estaba bastante concurrido cuando llegaste, y lo fué estando aún más, a medida que transcurría la noche.
Las arpías al completo, que eran una norma en el Eliseo, con un séquito que, entre otras cosas, te inspiraba compasión. Sin duda su poder era tremendo, pero por el momento lo limitaban al interior de esos muros, y no harían nada por ayudarte. Ni siquiera lo intentaste.
El Guardián, Sir William Shakespeare, lamentó no poder serte de utilidad, pero como Guardián, había jurado ser completamente neutral, y no participaría de la destrucción de otro vástago, lo ordenase quien lo ordenase.
El Dr. Timothy también estaba allí, Primogénito Malkavian, pero demasiado ocupado como para siquiera intercambiar alguna palabra contigo, pero te obsequió con la presencia de varias de sus enfermeras, de belleza notable y vestidos definitivamente demasiado cortos para ser utilizados por enfermeras de verdad y pacientes corrientes. Una pequeña charla infructuosa con ellas, y pasar al siguiente candidato.
Por fin, conseguiste algo de ayuda, de quién menos lo esperabas. Reginald Moore, Primogénito Brujah, prometió reunirse contigo a la noche siguiente en un pub de la ciudad, para discutir cómo podía ayudarte. Al parecer, no estaba deacuerdo con lo que hicísteis durante la noche de las velas, y fue lo primero que te dejó claro. Pero le debía unas cuantas al viejo Halesworth, y la situación le agradó aún más cuando le explicaste que sería contravenir la voluntad de Mycroft Holmes. Sin duda, no se debían llevar bien.
Estabas a punto de dar por concluida la búsqueda, cuando más vástagos llegaron. Vástagos que podían resultar de interés. Primero, una pareja, compuesta por un nosferatu que siquiera se molestaba en ofuscar su presencia. No tardaste en reconocerlo como Leroy, uno de los que la armaron durante la Coronación. Le acompañaba una jóven pelirroja que no habías visto jamás, ni siquiera en la Coronación de la Reina. Tras una breve charla con el Guardián, en el área para vástagos, se quedaron allí, tomando una copa de sangre, mientras observaban su alrededor. No debían sentirse muy cómodos.
Aún estabas decidiendo el modo de acción, cuando llegaron al Eliseo más vástagos, dos parejas más, en un corto intervalo de tiempo. Miraste el reloj. Las 7:32, faltaban unos diez minutos para el amanecer, así que todos tendrían que hacer noche en el Eliseo, y mucho te temías que tú también. Observaste los recién llegados. Uno de ellos era uno de los alguaciles de la Sheriff de Londres Norte, otrora discípula de Sir Arthur, ahora autoridad respetada. Este alguacil era Lord Ernest Worthington, aunque el título nobiliario de poco le había servido una vez se convirtió en vástago. Le acompañaba Martha Stuart, la violinista que amenizó la Coronación, y al poco les siguieron al que algunos apodaron el orfebre, Morgan Collingwood, y otra mujer que tampoco reconociste.
No perdieron el tiempo y se dirigieron a uno de los camerinos, del que habías oido algunos ruidos a lo largo de la noche, pero al que decidiste no dar importancia.
En ese momento, tenías dos buenas bazas para explorar. Por una parte el Nosferatu, que debía conocer el submundo bien, y que quizá pudiera ayudar a tenderle una trampa al Ciego. Por otra, el músculo que pudiera aportar Ernest siempre sería bien recibido, y era un compañero de Clan.
Mientras tratabas de decidirte, un grito desgarrador te sobresaltó.
- ... ¡¡AYUDAME!! - el grito provenía de uno de los camerinos del Eliseo.
Hasta ese momento, la noche habia sido horrenda. A pesar de que ya habia pasado el susto de que Nathaniel volviese a caminar entre los no-muertos, estaba bastante acelerado. Iba a tener que preguntarle a Sir Arthur que era aquella sensacion de adrenalina que sentia, ya que dudaba seriamente que la vitae la produjera.
Al llegar al Globe, su suerte no parecia empezar a cambiar. La negativa de Shakespeare fue un golpe esperado, pero esperado. La presencia de las enfermeras del Dr. Timothy solo lograron animarlo durante unos excasos momentos, pero aun asi se lo agradecio en silencio: A pesar de que la carne no sentia como antes, un deslumbre de belleza, por mas infimo que sea, era bienvenido en esta noche tan desesperada. Pero hasta aquello palidecio cuando, contra todo pronostico, el Primogenito Brujah le ofrecio una entrevista a la noche siguiente. Se lo agradecio tan efusivamente como pudo, y cuando partieron camino, el joven Gangrel no pudo evitar vestir una sonrisa algo esperanzada.
Fue entonces cuando llego un grupo de neonatos. A algunos ya los tenia fichados, en especial a Ernest, compañero de clan, y a Leeroy, ese despojo que era un cadaver social andante. Justo cuando estaba a punto de acercarseles, sin embargo, estos se encaminaron para los camerinos.
Y antes de terminar de decidirse si seguirlos para pedirles ayuda (quizas ofreciendolo apoyo del sheriff a Leroy, que realmente le vendria bien, y apelar a la sangre compartida con Ernest), un grito masculino se oyo del mismo sector a donde se dirigian.
Sin pensarlo dos veces, Victor corrio lo mas rapido que pudo hacia la fuente del sonido, esperando llegar a tiempo para ver que diablos pasaba alli.