Llegas al departamento del reconocido Obispo, don Isidro de Saldaña, antiguo capitán de la policía de la Ciudad de México. A pesar de ser todo un obispo respetado y temido tanto por cainitas como por sacos de sangre, apenas contaba con pequeño departamentito en las afueras de la zona céntrica de la ciudad.
En vida fue temido por descargar sus frustraciones en los apresados que no cooperaban…o incluso en los que sí; con una amante que lo contagio de gonorrea y una esposa que lo dejo y se llevó a todos sus hijos, no fue de extrañar que las descuartizara a ambas cuando las presentaron como su primera comida.
Lo certero era que se trataba de un hombre cruel, pero por sobre todas las cosas, muy cerrado, casi no hablaba con nadie a no ser que fuera algo importante y eso era lo indicaba todo, que ese mensaje y esa cita eran cosa muy importante.
El cainita sale, se trataba de un hombre corpulento, con una inmensa barriga y una prominente barba, te observa de pies a cabeza y te indica que lo sigas con un ademan poco cortés proveniente de la cabeza.
Llegan hasta su patrullero, un antiguo Toyota con faros que apenas alumbraban ya. Subes y comienza la marcha hacia una zona bastante alejada de aquel lugar, llegando incluso a cruzar montes inhóspitos y largas carreteras apenas alumbradas.
El silencio y la incomodidad eran las que reinaban, hasta que ya luego de mucho rato andar, llegan hasta un pueblito donde la principal meta era nada más que la iglesia.
Si, era de noche, hacía un calor infernal y los feligreses ya habían salido de la misa. El estacionamiento se fue deshabitando y el padre Ramón pudo observar desde lo alto como un grupo de dos personas, un hombre corpulento con uniforme de policía y una chica bajaron de un viejo patrullero.
Uno de los hombres llevaba un maletín y se acerca hasta el padre con una sonrisa.
- Buenas noches padrecito, espero que no seamos una molestia, esta muchacha es Selene, una recomendada por el arzobispo por sus exitosas participaciones en los movimientos de asedios de la ciudad hace bastante tiempo ya –
Era la primera vez que la voz ronca del obispo y capitán de policía se oía en toda la noche, recién en ese momento se pudo observar que llevaba una especie de carpeta antigua en la mano y tomándola con ambas manos, solo añade:
- Me gustaría aprovechar un poco de su asesoría padre –
Don Isidro de Saldaña, antiguo capitán de la policía de la Ciudad de México. A pesar de ser todo un obispo respetado y temido tanto por cainitas como por sacos de sangre, apenas contaba con pequeño departamentito en las afueras de la zona céntrica de la ciudad.
En vida fue temido por descargar sus frustraciones en los apresados que no cooperaban…o incluso en los que sí; con una amante que lo contagio de gonorrea y una esposa que lo dejo y se llevó a todos sus hijos, no fue de extrañar que las descuartizara a ambas cuando las presentaron como su primera comida.
Lo certero era que se trataba de un hombre cruel, pero por sobre todas las cosas, muy cerrado, casi no hablaba con nadie a no ser que fuera algo importante y eso era lo indicaba todo, que ese mensaje y esa cita eran cosa muy importante.
El Padre Ramón miró su teléfono, un terminal viejo para la época que solo hacía y recibía llamadas y sms, y volvió a leer el mensaje. Aquella era la manera habitual que tenían de ponerse en contacto con él, al menos cuando no estaba demasiado localizable, claro que podía ser cualquiera, incluso una trampa. Por eso había salido un poco antes de que terminara la misa y se había subido a la azotea de un edificio cercano desde donde podía vigilar el aparcamiento. Volvió a meter el teléfono en el bolsillo y esperó.
Le gustaba acudir de vez en cuando a las misas nocturnas, todo había cambiado mucho, pero la palabra de Dios seguía siendo la misma, eso consolaba un poco al vampiro al que los cambios tan rápidos de la sociedad a veces pillaba desprevenido. Aunque lo que más le gustaba era buscar entre los feligreses a algún lobo disfrazado de cordero, un pecador con máscara de piedad, un sepulcro blanqueado. Esos le sabían mejor.
Cuando vio el viejo patrullero bajó hasta el parking, había reconocido a Isidro de Saldaña, uno de los obispos de Ciudad de México. Al verlo allí se dio cuenta que aquello era importante.
¡Orale! ¡El viejo Capitán en persona!
Le devolvió la sonrisa y miró a la muchacha que lo acompañaba, formaban una extraña pareja, supuso que añadir un cura lo hacía aún más pintoresco.
-Buenas noches Don Isidro. Buenas noches señorita Selene. No son ninguna molestia, una lástima que no llegaran antes, el sermón estuvo padrísimo. -Don Ramón volvió a sonreír, no se imaginaba al Capitán escuchando un sermón, pero nunca era tarde para arrepentirse. Escuchó también los elogios hacia la chica y asintió, viniendo recomendada por el propio arzobispo estaba seguro que era un activo muy valioso. Después centró la vista en la carpeta que el policía llevaba en las manos.- Pregunte lo que quiera Capitán, la noche acaba de empezar no más.
Se quedó pendiente del Obispo, curioso por lo que contenía aquella carpeta que alguien más viejo e importante necesitaba de su asesoría.
Selene se sintió incomoda en todo momento ante la presencia de aquel obispo barrigón, ella en si no era de darse mucho al palabrerío, pero ese hombre o vestigio de hombre la había superado y con creces.
Llegan a la capilla y tanto el obispo como el cura se saludan muy cordialmente. El capitán le muestra una carpeta y el cura pasa a tomarla, al abrirla se podían notar varios escritos hechos por un autor desconocido, escritos que hablaba de un Santo Grial, pero no uno para los mortales, uno para ellos, los cainitas.
- La inmensa mayoría de los escritos están en latín padrecito, y ya sabe usted como es el Arzobispo, ahora mismo están en medio de una revuelta, cosas de murciélagos dignos de envidiar a los vástagos absurdos de la Camarilla –
Las cosas en México para el Sabbat no estaban del todo bien, se hablaba de que la Regente Melinda no era nadie más que una impostora y habían movidas muy jodidas con respecto a quien debía de tomar el poder, uno de los interesados no era nadie más que Venere Carboni, el mismo arzobispo que los había mandado tanto a Selene como al capitán a visitar al padre Ramón.
- El arzobispo no sabe nada aun de estos documentos y no me gustaría molestarlo en caso de ser una estupidez…como usted sabrá padrecito, estoy encargado de la documentación dentro de la policía y no hay cosa rara que no haya leído ya en estos largos años como capitán dentro de la misma…desde hombres que hablan de querer cogerse los agujeros de sus mujeres a quienes apuñalaron treinta veces, hasta niños que trafican cocaína por el recto…pero esto, esto es cosa de otro nivel padrecito…habla de una ciudad, Erebo la llaman, no lleva ni cincuenta años de existir y ya ha dado mucho de qué hablar – calla y enciende un cigarrillo – …perdone si le molesto, es un hábito que he traído desde la vida… - se acomoda la barba y continua - …si bien no he hablado con el arzobispo, me he contactado con una persona que sabe mucho sobre todo este rollo, una tal Aasiyah, la misma se mostró muy interesada en todo este tema tanto que me pidió a mí y a otro invitado que vaya hasta la ciudad, pero yo no puedo abandonar este sitio, sencillamente me ser imposible ir llegando a la comisaria y decir: “hey putos, me voy de viaje a buscar algo que no se ni se existe”; así que padrecito, ¿Le importaría ir por mí? He hablado con Venere y me ha dado el permiso tanto para usted como para Selene... –
Ramiro tomó la carpeta y la abrió con curiosidad, encontró unos escritos a mano que como Isidro bien decía estaban escritos en latín muchos de ellos, lo que para el cura no era problema. Los ojeó por encima y mientras el Capitán le explicaba levantó la vista y preguntó con curiosidad y algo de incredulidad.
-¿Un pinche Santo Grial? -Durante su vida mortal no había creído mucho en todas las reliquias que la iglesia aseguraba tener, si juntaban todos los trozos de cruz, de sábanas y demás que había desperdigados por el mundo se podrían hacer varias veces las originales, aunque comprendía su importancia simbólica. Claro que durante su vida mortal se hubiera reído de cualquiera que afirmara que los vampiros existían, así que en aquellos años había aprendido a ser algo más abierto de mente y no dar nada por supuesto.- No hay pedo Capitán, el latín es como mi segunda lengua.
Dejó que Isidro siguiera hablando, sabía que en México las cosas estaban revueltas con la Regente y que muchos intentaban alcanzar el poder, como el policía decía en aquellos momentos parecían camarillas.
-Entiendo Capitán, buena onda con esto, que lo sepa el arzobismo o no, me hace lo que el viento a Juarez. -Si el Capitán no quería decirle nada al arzobispo sus motivos tendría y a Ramiro ciertamente le importaban un carajo. Pero saber más sobre aquellos escritos y el supuesto Santo Grial de los vampiros si que le daba curiosidad. Cuando se disculpó por fumar hizo un gesto de negación resignado.- No es que eso lo vaya a matar... ¿Verdad Capitán? Pero dele buen ejemplo a la chamaquita. -Ni el humo les iba a matar a ninguno, ni a enfermarlos, ni Isidro iba a dejar de encender el cigarro y probablemente a Selene le daba igual, seguro que había visto y hecho cosas peores. Siguió mirando los papeles hasta que llegó a una supuesta localización del Santo Grial, sus ojos volvieron hacia el Capitán.- ¡Hijóle! ¡¿Alaska, Capitán?! -Estuvo a punto de preguntarle si era una broma, pero broma e Isidro de Saldaña en la misma frase eran incompatibles, estaba claro que iba en serio. Por no decir que la educada pregunta de si le importaba ir por él no era otra cosa que una orden velada, pero Ramón se sentía atraído por la idea de ese Santo Grial, ni siquiera intentaría discutir.- ¡Me va de madre! ¿Entonces la chamaquita y yo nos vamos hasta allá? Puede contar con nosotros Capitán. -Miró a Selene, si estaba allí era que iba de buen gusto o simplemente no tenía otra opción y por lo tanto él tampoco podía decidir sobre ese asunto.- ¿Así que viajamos a la ciudad, hablamos con esa tal Aasiyah y averiguamos todo lo posible sobre el Santo Grial? Pan comido, Capitán, pan comido.
El padre Ramón imaginaba que había algo más y que no todo sería tan fácil, o al menos que el asunto era lo suficientemente importante para no mandar a dos chiquillos recién nacidos a hacer el trabajo.
-¿Así que de eso se trataba?-Dijo, incapaz de contenerse.
La voz de Selene le sonó extraña incluso a ella misma. Nueva, como si fuera la primera vez que hablaba. Cosa que obviamente, era imposible teniendo en cuenta el tiempo que la "joven" llevaba en pie sobre este mundo.
-El santo grial-Decía para si misma.-No tiene sentido. El santo grial no es mas que una copa de la que se supone "alguien" bebió una vez. Aunque fuera cierto y toda la historia sobre Jesús y sus mesías hubiera ocurrido (Desde luego, la cainita tiene que admitir que ha visto cosas mas extrañas.) ¿Para que nos sirve a nosotros el gríal? Debe de ser una figura retórica, algo tengo que estar malinterpretando. Al fin y al cabo... si nos han llamado, sea lo que sea, es importante. No es normal que los cainitas se muevan sin motivo... y menos este.-Pensó, mientras por su mente, como en una película, pasaban todos los retazos de información que ella poseía sobre el capitán.
-Sin embargo...-Ronroneó una voz distinta en su cabeza.-Hay mas gente implicada... no somos los únicos que lo buscan.-Una sonrisa intentó dibujarse en su rostro.-Y eso significa...
Molesta con su anterior salida de tono, la aparentemente joven se recompuso brevemente, carraspeó y con un porte nuevo, mas adecuado para tratar con quien estaba tratando, preguntó.
-Parece interesante Capitán pero...-Esperó unos segundos estratégicos, dejando que la inflexión de su voz causara efecto.-Sería irresponsable lanzarnos de cabeza sin estar preparados... ¿Con que contamos? ¿Información sobre la tal Aasiyah? ¿Alojamiento en la ciudad? ¿Recursos económicos de algún tipo?...
Entonces calló. Calló y esperó, sabiendo que el peso de esos tres puntos, arrastraría consigo las respuestas. O por lo menos, algunas de ellas.
Entonces recordó que no se había presentado. Mala jugada, pero en un par de minutos, cuando el capitán se hubiera marchado podría presentarse al sacerdote en un registro mas amigable. Ojalá ese pequeño error diplomático no le cause inconvenientes.
Selene rompió el silencio y parecía que sabía tanto como el padre Ramón: nada. Pero enseguida dio muestras de porqué la había recomendado el arzobispo, parecía una vampiro despierta e inteligente, eso le gustaba, él siempre había sido más directo y no estaba de más una compañía que pusiera un poco de cabeza.
-Selene tiene razón Capitán, no nos vendría mal saber todo eso. ¿Viene aquí dentro? -Ramón levantó la carpeta con los documentos que tenía en la mano.- ¿Cuanto tiempo tenemos antes de partir? Me gustaría leer todo esto a conciencia antes de llegar allí.
El tema parecía interesante y quería saber exactamente lo que buscaban y todo lo que decían aquellas notas. Por un momento posicionó Alaska en un mapa mental.
-Alaska está arribita del todo mi Capitán, nos llevará un tiempito llegar. -Se giró hacia Selene.- ¿Que tal manejas? Seguro que mejor que yo.
El capitán pide de nuevo la carpeta y de entre los documentos saca un par de sobres para cada uno, tanto para Selene como para el Padre Ramón.
- La tal Aasiyah ha logrado arreglar todos los detalles con respecto a su viaje, deben viajar a Seattle en un avión privado, una vez ahí, deberán de ir hasta el hangar Z del aeropuerto también privado…entréguenle esos sobres a los pilotos y ellos se encargarán del resto…con respecto al dinero y lo demás, deberán unirse a una manada una vez llegados en ese lugar o quizá harán la Vaulderie antes de subir al avión…no lo sé, son órdenes del Arzobispo y me temo que no puedo brindarles más ayuda, si quieren ahora les puedo acercar hasta el aeropuerto ya que deberían de llegar a Seattle dentro de 6 horas, con el vuelo que son 5 horas, estamos a tiempo aun…así que, es mejor ponernos en marcha –
Dicho esto, se encamina hacia su viejo patrullero esperando que ambos lo sigan y una vez en el auto, pone en marcha el motor y cuando se disponía a salir del estacionamiento dice:
- Más vale que nada de lo que se dijo sobre esta reunión se repita, si les preguntan, ustedes son recomendados del arzobispo para unirse a una nueva manada que servirá de reconocimiento de terreno de Alaska, nada más, nada menos… - su tono era serio en exceso y su mirada tan tajante como sus ganas de aclarar las cosas –
Una vez terminada la reunión, se puso en marcha hasta el aeropuerto donde despegaría el avión hacia Seattle.
El capitán uso su influencia de policía para que ustedes eviten todo tipo de control y chequeo, era bien sabido de que existían agencias que se dedicaban a la investigación y caza de criaturas sobrenaturales, incluso la Sociedad de Leopoldo o la Tecnocracia contaban con miles de tentáculos en cada rincón del planeta, por lo que ambos suben al avión desde un sector especial para los pilotos.
El viaje fue cómodo y tranquilo, tal como dijo el capitán llegaron hasta el aeropuerto privado, donde no existía seguridad mínima visible, aunque claro…pobre de aquel infeliz que quiera entrar a husmear en los dominios del Sabbat.
Había varios hangares, todos vacíos excepto el hangar Z, en el mismo reposaba un lujoso jet privado listo para ser abordado.
Los pilotos eran dos hombres jóvenes, no parecían cainitas ni ghoules, quizá eran simples hombres que aceptaron transportar a un grupo de personas desde Seattle hasta el otro lado del Mundo a cambio de una suma exorbitante de dinero.
Ambos muchachos los miran fijamente y preparados para cualquier situación los saluda.
- Buenas noches, sus boletos por favor – obviamente hablaba del sobre con la carta, papel que solamente contaba con la letra F en el centro, una vez facilitado ambos documentos, el muchacho pasa a devolver cada uno de los sobres y vuelven a fumar esperando a más gente, al parecer, eran los primeros en aquella extraña medianoche despejada.
El padre Ramón torció el gesto, no le gustaba la idea de viajar en avión, prefería el tren para las distancias largas o quizás el autobús, pero sabía que tendría que hacerlo.
-Que suerte que nos ganamos unos boletos de avión, que buena onda.
A parecer cruzarían medio continente en unas horas, estaba claro que alguien tenía mucha prisa con este asunto. Por otro lado estaba el asunto de unirse a una manada, aquello era otro cantar, no porque no estuviera dispuesto si no porque debían formar un vínculo con unos compañeros a los que deberían ocultar el verdadero motivo de su presencia allí.
-Eso no está bueno Capitán, pero acataremos las órdenes. No comentaremos nada de esto a la manada para hacer reconocimiento en Alaska no más. -Miraba al Capitán pero también intercambiaba miradas con Selene a ver que opinaba ella.- ¿Que pasaría si alguien lo descubre? ¿Hasta donde debemos llegar para proteger el secreto?
No tenían mucho más que hablar, al menos con el Capitán y sabía que no era un hombre de muchas palabras, aquella noche era simplemente una ocasión especial. Gracias a su presencia pudieron llegar al aeropuerto sin contratiempos y coger el primer avión que les llevaría a Seattle donde se reunirían con el resto. No hablaron a penas durante el vuelo, a decir verdad a Ramón no le apetecía mucho, pero cuando llegaron al último avión y entregaron sus billetes, al comprobar que aún no había nadie más quiso decir algo.
-Menudo viajecito nos espera chamaca. ¿Como lo ves? Parece que estará cañón.
Por fortuna ambos parecían vampiros experimentados y eso siempre ayudaba, pero las cosas estarían difíciles.
Motivo: No se
Tirada: 1d10
Resultado: 4
Selene intentaba contener su sonrisa.
- Más vale que nada de lo que se dijo sobre esta reunión se repita, si les preguntan, ustedes son recomendados del arzobispo para unirse a una nueva manada que servirá de reconocimiento de terreno de Alaska, nada más, nada menos…
Tenían que viajar hasta Alaska, seguramente tendrían que realizar la Vaulderie, se unirían a otros cainitas por el vinculo de sangre, el sustento del Sabbat... Y lo harían mintiendo.
En toda su vida ( o mejor dicho, no-vida) Selene nunca había vivido algo similar, parecía sobrecargada, chispeante. Viajar a Seattle...
El trayecto fue rápido, prácticamente fugaz... O al menos, a ella se lo pareció puesto que en visto y no visto, se hallaba frente en el hangar Z. Dos hombres (Selene presupuso que serían los pilotos) les pidieron los billetes.
Ahora se encontraba en el avión junto a aquel hombre, el padre Ramón.
-Menudo viajecito nos espera chamaca. ¿Como lo ves? Parece que estará cañón.
Aquel hombre no podía estar mas acertado-
-Sin duda.-Afirmó ella con una sonrisa.-Por cierto, antes no me he presentado y no puedo dejar mi etiqueta descuidada tanto tiempo.-La sonrisa de su boca pareció, de algún modo extraño, asentir y aportar peso a la frase.- Mi nombre es Selene, encantada.
Motivo: El d10 que has pedido
Dificultad: 6
Tirada (1 dados): 1
Éxitos: -1 Pifia
Si el post parece rudo y escrito a prisa... lo siento. No se por que pero la cabeza me duele como si la hubiera metido dentro de una campana cuando repica misa.
El Padre Ramón hizo un gesto como quitando importancia al asunto, aunque agradecía la intención de Selene.
-El Capitán impone demasiado ¿Verdad? Hacía mucho que no lo escuchaba hablar tantito seguido, esto debe ser importante, así que apriétate los machos, vamos a dar lo mejorsito, ¿Verdad, chamaquita? O señorita Selene, como prefieras. ¿Has estado alguna vez en Alaska?
Suponía que la respuesta era no. ¿Quien en su sano juicio iba a querer ir a un sitio tan inhóspito? Por fortuna los vampiros tenían mucha resistencia al frío y el clima no sería un gran problema, le preocupaba más la misión paralela a la oficial que tendrían que hacer a espaldas del resto.
No se si responder dado que está a la vez desarrollandose la otra escena... ¿Que dices Máster? ¿Plegamos el espacio-tiempo?
Es Sandbox o intento de Sandbox, asi que adelante, pueden rolear aca su conversación e incluso tu repentina sed que te hara luego caer en el frenesi
Al no ver mas actividad, paso a cerrar escena.