Partida Rol por web

La noche era oscura y llena de secretos, vacía pero llena de sombras a la vez, estabas recostada en tu incomoda cama, dando vueltas, dejándote llevar por el tren de las ideas, no sabías a donde ir, no sabías que hacer, sentiste que la soledad era algo realmente pesado lo que te extrañaba en gran manera ya que nunca te consideraste algo demasiado social o de sentir la necesidad de estar junto a alguien, lo que te incomodaba, sabias que había gente que hablaba a tus espaldas al caminar por la calle y eso ya no te molestaba.

- Así es – oíste en medio de la oscuridad, sentiste como tus músculos no respondieron por un segundo ante tal susto, miraste al vacío, pudiste observar dos ojos realmente brillantes y eléctricos –

- Buenas noches Alexis – los ojos se hicieron figura, la figura se hizo mujer y esta a su vez se sento sobre una silla no muy lejana a ti – perdón por irrumpir de tal manera en tus aposentos, me presento, soy Aasiyah – se saca el velo que le tapaba casi todo el rostro, sonríe, sus dientes blancos junto a sus ojos extrañamente brillantes te hipnotizaron y sentiste rápidamente como esa belleza penetraba en ti hasta despertar tus instintos más básicos sin importar que seas una mujer como ella -

La muerte me aislaba. Antes había sido una parte de aprendizaje, ahora había conseguido lo que quería... la muerte de mi hermano. ¿Y qué me quedaba después? Ver como mis nuevos mentores morían a manos de su sire. ¿Es que el círculo no podía cerrarse? Ansiaba matar a esa criatura, porque al menos, le daba sentido a mi vida. Me había sobrepuesto a mi jhor, pero todavía quedaban pequeñas marcas. A la gente la inquietaba, y aunque podía intentar ser agradable, al final, el efecto me hacía difícil relacionarme con la gente normal abiertamente. ellos no podían comprender lo que era ser un eutanatos. Ni ellos ni yo teníamos ganas de conocernos mutuamente. y ahora sin nadie ... Si fuese más débil habrá llorado, pero había aprendido a ser de piedra, salvo que socialmente se demandase, aunque una puede seguir llorando por dentro.

Una presencia se apareció frente a mi. Al inicio pensé en defenderme. Visualicé el símbolo de sangre que había grabado en aquel garaje. Podía huir en cualquier momento. Y al momento, se desvaneció. La mujer que se hallaba ante mi era hipnótica y elegante. Algo en mi cabeza me prevenía contra ella, mi instinto de supervivencia, pero aquellos, ojos, como en un momento los de mi hermano, cautivaban mi alma, aunque de una manera distinta. Saboree su voz, su nombre... Lo había oído antes, en boca de mis maestros en alguna ocasión. 

- Oh, encantada. Yo ... he oído tu nombre antes, aunque no sé de qué. ¿Quieres tomar algo? Se que es entrada la noche, pero un poco de café no sienta mal nunca.- Ojala dijese que si. La sexualidad era algo que había experimentado poco, y era todo más dificil dado que aunque los varones eran atractivos, en cierta forma me recordaban a mi hermano, todos con ese mismo toque. Algún día debería de convertirme en uno y cual cultista del extasis probar a estar con una mujer. Porque si ya me sería difícil encontrar a un varón que no se sintiese incómodo con mi jhor, más a una. A ver, no quería decir que no pudiese ligar, lo había hecho en ocasiones, pero quería una relación natural, en la que no tuviese que esforzarme todo el rato por disimular el aura que hacía que me ignorasen. Y a aquella mujer quería conocerla más, quizás respondiese a mis expectativas ... o quizás no, como solía ocurrir, pero con la conversación lo sabría.

- No me sorprendería que hayas escuchado de mí, porque yo si que he escuchado de ti – dijo mientras sonreía y se sentaba en una silla no muy lejos a ti – me encantaría el café – los dientes a pesar de brillantes, eran opacados por aquellos ojos eléctricos que no se despegaban de ti –

Preparas un aromático café mientras la habitación se inundaba de silencio, un silencio apenas interrumpido por el traqueteo de las cucharas y de la porcelana, del azúcar y del café hirviendo.

Le sirves en una pequeña taza y esta pasa a endulzarla a su gusto, con apenas un cubito de este dulce cristal. Sorbe con elegancia un poco y sin dejar la sonrisa de lado continua.

- Muchas gracias, esta exquisito…aunque la verdad, no he venido solo por tomar este café, como ya habrás sospechado…en verdad lamento haber entrado así, sin aviso y sin que nos hayamos conocido antes, pero ya ves cómo es nuestro mundo, al menos al que nosotros pertenecemos…si, me refiero a ti y a mí, mi querida Alexis, se lo que eres y se algo de tu pasado, mas no sé nada de tu futuro y es ahí donde me gustaría inmiscuir un poco – se mantiene callada por un tiempo, y luego de tragar otro sorbo te dice – ¿has oído hablar del Tal´mahe´Ra? –

Me entretengo a hacer ese café. Normalmente con una extraña no lo haría, pero su sonrisa me resulta deliciosa. Mientras el silencio nos envolvía, iba pensando en quien era ella. Creía recordar que había sido compañera de mi maestra Dalia. Me detengo en seco al oír ls palabra Tal´mahe´Ra. Dalia había pertenecido a esa rama de los eutanatos, mientras que mi otro maestro, Christopher, como buen caballero de Radamantis, la detestaba.

- Es una palabra turbadora, en cierta forma. Uno de mi maestros hablaba con ascos de esa secta, pero mi otra maestra recordaba su estancia en ella con cierto cariño, por mucho que tenga su parte oscura. Dalia me enseño las bases del culto de Enoch. Creo que me preparaba para entrar, decía que tenía algo preparado para mi... algo que Christopher nunca aprobaría. me imagino que se hubiesen enfrentado llegado el momento, pero ahora ambos están muertos.  ¿Quieres algo más?- le sonreí.

Nombras a Cristopher y a Delia, la mujer resopla levemente al oír ese nombre.

- Perder a Delia fue algo muy duro de procesar, pero no me imagino lo que pasaste tu ante esa situación, es lo malo de andar por la sombra bajo la que estamos, olvidamos fácilmente lo simple que puede llegar a ser la vida y lo dolorosa que puede ser la muerte, vivimos fascinándonos ante los secretos que revelamos y vamos bajando cada vez más rápido por una montaña cuyo sol hace tiempo dejo de brillar en su falda…sin embargo, ahí estamos, bajando y bajando aún más, como si de una bola de nieve se tratara, bola que no mide sentimientos, recuerdos ni humanidad con tal de seguir sabiendo – su tono de voz era triste y sus ojos se habían fijado en la nada, como si varios sellos mentales se habían abierto juntos –

El silencio nuevamente inundo la habitación y esta vez no parecía que se iría hasta que tu hables.

El golpe de recordarlo me estremece. Recuerdo los gritos, al horrible trampa que tendió sobre la cabala aquel desagradecido de Ryan. Me salvaron ellos... pero no he podido encontrarle, sus protecciones desvían mi magia de correspondencia. Apreto las manos un momento, en señal de rabia.

- Fue mi culpa. Yo ... ajuste unas cuentas pendientes con un vampiro, y su sire no se lo tomó muy bien. Creo que de todos los que estábamos en el santuario cuando me atacó sólo yo sobrevivi a su venganza. Jo, llevo unos meses desde aquello. Me impulso cada mañana a incorporarme, pero el hueco que llenaba la magia ha desaparecido, ya no tengo maestros ni contactos. es la ley de vida, los eutanatos lo sabemos, pero eso no evita que sea una losa.

Te mira, vuelve a sonreír risueña y recupera la compostura.

- Perdona, es mejor no escarbar en los dolores del pasado, ven, siéntate cerca de mí para beber este aromático café –

Espera a que te sientes y luego continua.

- Bueno Alex… ¿no te molesta que te llame así no? – calla y espera tu aprobación – nos toca hablar sobre lo que he venido… – sorbe un poco del café y continua - …­sabes que me han mandado para buscar a gente como tú para resolver una situación algo delicada, y una persona con tu experiencia con los cainitas nos puede venir muy bien; hace no mucho fue fundada una ciudad al norte de Alaska, muy cerca a Rusia, por un en ese entonces joven multimillonario proveniente de Irlanda…lo certero es que nos han llegado reportes de un nodo de gran poder resguardado por una príncipe Tremere de la Camarilla, la misma príncipe que ha permitido que los garous se hagan con otro nodo no muy lejano de la ciudad… - vuelve a sorber un poco más de café - …todo esto molesta de sobremanera a nuestro Del´roh y como no hay miebros del Sabbat en la ciudad, nos gustaría que tu junto a una pequeña manada sabbatista, vayan a ese lugar para que puedan hacerse con el nodo y para recopilar información del lugar antes de que la tecnocracia haga lo suyo –

Termina su café y coloca la taza sobre una mesita no muy lejana a ella mientras aguardaba tu respuesta.

Escucho la propuesta, mientras sobro un poco del caliente bebedizo yo también. No es tan bueno como la sangre, pero ...

-El Sabbat, ¿eh? Es un tema peliagudo. Entiéndeme, no se caracterizan por ser lo más civilizado del mundo. Desde que limpiaron mi alma, tengo que tener más cuidado con lo que hago, mi jhor podría cobrárselo con mi alma, y dudo que puedan salvarme esta vez si me consume demasiado, todavía tengo cicatrices en mi patrón. ¿Cuál es tu oferta? Antes de que la expongas, tengo varias condiciones. La primera es que sólo mataré o heriré a los mortales que crea conveniente, es una manera de asegurarme que tras todo esto el jhor no me posee. Con los vampiros no tengo problema, en principio. La segunda es que quiero un suministro de vitae limpia. A diferencia de otros magos, yo la uso para mis conjuros, a veces dársela a las víctimas e sinteresante, de forma que quiero una libre de impurezas. La fuente mientras sea así me da igual- realmente no era cierto del todo, podía usarla, pero el regustillo de la sangre era muy agradable.. Tercero, obviamente quiero acceso a ese nodo. Ahora la pregunta es: ¿que me puedes ofrecer a mi, Aasi?- miro a esos ojos hpnóticos, perfectos. Sin embargo, tengo mis prioridades, no cederé sin nada a cambio.... Una voz resuena en mi cabeza. Se mía, dice.

Sonríe, pero esta vez no se trataba de una mueca amable, mucho menos risueña, se trataba de una sonrisa de satisfacción, como si había logrado un objetivo.

- Considera cada uno de tus pedidos por hecho…te hemos conseguido un puesto en el Santa Mónica Hospital, se trata de un edificio de salubridad ubicado en el centro mismo de la ciudad y si querida…el Sabbat es cosa peliaguda, pero créeme, no se comparan con nada de lo que no hayas visto ya – busca entre su bolsillo una sobre que contenía una carta con una simple letra, “F” – ve al aeropuerto, busca el hangar Z, ahí te aguardara un jet privado, presenta esta carta y podrás tomar el vuelo, yo estaré ahí, pero ya sabes cómo pueden llegar a ser los de la Espada de Caín, quizá quieren ser demasiado monstruosos para los de la Camarilla, pero al final y al cabo, no son nada más que cainitas –

Se levanta, te deja la taza y dispone a marcharse de tu departamento, no sin antes acercarse y darte un beso, uno que hizo explotar cada uno de tus sentidos y emociones.

- Cuídate – termino y salió caminando por el pasillo, hasta desaparecer por completo en la penumbra oscura de la noche -

Esa mujer no parece haber comprendido... que esperaba algo más. Aquellos son sólo los requisitos mínimos, necesitaba algún aliciente más. Pero antes de que pueda decir nada más, desaparece ¿Debería de seguirla? No, más no puedo evitar querer saber de ella, sentirla un poco más. Y sin embargo, aquel beso ... Odio no tener acceso a mente, eso podría hacerme saber si había usado magia conmigo,porque había sido tan adictivo como la sangre.

Ojeo la carta, mientras preparo mis cosas. Por si acaso, dejo un papel con un rosellón hecho con mi sangre, escondido en la habitación, por si tuviese que volver. A continuación cojo una aguja, y sin mediar palabra, me extraigo un poco de sangre. Duele. Coloco la carta encima del espejo del baño, y derramo mi sangre estraída sobre el mismo, procurando que la sangre no toque la carta, mientras empiezo recitar un cántico.

Notas que el hangar no se encontraba lejos de ahí, eran imágenes distorsionadas pero entendibles de igual manera.

No había mucha gente, solo un par de hombres que parecían los pilotos quienes estaban fumando relajadamente.

Tampoco había indicio alguno de emboscadas o posibles ratoneras, simplemente un hangar con un avión listo para despegar.

Deseas terminar de ver, cuando de pronto notas la presencia de dos personas más, un hombre con un ¿Traje de Sacerdote? Y una joven muchacha.

Ambos llegan y saludan a los pilotos, subiendo luego al avión.

La magia se desvanece. ¿Un sacerdote? Mi mente se imagina varias posibilidades, pero podía ser desde un corista a ario tipos de vampiro. Ese lugar no está lejos de aquí. Podría usar correspondencia, pero no podría transportar el equipaje, y es mejor no abusar de la magia vulgar. Me lleva tiempo organizarlo todo. No tengo tantas cosas, este es un piso de alquiler, y llevo unos meses vagabundeando.

Estoy haciendo una locura, lo sé, pero ... no tengo muchos motivos para quedarme aquí tampoco. Y realmente en un instante puedo ponerme a salvo ... aunque no creo que sea fácil huir de esa mujer, sólo espero que no sea un súcubo. mis pasos se dirigen a la puerta. Tengo una pequeña navaja en el bolsillo del abrigo, a la que me aferro con fuerza. Nunca viene mal un arma que pueda ser un foco.