Aleph se mantuvo en el aire, observando a la criatura durante unos segundos. Luego comenzó a hablar
Yo te devuelvo a la corriente de almas, gran espíritu. Ruego perdones y comprendas nuestros actos, pues solo fueron realizados para preservar la vida
Levantó el Ram Dao sobre su cabeza, como si de una ceremonia se tratase, y luego volvió a hablar
Jules, Damien. Por favor, abandonad el lugar. Puede que aún no haya terminado todo
Aleph sabía de lo que hablaba. Había oído historias de espíritus que se inmolaban al morir, y de criaturas que aún al borde de la muerte lograban realizar un último y devastador ataque
Cerró los ojos, mientras intentaba conectar con la conciencia del monstruo, murmurando una apenas audible disculpa. Esa gloriosa bestia había sido llevada allí en contra de su voluntad, probablemente, y se había limitado a defenderse al verse amenazada. Ella no tenía la culpa de nada de lo ocurrido, y su muerte, en parte, no era justa. Pero no podía permanecer allí, o la ciudad estaría en peligro ¿Habían obrado correctamente? Quizás no. Simplemente, habían tenido que hacerlo
Pensó en esperar a que Jules, Damien, y el resto salieran de la iglesia. Pero el sufrimiento de la criatura fue más fuerte, y, no pudiendo aguantar más el cargo de conciencia, descargó su espada sobre la cabeza de la invocación, sesgando su vida
Duerme, hermano
YO... SOY... SANDOR
GUARDIÁN... DEL... AGUA
VUELVO... A... MI... SEÑOR
VUELVO... A... JOROSH
Aleph separó del tronco la cabeza del elemental, que cayó al suelo en una cascada de sangre y agua, espuma del mar que olía a sal y agua de los ríos, que olía a vida. Salieron de él también peces y algas, moluscos, crustáceos y hasta cefalópodos. Como si fuese una pecera de tamaño colosal, su contenido se desparramó en el suelo de la iglesia.
Rápidamente, su cuerpo se convirtió en vapor que a su vez se transformó en luces brillantes y pequeñas que flotaron hasta introducirse en el cuerpo de Elisabeth, ahora visible de nuevo al igual que el mismo Aleph y la creadora del conjuro, Celeste. La espalda brilló con un intrincado diseño en azul para luego volver a su color blanco original.
Jules se acercó hasta ella conjeando y la tomó por la cintura. La sangre de su frente goteó en la cara de Elisabeth, que aún permanecía inconsciente. El burgués dejó caer la espada a un lado y trató de colocarle el vestido con una sola mano, dado que la otra estaba inservible por la fractura del radio.
Las puertas se abrieron al tiempo que irrumpían los guardias de Jules. Sin entender nada, ayudaron a su patrón a levantarse y los acompañaron de vuelta a la mansión. Había mucho que preguntarse y explicar, pero no sería ahora...
Ahora estaban todos demasiado cansados.
Experiencia: 40 px a todos por haber acabado con el elemental.
25 px extras por tu interpretación, a descontarles lo que debas por ser Jayán.
25 px por tu interpretación, a descontarles los que debas por ser Sylvain.
10 px más por tu interpretación.