Este mensaje se autodestruirá tan pronto escribáis el primer post.
2 años antes. Celeste pierde las ganas de vivir.
El día de ayer había sido realmente duro, peleándose con aquellos productos químicos y casi cayendo desmayada por la intensidad de los vapores que esas reacciones liberaban. Además, mientras el tiempo corría, necesario para que todas sus pruebas hicieran el efecto deseado realizaba cálculos estadísticos, matemáticos y comprobaciones de los modelos teóricos que conseguía demostrar en el laboratorio. Sus investigaciones tenían fama. Era una científica brillante, y sus aportes a la ciencia habían sido relevantes en el último año.
Pero el aporte que realmente le importaba, era el que nunca haría. Su interés oculto, su investigación más importante, aún inconclusa. La mayor de sus obras. Era tal, que si conseguía sacar algo en claro, podría cambiar el destino del mundo y de la humanidad, igualando el presente al pasado y catapultándolo al futuro. Los antiguos secretos contados en leyendas podrían hacerse realidad, y todo residía en conocer mejor aquella sustancia... el metal negro. Nunca había tenido una pieza en sus manos, pues eso sería mucho más de lo que la chica habría imaginado para su propia experiencia.
Pero en algunos libros olvidados, en rincones perdidos de bibliotecas enormes, cubiertos de polvo y con las páginas raídas, se encontraban claves para su entendimiento. Claves para saber qué es lo que son esos artefactos, y para qué sirven. Nunca datos concretos, siempre es tratar de capturar el humo, tan volátil y disperso que desaparece de tu vista antes de conseguir nada, pero no es imposible. Hay métodos, oscuros y complicados de encontrar para reconocerlo, para usarlo y conocer lo que oculta. Y esa, precisamente esa, era la intención de Celeste. Quería conocer todos los entresijos de esa aleación, quería descubrir que se ocultaba en dichas monedas, esos objetos de leyenda.
Esas 30 monedas eran su única vida, las demás investigaciones las hacía para contentar a sus inversores, los que financiaban sus investigaciones. Por supuesto, el dinero que pagaban no iba íntegro a lo que ellos pensaban, gran parte era desviado a sus propios fines. Celeste no era una niña buena, y los demás parecían no saberlo, pues los resultados que conseguía seguían siendo útiles y en plazo.
Pero, el día anterior había sido especial. Había llegado a algo... bueno... realmente aún no, estaba a punto de encontrarse con el resultado del experimento. Estaba segura que lo que obtuviera aquella mañana sería totalmente determinante para su investigación. Era ahora o nunca... si ahora no lo conseguía significaba que algo habría hecho mal y tendría que empezar de cero... pero esa opción no estaba contemplada, sus cálculos eran perfectos y su precisión con los experimentos extrema. No había posibilidad para ningún error. En breve conocería más sobre aquel material que cualquier persona normal. En breve podría hacerse rica revelando los descubrimientos encontrados. En breve podría demostrar al mundo como una simple niña bastarda, repudiada por su padre había llegado a lo más alto. En breve, cambiaría su destino. No había vuelta atrás, sería el mejor momento de su vida, sería mágico.
Entró en el edificio donde su laboratorio esperaba, en la última planta. Casi todo la edificación era para ella, el dinero obtenido de sus investigaciones había sido copioso, y había conseguido una lujosa casa de varios pisos en un barrio de Arkángel. Su laboratorio se encontraba en la planta más elevada, todo lo cerca del cielo que podía.
Pero... en ese momento su corazón dió un vuelco. Sus ojos le revelaron como su casa había sido saqueada, los papeles por el suelo delataban un registro rápido, en busca de algo. Muebles rotos, estanterías por el suelo, sillones rajados, puertas derruidas. Al que había entrado no le importaba la discrección, ni tenía un objetivo claro, al parecer. Pero, como ya he dicho... era al parecer. Las joyas permanecían en su sitio... todo el dinero que podía encontrar en cajones o bolsas permanecía intacto, como si el ladrón no buscara dinero. Y eso era realmente preocupante ¿Qué es lo que querría ese sucio rat...?
¡NO!
No podía ser. Tirando a un lado todos los objetos que se encontraba en su camino subió las escaleras de su casa, hasta el piso más alto. Aunque no reparó en demasía en ello todas las habitaciones se encontraban en el mismo estado que el piso inferior. Revueltas y desordenadas, en busca de algo indeterminado todavía. Una idea se estaba formando en la mente de Celeste, y no creía que pudiera haber pasado. Sólo ella sabía lo que estaba haciendo... nadie más tenía que tener esa información... nadie.
Agarró el pomo de la puerta de su laboratorio con miedo. Su corazón iba a saltar del pecho... era imposible... totalmente imposible. Se dispuso a sacar la llave para entrar, pero no tuvo que usarla. Pues la puerta ya estaba abierta. Mala señal. Entornó la puerta lentamente... muy lentamente, rezando para sus adentros que no hubiera ocurrido nada. Cerró los ojos, pues no quería contemplar lo que allí hubiera ocurrido. Tenía miedo, estaba insegura, estaba asustada... abrió los ojos temerosa...
Destrucción.
Destrucción es todo lo que vio Celeste al abrir sus ojos en el laboratorio. Todos sus instrumentos por el suelo, hechos añicos... aunque eso no era un gran problema... pues podría vovlerlos a rehacer con su magia... había retrasado enormemente su investigación, y tardaría meses en volver a estar al punto en el que había llegado... los experimentos habían sido mancillados hasta un punto irrecuperable. Celeste cayó al suelo de rodillas, absorta. Ni siquiera acertó a gritar ni a emitir ninguna clase de sonido... la angustia la embargó, y no pudo más que tirarse al suelo, entre toda esa masacre de conociemientos. Pero lo peor no había terminado...
Tras varios minutos en el suelo mirando al techo sin nada más que hacer, Celeste reparó en sus investigaciones anteriores en la remota posibilidad de que el "ladrón" supiera lo que estaba realizando y hubiera venido a por eso. Se levantó lentamente y se acercó a la estantería. Allí, extrajo uno de los libros más pesados y, revelando un compartimento secreto tras de él, comprobó su interior...
nada. No había nada.
La única razón por la que la chica investigaba, las bases de su investigación durante años, y el único pie desde el que podría tratar de recostruir todo lo que había sido roto ese día había sido robado. Lo único que daba sentido a su vida en aquel momento había volado, había desaparecido de sus manos en el momento justo en el que todo iba a cambiar. Eso no era justo, ¿Quién había sido? ¿Por qué lo había hecho?
La verdad es que esas preguntas no tenían contestación para Celeste, ni tampoco se merecían ser contestadas. Todo su gozo, su alegría, sus ganas de continuar y de ver un nuevo amanecer habían desaparecido, al igual que los datos de su investigación. Ya no quedaba nada en su alma, estaba totalmente vacía... era una carcasa sin relleno, un cuerpo en el cual el alma intentaba escapar y el peso de la carne se lo impedía. Celeste hubiera enloquecido ese día, si no hubiera sido porque su mente provilegiada se lo impedía. No podía volverse loca, siempre volvería a recuperar la cordura, ella es la que manipulaba las mentes, había adquirido inmunidad contra esa clase de cosas.
Por eso, la idea que pasó por la cabeza en ese momento fue la de acabar con su vida. Si su mente no le permitía volverse loca, haría que dejara de ser una carga para ella... liberaría a su mente... a su yo inmortal para que viajara sola, ya no necesitaría esa carne, ese cuerpo que lo único que hacía era estorbar.
Adiós Arkángel. Adiós Oro negro. Adiós madre.
Adiós Aleph.
Celeste cogió uno de los restos de uno de sus matraces, una pieza de cristal afilado y vagó por las calles, con la mirada perdida. Nadie le preguntaba donde iba, y tampoco quería decirlo. Se limitó a caminar en línea recta, hacia la salida más cercana de la ciudad. No tenía prisa, tenía todo el tiempo del mundo para llegar a su destino. Al fin y al cabo, éste no era otro que la eternidad, la nada, el vacío. Seguro que no le importaba que llegara unos minutos más tarde.
De todas formas, lo que faltaba por llegar era su cuerpo. Su mente ya había volado hacía un rato, y solo un resquicio de voluntad quedaba en el interior de la mujer. Aunque esa pequeña fracción de mente es la que le guiaba hacia el exterior, evitando que cayera desmayada en medio de las calles de la capital. Como un fantasma, Celeste caminaba hacia la salida, había adquirido incluso la palidez de éstos... aunque poseía ya la rigidez de un muerto. Sus movimientos, pausados la acercaban cada vez más a su destino final.
Poco a poco, llegó a las afueras de la cuidad, aún con la pieza de cristal entre sus manos. Aún tenía fuerzas para caminar más. La verdad es que la chica tenía una resistencia excepcional, y no se cansaba tan facilmente como un humano. Esa era una característica de su alma imortal. Este hecho, hacía que la mujer siguiera andando, mucho más tarde de haber salido de Arkángel. Es probable que alguien la siguiera la verdad es que no le importaba. Si la seguía hasta su destino final, vería como la chica dejaría este mundo en primer plano, desde una posición preferente. Puede que incluso fuera noticia para los que permanecerían viviendo en el mundo...
Poco a poco, su cuerpo fue llegando al agotamiento. Tras horas y horas caminando, hasta las almas perdidas pueden llegar a la extenuación. Y allí, en el claro de un bosque, arropada por un grupo de árboles, dejó descansar su cuerpo.
Primero se arrodilló, para acabar tumbada en el suelo. Una vez en esa posición, miró al cielo. Ya era casi de noche. Había pasado todo el día caminando y se había alejado de la ciudad lo suficiente para que su muerte fuera algo secundario... algo en lo que nadie repararía.
El cielo le devolvió la mirada, la verdad es que era un buen momento... aquel día estaba llegando a su fin y el astro rey trataba de ocultarse, así como su vida iba a acabar en breve y ese pequeño momento de paz era su despedida del mundo. Sus grandes ojos marrones se quedaron fijos mirando el cielo. Aquel lugar era un sitio precioso, que pena que nadie lo viera, iba a dejar un bonito cadáver, en un lugar bucólico. Una lágrima empezó a surgir de su ojo derecho... y tras ella, varias más. Eran sus últimos minutos con vida, y aunque era su decisión, eso no hace que no estuviera triste. No había llorado cuando había visto su laboratorio destruido, ni todo su saber arrancado. No había sido capaz... ahora, en la paz que ese lugar le proporcionaba su alma podría purgarse de esa angustia antes de iniciar el viaje hacia el más allá.
Grupos de animalillos, llamados por algún extraño instinto parecían arremolinarse esperando ver la muerte de la chica. Aves observaban el momento, con sus ojos clavados en Celeste... lobos la oteaban desde lejos, temerosos incluso ellos de acercarse al ser que allí yacía respirando su último aliento. Ardillas encaramadas a los troncos de los árboles parecían tener cara de asombro al contemplar el inevitable destino de la peliazul. Alguna incluso se acercaba para enjugar las lágrimas de la niña, parecía que todo el bosque cercano penaba por el destino de la chica.
Celeste apretó el cristal afilado con su mano derecha. Era el momento, no podía retrasarlo más, su alma ya estaba en paz, y todo el bosque permanecía en silencio esperando el inevitable desenlace. Su cuerpo sería, presumiblemente, devorado por los lobos en cuanto su vida expirase... y ese momento había llegado. Acercó su muñeca izquiera y la levantó por encima de su cabeza. En esa posición, su mano le tapaba la escasa luz que aún provenía del cielo... aunque ya sería la luna la que sería testigo de su muerte. El sol había cedido su puesto al astro nocturno, miedoso de ver la muerte de la joven.
Levantó la mano derecha armada con el afilado cristal, y sin vacilar, hundió el filo en su carne, haciendo un corte longitudinal en su antebrazo, dejando que su vitae comenzara a gotear sobre su rostro, y llenara todo su pelo de un color rojizo. Ninguna clase de sonido salió de su boca. Ya estaba acostumbrada a la tortura... así que ese pequeño corte no iba a ser algo especial. Era más profundo que los acostumbrados, pero simplemente estaba hecho en un lugar más mortal... y no recibiría ninguna clase de atención para sobrevivir. Esa era la hora...
La mano de Celeste, sin fuerzas por la pérdida de sangre, se precipitó sobre su cara, cayendo sobre sus ojos, mezclando sus lágrimas con sangre, las últimas lágrimas de Celeste, lágrimas de Sangre por su trabajo perdido... por sus ilusiones rotas... por sus deseos truncados... por su vida arrebatada.
Mientras la vitae se mezclaba con el líquido salado que surgía de los ojos de Celeste, su mente empezó a recordar, y comprobó que el tópico era real. Toda su vida pasó en diapositivas.
Se vió de pequeña, tratando de sobrevivir en las calles de la capital,
vio como su madre la abandonaba,
vio el tiempo en el que vivió como una mentirosa,
vio su primer acercamiento a la ciencia y como esta era mejor que ningún ser vivo,
vio como incluso caminando por el lado legal de la vida podía conseguir sus objetivos,
vio como aprendía a controlar sus habilidades mágicas,
vio como aquel hombre misterioso acababa con sus poderes y se la llevaba contra su voluntad,
vio como los días, las semanas, y los meses pasaban en aquella celda, alejada de cualquier signo de humanidad y siendo sometida a las peores torturas,
y vio también como un día, en el cual esperaba que también le llegara la muerte, un hombre apareció delante de ella, rescatándola de esa sensación,
vio a Aleph.
En ese momento la conciencia le abandonó, pero una expresión no esperada, producida por la última imagen de su mente apareció en su rostro. Celeste estaba...
sonriendo.
uFF... lo he tenido que subir con Goear, porque youtube no me deja algo tan largo, y el subidor de JMlagarto (el de la barrita verde) no deja archivos tan grandes... espero que haya quedado bien ^^
Te toca majo... te he dejado algunas alusiones por si las quieres utilizar, si no... pues omitelas, no tienes por qué ser tú:
Cita:
Cita:
Sus pasos eran como latidos de un corazón terroso y pesado. Sus cabellos, ondeando al viento, adormecían a la misma razón, que quedaba fascinada al contemplar la imagen del gigante atravesando aquel bosque silencioso y fronterizo. Las mismas ramas parecían inclinarse sobre él, y las fieras de la noche sumían sus amenazas a mudas miradas de respeto y paz contenida. Aleph caminaba por el bosque
Llevaba unos meses viajando, sin rumbo, sin objetivo. Atrás quedaban esos maravillosos días en las tierras del Imperio de la Luna. Atrás quedaban las tardes y tardes dedicadas a la meditación y a la contemplación, los campos de arroz, las llanuras soleadas y las montañas de la niebla. Atrás quedaba su maestro, hasta que volvieran a encontrarse de nuevo, quién sabía cuando. Pero se llevaba consigo la paz interior
Aleph había vivido mucho ya por aquel entonces. Había amado, y había perdido. Atrás quedaban Dalla, Yán zhǔ, Brannagh, y Lea. Algunos seguían vivos; Otros habían perecido hacía mucho, uniéndose de nuevo a la corriente vital. Aleph sabía que algún día volvería a reunirse con ellos, puede que tarde, o puede que temprano. Pero ahora simplemente viajaba. Por el mero placer de viajar, sin objetivo alguno excepto conocer
Esta vez, sus pasos le habían llevado a la capital del mundo. A la eterna llanura, al símbolo de la humanidad. Arkángel. Solo el nombre ya causaba respeto y admiración. Era la primera vez que el grandullón visitaba ese lugar, y, desde luego, su impresión fue, como poco, de sorpresa. Que el hombre pudiera construir algo así con sus propias manos era solo una muestra más del potencial que tenía para crear, para dar vida a las piedras y al terreno. La naturaleza se moldeaba, avanzaba, y se adaptaba al ser humano. La ciudad vivía, palpitaba. Respiraba
Había pasado dos semanas allí. Por suerte, parecía que los habitantes de Arkángel tenían arraigada cierta tolerancia hacia los extranjeros, e incluso había una ley que permitía la libertad religiosa. Y no es que Aleph fuera promulgando a los cuatro vientos sus creencias, pero su aspecto y ropajes si que eran llamativos. No en un lugar como aquel, donde miles de personas totalmente distintas se encontraban cara a cara todos los días, llevando sus vidas a cabo, amando, sintiendo... Viviendo, simplemente viviendo
Pero había llegado el momento de partir. No había contemplado aún todas las maravillas de la ciudad de ciudades, pero el viento ya soplaba en otra dirección. Y Aleph siempre había sabido cuando su alma le pedía volver al camino. Así que cogió su hatillo, y, como tantas otras veces, partió. Pero el destino le tenía reservado una sorpresa. Sorpresa que le esperaba cerca de la ciudad, en un bosquecillo apacible que sobrevivía en medio de la llanura como una pequeña muestra de rebeldía por parte de la madre, que se negaba a doblegarse ante el hombre. Aleph, obviamente, decidió tomar el camino que lo atravesaba, a pesar de que en realidad no hubiera ninguno
Y entonces la vio. Como un espejismo, un lejano recuerdo que, traspasando las barreras del sueño y la imaginación, se manifestara en el mundo de forma brusca e inexplicable. Aleph se quedó unos segundos en silencio, observando al bello ángel que se postraba junto al árbol más grueso de aquel apacible claro. La estampa le pareció poética, casi melancólica. Y entonces su corazón se encogió, justo en el mismo momento en el que el destello escarlata de la sangre fresca cruzaba el aire nocturno bajo la luz lunar
Quizás ella le vio. Juraría que sus ojos, ya casi cerrados, se habían posado en él antes de cerrarse, justo al mismo tiempo que se inclinaba sobre ella. El segundo mazazo llegó cuando la reconoció. Ella era esa chica que había poblado sus sueños y recuerdos durante tantos años. La joven que rescató, años atrás, de ese horrible lugar. Un nombre, una mirada de desconcierto, como si la mera idea de la libertad le aterrase o confundiese a partes iguales. Un rostro, precioso, y un alma. Un alma que Aleph sentía resonar con la suya, aún ahora, cuál piezas de un puzzle temblando por la impaciencia de verse unidas al fin. Celeste. El mismo nombre era como una melodía en los oídos del guerrero. Celeste, cubierta de sangre. Celeste, el ángel rojo
Sus músculos tardaron en reaccionar, más de lo que deberían haberlo hecho. Su boca fue a pronunciar una palabra, pero nada salió de ella. Imágenes de una celda oscura y mohosa regresaron a su mente, imágenes de llanto y dolor, de soledad y muerte apegadas a unas frías piedras desnudas, profundas e inextinguibles. Y un cuerpo, encogido en soledad, una frágil mente reducida al llanto y la desesperación por un mal anterior al propio hombre, anterior a la propia historia. Injusto, triste, pero tan real como la vida misma. Una chica que colapsaba tras la profunda carga que la vida había desatado sobre sus hombros. Y una rendición, tan silenciosa como mortal, una sentencia inapelable que se llevaba la vida de su dueña a través de la suave piel mutilada por un trozo de cristal fragmentado. Tan fragmentado como su propia mente
No. No iba a permitirlo
Recogió a Celeste en sus brazos, con cuidado y cariño, como si abrazase su objeto más preciado. Esa chica no sería un número más, no se convertiría en una historia perdida entre las brumas del olvido y la indiferencia, como tantas otras. Su corazón seguiría latiendo. Aleph lo supo. Desde ese mismo momento, tomó total consciencia sobre su nuevo objetivo, la razón que le guiaría a partir de entonces. Quizás hubiera nacido solo para ese cometido, y todo su pasado no fuera más que una preparación, una serie de circunstancias y eventos que apuntaran a ese momento. Como si la misma existencia se lo estuviera susurrando al oído, Aleph comprendió para que estaba allí, y qué es lo que debía hacer desde ese mismo momento
Lenvantándose, con la chica en brazos, apoyó la cabeza de la chica sobre su pecho, y luego bajó su rostro hacia ella, cerrando los ojos, mientras sus largos cabellos caían a su alrededor como ramas de un sauce llorón, ocultando la imagen para cualquier observador que pasara por allí. Y se concentró. No tardó en conectar con la corriente de almas, que en esta ocasión parecía más que dispuesta a comulgar con él, como si, de alguna manera, hubiera estado esperando ese momento. Las herida de Celeste se cerró, lentamente, mientras la sangre dejaba de manar hacia el exterior. Una luz tenue, blanca como la nieve, surgió del pecho de Aleph, e iluminó el rostro de la joven, que aún permanecía perdida en su propia inconsciencia
Su corazón iba retomando el ritmo. Incluso parecía que había recuperado algo de color. No, ella no moriría. Su mente podía haberse colapsado, pero su alma era fuerte. Aleph lo sabía. De alguna manera, lo sabía
Se la llevó consigo. Esa noche, veló a la joven mientras esta se recuperaba, ocultos en un claro algo resguardado de posibles asaltantes o depredadores nocturnos. Su respiración fue normalizándose, y su color volvió a un tono normal, saludable. Tras unas cuantas horas, los ojos del grandullón se cerraron, y su mente se dejó arrastrar por el cansancio acumulado de ese día. Su respiración no tardó en acompasarse a la de la chica
No soñó con nada. Simplemente, descansó
He estado a punto de poner algo así como "Ese día, Aleph estaba en el puticlub más cercano, ajeno a todo lo que ocurría... Fin" XD
Te dejo escribir por si quieres despertarte primero ;)
Se despertó cuando el sol ya se alzaba en el horizonte. Había dormido bien, pero la chica aún no había despertado, seguramente debido a su probable debilidad, secuela de lo cerca que había estado su cuerpo de rendirse al olvido. Durante unos segundos, permaneció en silencio, observando el lugar, recordando lo ocurrido. Luego se levantó, y, vigilando que los sueños de Celeste siguieran su curso natural, se permitió el lujo de dar un pequeño rodeo por las inmediaciones, siempre sin alejarse demasiado, para poder tenerla vigilada. Cuando volvió, llevaba unas cuantas frutas y bayas entre sus brazos, las cuales depositó sobre un tupido manto de hierba, a pocos metros de la chica
Se me han puesto los dientes largos XD
¿Seguimos con esto? Voy a postear que Aleph se despierta primero. Que ya te he dado tiempo de sobra, creo yo ;)
Pd: Se me ha ocurrido una idea. ¿Que te parece si decimos que esta segunda conexión entre Aleph y Celeste (Fruto de tus intentos frustrados de convertirte en maestro pokemon, intuyo) ha creado una especie de vínculo irrompible e involuntario (Iniciado en la pelea con Sandor, y reforzado ahora tras este combate) entre los dos que a nivel de reglas no hace nada (Ya sabes, justificándolo como un simple "Es magia"), pero que a nivel interpretativo supone que, cuando estén conectados por un hechizo potente, los recuerdos de uno se trasmiten al otro? No sé, de repente se me ha ocurrido que, durante la conexión, Celeste pudiera haber visto ese recuerdo de Aleph, y Aleph el de Celeste. Sería algo involuntario, propio de la contaminación mágica, pero podría darnos una buena excusa narrativa para que los dos pjs se conozcan mejor el uno al otro :)
Si a la máster le parece bien, como siempre ;)
Si aquello era la muerte, realmente no se estaba tan mal.
Aunque, esa sensación contradecía a todo lo que había pensado que habría detras. Según sus creencias, tras morir no había nada, absolutamente nada. No tenía sentido estar abriendo los ojos en ese lugar.
Inexplicablemente, se encontraba bien, pensaba que la muerte sería más dolorosa, un suceso mucho más traumático, pero, al parecer había muerto y estaba en... ¿el más allá? No lo sabía muy bien.
Poco a poco, su mente fue empezando a tomar de nuevo el control. Era capad de oler la hierva que le rodeaba, escuchar el sonido de los pájaros cantar cerca de ella, sentir la textura del suelo, y la brisa del aire. Sentía todo su alrededor como si estuviera viva, es más, todo era demasiado parecido a estar viva. Excepto... ese extraño concepto de paz que sentía ahora en su interior. No sabía por qué, pero una sonrisa brotó de sus labios, mientras miraba al cielo.
Estaba tranquila. Estaba en paz.
De pronto, empezó a escuchar los suaves pasos sobre el césped de una persona. Y al parecer traía fruta, traía comida. Era...
Era...
¿Aleph?
Claro que me gusta la idea!!!! Está genial que ambos empecemos a entrar más en la psique del otro. Es bonito a la par que interesante. ^^
Y claro que quiero continuar con esto... solo que no sabía por donde empezar, me quedé sin inspiración, ahora ha vuelto,
a todo esto, yo me pregunto. Tú te pones música para escribir?
A mí me inspira un montón, hay veces que antes de escribir el post, busco la música que pega con el sentimiento general que quiero darle y los dedos escriben solos... en cambio otros empiezo a escribir y me evocan una música... pero, normalmente cuando son post emotivos la "necesito".
Lo pregunto porque como nunca pones música a tus propios post, me entró la duda. Creo que enriquece bastante el post, así como imágenes, si están suficientemente relacionadas. ^^
No crees?
Aleph oyó como Celeste se removía, y se giró hacia ella para comprobar que estuviera bien. Cuando lo hizo, vio como los ojos de esta se clavaban en él, sorprendidos, confusos... Y, a pesar de todo, apaciguados. Como si la chica, aun sin comprender lo que había ocurrido, supiera que, de alguna manera, estaba a salvo. Aleph sonrió
Hola
Cogió un par de bayas que había encontrado en su pequeña ronda de reconocimiento, y se las acercó a Celeste, arrodillándose junto a ella
Toma. Te sentarán bien
Las bayas eran jugosas, y, por suerte, no eran venenosas. Aleph lo sabía, ya que él mismo se había obligado a comerlas en alguna que otra ocasión. Además, tenían mucho líquido, y saciarían la sed de Celeste de forma temporal
Sí, sí que me pongo música, pero no siempre. Otra cosa es que la anexe. Cuando tú hiciste el post de la escena de Kirian, escuché las melodías que habías puesto, y la que había dejado colgada Salma, para escribir el post. Pero de ahí a colgarlo... No, soy muy vago :P Cuando soy director, si acaso (De hecho, muchas veces meto escenas en mis módulos solo para poder poner una canción u otra)... O siendo jugador, en algún momento que me parece que la escena concuerda perfectamente con una canción que tengo en mente...
Y, en este caso, otra melodía me habría parecido redundante (Ya estaba la que había puesto la dire, las dos de combate tuyas, y la tristona... Y ya me parecen muchas para una escena tan corta). Aún así, muchas veces prefiero escribir en silencio. Con la música detrás me distraigo, y no me salen posts tan retorcidos, ni palabrejos tan extraños. Repito palabras, me expreso de forma poco clara... Y sí, con la música parece todo más natural, pero bueno... Depende del día
Pd: ... ¿Forest Gump? XD
Cuatrocientos treinta y siete
El antebrazo se contrae, sosteniendo el gran peso que se extiende por encima del hombro que le sucede. Aleph expira
Cuatrocientos treinta y ocho
El antebrazo se extiende, elevando el musculoso cuerpo hasta cierta altura respecto al suelo. Aleph inspira
Cuatroc...
Entonces llega el dolor. Aleph cae al suelo, con los dientes apretados, mientras se lleva una mano al costado. No grita, pero suelta un leve gruñido por lo bajo. Luego tose, y se lleva la mano a la boca. Un travieso sabor metálico coquetea con su lengua
Cuando la retira, sus dedos están manchados de sangre. Observa las gotas escarlatas durante unos segundos, luego se incorpora. No hay nadie observando
Han pasado tres días desde el último hechizo de Celeste
Un pequeño aparte, para profundizar más en las secuelas de tanta contaminación mágica dentro del cuerpo de Aleph
Por supuesto, no se lo ha contado a nadie