Partida Rol por web

Vamos

Aleph comenzó a rodear la iglesia, intentando comprobar si esta tenía alguna posible entrada en su parte trasera o lateral. Cualquier ventana o grieta valdría, si estaba lo suficientemente apartada como para estar apartada de posibles ojos curiosos

La parte norte de la iglesia estaba en parte derrumbada. Con un poco de cuidado se podía pasar al interior a través de una vidriera medio desplomada.

El interior ofrecía un aspecto diferente al del día anterior. Como había dicho el hombre, apestaba. El pescado empezaba a pudrirse en el suelo. Distinguieron un par de gatos comiéndose uno de los pulpos mientras los miraban con desconfianza.

 Celeste se concentró en sus propios sentidos, no en los mundanos como podía hacer Aleph, sino en uno mucho más oculto, más... mágico. Así como una persona normal puede ver un objeto, usando el sentido de la vista, ella podía ver la magia con un sentido otorgado cuando nació. Allí, había carencia de ella, o al menos eso había pasado el día anterior.

Mientras se concentraba, abrió su amuleto. La oscuridad no era su amiga, y con ella a su alrededor no se podía concentrar bien. Cuando la luz inundó el ambiente... cerró los ojos, para sentir con más vigor lo que hubiera a su alrededor.

Aleph observó como su compañera empezaba a analizar el lugar, y decidió ponerse manos a la obra, también. No es que fuera demasiado bueno en esas cosas: Celeste solía sacar mejores conclusiones cuando se trataba de investigar y razonar. Y tampoco es que fuera el hombre más avispado; Aunque tenía buena vista, no era demasiado detallista, y muchas cosas se le escapaban normalmente. Pero no se sentía del todo cómodo ahí parado sin hacer nada, mientras su amiga chequeaba el lugar

Se acercó hacia el altar, medio destrozado tras la pelea del día anterior, y comenzó a registrarlo. Cualquier rastro, cualquier objeto ritual o detalle que se les hubiera pasado la noche anterior valdría

Aleph encontró en el suelo un botón pequeño y azul, revestido de terciopelo. Se parecía a los que usaba Elisabeth la noche anterior. La tiza se había borrado en gran medida, pero aún quedaban restos como el eco de lo que había sido ayer. Aunque Celeste no identificaba el tipo de ritual, pues se apartaba de lo que ella sabía hacer (esto era invocación y conjuración), estaba claro que había sido el desencadenante del elemental. No habían utilizado el altar para nada, ni habían sacrifcado nada sobre él. No era ese tipo de ritual.

Aleph cogió el botón lentamente, con su mano izquierda, y lo observó, quieto, pequeño, indefenso, en medio de su gran palma. Luego movió los dedos, lentamente, hasta cerrar la mano en un puño. ¿Quién habría sido capaz de hacerle eso a una niña?. Apretó los dientes. Sí, tenían que encontrar las respuestas. La niña estaba en peligro. Celeste estaba en peligro

 Nada importante por aquí

Aleph se apartó del altar, y comenzó a recorrer el rastro de la iglesia, aún buscando cualquier pista que pudiera servirles para sacar alguna conclusión

 Celeste llamó a todos sus homúnculos, para que se reunieran rápidamente ante ella. Con una pequeña orden, hizo que todos los animales que allí estaban a sus órdenes, buscaran cualquier rastro extraño por la catedral. Quizá un trozo de tela arrancado con suerte a algún captor. Algún arma... o algo parecido. Cualquier cosa sería de utilidad. Tenía que haber algo que evidenciara la presencia de alguien más durante la noche anterior. Los meros animales muertos en el suelo. Algo que alguien tendría que limpiar... y ese alguien sería ella. Antes de que se fueran. Pero ahora... había que buscar pruebas, signos de magia negra. Signos de... quizá... su "maestro".

O su aprendiz.

Akuma encontró otra marca con los siete círculos en una de las columnas cercanas, con tiza. Por lo demás, nada interesante.

Aleph se acercó a la parte trasera de la iglesia. Estaba claro que, en principio, la única manera que habían tenido los responsables de escapar era mediante las grietas. Al menos, la única manera a primera vista. Quizás alguna huella, algún rastro de pisadas diferentes a las suyas entre el polvo... Pero no había nada. Era como si se hubieran esfumado ¿Quizás había algún acceso a las alcantarillas? No. Estaban persiguiendo pájaros de papel. En aquel lugar ya no quedaba nada

Quizás deberíamos volver. No creo que saquemos nada en sucio de esta iglesia

 -¡No! Me niego.

Celeste no usó el vínculo, así que su grito se escuchó con eco en toda la iglesia. Estaba decidida a encontrar algo... tenía que haberlo. Puede ser que no hubieran mirado en algún sitio, puede ser que se les hubiera pasado observar alguna zona, escrutar cada milímetro de aquella edificación. Puede ser que una pista estuviera esperándoles, oculta entre todo ese desastre... puede ser... puede ser...

No, allí no había nada, al menos no quedaba nada. Los restos del ritual seguían mal dibujados en el suelo pringado de agua... Podía intentarlo, podía limpiar todo eso para intentar ver algo debajo de aquella inmundicia. No podía irse con las manos vacías, su corazón y sus recuerdos se lo impedían. Si tenía que ver todo esto con aquel torturador, o con su compañero ahora era el momento de encontrar una unión. Un nexo... algo que uniera los dos tiempos. 

Rezó para que así fuera... y se concentró en su interior.

-Aleph, sal del centro de la sala... voy a purgar todo esto.

Celeste agarró su medallón con fuerza y empezó a recitar palabras arcanas. La fuerza de la magia volvió a invadir a Celeste, que desencadenó su poder hacia los restos del ser que murió el día anterior.

 Deberías reservar energías

A pesar de sus palabras, que expresaban algo de desaprobación respecto a la obstinación de Celeste, el grandullón obedeció sin rechistar. No era la primera vez que la chica salía victoriosa por no cejar en su empeñó, y no le extrañaría que volviera a ocurrir. Aún así, sí que echó un vistazo hacia la puerta de la iglesia, por si se daba el caso de que algún viandante hubiera oído la exclamación de Celeste y entrara a curiosear. No apartó la mirada de esta en ningún momento, incluso cuando Celeste realizaba su hechizo

Damien leyó y releyó todo lo que pudo, no encontrando mucho más allá de lo que había recordado él previamente. Un pequeño detalle, sí, que aquello que había usado Kyrie había sido una armadura sagrada... ¿quizás estaba relacionada con todo aquel caso?

Tras no encontrar nada más, el joven cerró los libros con desgana y soltando un bufido, para ir luego a la sección de Junette. - No he encontrado nada que no supiera ya, salvo que aquello que usó la Santurrona fue una armadura sagrada. ¿Has sacado tú algo más interesante? -

La zona quedó limpia por arte de magia. El pescado podrido desapareció, y los gatos se marcharon bufando, intuyendo que algo habían hecho aquellos humanos tan pesados.

Bajo la capa de suciedad encontraron piedra y mármol brillantes, y hasta una alfombra requemada que había conducido antaño hasta el altar. Pero... poco más. Si Celeste buscaba signos de un ritual conocido o diferente, no los encontró. Pero eso sí, la iglesia estaba mucho más limpia y desodorizada.

-No -respondió Junette-. Es como si se me escapara algo, no lo sé... Creo que hay algo en alguna parte, pero no logro encontrarlo. Tampoco sé exactamente lo que estoy buscando.

La joven suspiró, cansada. No le gustaba dar palos de ciego y sentir que todos sus intentos se frustraban.

-Será mejor que volvamos a la mansión para asegurarnos de que todo sigue en su sitio.

- Entonces no perdamos más tiempo aquí, Junette, volvamos a la mansión. - dijo Damien, ayudándola a guardar la enorme cantidad de libros que había sacado y devolviéndolos a sus respectivos sitios en la estantería. - Espero que no haya ocurrido nada malo en nuestra ausencia. -

 Si alguien pregunta qué es lo que ha pasó en la Iglesia, por favor, diga que no pasó nada. Acabamos de limpiar todo esto, peinándolo hasta el más mísero detalle y no hay nada que nos llame la atención, ni a lo que nos podamos agarrar. Volvemos para la mansión con las manos vacías... lo siento. Espero que los demás hayan encontrado algo más.

El enlace que Celeste tenía con Jules trasmitió el mensaje de forma instantánea. Había tirado la toalla, y pensaba que no encontraría nada más en la iglesia, así que partirían de inmediato.

- Aleph... creo que aquí no hay nada. Sé que me lo dijiste hace un rato... pero me negaba a creer que en este lugar no hubiera una mísera pista... la sensación que me asfixió ayer fue tan real... tan poderosa. Empiezo a creer que nosotros también eramos parte del ritual... nuestra esencia pudo desencadenar lo que hubiera dentro de Eli... o lo que llamaron con ella.

Celeste lanzó una última mirada al lugar... la verdad es que estaba reluciente, y toda la suciedad que había antes de que entraran había desaparecido... pero ni con esas encontraron una pista fiable. Con un pequeño gesto con la mano recogió a sus mascotas, y cada una tomó la posición acostumbrada, antes de salir de la iglesia. Había sido una pérdida de tiempo.

-Ya he avisado a Jules de que aquí no hay nada... volvamos a la mansión. ¿O acaso quieres hacer algo antes?

No le gustaba mostrarse autoritaria. Aunque ya solía conocer la respuesta de su compañero, cerrarle puertas no es lo que deseaba.

Bajó la cabeza y empezó a caminar hacia la puerta, pensativa.

Y si no estás aquí escondido... ¿dónde estás? ¿Nos sigues? ¿Nos persigues?

¿Nos encontrarás de nuevo?

 Aleph se limitó a asentir antes las palabras de Celeste

No te preocupes. Seguro que no tardamos en encontrar una pista. Quizás a Damien y Junette les ha ido mejor...

La palabras de consuelo no eran tan importantes como la sensación que trasmitía Aleph por el hilo. Algo que no se podía medir con simples frases o sonidos, si no con sentimientos. Una intuición. Aleph le decía a Celeste que seguía allí, y que no se preocupara. Él no la dejaría. No dejaría que la ocurriese nada

Porque una cosa estaba clara: Ese "nosotros", en realidad, se refería a ella. Los dos lo sabían. Celeste estaba jugando un papel en aquella obra que ninguno podría llegar a atisbar, y eso, lógicamente, no podría dejar tranquilo a nadie. Ni siquiera al normalmente sosegado y apacible Aleph

Volvieron a la mansión, en silencio. Lo que llegara, llegaría por mucho que intentaran evitarlo. Pero estarían preparados. Juntos