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-Espera. No puedes entrar. ¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí?
-Estoy buscando algo.
-¿El qué?
-El silencio.
-¡Waaagh!
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-Ahora estás bien. Márchate.
-María, yo no quería...
-No quiero escucharte. Jules no sabe que te voy a dejar marchar.
-No me hagas esto...
-¡Van a matarte si no te vas! ¡Lárgate! Vete y no vuelvas nunca más.
-Cometí un error, pero soy humana. María, por favor, te lo suplico.
-¡Márchate! ¡Ahora!
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-Mi señor, el guardián del fuego...
-Lo sé. Mi hijo me lo ha contado.
-Los otros deben de estar cerca de descubrir lo que ocurre. ¿Creéis que es juicioso dejar que lo hagan?
-Estoy deseando que lo hagan. Vincent ya está en Kahr, ¿verdad?
-Ya ha realizado sus primeros trabajos.
-Bien. Voy a ir hacia allí yo también. Partiré mañana.
-¿Mi señor?
-Hay algo de lo que debo ocuparme personalmente. Una vieja conocida...
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Está ocurriendo de nuevo y va más deprisa de lo que creía. Mi capacidad para vigilar la casa es limitada. Jules procura que no me acerque. Ni siquiera ahora, en la cima del mundo, permite que me comporte como debo. Ni siquiera tras la muerte de nuestro padre va a dejar que limpie mi nombre.
Es necesario que vengas, Fi. He visto lo que han hecho en el mausoleo y por lo que creo, esta vez es la buena. Si no vienes estará todo perdido. Invéntate algo que decirle a tu marido y ven aquí. Te lo debe, ¿no? Estoy seguro de que no podrá decirle nada malo a su hermana mayor. Tú siempre fuiste la preferida de nuestro padre.
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