Celeste escuchó detenidamente las palabras de Aleph. Siempre tenía en cuenta sus deseos, pues aunque no hablaba demasiado, cuando lo hacía decía grandes verdades. Aunque esta vez, como tantas otras, Celeste toda la vía libre para sus deseos.
-De acuerdo, grandullón. Recuerda que lo has prometido.
Incluso a través del canal, la voz de celeste sonó terriblemente dulce. Es el único ser humano con el que esa voz no era forzada.
Devolviendo el vaso de brandi a la mesa, celeste contestó a la pregunta de Jules. Realmente suponía que el significado de esa frase era cerrar la conversación. Quizá estuviera cansado, por el largo día, o por el esfuerzo de verla a ella. ¿Quién sabe?
-Pues ahora que lo dices, Jules, si tengo algunas preguntas. Lo primero, espero que no te moleste lo que voy a decir, sé que estas de luto, y que la muerte de... papa... ha sido muy reciente. Pero me gustaría saber cómo murió. Puede que mis palabras te suenen frías, e incluso que groseras, pero te juro que no tengo ninguna intención de herir tus sentimientos. En la carta no lo ponía claro, y tampoco me gustaría meter la pata frente al resto de invitados, comentando algo fuera de tono.
Celeste ya estaba de lleno en el juego.
Algo que también me llama la atención es que me reconociera como su hija. Después de una vida de ignorancia plena, me resulta extraño símplemente. Perdóname si te he ofendido hermano, pero realmente me interesa.
Hermano... ya sale sola. Me gusta esa palabra, que pena que sea tan vacía para mi.
Jules asintió a las palabras de Celeste.
-Mi padre estaba enfermo de cáncer. Los doctores no saben exactamente dónde empezó, pero se extendió por todo su cuerpo en tres años y... bueno, al final apenas podía andar o moverse sin ayuda. Pero tenía la cabeza en perfecto estado, si eso es lo que preguntas. Supongo que decidió reconoceros a ti y al resto por remordimientos. Estuvo varios meses postrado en la cama, sin más que hacer que sentir dolor y pensar en todo lo que había hecho en la vida, lo bueno y lo malo. Trató de arreglarlo.
-Otra duda interesante. ¿Quiénes son los invitados, a parte de Aleph y yo? Es por saber con cuanta gente tendremos que lidiar el gusto de conocernos.
Celeste empezaba a estar cansada. Una noche reparadora sería necesaria. El viaje había sido cansado, y necesitaba una buena cama.
Post breve... voy a aligerar las dudas ^^
-Logré localizar a otros dos b... a otros dos hijos ilegítimos, pero no sé si vendrán o si llegarán a tiempo para la lectura del testamento. En cualquier caso, me ocuparé personalmente de que reciban lo que mi padre les ha legado.
No dijo nombres, y tampoco parecía dispuesto a darlos.
Parece que la conversación se alargaba, y estaba resultando infructuosa. Jules o bien no quería dar datos interesantes, o bien no los sabía. Así que el juego había acabado, al menos por su parte. Aunque aún tenía una baza, ideada por Aleph.
-Bueno, Jules. Estoy bastante cansada del viaje, creo que sería mejor que continuáramos esta conversación mañana, o cuando tengas tiempo. ¿A quién tenemos que pedirle la cena? Me muero de hambre.
Celeste se levantó lentamente de la silla, y avanzó hacia Jules esquivando la mesa.
-Supongo que tendrás muchas historias que contarme acerca de papá. Y de tí, me gustaría conocerte, como se conoce a un hermano.
Las palabras de la chica no podían ser más falsas, pero estaba acostumbrada a que la gente le creyera. Tantas veces lo había hecho que ahora no sería difícil. Celsete se situó delante de él, esperando algo:
-¿No me vas a dar un abrazo? ¿Ves a tu hermana por primera vez y solo me dedicas palabras?
A ver si esto ablanda su corazón, y su lengua.
La reacción de Celeste pilló a Aleph desprevenido. Decir que se sorprendió ante la repentina muestra de confianza de la joven en su hermano, sería decir poco. De hecho, no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro. De repente, se sentía orgulloso de su amiga. Pocas eran las muestras de cariño de esta hacia otras personas, y que tomara la iniciativa en un asunto tan peliagudo como aquel, con un desconocido tan estirado como ese, suponía un gran avance en lo que a recuperar su confianza en la humanidad se refería. El hombretón se mantuvo en silencio, aunque ganas no le faltaron de "hablar" con Celeste mediante su vínculo: No le correspondía a él romper aquel momento. Tanto si acababa mal como bien, su intervención no haría más que empeorar las cosas, o resultar un estorbo. Era una reunión familiar, al fin y al cabo
Él era solo un invitado
Jules frunció el ceño. Se había levantado para acompañarlos hasta su habitación, pero el ofrecimiento de Celeste no parecía haber cosechado mucho éxito. Se aclaró la garganta y clavó sus ojos azules en ella.
-Espero que no me malinterpretes. No es mi intención ser maleducado ni brusco, pero no considero que nos debamos ninguna muestra de afecto. Lo que hiciera o dejara de hacer mi padre no es asunto mío, ni tampoco materia de juicio. Ni para bien ni para mal. A pesar de que compartamos la sangre, no te siento lo suficientemente cercana como para... darte una muestra de afecto. Espero que lo comprendas.
Su reserva le evitaba expresar ni incomodidad ni vergüenza, pero era obvio que no se encontraba nada a gusto en esa situación.
-Ahí lo tienes, chiquitín. Toda su fachada de buen chico se acaba de caer de golpe. Y luego piensas mal de mí. Para una vez que me lanzo me rechazan. ¿Como quieres que muestre afecto por los sucios humanos?
La "voz" de celeste volvió a sonar dentro del grandullón. Pero esta vez, parece que sonaba como si le estuviera dando una lección. Aleph siempre pensaba bien de las personas, y Celeste siempre trataba de enseñarle el lado oscuro de estas. Unas veces ganaba él, otras la chica. En esta ocasión, parece que Celeste había ganado.
-Te comprendo mejor de lo que crees, Jules. Sólo quería que empezáramos a limar asperezas. Pero tu decisión es perfectamente válida.
Mientras Celeste se retiraba, recordó que su estómago aún gruñía.
-Si nos necesitas, supongo que permaneceremos en la habitación hasta que alguien nos llame. Al fin y al cabo nos has prometido una visita guiada por la mansión. La cena... ¿Al mayordomo verdad?
Aleph se limitó a sonreír ante el comentario de Celeste
Tiempo al tiempo, grandullona. Quizás ahora se muestre algo frío, pero la sangre llama a la sangre. Tiempo al tiempo
No volvió a mencionar el tema, y, como quién calla otorga, Celeste acabó por erigirse como la vencedora de aquel particular duelo. Aleph no era muy hablador, pero realmente creía que Jules, pasados unos días, acabaría por ablandarse respecto a Celeste. Solo tenían que conocerse un poco, dejar de ser "ese extraño hermano desconocido". Al fin y al cabo, compartían progenitor. Compartían sangre, carne, y hueso ¿Le daría el tiempo la razón? Aleph esperaba que así fuera
Se levantó de la silla, y salió de la habitación con Celeste, tras murmurar una breve despedida, deseándole buenas noches a Jules. Mientras caminaban por los pasillos, no pudo evitar fijarse en Celeste, que caminaba unos pasos por delante, mientras pensaba en lo que debería estar pasando la joven
Aleph se encontraba en medio del infierno. Hacía solo unas semanas, nadie podría haber convencido al pequeño de que su vida iba a cambiar, sumido como estaba en la belleza de los prados de Helenia, y en la sonrisa de su madre, que le llevaba consigo en la caravana de su familia. Ahora, sin embargo, entendía porque algunos de los adultos que acompañaban a su padre habían propuesto mantenerse al sur, a pesar de las propuestas de los más osados, que aseguraban que en el norte conseguirían ganar más dinero. Luego, comenzaron las lluvias, el frío, y los bosques oscuros y amenazadores. Y, hace apenas unos minutos, la muerte
Habían llegado como un suspiro. Portaban garrotes, espadas, y arcos, pero al niño le parecían meras extensiones de sus cuerpos. Aquellos bandidos, que no eran más que monstruos a los ojos del infante, habían masacrado sin piedad todo lo que conocía, todo lo que él amaba. Su madre, en un último aliento, había logrado esconderle. Pero ahora que salía fuera, y observaba lo que había sido su hogar, saqueado, destrozado, y consumido por las llamas, deseaba que no hubiera sido así. Apenas era un niño. Un niño destinado a madurar mucho antes de lo previsto. Mucho antes de lo normal
Entonces, vio una figura. Allí estaba, mirándole fijamente. Su cabello rubio y corto ondeando al viento, ennegrecido por la ceniza que salía de las llamas devoradoras. En medio de aquel infierno, los dos niños se miraron. Luego, el chico cayó al suelo
Aleph corrió hacia él, sintiendo que no le quedaban más lágrimas que derramar. Aferrándose al chico como un náufrago a un tablón de madera, le cogió entre sus brazos, e intentó decirle que aguantara, que respirara. Pero de su boca reseca no llegó a salir ningún sonido. Entonces, Aleph sintió que sus ojos se humedecían. Parecía que aún le quedaban lágrimas, al fin y al cabo
Aleph... El chico, moribundo, intentó enfocar la vista en Aleph, mientras esbozaba una sonrisa Aleph...
Se hizo el silencio. Luego, una última palabra
Vive
Justo entonces, Aleph, con apenas tres años, pudo contemplar como su hermano expiraba entre sus brazos
El hombretón no rompió el silencio. Celeste necesitaba descansar, y no iba a ser él el que la preocupara por nimiedades. Al fin y al cabo, el día siguiente sería duro para ella
-Así es -respondió Jules, lacónico.
Los acompañó hasta la habitación y se despidió en tono bajo. Después desapareció escaleras abajo, sin decir nada más.
Fin del prólogo. 25 px a cada uno.