Partida Rol por web

28.01.2015

Tras un largo viaje en forma de águila y lechuza, Daura por fin llegaba al Bosque de la Tierra, nuevo hogar del Círculo del Arpa. La druida se había visto obligada de dejar a Sokto en el bosque Arhôndo y al ocasional cuidado de Chester, pero no le quedaba otra opción, el animal no iba a poder seguir su ritmo de viaje y el tiempo era importante. Demasiado importante.

Tras salir de Aguas Profundas, Daura pasó por el sur del Bosque Alto, cruzó el desierto de Anaurokh, para a continuación bordear el Mar de Bein por el norte y bajar por la cara norte de las montañas Galena hasta llegar a su destino.

Durante su viaje una noticia comenzó a expandirse como la pólvora, aunque no tan rápida como el vuelo de la druida. El poblado de Daunil, en la Marca Argéntea, había aparecido completamente calcinado de la noche a la mañana. No había testigos, nadie había sobrevivido y no había muestras de que un ejército ni una banda de mercenarios se viera involucrado en ello.

Una noche después de pasar por Vals, oculta de los demás bajo la forma de una lechuza, Daura se ocultó en un enorme roble bajo el que acampaban un grupo de comerciantes. Allí escuchó como unos años atrás, los druidas del Bosque de la Tierra se habían enfrentado contra una manada del Pueblo de la Sangre Negra, y cómo en el conflicto prácticamente se habían destruido mutuamente ambas fuerzas. Aún así parecía que un nuevo grupo de druidas se habían asentado en el bosque.

Al escuchar la historia, Daura recordó a Sören Svensson, uno de los jóvenes candidatos que Chester había recomendado, el muchacho había perdido a su familia en dicho conflicto. Aunque de momento había decidido encontrarse con otro de los candidatos, más adelante podría contar con él.

A la mañana siguiente, la druida entró en el bosque y empezó a introducirse cada vez más en él con la esperanza de encontrar cuanto antes a algún miembro del Círculo.

Después de un par de horas, el “águila” creyó ver algo a los lejos. Daura se ocultó en un árbol y quedó a la espera hasta ver a un enano vestido con ropas de explorador. Para ser un enano se movía con bastante sigilo y quizás si la druida no se hubiera movido con su forma animal, él la hubiera encontrado antes a ella. Sin embargo no era eso lo más llamativo pues, aunque un enano explorador no era algo frecuente, mucho menos lo era que un enano tuviera afeitadas tanto la cabeza como la cara.

Daura se iba preocupando cada vez más conforme volaba en busca de su Círculo. Afortunadamente, los "cielos infestados de dragones" no parecían tales, aunque quizá se debiera a que había preferido volar al amparo de la noche, y eso aumentaba considerablemente su capacidad para volar sigilosamente. Puede que fuera sólo su paranoia, pero teniendo en cuenta lo que había sido de Khessenta, era mejor asegurarse.

Cuando se enteró de lo ocurrido en la Marca Argéntea, sintió que su cautela estaba justificada. No sabía que las sierpes hubieran despertado tan al norte, pero si se trataba de eso, hacía bien en volar alto. Aunque...puede que se tratara de otra cosa. De los Zhents, por ejemplo, o de agentes del Culto del Dragón. Pensó en investigar durante un par de días, pero tenía sus prioridades. No podía salvar a todo el mundo. La Madre estaba siendo calcinada, pero se curaría.

Días después escuchó la nueva sobre el Pueblo de la Sangre Negra y se inquietó aún más. La marea sangrienta demostraba que se estaba produciendo un desequilibrio en la balanza de poder de la naturaleza. Los Círculos sanguinarios, dedicados a adorar a la crueldad de la caza y el placer de la matanza, aspectos de la Madre que Daura aceptaba pero no siempre comprendía, se hacían fuertes, mientras que el Círculo del Arpa estaba en desbanda. Si los vientos soplaban así, sería por algo. Sólo podía rezar porque se debiera a un ciclo natural y no a las acciones de los magos malvados. Tal vez Elminster fuera tan importante como parecía, tal vez existía un equilibrio de fuerzas arcanas cuya batalla resonaba en todos los rincones del mundo, alimentando a una magia o a otra. Tal vez se tratara de que la magia maligna se alimentaba de la desesperación, el miedo y el egoísmo, sensaciones que estaban en alza. Tal vez Chester Clancy había tenido una maldita buena idea al montar aquel circo.

Aún sumida en tales lóbregos pensamientos, halló al enano lampño, y aún en su forma emplumada, decidió seguirlo. Como buen explorador, que esperaba Daura que fuese, pronto se daría cuenta de que lo observaban, y dependiendo de su reacción, la druida podría decidir si era buena idea mostrarse o alzar el vuelo y seguir buscando.

El enano lampiño continuó con su ruta de vigilancia sin reparar durante un buen rato en el águila que le iba siguiendo. Al principio podía ser algo comprensible, pues por el camino del enano también se cruzaron pequeños roedores, algunas aves de menor tamaño e incluso una cierva. Era normal encontrarte con animales mientras te movía por el bosque. Sin embargo después de un rato la druida empezó a preocuparse de si realmente se habría percatado de su presencia, a fin de cuentas tampoco es que se estuviera ocultando en exceso.

El enano se detuvo en su camino y se acarició su desnudo mentón. Entonces hincó una rodilla en el suelo y cargó una ballesta.

—Mmmmrrrrff—gruñó, luego empezó a hablar en voz alta con una voz grave y reverberante—. Las águilas no son un animal habitual por aquí y no suelen tener la costumbre de seguir enanos. ¿Quién eres y qué quieres?

Después el enano se giró con su arma ya cargada y observó al águila.

Daura no era capaz de hablar en su forma bestial. Nythra había intentado enseñarla, pero apenas habían tenido tiempo para perfeccionar el hacer magia cuando el animal tomaba el cuerpo de la druida, y teniendo en cuenta las batallas que habían ocurrido en Rashemen, les había parecido más importante, la verdad. Ahora lo lamentaba un poco...

No estaba dispuesta a renunciar a sus alas si el explorador resultaba ser hostil. Ambos podían llegar a una burda comunicación mediante los trucos que los aprendices llamaban "empatía salvaje", pero no podrían comunicarse eficientemente. "Madre Tierra, Elah, Khelliara, ayudadme".

Se quedó frente a él, sin inmutarme por la ballesta e intentando parecer inofensiva. Quería ver lo que hacía antes de quitarse las plumas. Quería ver si su primer instinto era ayudar o seguir apuntando, o incluso disparar.

El enano vio como el águila bajaba planeando desde el árbol hasta colocarse frente a él, durante todo el tiempo siguió apuntando con su ballesta de mano al ave, pero al no haber ningún atisbo de agresividad no se planteó el disparar. Molesto, el enano enseñó los dientes y volvió a gruñir, pero no disparó.

El lampiño explorador se llevó la mano que tenía libre al cuello y sacó un amuleto de Mielikki de madera, al tiempo que murmuraba unas palabras sin dejar de apuntar al animal.

—Habla—ordenó—. Puedo entenderte.

Un explorador capaz de hacer magia, aunque fuera la más simple, era un explorador experimentado. Los conjuros más sencillos para los druidas a ellos les costaba mucho tiempo en tierras salvajes. Claro que tenían otras cosas que hacer, como, por ejemplo, luchar.

- Daura Tir Darach - se presentó la druida, contenta de ver el medallón de Mielikki y de observar la actitud pacífica del enano -. vengo de Aguas Profundas en busca de mi Círculo, ¿Qué nuevas tienes, guerrero de la diosa? Compartiré lo que he visto en mi vuelo si tú haces otro tanto

El enano bajó la ballesta, pero en ningún momento la guardó ni la descargó.

—Hmmfff—farfulló. Sin duda alguna el manejo de las palabras no era un don del explorador—. Has venido de muy lejos. Yo soy Krusk Rah y por suerte no tenemos más nuevas que el paso de las estaciones desde la llegada de los druidas del sur. Supongo que eres uno de ellos.

Daura asintió, sin darse cuenta de lo extraño que resultaba hacerlo en forma de ave.

- Puede que no tarden en llegar infortunios - sentenció crípticamente -. El Pueblo de la Sangre Negra está herido y disperso, según he oído, pero aún podría ser una amenaza

Eso era algo que escamaba mucho a la druida. ¿Por qué el Círculo huía? Era ridículo pensar que el azote que había golpeado todo el sur y el centro de los Reinos no alcanzaría el norte. Resistir y esconderse era la táctica típica de los círculos druídicos a los que todo daba igual, pero, ¿El Arpa? ¿Los Arpistas al servicio de la Madre? ¿Desde cuando los Arpistas huían de nada si podían luchar para detener el sufrimiento de alguien?

- ¿Sabes dónde están mis hermanos? Tengo que encontrarlos cuanto antes, el tiempo apremia

El enano torció el gesto pensativo y se quedó en silencio un largo rato.

—Podría llevarte con ellos—Krusk Rah olisqueó exageradamente como si intentara detectar algo, aunque lo único que se vio en su rostro fue decepción—. Pero no voy a llevar a un águila solamente porque dice ser hermano de mis nuevos compañeros.

Una vez más el explorador mostró los dientes, como si fuera a gruñir. Para ser un enano, Krusk Rah tenía un comportamiento atípico.

—Ya se ha derramado demasiada sangre en este bosque.

- Muy bien - dijo la druida, terca como siempre -. Avísales de que Daura Tir Darach quiere ver a sus hermanos, esperaré

Se quedó donde estaba posada, replegó aún más las alas y meneó la cabeza, como cualquier ave preparándose para dormir. Si el enano quería ver quien era el más testarudo...Daura acababa de cabrear a uno de los magos más pacientes de los Reinos simplemente con hosquedad y preguntas. Por muy enano que fuese el lampiño que estaba frente a ella, nadie era más terco que Daura.

Frunciendo el ceño, el enano volvió a levantar la ballesta y apuntó contra el águila.

—No voy a avisar a nadie—dijo con voz amenazadora—. Vas a mostrarte tal y como eres o más te vale que huyas y no te vuelva a ver. Hrrrgr. No voy a dejar que nadie amenace este bosque ni pulule por ahí haciendo Mielikki sabe qué.

Con un ruido a medio camino entre un graznido indignado y un resoplo de cansancio, Daura dejó caer sus plumas. De pronto, era mucho más alta que el enano (e infinitamente más atractiva). Instintivamente, se miró los brazos y las zonas visibles de su piel, no sabía por qué, pero siempre esperaba haber perdido un tatuaje en la transformación.

- Mielikki sabe todo lo que hago - dijo con seriedad -. Aprendí de ella de la boca de Eithne Crinnegra, y en Rashemen aprendí a llamarla Khelliara cuando caminé con el Wyclarán, ahora, si no te importa, señor enano, llévame ante Rinne o dispárame

El enano volvió a olfatear mientras examinaba detenidamente a la humana que se había materializado ante sus ojos.

—Khauntea...—dijo mirando el símbolo de la druida—. Eso está mucho mejor. Deberías haber empezado por ahí y nos habríamos ahorrado todo esto. Hmf.

El enano hizo una mueca.

—Está bien Daura Tir Darach. Sígueme, pronto te reunirás con tus hermanos.

La noche ya caída en el Bosque de la Tierra cuando Krusk Rah y Daura llegaban al Corazón del Bosque, como era conocido el círculo druídico de aquel lugar, ahora también el nuevo hogar del Círculo del Arpa. Muchos círculos druídicos solían tener sus hogares en pequeños poblados sobre las copas de los árboles, otros solían utilizar cuevas o cabañas rudimentarias, los refugios del Corazón del Bosque eran completamente diferentes. El lugar estaba lleno de gruesos robles cuya raíces estaban parcialmente desenterradas. En la mayoría de los árboles, había una abertura en las raíces de tamaño humano. Estos druidas vivían en madrigueras.

Un explorador joven, de unos 24 años, con el pelo rubio alborotado, ojos castaños y la barba de quién no se ha afeitado en varios días,  se acercó al ver venir a Krusk Rah acompañado de la druida.

El explorador, se acercó hasta la pareja formada por Krusk y Daura y le tendió la mano al enano mientras miraba a la druída con interés y algo de suspicacia. La druída pudo ver un gastado emblema de Silvanus.

—Krusk're tillbaka snart. ¿Vem är med dig? ¿Är det en druid harpa?—preguntó en una lengua desconocida para Daura.

El enano asintió, al explorador.

—Det verkar Jaken. Han har rest med avsikten att prata med Rinne. ¿Är hon här?—respondiendo a su compañero en el mismo idioma. Después miró a la druida—. ¿Hablas damarano? Él es Jaken. Jaken, ella es Daura.

Daura se dejó guiar por el enano. No había resultado el más entretenido de los compañeros, y al parecer, la aparición de un druida en su forma salvaje lo hacía sospechar inusitadamente para alguien que conocía al Círculo. Y había reaccionado como si los enemigos de Mielikki no pudieran pronunciar su nombre o algo así. Daura se preguntaba si realmente sería tan estúpido. ¿Vería una Bestia de Malar y la dejaría pasar si decía Mielikki tres veces? Estaban a salvo con tales guardias, desde luego...

Apareció otro rastreador. Aunque a la druida le agradaban los exploradores no estaba allí para conocer gente, maldita sea. Tenía que ver a sus hermanos.

- No lo hablo - respondió con un encogimiento de hombros -. Pero hablo Silvano, si sirve de algo. Es bueno conocerte, Jaken - miró al enano con cierto cansancio -. Si él te requiere, dime dónde puedo encontrar a mi gente y déjame sola

No pensaba que el deseo de estar tranquila fuera mal recibido por aquellos que se acercaban a la naturaleza. Todos compartían cierto amor por la propia compañía.

El enano alzó la cabeza para devolverle a Daura una mirada ceñuda.

—Hmmmf. No tan rápido pajarito. Que no lleves grilletes no significa que no seas una prisionera. ¿De verdad crees que voy a fiarme de ti sólo porque lleves un medallón de Khauntea? ¿O porque hables de mis nuevos hermanos? Ahí fuera quizás hubieras tenido alguna posibilidad de escaparte, aquí no tienes ninguna.

El enano señaló una de las “madrigueras”.

—Nadie va a quitarte un ojo hasta que sepamos quién eres en realidad, así que esperaremos ahí dentro.  Si has dicho la verdad en todo momento es lo que más te conviene—después pasó la mirada a su compañero—. Jaken…

El explorador dio una rápida cabezada entendiendo lo que quería decirle el enano y terminó la frase.

—Iré a buscar a Rinne.