Partida Rol por web

Ikki tratando de capturar el alma de la Doncella para liberar el cuerpo de Verité...

Niké, Cerbero y Jabu penetrando en los aposentos para proteger al Fénix...

¿Hacia dónde se inclinaría la balanza? ¿Hacia el lado del bien o hacia el lado del mal?

Quedaba poco para descubrirlo...

Ikki sostenía el ánfora en las manos, colocado tras Perséfone, la cual aún no se había percatado de la intrusión del caballero del Fénix en los aposentos de su amado.

El motivo por el cual no se había dado cuenta de este detalle era porque se hallaba sumida en una ardua tarea: se encontraba tratando de devolver a la vida el cuerpo inerte de Hades. Éste estaba ahora mismo suspendido en el aire, rodeado por el abrumador cosmos de la Doncella, con la bella muchacha a sus pies, elevando su cosmos hasta el paroxismo si hacía falta con tal de hacerlo volver.

Ikki se había conseguido introducir en los aposentos sin ser visto, y casi había llegado hasta la Doncella cuando los caballeros de Cerbero y Unicornio penetraron en los aposentos escoltando a la Diosa Niké. Dicha irrupción pareció interrumpir su esforzada meditación, pues el cuerpo de Hades descendió suavemente hacia la cama a la vez que el cosmos de la muchacha dejaba de refulgir en torno a él. Perséfone, muy despacito, abrió los ojos y se puso en pie. Sin girarse siquiera para encarar a las cuatro personas que se encontraban tras ella, dijo una sola frase:

-¿Quién osa perturbar mi meditación?

Su voz sonó suave y aterciopelada. Sin embargo, aquella dulce voz obró el efecto contrario en vuestras mentes. La piel se os puso de gallina. Quizás si hubiese vociferado habría sido menos amenazadora, pero la suavidad del tono empleado os pareció infinitamente más inquietante que si se hubiera puesto a vociferar como una loca. Estabais seguros de que al poco se convertiría en un volcan a punto de entrar en erupción.

Jabu no podía hace nada, estaba inmóvil. De verdad la joven Verite estaba intentado resucitar a Hades. Era algo, que aun a sabiendas de que era así, no podía terminar de asimilar.

De repente, al hablar la joven, su sangre de helo, y su alma se seco. No podía creerse que las cosas hubieran llegado hasta tal extremo. Y sin embargo allí estaban. La ultima defensa de la humanidad. Con muchos caídos en combate para preservarla.

Y sin embargo, las palabras de Deméter habían sido claras. Quería a su hija, no quería más juegos sucios o estratagemas. Y el pago por no tenerla era la muerte de la tierra.
Aquello era una locura, una locura y un espanto que pronto acabarían con todos los sueños y las esperanzas de miles de seres.

No podía permitirse. Así que Jabu dio un paso al frente. Con la garganta seca completamente sus palabras quemaban como lava ardiente.

Mi señora, vuestra madre Deméter os requiere en el mundo de los humanos. Si no amenaza con destruir toda la creación.

No soy nadie para deciros que debéis hacer, pero os imploro que pospongáis vuestros actos hasta que habléis con ella.

Jabu no miraba a Ikki, este estaba cerca de la diosa, con el jarrón en las manos. Estaba convencido de que la pequeña ya sabía que estaba allí, si no lo había atacado aun, era porque no quería hacer todavía. Como siempre, y ante una batalla cruel, Jabu intentaba que las palabras llenaran el vacio que dejaban todos los sentimientos oscuros, ira, miedo, desprecio.

No sabía como acabaría aquella situación, pero estaba seguro de que no seria fácil.

La voz de la Doncella me desperto de mis pensamientos y me hizo entender que la adorable niña que habia conocido aunque sea por unos breves momentos no estaba aqui ahora. Ya habia decidido lo que iba a hacer, tenia que creer en la fuerza de mi cosmos y en el de mis compañeros que me acompañaban aun luego de su muerte. Me prepare para la proeza cuando de repente una vision toco mi mente.

La Diosa Demeter habia bajado a la tierra, con su poder habia convertido su agonia y su tristeza en carne viva del planeta. De la misma forma que protesto cuando Hades se llevo por primera vez a su hija, nuevamente volvia a desatar su ira sobre la tierra.

La situacion se habia vuelto completamente irreal, nosotros en el inframundo intentando salvar la tierra del despertar de su peor enemigo y de repente una amenaza aun mayor surge de la nada reduciendo nuestros esfuerzos a meros manotazos de ahogado. No podia dejar que esto terminara asi... no podia permitir que la muerte de mis compañeros, mis amigos, Saori.... que todo aquello fuese en vano.

Escuche a Jabu hablar, y aquel era el unico momento de distraccion que podria tener para hacer mi movimiento... era ahora o nunca... encendi mi cosmos, expandiendolo mas y mas, aun quemando hasta mi propia vida, no me importaba si el fuego del fenix me consumia por completo pero aunque fuese por un momento tenia que alcanzar el cosmos de un dios. Sabia que no podia hacerlo solo, pero confiaba en la armadura por la cual Saori habia dado parte de su sangre, y tambien confiaba en la voluntad de todos los caballeros, para ayudarme a explotar mi cosmos... no me importaba si mi cuerpo no lo soportaria, necesitaba mas.. llegar aun mas...solo un poco mas... para poder activar la vasija y salvar el planeta por el que tantos caballeros dieron su vida.

Mientras sentia todo mi cuerpo quemarse por el intenso poder que esta acumulando comence a hablar.

- Jabu no hay otra opcion mas que encerrar el alma oscura que la ha poseido... Y para eso debo hacer arder mi cosmos hasta el infinito, aun a costa de quemar mi propia vida. Por eso...te encargo la proteccion de la tierra y de esta pequeña niña.

Hice una pequeña pausa mientras continue acumulando cosmos, sintiendo el fluir de la cosmoenergia de mis antiguos compañeros de batallas... Seiya, Hyoga, Shiryu, Shun... solo faltaba el toque celestial de la diosa por la que tantas veces daria, di, y dare mi vida... Athena.

-Que mi vida arda para encender el cosmos de esta vasija!!!!!! EXTINCION DEL FENIX!!!!!!!!!!!!!!!!

La voz de la Doncella me desperto de mis pensamientos y me hizo entender que la adorable niña que habia conocido aunque sea por unos breves momentos no estaba aqui ahora. Ya habia decidido lo que iba a hacer, tenia que creer en la fuerza de mi cosmos y en el de mis compañeros que me acompañaban aun luego de su muerte. Me prepare para la proeza cuando de repente una vision toco mi mente.

La Diosa Demeter habia bajado a la tierra, con su poder habia convertido su agonia y su tristeza en carne viva del planeta. De la misma forma que protesto cuando Hades se llevo por primera vez a su hija, nuevamente volvia a desatar su ira sobre la tierra.

La situacion se habia vuelto completamente irreal, nosotros en el inframundo intentando salvar la tierra del despertar de su peor enemigo y de repente una amenaza aun mayor surge de la nada reduciendo nuestros esfuerzos a meros manotazos de ahogado. No podia dejar que esto terminara asi... no podia permitir que la muerte de mis compañeros, mis amigos, Saori.... que todo aquello fuese en vano.

Escuche a Jabu hablar, y aquel era el unico momento de distraccion que podria tener para hacer mi movimiento... era ahora o nunca... encendi mi cosmos, expandiendolo mas y mas, aun quemando hasta mi propia vida, no me importaba si el fuego del fenix me consumia por completo pero aunque fuese por un momento tenia que alcanzar el cosmos de un dios. Sabia que no podia hacerlo solo, pero confiaba en la armadura por la cual Saori habia dado parte de su sangre, y tambien confiaba en la voluntad de todos los caballeros, para ayudarme a explotar mi cosmos... no me importaba si mi cuerpo no lo soportaria, necesitaba mas.. llegar aun mas...solo un poco mas... para poder activar la vasija y salvar el planeta por el que tantos caballeros dieron su vida.

Mientras sentia todo mi cuerpo quemarse por el intenso poder que esta acumulando comence a hablar.

- Jabu no hay otra opcion mas que encerrar el alma oscura que la ha poseido... Y para eso debo hacer arder mi cosmos hasta el infinito, aun a costa de quemar mi propia vida. Por eso...te encargo la proteccion de la tierra y de esta pequeña niña.

Hice una pequeña pausa mientras continue acumulando cosmos, sintiendo el fluir de la cosmoenergia de mis antiguos compañeros de batallas... Seiya, Hyoga, Shiryu, Shun... solo faltaba el toque celestial de la diosa por la que tantas veces daria, di, y dare mi vida... Athena.

-Que mi vida arda para encender el cosmos de esta vasija!!!!!! EXTINCION DEL FENIX!!!!!!!!!!!!!!!!

Perséfone os mira a todos con desdén.

-Una diosa, dos traidores y un caballero de Atenea no son suficientes para vencerme. No sois más que escoria.

Perséfone eleva un brazo y lo dirige directamente contra el caballero de Cerbero.

-Oscuridad remota- exclama, antes de que tengáis la opción de moveros. Cerbero, que se esperaba el ataque como castigo a su traición da un salto atrás justo lo suficiente como para que una nube negra que rodea el lugar en que se encontraba antes no llegue a alcanzarlo.

-Entregadme a Cerbero, mi traidor, y quizás os deje salir con vida.

Niké comenzó a sudar, víctima de la presión. Ante ellos estaba Perséfone, aún vinculando su cosmos al cadáver de Hades. Y allí se encontraban la diosa Niké, dos de sus más fieles caballeros y un traidor de Perséfone para impedir que la resurreción se llevase a cabo. Pero... ¿Qué hacer?

-¿Qué vamos a hacer?- preguntó Cerbero en un susurro- ¿Cómo vamos a conseguir encerrarla de nuevo en el ánfora?

Cerbero se quedó esperando por una idea brillante de alguno de los caballeros mientras Niké se preparaba para defender a su ejército en el caso de que la diosa volviese a intentar atacar a alguno de sus hombres.

Jabu mira alternativamente entre todos los presentes. La niña no puede recordar quién era, el cosmos malvado la poseía por completo.

Ikki mantenía en ánfora en sus manos. El ánfora que casi le cuesta la vida recuperar. Pero siguen teniendo el problema como usarlo. Nadie parece saber qué hacer con aquel instrumento.

Fuera, una lucha encarnizada mantenía al resto de los enemigos ocupados. Pero dentro, poco importaba que hicieran ellos, porque la pregunta estaba aun sin responder.

¿Que hacer con el ánfora?

Jabu cerró los ojos, volvió a rememorar su combate contra la dama, recordó las palabras que ella uso. Recordó como estaba el ánfora, en un intento de averiguar cual debía de ser su nuevo paso. Porque las palabras no surtirían ya ningún efecto, y el combate podía ser, y sería sin duda, una lucha cruenta que acabar con la muerte de casi todos los presentes.

Cerbero se habia salvado con lo justo, Persefone no estaba bromeando y su poder era impresionante. Por mas que lo intentara con todas mis fuerzas no podia emular el cosmos de un dios, mis energias no eran suficientes para despertar el poder del anfora... lo unico que me quedaba por ahora era seguir transfiriendole mi energia al anfora.

-Jabu.. dime lo que recuerdas que paso cuando el sello del anfora se rompio... quizas asi logremos encontrar la clave para utilizar su poder.

Mientras hablaba una idea remota cruzo mi mente... los sellos sagrados algunas veces requerian algun sacrificio, quizas... necesitemos la sangre de un dios....

Veis a Niké acercarse a la vasija. Ha intuido el pensamiento de Ikki sobre qué hacer con ella, y no puede más que aferrarse a ese pensamiento del caballero.

-Si por ello logramos vencerla, no será sangre derramada en vano.

Saca su espada y se hace un considerable tajo en el brazo. De ella comienza a manar sangre sobre la vasija. Perséfone os mira burlona.

-Probad ahora, caballeros- os dice Niké, elevando su cosmos para cerrarse la herida, que mana abundante sangre- ¡Probad ambos!

Jabu había encontrado el ánfora en un pedestal. Pero no había visto romperse ningún sello. Solo sabía que la esencia de la joven Verite estaba anclada en el fondo del ánfora. Quizás fuera preciso simplemente romperla para que el alma pura de la joven hiciera el trabajo.

Pero con tanto poder como tenia ahora la hija oscura de los dioses, no se arriesgaba siquiera a pensarlo.
Ikki intentaba activarla con su cosmos, signo claro de que era más inteligente que él, o bien sabía algo importante.

Sin demora en la acción, mientras los ojos de todos estaban puestos en cada gesto de la diosa caída, Niké, la victoria echa cuerpo, derramo su sangre sobre el ánfora. No tenía mucho sentido, pero pronto noto algún cambio. No podía decir si fue el ambiente, o fue el mismo, o quizás fuera algo dentro de el que lo llamaba.

Jabu concentro también su cosmos, mientras este tocaba partes de su mente. Recordando su entrenamiento en Argelia, a sus compañeros caídos, a la dulce Athena.

Ahhhhhh!

Su cuerpo vibraba, estaban en las puertas de la victoria y el fracaso y él lo daría todo por ganar aquel día.

Nikke abre un tajo en su brazo como leyendo mis pensamientos, que al parecer no estaban tan equivocados ya que su sangre le dio mas poder a la vasija. Podia sentirlo, el flujo del cosmos divino en el artefacto... pero aun no podia hacerlo despertar. Mi propio cosmos no era lo suficientemente fuerte como para despertarlo... si no hacia algo rapido no tendriamos salvacion.

Mire hacia nuestra enemiga, quien no hace mucho era una dulce niña, la maldad rebosaba en sus ojos. Cerbero habia eludido la primera embestida, pero la proxima no seria tan facil...

Perséfone se hartó del jueguecito que os traíais, y pero no podía interrumpir el proceso mágico que estaba llevando a cabo. ¡Quedaba tan poco para lograr que Hades volviera a la vida! ¡Tan poquito!

Su cosmos era inmenso, y envolvía el cadáver de Hades, ahora postrado en su lecho. Parecía seguir inerte, lo cual desesperaba a la Doncella. No hacía más que mirar a la puerta, esperando que sus guardianes del inframundo vinieran a protegerla. Pero estos se encontraban librando una dura batalla contra cuatro caballeros de Niké, y esto era algo con lo que ella no había contado... No creía que ninguno de los caballeros que antes pertenecían a la Diosa Atenea fuera a ser capaz a derrotar a los dos jueces del Hades que ella consideraba más poderosos. Y sin embargo...

Jabu e Ikki unieron sus fuerzas. Agarrando la vasija entre ambos, elevaron sus cosmos sin oposición de la Doncella. Ésta sabía que si interrumpía su concentración, Hades jamás regresaría. Por ese motivo no podía atacarlos. De todos modos, ella había supuesto que aunque portasen el ánfora, jamás serían capaces a lograr despertar las fuerzas de ésta para que el espíritu de la Doncella abandonase el otrora cuerpo de Verité. Sin embargo, los cosmos de los dos caballeros de bronce se incrementaba más y más, igualando al de los caballeros de Oro, o incluso superándolo. Perséfone sabía que aquello iba a ser el fin, SU fin...

-¡Noooooo!!!!!! ¡Ahora no, malditos!- exclamó, mientras un poderosísimo aura surgió del ánfora, elevando su tapa por los aires, y envolviendo con un girón de energía el cuerpo de la Doncella. Ni aún así ésta desistió de seguir tratando de devolver a Hades la vida. Si no lo lograba ahora, ni ella ni Hades estarían allí para apoderarse del Inframundo, y con ello, del Mundo de los Vivos en una posterior conquista.

La lucha entre el poder del ánfora y el cosmos de Perséfone fue brutal. Los caballeros de Bronce trataban de incrementar el poder del ánfora con sus cosmos. Hasta Cerbero se aproximó y tocó el ánfora, elevando él el suyo para lograr desestabilizar la igualdad de poderes. Y pareció surgir efecto. El poder combinado de los dos caballeros de Niké y el del traidor de Perséfone lograron, no sin problemas, y tan solo de forma ajustada, que el espíritu de Perséfone abandonase aquel cuerpo inocente. Éste salió como un cometa del cuerpo de la criaturita, y voló por toda la habitación hasta aterrizar dentro del ánfora de Perséfone. La tapa cayó detrás, cerrándola.

Fue entonces cuando Niké elevó su cosmos y juntó las manos delante del pecho. Entonó una plegaria en griego, y acto seguido separó las manos. En su centro había una especie de tira de papel blanquecina con letras doradas. Las letras decían NIKÉ. Era un sello sagrado de la Diosa. Ésta lo colocó sobre el ánfora, y la tapa dejó de temblequear. El alma de Perséfone, por fin, quedó encerrada de nuevo en la vasija.

Niké os miró, orgullosa.

-Lo habéis hecho, caballeros. Habéis devuelto el espíritu al ánfora. Habéis salvado a Verité. No sé cómo podría daros las gracias.

Giró su cabeza, con lágrimas en los ojos. Al lado de la cama, en el suelo, junto al cetro de Perséfone, se encontraba una criaturita de pelo castaño, inconsciente, tumbada boca abajo en el suelo. Ya no era aquella criatura maligna en la que la había convertido Afrodita. Volvía a ser la niña dulce y delicada. Verité había vuelto.

Jabu había sentido como cada célula de su sangre, como cada gota de la misma ardía con fuerza. Era una sensación extraña, dolía pero a la vez era fuerza lo que daba.

Estaba en el umbral del poder absoluto, pudo vislumbrar el futuro por el rabillo del ojo, pero no podía mirar, no quería mirar, tenía que estar concentrado en Verite. Tenía que vencer el mal que le habían implantado dentro.

Las energías chocaron, rugieron por toda la sala. La pequeña exploto, de manera que el alma oscura fue liberada del cuerpo.

Cuando se introdujo en el ánfora casi cayó de rodillas. Estaba vencido en muchos sentidos. Física y mentalmente, agotado su cosmos, ahora que había dejado de arder infinitesimalmente. Y sin embargo, tenía una cosa clara.

Soltó el ánfora mientras Niké la sellaba, con suerte para siempre, y corrió a recoger a la pequeña. Algo en su alma había estado todo ese tiempo con ella. Le había jurado protegerla, como si fuera Athena, pero no era eso. Aquella niña, había llegado a ser como su hermana, y él deseaba ser su protector.

Las lágrimas bañaron el rostro de Jabu, que sin darse cuenta, había cogido a la niña en brazos. Estaba inconsciente, pero sabía que a partir de ahora estaría bien. El la protegería de vuelta al mundo de los humanos.

Recordó entonces que su madre la esperaba, y algo se le rompió por dentro, pero fue la felicidad la que lleno sus ojos, su mirada. Habían vencido al mal, para rescatar a la pequeña, y todos los esfuerzos habían merecido la pena.

Aquella niña era la esperanza de la humanidad. Y así debía ser. Pues no existía bondad e inocencia más puras que las suyas. Ahora tenían que volver. Volver a casa.

Debemos marcharnos. Aquí no tenemos nada más que hacer.

Tras hablar volvió su vista hasta el cuerpo de Hades. No había llegado a verlo en la última guerra. Y su nuevo advenimiento casi había acabado con los caballeros de la humanidad. Pero habían conseguido parar la muerte.

Volvió su vista a Cerbero. Un aliado extraordinario, que era tan fuerte como inteligente. En cierta forma, se reconoció a si mismo ante él. Había traicionado todo cuanto tenia, porque sabía que fuerzas mezquinas estaban trabajando para controlar el inframundo. Era un Héroe, que viviría con su carga durante toda la eternidad.

Cerbero, amigo. Muéstranos el camino más corto para marcharnos de aquí. Ahora que Verite está a salvo. Debemos devolverla a donde pertenece.

Sus palabras ahogaban la extenuación, y el pesar que significaba para el volver a casa. Habían perdido mucho, pero al fin había acabado.

Tenia razon... el poder de la sangre divina estaba maximizando nuestros cosmos de una manera que jamas hubiera podido imaginar. Pude sentir el fluir de la energia y hasta sentir su densidad en mi cuerpo mientras esta se dirigia hacia el anfora. El artefacto de los dioses comenzo a brillar con una luz tan intensa que me obligo a apartar la mirada de él, en cambio enfoque mi vista en Verite quien todavia estaba poseida por la oscuridad. La expresion de su rostro me indicaba que seguiamos por el buen camino, ella aun intentaba revivir a Hades pero yo ya sabia en mi corazon que no lo conseguiria.

Cerbero se acerco para brindar sus fuerzas y esa fue la gota que faltaba para llenar el vaso. El cosmos de la vasija se expandio por todo el recinto cubriendo con su luz y calor a todos losque estabamos alli, para mi fue como una sensacion de tibieza indescriptible... quizas acemejable al toque de una madre, o a la cricia de un ser amado... pero para el cosmos maligno que se habia apoderado de la niña era como un infierno viviente. Pude sentir su lucha y como poco a poco iba desarraigandose de su control sobre Verite. La fuerza del cosmos maligno era impresionante, pero nosotros eramos mas y estabamos juntos... pude ver detras nuestro como las figuras del resto de mis compañeros de bronce iban apareciendo para brindar su cosmos a Nike y a la vasija sagrada, los caballeros dorados que habian caido en la contienda tambien hacian su aparicion... por ultimo podria jurar que pude vislumbrar el rostro de la misma Athena sonriendole a Verite cuando finalmente el ultimo vestigio del cosmos maligno que la poseia quedo sellado en el anfora. Nike aprovecho ese instante para sellar con su nombre sagrado la vasija y prevenir que nuevamente pudiera ser abierta.

Habia terminado... lo habiamos conseguido.... esos fueron mis primeros pensamientos al ver a la niña dormida, como sumida en un largo y dulce sueño, y a Jabu ir a su encuentro como un hermano mayor reencontrandose con su querida hermana. Mire a mi alrededor para ver como estaban los demas, sobre todo Nike quien habia sacrificado parte de su sangre para sellar el mal. Al ver que todos estaban medianamente bien, Jabu ya se habia levantado y en sus brazos llevaba a la joven inconsciente. Cerbero los guiaria en su camino, pero yo todavia no habia acabado. Mi gesto volvio a ponerse serio.

-Ustedes vuelvan al santuario, yo voy a ver como estan nuestros hermanos dorados... Ningun otro caballero de Athena morira en este dia.

Tras despedirme de ellos y aunque sabia que no estaba en las mejores condiciones, sali por la puerta principal por donde habian entrado Nike, Cerbero, y Jabu, en busca del combate entre los caballeros dorados y los Jueces del Inframundo.