Partida Rol por web

Evento General

La situación comprometida por la alerta roja y el combate contra los klingon acarrea el aparente fin para todos a bordo de la Franklin. Un impacto, como nunca jamas, provoca una serie de explosiones en cadena en todas las cubiertas luego de la colosal colisión que arroja a todos los tripulantes con gran violencia en todas direcciones. Los amortiguadores de inercia nada pueden hacer para compensar semejante embestida y onda de choque. El daño inicial es seguido de la falla de todos los sistemas primarios y por consiguiente de la iluminación y también del soporte vital, quizás por alguna brecha en el casco. De funcionar el sistema de soporte vital este compensaría la fuga de atmosfera y el fuego también. Todo esto significa que ha dejado de funcionar o que simplemente no puede compensar todo el caos reciente. Es evidente que el aire se fuga sin remedio…

El sonido de la alarma, el fuego y las explosiones secundarias son lo único que se escucha en la oscuridad, generando un matiz apocalíptico del cual nadie esperaba.

Y en aquel momento ocurrió. Fue como un déjà vu, solo que esta vez, en lugar de estar en el laboratorio de la Excalibur, me encontraba en la enfermería de la Franklin, aunque no fuese capaz de recordar en que nave estaba. Ni en aquel momento ni ahora. Hasta ese momento no me había dado cuenta de que la alerta roja había saltado, ni me había planteado que estuviésemos en combate, a pesar de que todo lo previo indicase que así sería. Pero todo eso quedó de lado cuando la nave recibió aquel mortífero impacto.

Mi cuerpo fue sacudido con violencia por la enfermería, golpeándome con mobiliario y materiales diversos a mi paso. Pude ver, para mi alivio, que el cuerpo que se encontraba bajo aquella fúnebre mortaja era de un andoriano, seguramente aquel que estuvo conmigo en la otra nave, pero a quien no pude ver bien, puesto que, aquel cuerpo sin vida, se desplomó sobre mí dejándome más magullado y dolorido de lo que parecía. Por fortuna, el mismo impacto que hizo que me golpease, lo retiró de mi cuerpo, permitiéndome moverme con libertad.

Miré a mi alrededor, algo aturdido por el golpe. Oía explosiones en la nave, así como el ruído de aquella incesante alarma que me taladraba los oídos. Pero eso no era lo peor. Me dolía todo el cuerpo y me costó levantarme. - Debo ver a los demás. - ¿Hola? - Pregunté manteniéndome apoyado en la pared. - ¿Hay alguién más con vida? - Debía comprobar si alguien más estaba bien pero la poca luz, generada por chispazos exporádicos o pequeñas explosiones no me ayudaban demasiado.

Me moví por la enfermería como pude, buscando con mis manos y con lo que la vista me permitía, una de aquellas botellas de oxígeno que se ponían a algunos enfermos. No era lo mejor, pero por el momento era lo que tenía más a mano. Y es que, lo más probable era que, junto a la luz, el soporte vital estuviese fallando tambièn. De ser así moriríamos de afixia todos, por no hablar de la congelación y despreurización.

Ví algunos bultos en el suelo, los cuales eran sin duda los cuerpos de la loca aquella y el doctor. Pero antes de acercame a ellos y ayudarles, debía ayudarme a mí mismo. Me acerqué a uno de ellos, y mis manos buscaron su cuello para tomarle el pulso. Los vendajes en el mismo me hicieron saber quien era sin tener que ver su rostro. Por más que busqué, no logré dar con él. Un chispazo, que se asemejó más a un relámpago por la fuerte luz que arrojó al rosto del doctor, me descubrió el cuerpo sin vida del mismo, quien descansaba sobre un charco de sangre.

Me quedé impactado durante unos instantes. Ausente de todo. Dos veces le había salvado la vida y a la tercera, logró escaparse de mis manos. Maldije su suerte y la mía en lo más profundo de mi ser. El sonido de una explosión me hizo recuperar la compostura y me moví hacia el siguiente cuerpo, para buscar su pulso. De alguna manera sabía que debía salir de allí ya, pero no quería dejar a nadie con vida atrás.

No hubo aviso previo, nada que les permitiese prepararse para lo que vino más que la Alerta Roja en la que estaba la nave desde que se había despertado, por lo que, antes siquiera de que Griffin pudiese pensar en decirle algo a Daniel, el mundo estalló en mil pedazos, al menos, desde el punto de vista del doctor, quien de pronto se vio flotando por un breve instante antes de golpear con fuerza contra el suelo… o el techo, o tal vez las paredes, no lo tenía del todo claro, puesto que el inmenso impacto y las subsecuentes explosiones que sucedían por toda la nave lo habían vuelto todo del revés.

 Mal… dita… sea…- pensó a duras penas Matthew, que notaba como el frio y el entumecimiento se iban apoderando rápidamente de su cuerpo y su mente. Los destellos provocados por los chispazos de cables y aparatos destrozados le dieron al doctor una desoladora visión del estado en el que se encontraba su enfermería, con material completamente destrozado e inservible, medicinas derramándose por el suelo…. y un líquido espeso y cálido que se extendía bajo de él y que había notado al llegarle a la mano. Aunque más que extenderse, era consciente de que lo que hacía era manar de su interior.

Se estaba desangrando y no podía hacer nada por remediarlo, seguramente algún fragmento de metal le había perforado la espalda. No tardaría mucho en morir. Y en el estado en el que se encontraba la enfermería, posiblemente no fuese el único

Gar… cía…- pensó, cada vez con más dificultad. Debía de encontrarla, ella no podía morir allí, ni tampoco él no cuando debían de haber tantos que necesitasen su ayuda por toda la nave. Un médico nunca podía morir mientras aun quedasen pacientes que atender. Un ruido distinto al de las alarmas, los chispazos y el metal chirriando atrajo la atención del doctor, el ruido de alguien moviéndose por la enfermería. ¿García? ¿Daniel? ¿Alguien más? No lo sabía, y aunque lo intentó, tampoco podía reunir fuerzas para llamarle, ni tan siquiera para emitir un mero susurro. Apenas debía de estar a un metro de él, pero bien podía haber estado en el otro extremo de la nave.

Para Matthew apenas era una sombra borrosa, pero por cómo se movía debía de estar herido tras el impacto, necesitaba que lo ayudasen, que lo curasen. Tenía que hacerlo… y sin embargo, solo podía quedarse allí mientras su vida se iba acabando. No podía abandonarle… no debía…

Un médico…

Cuando nadie se espera que sobreviva a un impacto como el anterior, es cuando Winwood Daniel emerge de entre los muertos, completamente aturdido y magullado. Pero vivo.

La vida de Griffin se extingue en su presencia, cuando el científico tantea su pulso. Ya nada queda hacer por él. Tal vez darle una sepultura como merece, y no un lecho de hierro y fuego como es la enfermería actualmente.

Otra explosión sacude la nave y con ello parte del techo de la enfermería se viene abajo, atrapando un pie de Daniel y a la otra persona que había sobrevivido hasta ese momento, la doctora auxiliar García.

Sendos bloques de acero le quitan la vida en el instante a Garcia, quien hizo todo lo posible por empujar a Windood fuera de la zona de peligro instantes previos al derrumbe. Su éxito fue parcial porque el pie de él quedó atrapado en los escombros.

Con las esperanzas perdidas por la lenta asfixia llega el mareo y la disminución de los sentidos para Daniel, quien solo percibe el tirón de uno de sus brazos. Una fuerza que lentamente jala de el en sentido contrario.

Entonces llega la pérdida del conocimiento.

UPSSSS

Gracias.