- Yo estoy condenado a 20 de nuestros años en el exilio, por participar en una conjura contra el gobierno de Andoria, sin ser consciente de ello. Veinte años, zha'Elung, de los que sólo han pasado 435 días. La mayor parte de mi familia fue ejecutada, la residencia de mi Keth, demolida, mi compromiso anulado. No queda nada para mi en Andoria y sin embargo... Sin embargo. Lo hecho de menos. La compañía, la camaradería. Saber a que atenerme en todo momento. Zztann. Creo que jamás llegaré a acostumbrarme a personas que se comunican sin miralni... sin antenas.- continuó el andoriano, evitando momentaneamente la última pregunta de la vulcana.
Después dejó que el silencio se extendiese entre los dos, sus mejillas ligeramente coloreadas, pero sus antenas fijas y determinadas señalando a Elung. Finalmente, reunió el valor que precisaba y y levantó la vista, clavando sus oscuros ojos azules en Elung.
- Mis miralni te señalan porque, desde los incidentes del mercado, porque creo que me siento atraido por ti zha'Elung.- dijo con voz ronca, antes de apartar de nuevo la mirada.- Sin embargo, creo haber entendido que estoy.... confundido en mis impresiones, y debo olvidar este impulso. Pero no puedo controlar la reacción de mi cuerpo. Sería como pedirme que dejara de respirar.
zztann-> sin traducción, equivalente a "las cosas van muy mal" o "estamos jodidos"
miralni -> Singular "Miral" como designan los andorianos a sus antenas
(salseooooo!)
Una condena, posiblemente la que ella misma vivirá si descubren su oculto secreto, uno que Karl le hizo abrir los ojos ante una verdad que velada marca un futuro cercano. Romper las reglas ya sea por una causa positiva o por mera rebeldía, puede inducir por diferentes caminos en los que el resultado siempre es la falta de comprensión, una injusticia que expele un análisis desacertado.
- Ese punto lo tenemos en común, no está solo. - responde desde su tono habitual, libre de emoción pero directa a la hora de expresar su parecer.
Desde la ambigüedad de una respuesta que para Elung tiene lógica, al referirse directamente a una soledad que será compartida, desde la mirada de una Vulcana y una comprensión que la identifica con su destino, uno que en solitario debe transitar con cuidado. Sólo que ante la "confesión" del Andoriano, la expresión de la Oficial no se modifica en nada, pese a estar analizando cada aspecto, detalle e incluso aquellas antenas que las señalan con descaro.
- Jamás he sentido una atracción como tal, con nadie... Es un control excesivo que existe sobre mi mente para no sentir las emociones en su naturaleza desmedida. Aún así, desde mi ignorancia intelectual... Podría enseñarme con paciencia a descubrir qué puntos de interés existen entre usted y yo, respetando las culturas que traemos consigo. -responde desde una sinceridad que fría, emana luz en una situación que en un principio era confusa entre los dos. -Y aunque no existan emociones en mi. ¿Usted podría conectarse a ello? ¿Mantener la cercanía aún desde esta perspectiva? - pregunta al mirarlo detenidamente a los ojos. - La soledad es austera, quisiera contar con su presencia en ella.
Aquello parece una confesión, posiblemente una muy estructurada y llena de palabras, que para alguien emocional serían confusas. Para Elung es un acercamiento, una fisura en su estructura, donde su instinto primigenio continúa sepultado en las profundidades inaccesibles de su mente. Y ante la premisa de abrir una frontera que ya ha sido irrumpida por su misma investigación, al dejar atrás tantos proyectos, un matrimonio e incluso a su propia tierra, nada tiene de que arrepentirse. Sólo seguir más allá.
<3
La vulcana anota mentalmente el nombre del libro, posiblemente se aplique todo lo explicado por el científico, alimentando aún más la curiosidad de esta Oficial. Una que ha despertado desde la Manipulación Genética hasta encontrarse con aquel experimento humano que sin dudas es una revelación para este mundo.
- Es probable que su teoría, sea cierta. - responde escueta, concentrada en las palabras de Daniel. - Intentaré conseguir el libro, podría ser de utilidad.
Si bien podría ser una fantasía, aquello comienza a tener sentido cuando la ficción se convierte en realidad, más aún cuando la mano del hombre llega a ese nivel de manipulación. Uno que rompe las leyes naturales, de la física e incluso de la ciencia en si.
- Descarte la posibilidad de acercarse, siquiera tocarlo y las únicas muestras que he obtenido son estas. -explica la vulcana, no tuvo una agradable experiencia cuando lo intentó. -Debemos analizar lo que tenemos, en base a ello, resolver cuestionamientos... Al menos decirle que no tiene batería, no se le ve simplemente. - agrega y tras preguntar por su nombre, alza una ceja. - Oficial Científico, Elung de la USS Franklin.
- Es un libro de ficción... o al menos lo fue en su época. Ahora se podría decir que su autora fue una visionaria y llegó a plasmar el futuro de la ciencia en su obra. - Añadí tras sus palabras preguntándome si el creador de aquellos golems leería también aquel maravilloso libro y si se habría inspirado en él.
Mi rostro muestra desánimo cuando la vulcana me indica que me olvide de acercarme a la criatura y más aún de intentar tocarla. - Tendremos que guardarlas como un tesoro. - dije respecto a las muestras que tenía recopiladas. - Aunque veo complicado analizar nada aquí. La Capitana de Alba no me permite salir a buscar algo de utilidad entre todo lo que guardan en camarotes contiguos. En cuanto a la batería, podría ser interna... O albergar algún tipo de núcleo de energía en su interior... - Miré a la mujer con los ojos brillantes. Estaba ilusionado con aquel enigma, el cual estaba fuera de mi campo por un lado, pero por otro me atraía demasiado.
- Creo que mi mejor opción será poder acceder al puente y ver a esa criatura con mis propios ojos. Seguramente, a pesar de ver lo mismo, ambos veamos las cosas de manera diferente por nuestros conocimientos. Y donde uno no ve nada, el otro podría ver un universo entero.
Me levanté de la cama. - Oficial Científico Elung, ha sido una conversación muy agradable, pero ahora debo ir al puente. Creo que me toca contemplar esa creación para poder continuar con nuestra charla. Con permiso. - Tras esto salí al pasillo y me quedé allí plantado, mirando hacia los dos caminos posibles. - ¿Derecha o izquierda? - Me pregunté completamente desorientado, como siempre.
Posibilidades. Escasas, estrechas y finas como el hielo de primavera, como la escarcha por la mañana. Y aún así alli estaban, una rendija abierta para aliviar la soledad que lo consumía. Quizá en otras circunstancias, Ishant hubiese tomado las palabras de la vulcana como un rechazo, un "no" con demasiadas palabras alrededor para suavizarlo. Pera tras la exposición prolongada a la peculiar manera de hablar de zha'Elung, a su desapasionamiento, el andoriano sabía que había algo más de lo que se reflejaba en la superficie. Y se aferró a ello con todas sus fuerzas.
Sus antenas se juntaron delante de su frente, las puntas tocandose levemente, mientras que sus ojos adquirían esa cualidad líquida que en él significaba una sonrisa, mucho más que ese espectaculo lleno de dientes que los pieles-rosa llamaban como tal.
- No sé si podré adaptarme a esta situación... pero lo intentaré. Al menos nos tendremos el uno al otro- dijo finalmente, duda y resolución al mismo tiempo en su voz, aferrandose a esa pequeña oportunidad que le brindaban, pero sin estar seguro de si la frialdad vulcana le haría más mal que bien. Pero Ishant no era alguien que retrocediese por miedo a la incertidumbre.
Acto seguido, extendió una mano frente a sí, la palma en perpendicular al suelo, y la agitó levemente, invitando a la vulcana a que imitase el gesto y tocase su palma con la suya.
- Así es como saludamos en Andoria a las personas que nos son cercanas. Nuestra familia, nuestros amigos, nuestras parejas... los que más próximos están a nuestro espiritu, con quien nos reunimos cuando nuestros cuerpos mueren, en las salas del Guardián Estelar... sé que el contacto físico no es grato para los vulcanos pero al menos... al menos concedeme esto zha'Elung, aunque no seas mi zh'yi
El ingeniero esperó, deseando que le devolviese el gesto pero sin querer forzar a la vulcana a imitarlo.
zh'yi-> pareja del género zhen. Se considera que la unión no es sólo física o legal, sino tambien espiritual. Se acercaría al término alma gemela
No entendía porque requerían mi presencia en el puente y me negaba a ir. Mi sitio era junto a la Capitán de Alba y su extraño guantelete. Además, ella sabía como hacer para que no me perdiese. Pero por algún extraño motivo insistían con que fuese. Cristina, que estaba acompañada en ese momento con el doctor, me hizo ir a su lado y me habló mientras me peinaba un poco con sus manos y me colocaba bien aquella ropa.
“Haz todo lo que James te diga, como si fuese yo quien te lo ordena y nada de irte a dar vueltas por ahí solo.” - Era curioso, puesto que tenía muchas veces la sensación de que me trataba igual que a un niño pequeño. Además me hablaba de ese James como si yo le conociese de algo...
- Pero Capitán, mi lugar es un laboratorio... no un aburrido y soso puente... - Me quejé, hasta que pronunció las palabras mágicas. - "Daniel, al puente, es una orden."
Por supuesto que antes de irme de allí le hice un pequeño gesto de burla al “buen doctor” por meterse con mis “inútiles estudios”. - Le veo en el puente Doc. Ah! No! Que no sus conocimientos no son necesarios allí.
- Lo siento, Doc. - Y me fue tras la científica vulcana, tras guiñarle un ojo a mi Capitán. Esperaba que estuviese bien a mi regreso. No sabía si sería capaz de cuidarse ella sola sin mí...
Cristina se irritó mucho cuando le dijeron que la presencia de toda su tripulación excepto la suya y la de Ollander, era requerida en el puente. Con respecto a su ingeniero era entendible que permaneciera junto al doctor, pero a ella no le pasaba nada, además el rescate que se iba gestar en el puente era el de su tripulación femenina y consideraba que debía estar informada y ser partícipe en todo momento, no conseguía entender por qué se la apartaba tan descaradamente de sus funciones... pero se obligó a relajarse, debía dar ejemplo y no ofrecer ninguna excusa para que terminaran por arrinconarla definitivamente, porque eso si que terminaría por matarla.
Entonces al ver el desazón de Winwood se acercó a él y le peinó su rebelde cabellera con sus manos, para relajarlo y de paso tratar de adecentarlo un poco.
-Haz todo lo que James te diga, como si fuese yo quien te lo ordena y nada de irte a dar vueltas por ahí solo.
- Pero Capitán, mi lugar es un laboratorio... no un aburrido y soso puente... - Me quejé, hasta que pronunció las palabras mágicas.
"Y mi lugar es precisamente el soso puente..."- pensó con amargura la capitán pero decidió ponerse seria.
- Daniel, al puente, es una orden.
Al ver que no estaba muy convencido relajó el gesto y añadió.
- Mari Puri y yo estaremos bien- se señaló el brazalete, lo acababa de bautizar con un nombre más apropiado, siguiendo el consejo de su despistado tripulante que sin embargo tenía la virtud de acertar- Puri de "Purificación" significa purificación en español... además está claro que es una chica y se le da de perlas purificar cosas- le guió un ojo a modo de despedida, el brazalele había volatilizado medio Arena con un dragón de por medio... en su opinión era el nombre perfecto.
Las comillas significa que habla en español ^^
Aún resuenan aquellas palabras en la mente de Elung cuando escondida debajo de la chaqueta da la impresión de ser muy pequeña, pero en actitud siempre su neutralidad gana a la par de los pensamientos alineados, analíticos, que intenta conectar para darle forma y color a la situación que acontece con Ishant. Posiblemente saltando un poco más al vacío mientras la razón se mantiene quieta, expectante.
Y ante aquella invitación, que si bien es una promesa velada de intentarlo al menos, la joven Vulcana se incorpora de la cama ya con la intención de dejar la chaqueta sobre la misma. Su cuerpo pequeño en consonancia con los tonos oscuros de su ropa, le permiten reflejar ese color de piel tan peculiar, más aún cuando el caoba de su mirada se profundiza aún más.
Perpetua su atención al mar acuoso y azulado que emiten aquellos ojos, tan cálido como las noches en Vulcan, avanza a través de un paso firme con la intención de acercarse y al extender su mano, desde una actitud que no sería la típica en una situación así, pero muy osada para Elung cuando toma la decisión más arriesgada de su vida. Y tras liberar un ligero suspiro de sus labios, convencida desliza sus dedos sobre la palma de su par alienígena, aferrando la misma con cierta delicadeza.
- ¿Así está bien? - pregunta sin desviar la mirada, pendiente de aquel contacto que tan desconocido y surreal le resulta. Lejos de romper con todas las normas de su raza, aquello termina siendo el acercamiento más íntimo que ha tenido en su vida, aún casada hace un tiempo ya.
- Son probabilidades, aún así estoy de acuerdo con usted y es indispensable que pueda observarlo. - responde consintiendo aquella postura. - No obstante, es imposible acercarse. No cuando su Capitán está cerca, es bastante impredecible la criatura. - agrega ya dispuesta a despedirse. - Nos encontraremos en el Puente, ha sido muy gratificante la conversación.
Tras decir aquello, le permite al Oficial abandonar el Camarote mientras guarda a buen recaudo las muestras. En breve toca ir al puente para trabajar, cuestión que le llevará varias horas más lejos de este lugar mientras su mente se centra en las nuevas circunstancias que se presenten.
El andoriano cerró la mano sobre la vulcana, la mano de ella quedaba tan reducida entre su enorme zarpa que casi parecía desaparecer. Ishant cerró los dedos con suavidad sobre la mano de zha'Elung, notando la diferencia de temperatura entre sus dos cuerpos, tan distintos, uno adaptado a un planeta desertico y sin agua, el otro a una luna helada que rara vez veía una temperatura por encima de 0º. Una piel cetrina, con el tono verdoso del cobre bajo la superficie, la otra rabiosamente azul, fruto del cobalto.
Ishant pasó suavemente el pulgar sobre los nudillos de la oficial científico, disfrutando de lo intimo del contacto, de la cercania, de la sensación de hogar que le brindaba, que hacía que sus antenas se estremeciesen ligeramente de alegría.
- Si, así está bien...- dijo con voz ahogada, incapaz de decidirse a dar otro paso, sin querer forzar la situación.
Desde aquella íntima experiencia en la que Elung ahora se somete, cierra los ojos por un breve instante para comprender la sensación que debe generar aquel contacto, tan distinto a todo lo que ha vivido hasta ahora. Si bien aquel gesto, ese roce delicado de sus manos sobre la de Ishant, donde la diferencia de tamaños es tan característica, se siente agradable y extraña a la vez. Impropio para su cultura, necesario para el Andoriano.
Y ya sin saber qué hacer en esta situación, más que nada por mero desconocimiento, la Vulcana observa las antenas durante apenas unos escasos minutos, para luego regresar a la azulina mirada de su compañero. Preguntándose tal vez, cual es el paso siguiente en esta situación, al ser totalmente nueva y muy diferente a lo que está acostumbrada, prefiere no arruinar el momento con su frialdad e ignorancia.
- ¿Y ahora? Es agradable esto. - responde, intentando suavizar el tono tan neutral que tiene. Imaginando que en los cortejos, se debe realizar todo un proceso de conquista muy manifiesto, para revelar el interés por parte de la fémina. No es algo meramente natural en la Vulcana, considerando que ya el sólo hecho de tocarse es bastante emocional, impropio y muy osado.
Durante unos minutos, sólo disfrutaron del leve contacto, los dedos rozándose suavemente los unos contra los otros, las palmas unidas. El andoriano simplemente disfrutó de la cercanía,sin imaginar en ningún momento que la vulcana desearía ir más allá,rozando como estaba los tabúes que había mantenido hasta ese momento: distancia, carencia de contacto, estoicismo. Sin embargo, salvo un leve momento, no apartó los ojos de los suyos e Ishant creyó ver en algún momento una chispa de emoción en aquellos ojos castaños. Posiblemente era una mera imaginación suya, un traslado de sus anhelos a la realidad, poniendo algo donde no había nada. Por eso, cuando zha'Elung preguntó que había más allá de ese gesto, afirmando que hasta el momento la situación le resultaba agradable.
- Bueno, ahora podría besarme, si se sintiese inclinada a ello.- siseo el andoriano, con un punto de ansiedad en la voz y las antenas estremecidas, temiendo estar abusando de la suerte que se le había concedido.- O simplemente podía acercarse más a mi, sin ir más allá y descansar junto a mi hasta que el tiempo de ir al puente llegue.- volver a dormir lado a lado con alguien, como era típico en los keth andorianos, donde generaciones completas dormían entrelazadas, compartiendo calor físico y seguridad en las frías noches le resultaba el segundo mejor resultado de aquella novedosa situación. Pero no quería abusar de su suerte, por lo que ofreció una salida más propia de el pueblo de ella que del suyo, tragando saliva y agachando ligeramente las antenas.-O podría dejarle meditar este tiempo, y terminar este experimento hasta que quiera continuarlo.-Si es que quería continuarlo, fueron las palabras que quedaron colgadas en el aire, sin llegar a pronunciarse.
Antes de que ella contestase, el ingeniero se armó de valor y llevó su mano libre hasta el rostro de ella, tocando levemente la línea de su mandíbula, una piel tan distinta a la suya, un tacto tan desacostumbrado, que debía sentirlo al menos una vez, ya que existía el riesgo de que fuese su única oportunidad.
Desde el móvil cambiaré el formato si hace falta más adelante
Los minutos continúan avanzando a través de las manecillas de un reloj, que suave en su andar, decide eternizar un tiempo que no tiene distinción de raza, credo o tradición. Allí con sus manos entrelazadas, Elung contempla desde la vehemencia que sus mismos ancestros le han regalado, desde aquella mirada caoba que inexpresiva, destella un ligero brillo al igual que una estrella fugaz. Su mente analítica, se mantiene expectante, atenta a los sucesos mientras los sentimientos permanecen en aquel cofre lleno de cerrojos.
Sólo que ante la curiosidad y la efímera empatía que ahora mismo siente por Ishant, acepta aquella caricia ofrecida en su mejilla mientras intenta respirar profundo para mantener un control que es vital para su raza, inclusive para ella misma. Y ante aquella frase que antes queda flotando en el aire, sugerencias que vanas pueden ser el pie hacia cualquier camino más íntimo, personal, uno que la Vulcana jamás ha transitado incluso con su esposo.
- Besarlo es una opción que considero y la segunda opción, acostarse a mi lado. - responde directamente, quizás en otras personas podría ser una acción propiamente dicha, no una frase que anticipe aquel acto tan simbólico para dos personas que se atraen. Y tras pensarlo, meditarlo e incluso pasar esa idea por cada filtro de su mente, decide acortar las distancia mientras un ligero roce de sus fríos labios, acarician los del Andoriano como un intento de beso, de inicio hacia algo más profundo. No toma distancia, esperando que tal vez, el enemigo de su pueblo tome las riendas de una situación que ahora es desconocida para Elung.
Los ojos del andoriano brillaron animados por un momento, las antenas unidas en su frente, una muestra de alborozo inusitado en un rostro que no estaba hecho para sonreír con los diente. Con suavidad, Ishant se inclinó hacia ella, sin desentrelazar los dedos de las manos que mantenían unidos y usando la otra mano, la que había delineado su cara para reclinarla hacia el camastro que ocupaba buena parte del camarote. Se apoyó en un codo, por miedo a aplastar su dimituna figura con su fornida estructura, y prosiguió con el beso que ella había iniciado con tan cándida inexperiencia. No fue un contacto salvaje y apasionado como había sido en el mercado, fue algo más sútil, más dulce, una declaración de intenciones. Al tiempo que sus labios jugaban con los de ella, sus antenas acariciaban su frente, allí donde habrían estado sus antenas en caso de haber pertenecido a la misma especie, un contacto reservado para unos pocos, que ponía a disposición del otro una de las extremidades más sensibles de la anatomía andoriana.
Finalmente sus labios se separaron y apoyó su frente sobre la de ella, sus antenas aún acariciando sus sienes con suavidar. Escurrió el brazo bajo su cabeza, para que le sirviese de almohada, y llevó sus manos entrelazadas hasta sus labios, para besar el dorso de la mano de ella. Cuando hubo posado sus labios en todos sus nudillos, volvió a mirarla a los ojos.
- Al menos, en medio de esta locura, esto me hace querer seguir viviendo.
La sensación de aquel beso resulta ser una experiencia un tanto curiosa para Elung, más aún cuando ese tipo de contacto físico estaba literalmente censurado en su raza y visto como un asunto propio de las emociones, de esa impulsividad que anulada permanece en el interior de cada Vulcano. Pero desde su inexperiencia, desde aquella ignorancia hacia las relaciones interpersonales, de alguna manera acompaña el gesto desde una tranquilidad propia de un lago cristalino.
Sus labios sutilmente se mueven en consonancia a los de Ishant, sutiles pero sentidos para ser alguien como ella. Las antenas al principio le generan cierta sensación de sorpresa, una ligera incomodidad, que lentamente va mermando hasta adaptarse completamente a ello sin que quiera salir corriendo de allí mismo. Aceptando al Andoriano desde su naturaleza y el respeto que Elung puede ofrecerle.
Una vez en el camastro, ella se acomoda junto a él acurrucada desde la pequeñez de su cuerpo y esa mirada que inexpresiva intenta reflejar un atisbo brilloso. Sus manos se mantienen quietas al principio, hasta que el ingeniero besa una de ellas, permitiendo que la Vulcana esboce una efímera sonrisa, aún mientras descubre el tipo de sensación que toda esta situación genera, ajena aún a las emociones que podrían surgir.
Sin embargo, acaricia le acaricia el rostro con su mano libre y cuando las frentes están apoyadas, ella se mantiene en silencio, receptiva. Dando la impresión de que se tratase de un momento íntimo desde el tantra, desde aquel respeto profundo, a base de caricias que se dirigen a las prácticas de meditación, a esa sensación superior que sin abandonar lo carnal, lo convierte en un estado de relajación íntegro, ligeramente sensual y sublime.
Con cuidado, siempre pendiente de un posible rechazo, siempre teniendo miedo de que su osadía fuese malinterpretada y provocase una reacción adversa, Ishant va más allá, llegando hasta un punto que jamás soñó cuando se reunió con la vulcana en aquella nave abandonada, en aquel lugar tan carente de esperanza.
A pesar de la extrañeza de la unión, tan distinta a lo que es acostumbrado entre su gente, tan extraño siendo sólo dos, tan distinta la piel cetrina, sorprendentemente cálida y seca contra la suya la suya, índigo, tibia y húmeda. Aún con todo, más cerca el uno del otro de lo que jamás imaginó, la soledad que ha sentido diluida en el abandono de esa unión que no esperaba, pero que ansiaba más de lo que podía imaginar.
Al final, simplemente la abrazo, sus brazos envolviendola, sin creerse del todo lo que acababa de ocurrir. Su mejilla apoyada contra su pelo enredado, simplemente disfrutando de tenerla cerca.
Y desde aquel acto tan íntimo, que para Elung fue como si se tratase de un delicado ritual, una unión que fluye naturalmente al ser una sola persona a través del cuidado, del respeto mutuo y la entrega. Allí donde los razas se juntan en pos de un instante donde la pasión se alimenta mediante la respiración agitada, el intenso vaivén y las miradas que como luces parpadeantes se encuentran para decirse lo que desde la voz, no llega a oírse.
El tiempo se eterniza a través de cada minuto, desde el sudor compartido, las caricias y esa profundidad que desde el interior de la vulcana, resulta tántrico, erógeno inclusive. Aún cuando el desconocimiento se transforma en sabiduría, en besos que perdidos entre los sonidos del encuentro, endulzan aquella melodía tan cómplice, especial.
De esta forma aún cuando aquel camarote esconde aquel secreto lejos de las miradas acusatorias, los enemigos comienzan a amarse y la verdad se manifiesta al final de aquel encuentro, dónde el placer deja un resultado que hará mella en su corazón y más aún en las diferencias que siempre han tenido al punto de conectar desde la infinidad del contacto, desde la misma piel. Ya no están solos, no necesitan más que estar allí perdidos en la eternidad de un instante entrelazados, para lidiar con lo que tocará, con lo que vendrá.
Ya no son dos alienígenas perdidos en la inmensidad del universo, no habrá soledad en ellos luego de esta sublime unión. Y mientras el momento se consume hasta que Morfeo los cobije en su regazo, abrazados luego de tanto compartido se permiten aquel breve instante de felicidad, de paz, hasta que la vida misma los devuelva a su lugar, a su ocupación.