Partida Rol por web

Francia es un lugar diferente al que dejaste cuando vuelves después de tantos años en Tierra Santa. Tú también eres una persona diferente. Te atormentan las atrocidades que viste cometer por los cruzados y que, incluso, tú mismo llegaste a cometer. Te hicieron dudar de la santidad de tu causa y de la cruz que llevabas cosida a la pechera de tus ropas. Las cruzadas podían ser muchas cosas, pero no tenían nada de santas.

Cuando al fin te cansaste y te viste mentalmente obligado a volver a casa, conseguiste un buen pasaje y en unos meses volvías a pisar la verde y húmeda Francia. Pero las pesadillas no te había abandonado. El muchacho sarraceno empuñando su daga para defender a su hermana al que segaste la vida te persigue desde el mismo momento de su muerte. Puedes ver su cara de odio hacia ti casi cada noche. Y lo que es peor, también casi cada día.

La bebida ha constituido tu refugio durante los últimos años. Tu familia no esperaba tu regreso y, dadas las circunstancias, prefirieron renegar de ti a darte acogida. Has estado vagando de un lado hacia a otro como soldado mercenario, sirviendo a un señor o a otro, viendo como la tierra que querías se despedazaba en luchas intestinas entre señores de una misma religión. Nada tenía ya demasiado sentido.

El sueldo de mercenario daba todavía para alguna borrachera ocasional y tu vida se convirtió en un borrón lleno de vacíos que no querías ni podías recordar. En estas circunstancias te encontrabas, disfrutando de las últimas monedas en una sublime borrachera en la ciudad de Rennes, cuando escuchaste a un hombre de acento inglés reclutar a gente. No estabas para muchos trotes, pero recuerdas a ese hombre por su "batallar" con el francés para explicar las cosas, hablar de un lugar llamado Pléchâtel, que no alcanzaste a saber por dónde estaba, pero que tenía una torre maravillosa. O algo así. Y contrataba gente. Al menos crees no haberlo soñado.

Al día siguiente vuelves a la misma taberna a recomponer tu estado de resaca con un dulce caldo de los que te sirvieron la noche anterior. Para tu sorpresa un divertido y guarro galés que se te presentó la noche pasada y con el que hiciste grandes migas, se dirige a hablar con el tabernero, al parecer preguntando por el reclutador de la noche pasada...

 Una estación más tranquila. A parte de las aburridas guardias (ahora ya desde lo alto de las nuevas murallas) en las que apenas tienes a nadie más con quien discutir que tu fantasma sarraceno, no hay mucho que hacer. De tanto en tanto te toca acompañar al borrachuzo de Galvan en una misión de protección de uno de los carros, para comprar o vender algo en Rennes. Tampoco ha pasado nada en esos viajes durante todo este tiempo.

No hay apenas actividad entre los grogs, al menos de la interesante. No hay entrenamientos apenas, pues todos los grogs están ocupados con trabajos más bien manuales, pues sigue faltando personal. El señor Simon, senescal de la torre, sigue preocupado por la falta de hombres, ya que habéis pasado de tener que defender una torre a defender un pequeño castillo, siendo evidente que ya no sois suficientes para tal tarea.