Lo miro desafiando.
- Ni hablar. Nosotros no vamos a ningún cuartel. No puedes venir con nosotros. Largo.
Y le sigo apuntando con mi arma.
Con el arma colgada a bandolera, subo ambas manos. - Vale, vale. No es lo dicho al principio pero ... vale. Se giró y buscó otra manera de ir, pero antes se acercó a Frank.
Nada más acomodarte, notas como la culata de un arma golpea con fuerza tu barbilla. El duro golpe hace que pierdas la conciencia.