Partida Rol por web

—Debo admitir que “en medio de ninguna parte” gana un considerable atractivo cuando uno ha pasado semanas varado “debajo de ninguna parte —replicó a Balaena.

La maga estaba quejándose de nuevo por algo. Era como esa vocecilla interior que le decía: “no bebas más, Trasus, que estás tirado boca abajo en un charco de meados”, y a la que replicaba: “todavía soy capaz de darme media vuelta y levantar el brazo, y no concibo forma más eficiente de librarme del ácido sabor de la orina ajena que se ha instalado en la punta de mi lengua”.

—Vas a sentirte mal contigo misma cuando te des cuenta de que estás haciendo lo mismo de lo que me acusas, Gabrielle —protestó Trasus—. De todos modos, me halaga que me llames grosero. He dedicado muchos a años a olvidar los modales que me inculcaron mis padres, y estaba convencido de que todavía me quedaba un largo camino.

Trasus dejó que Sarkee y Gabrielle, si lo deseaban, subieran en primer lugar a la carreta. Las disquisiciones sobre modales le habían recordado que, por alguna razón —probablemente para mirarles el trasero o para que recibieran el ataque de un enemigo emboscado en primer lugar—, era de buena educación dejar que las mujeres entraran en primer lugar a los sitios. Y puesto que acababa de expresar su deseo de abandonar los modales, era ese el momento adecuado para hacer gala de ellos.

—Mucho gusto, Lynn —saludó Trasus a la joven, cuyos iris mostraban el color del espliego recién florecido—. ¿Me equivoco al presumir que eres parte de la búsqueda de Ayla?

—Seguro. Soy una persona horrible —suspiró Gabby, en tono derrotado.

Dejaba a Trasus por imposible. Sólo había conocido otra persona que sacara de forma tan manifiesta lo peor de ella: Cassidy. Dejaría que fueran otros quien lidiaran con el carácter pueril del autodenominado erudito.

—Creo que caminaré un poco junto a Tal'Vashoth —dijo en cuanto le vio las intenciones a Trasus de ir en la caravana—. Si no te importa, claro.

Lynn negó con la cabeza para corroborar a Trasus que no se equivocaba. No obstante, cuando Gabrielle declaró que caminaría fuera, la miró un instante y luego bajó la mirada al suelo.

Te dio la sensación de que tu amiga no se sentía muy cómoda viajando de repente con dos desconocidos en lugar de contigo, aunque parecía haber optado por intentar hacer como si no estuviesen ahí en lugar de pedirte en voz alta que te quedases.

Normalmente era una persona de lo más abierta a conocer a otras pero tenías una idea bastante acertada de por qué no debía estar por la labor en aquel momento.

—No es por echar agua sobre suelo mojado pero... no sé cómo pensáis encontrar a una persona en medio de un bosque que ocupa casi la mitad del reino—suspiró Nolan en el pescante a tiempo que la carreta se ponía en marcha—. Es como buscar una aguja en un pajar. Una que además tiene patas y corre.

Cosa de cinco minutos después, alcanzasteis una bifurcación en la que había un letrero de madera indicando justo en medio aunque solo sabíais lo que indicaba el camino de la izquierda: Amarantine a tres días de distancia.

No es que la parte derecha del cartel fuese indescifrable, es que había un elfo dalishano sentado encima del mismo con toda la tranquilidad del mundo y la tapaba.

—Si que habéis tardado—dijo balanceando las piernas ociosamente mientras ladeaba la cabeza—. ¿A qué ha venido el parón?

O lo que es lo mismo: “¡soy un intachable dechado de virtudes! ¿Cómo puede ser que no lo veas cuando es tan evidente?”

Trasus apoyó la cabeza contra la funda de tela del carromato. Llamarlo cómodo hubiera sido mentir, sobre todo con tanta gente metida en ese espacio, pero por el Hacedor que era mejor que dormir sobre la tierra fría, despertar y mitad de noche y no estar seguro de seguir siendo dueño del propio cuerpo.

Desde el exterior llegó la duda del hombre llamado Nolan. Una razonable, puesto que no sabían cuál era el destino de Ayla. Él mismo había sugerido que podía estar encaminándose de regreso a Denerim. Tan poco era lo que sabía, que cualquier opinión sería mera especulación desinformada.

Mientras consideraba las opciones en sus manos, el carro traqueteó por el irregular camino, provocando que el trasero huesudo de Trasus botara en su asiento como una pelota desinflada. No tardó más que un puñado de minutos en detenerse.

Una voz diferente a las de los componentes de la caravana que conocía se escuchó desde el exterior. Sin embargo, por sus palabras, pertenecía a otro miembro. Un explorador, aventuró Trasus, considerando que iba por delante del resto del grupo.

Se inclinó hacia delante y miró por encima del hombro de Balaena. Sentada sobre el poste que indicaba los destinos de ambos brazos en los que se bifurcaba el camino, la estilizada figura de un elfo. Dalishiano, por sus tatuajes.

Trasus volvió a reclinarse y esperó a que los que estaban fuera hablaran con el elfo.

Gabby había caminado el resto del tiempo tratando de arrancarle alguna palabra a Tal'vashoth y observando de reojo lo incómodo que estaba Trasus pese a ser una caravana grande y prácticamente vacía.

—Yo diría que es más bien como pescar un arenque en concreto en el mar, ¿verdad, Kando? —contestó la maga a Nolan, guiñándole un ojo al mabari.

Cuando llegaron a la bifurcación, le dedicó una sonrisa radiante al elfo dalishano.

—¡Andaran atish’an lethallin! ¿Has descubierto algo interesante?

Mientras esperaba su respuesta sacó una pieza de pescado de su mochila y se la tendió al mabari, no para que se la comiera sino para que la oliera.

El perro ladró coloquialmente.

—Arenques, agujas... —suspiró Nolan con desmayo—. El mismo coñazo con distinto nombre.

Por supuesto, lo primero que hizo Kando al ver el pescado fue tratar de comérselo, Gabrielle tuvo que levantarlo por encima de su cabeza y ponerse de puntillas para que el mabari (que se había puesto a dos patas también) se limitarse a olerlo en lugar de a zampárselo.

El elfo por su parte arqueó una ceja con extrañeza.

—Sabes que tienes un qunari siguiéndote, ¿verdad?—carraspeó y manoteó el aire con una mano como quien considera que un gigante de dos metros es un detalle nimio. Esbozó una sonrisa picaruela—. Oh, sí. Muy interesante diría yo.

Brincó del cartel para que pudieseis ver lo que había escrito en el pedazo que señalaba el camino de la derecha: "Nordale".

—Perdonad mi ignorancia pero... suponiendo que esa chica haya seguido el camino, puede haber tomado cualquiera de los dos senderos, ¿no?

—¿Nordale? No sabía que nos habíamos desviado tanto —repitió Gabby, perpleja.

La sorpresa se convirtió en alegría, y una sonrisa le iluminó la cara.

—¿Podríamos... ir allí? Es donde nací y todo el mundo me conoce. Si Ayla ha pasado por ahí, me lo contarán.

Se le había hecho un nudo en el estómago de la emoción. ¡Podría ver a padre y a madre! Y... a Medwin, después de tantos años. El color se le subió a las mejillas cuando pensó en él.

Trasus volvió a ponerse en pie y se inclinó un poco más esta vez, agarrándose a los cortinajes de lona, asomando la cabeza por encima de la de la herrera. El cartel, completamente visible ahora que el dalishiano había regresado a la madre tierra, indicaba que uno de los brazosconducía a la ciudad de Amaranthine, que Trasus había visitado brevemente años atrás, y el otro a Nordale, nombre que desconocía, lo que significaba que debía ser una aldea, o una ciudad pequeña, con suerte.

—¿No puede el perro encontrar el rastro de la chica? —preguntó, observando el extraño ritual del pescado—. Aunque viajando sola, y con el tiempo que ha pasado, supongo que ya no quedará rastro que seguir.

Gabrielle estaba diciendo que aquel municipio era su lugar de nacimiento. Y, por supuesto, quería ir. Era algo comprensible, teniendo en cuenta que quizás no veía a sus padres desde que era una cría. Que Ayla hubiera pasado por allí, sin embargo, era no imposible, pero sí harto improbable

—¿Hay un servicio de correos en Nordale? —añadió, recordando que cuando la expedición regresara a Val Royeaux, era de esperar que le dieran por muerto—. El resto de la expedición desmontó el campamento y huyó cuando sintieron los temblores. Debería enviar una carta a la Universidad explicando lo ocurrido y el motivo de mi ausencia, a ser posible antes de que decidan prescindir de mi salario, arrendar a otro mi casa y ejecutar mi testamento.

Exigua herencia, en cualquier caso. Incontables botellas y jarras vacías que nunca se animaba a sacar de allí, una verdadera montaña de papeles y pergaminos con las de decenas de investigaciones y trabajos iniciados y que casi en cada caso había dejado sin terminar, víctima ineludible de una incomprensible angustia que ahogaba con la bebida y enmudecía con el ruido de la juerga.

—Podemos intentarlo. Aunque el rastro que puede buscar nuestro mabari no es el de Ayla, sino el de una persona que podría viajar con ella o estar buscándola como nosotros —respondió y se dirigió al perro, volviendo a agitar el pescado delante de su nariz —. Kando, busca.

Continuó hablando mientras el mabari rastreaba.

—Además, no es un capricho mío ir a Nordale —explicó, tanto a Trasus como al resto de la comitiva—. ¿No habéis dicho que Ayla estaba herida? No tiene sentido que emprenda un viaje de tres días hasta Denerim teniendo un pueblo tan cerca. Sabemos que Ayla ha parado antes en tabernas de camino y aldeas como esta. Y hasta donde nosotros sabemos no tiene ningún motivo especial para volver a Denerim. Es más, los templarios estarán alerta después del alboroto que montó incendiando aquel edificio. Si Kando encuentra el rastro de Dreren hacia Denerim, me acercaré a Nordale yo misma. Si ha pasado por allí (y yo creo que sí lo ha hecho) os enviaré un mensaje para que os reunáis conmigo. No tenemos correo propiamente dicho, pero estando Denerim tan cerca enviamos un cartero hasta allí y ellos se encargan de distribuirlo.

EDITO: ¡joder, que se nos ha pasado que Ayla estaba herida! Fijo que está en Nordale entonces. Post editado.

Masca: como habrás supuesto, Nordale es parte de mi trama personal.

Lo que no sé es si Esti tiene pensado algo para los demás pjs allí, o prefiere que vaya yo sólo para agilizar las escenas. Porque si va por donde yo creo que va, tendría bastantes roleos que hacer allí.

—Mientras no se haya desangrado por el camino para que pueda ser yo quien le retuerza el pescuezo, me vale—refunfuñó Sarkee.

—La verdad es que es raro que los pueblos del sur estén... eh... bueno, "muy presentables". Fué la parte más castigada por la Ruina—Nolan se rascó la cabeza—. Si han dejado el cartel es que quizá lo estén reconstruyendo aunque no esperéis muchos servicios disponibles.

Carraspeó cuando vió que Kando ladraba y se ponía a dar vueltas erráticamente por la zona. Al final se decantó por el camino de Nordale.

—Bueno, parece que el peludo está de acuerdo con tomar la dirección. O eso, o lo primero que han reconstruido es la pescadería.

—¿Dónde estabas cuando la Guarda reclutaba gente?—suspiró Balaena poniendo los ojos en blanco—. Podrías haber matado al Archidemonio a base de chistes malos.

Antes de que el orlesiano pudiese contestar, ella restalló las riendas y los caballos se pusieron en marcha con un suave relincho tomando la dirección de Nordale.

Si queréis añadir algo más, podéis hacerlo. Pero he de abriros escena nueva.

Gabby se sintió aliviada cuando el mabari siguió el rastro en dirección a Nordale. No quería pensar que sus deseos por regresar a su aldea natal, y comprobar si sus padres estaban bien, enturbiaba su buen juicio y su responsabilidad respecto a la misión.

—Ay Nolan, no seas cenizo —le pidió Gabby—. No me pongas más nerviosa de lo que estoy. Espero que todo el mundo esté bien.