Partida Rol por web

Llegó la nueva mañana en un silencio sepulcral. Julieta y Agustín salieron de la habitación tomados de las manos, aliviados de que ninguno de los dos había caído esa noche... Más al mirar al resto de su familia entendieron que todo había acabado. Pepa les miraba triunfal, mientras el resto de la familia la rodeaba con un brillo especial en sus ojos. Lentamente, la pelirroja de los tres hijos del matrimonio de Pedro y Alma había ido convenciendo los corazones de su familia de lo que ella consideraba Su Verdad.

La muerte de Mariano había sido un error. Un error necesario, que dio paso a entender que aquel pueblo llamado Encanto dependía de ellos para cada cosa. Los Madrigal estaban siendo usados, incluso abusados, para que todo fuera perfecto para el pueblo. Era demasiado peso puestos en ellos. Sí, todo el pueblo celebraba cuando las cosas iban bien, pero cuando algo salía mal, los culpaban a ellos. Para Pepa, la única razón por la cual Mariano se casaría con Dolores era para seguir procreando niños Madrigal con poderes. ¿Por qué, sino, había cambiado de Isabela a Dolores en un parpadeo? Y así, todos allá afuera pedían y exigían de los Madrigal sin dar nada a cambio. Era momento de que los Madrigal tuvieran más que un fugaz reconocimiento. El resto de los familiares lo habían ido entendiendo poco a poco, pensando en el bien mayor. En el bien de todos.

Sin embargo el matrimonio no podría entenderlo. No luego de haber perdido a Mirabel, de que sus otras hijas fueran encerradas. Fue entonces que tomaron la decisión de exiliarse. Casita abrió finalmente sus puertas, liberando a Luisa e Isabela. No tardaron en darse cuenta que, al ocurrir la separación emocional familiar, ni Julieta, ni Luisa, ni Isabela podían ya usar sus dones. Salieron los cuatro, llevando con ellos sus pocas pertenencias, sin tener claro a donde irían. Algunos más del pueblo se unieron a ellos, y así, una pequeña procesión dejó Encanto, hacia un nuevo comienzo.

GANAN LOS LOBOS

Luisa vacío su habitación en un pis pas. Aquel no era el final que hubiera deseado, pero era uno que le permitía quedar libre de las responsabilidades que tanto la agobiaban.

Desde el umbral de la puerta, miro a esa parte de la familia que quedaba allí. No podía reprocharle nada a su tía Pepa, pues ella misma albergaba un pensamiento similar. Solo que no lo había compartido con nadie.

El principal motivo por el que apoyaba la boda entre su prima y Mariano era, que eso le daría unos años de paz. Unos años donde Dolores y Mariano tendrían toda la presión para traer bebes al mundo. Tiempo en el que ella podría respirar tranquila sin la presión de encontrar pareja, casarse y procrear...

Les dio la espalda dejándoles allí, en casita, ansiosa por ver que le deparaba la vida junto a su verdadera familia, solo faltaba Mirabel, pero siempre estaría con ellos, en sus pensamientos. —Lo que venga lo afrontaremos juntos.— Dijo sonriendo a Isabela y a sus padres.

Julieta y Agustín salieron y nos vieron a todos, con nuestra gran sonrisa de oreja a oreja. En ese momento Bruno sonreía, pero con un tic en el ojo.

Intentamos explicárselo todo, explicarles... la VERDAD. La verdad que los rayos de Pepa nos hicieron ver a todos. Nos frieron abrieron la mente y habíamos hecho todo esto. Por el bien de la familia.

-Julieta!! Agustín!! Esta noche P-Pepa le hará ver la v-verdad a Julieta, y entonces la resucitarás con t-tu cocina! o Camilo se convertirá en ti para usar tu poder y resucitar a Mirabel y a M-Mariano! La familia estará unida de n-nuevo!! - empecé a dar saltos, por fin pude decirles la verdad a todos!! Tras dejar de saltar me subí la capucha hasta taparme medio rostro.

-LA FAMILIA SERÁ MÁS GRANDE QUE NUNCA! Como que me llamo Hernando que seremos mejores que nunca!!  - hablé con tono fuerte y decidido, sin temor alguno a nada ni a nadie. Y las ratas se me acercaron y empezaron a corretear por mi espalda y mis brazos. 

Acto seguido tuve un tic en la cabeza y me la agarré con mis dos manos, buscando - m-mi balde!! MI BALDE! Dónde está?? - cogí desesperadamente un jarrón y me lo encasqueté en la cabeza... moviéndome con balanceos poco naturales. - Ah...ah...si... todo irá bien ahora .... sí... verdad Jorge? verdad?? 

Tras la caótica vertiginosa situación de ver morir a los miembros de su familia, y de dudar de todos hasta ver la verdad, Bruno había estado experimentando flashes de cuando vivía tras las paredes, y sus personalidades salieron a flote cada mañana y cada noche. Ahora, todas ellas convivían en uno solo. Un loco Bruno. Un loco Hernando. Un loco Jorge. 

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Sin embargo el matrimonio de azul no podría entenderlo. Tomaron la decisión de exiliarse. Casita abrió finalmente sus puertas, liberando a Luisa e Isabela, y todos al separarse perdieron sus poderes... impidiendo así resucitar a Mirabel, o a Mariano. 

-N-No! J-julieta!! JULIETA!! - gritó Bruno por última vez, con lágrimas en los ojos, cuando ya se alejaban de todos y del pueblo - H-HERRMANA!! VUELVE AQUÍ!!  -gritó con ira Hernando. Jorge... Jorge se quedó callado. Silenciosamente les vio marcharse. Como siempre hacía cuando estuvo tantos años tras las paredes. 

Se quedó ahí plantado, de pie. Ahora casita era su encierro y sus paredes. El pueblo eran sus muros. Su mundo tras las paredes se había ampliado, hasta las fronteras con las montañas. Pero seguía estando encerrado. La familia no se había arreglado. Se había roto. Igual que las paredes.

...

5 minutos después, un tic en la cabeza y en el hombro alteraron a Hernando - ALEJANDRA! - le gritó  con vehemencia a una de sus ratas - YA TE DIJE QUE NO PODÍAS HACER LA TELENOVELA CON ROBERTO! ROBERTO ES MALO! MALO!! - y Hernando, Bruno y Jorge salieron corriendo tras su rata, para encerrarse de nuevo en su torre, o tras las paredes de casita.

Dolores había despertado esa mañana con la esperanza de que pronto volvería a estar en brazos de Mariano. Su tía Julieta lo resucitaría después de que buscaran un cura que los casase. Para ello Mariano debía decir el “Sí quiero” desde el más allá, ya que las aropitas con queso tan solo resucitaban a la familia Madrigal, pero su prima Mirabel sería testigo de ese “sí quiero”, y cuando ella volviera de nuevo, todo estaría bien en la familia.

Con esos pensamientos, la joven Madrigal se unió a su madre y al resto de su familia, cuando Julieta y Agustín salieron de su cuarto tomados de la mano. Ella deseaba abrazarles con intensidad y mostrarles cuanto les quería, pero… entonces… entonces, sus queridos tíos prefirieron alejarse de ellos y perder sus dones, antes que aceptar la verdad, recuperar a su propia hija y traerla de vuelta junto con Mariano.

Aquello no podía estar pasando, y con lágrimas en los ojos, les suplicó que se quedaran…

-Camilo, tu… ¿Puedes hacer algo? ¿Puedes resucitar a los muertos? Por favor… dime que les traerás de vuelta. Tía Julieta, Tío Agustín, por favor, no os vayáis… – Dijo con voz desesperada, mientras la pena la consumía.

Y mientras veía como se alejaban, la joven Dolores tomó la decisión más difícil de su vida. Ella no podía seguir viviendo sin su Mariano, por lo que, si no conseguía traerle de vuelta en una semana, le seguiría hasta el más allá y se reuniría con él y con su querida prima Mirabel.

Agustín no podía concebir cómo sus familiares habían traicionado su confianza de aquella forma. Pepa era la traidora, siempre lo había sido y había infectado con sus palabras a la mayoría de sus familias: Antonio, Camilo, Bruno... ¡e incluso a la Abuela! Lo había hecho de tal forma que había sido imposible detenerla ni a ella ni a quienes pensaban del mismo modo.

Literalmente, Agustín había perdido lo más importante de su vida: a una de sus hijas, Mirabel, su ojito derecho. La joven estaba muerta, y sus familiares no habían dudado ni por un instante en asesinarla. Al menos, Luisa e Isabela seguían vivas, aunque ya nada volvería a ser igual para Agustín. No podía permanecer con aquella familia que literalmente le habían arrebatado a su hija. ¡E incluso habían asesinado a Dolores para luego convertirla en uno de ellos después de que regresase a la vida! No, no podía quedarse en aquella casa de locos.

Tras preparar su petate con algunas provisiones, Agustín supo que no había otra manera. No confiaba en sus familiares y jamás confiaría. Se reunió con su esposa y sus dos hijas supervivientes a la salida de la Casita. Le dirigió a Julieta una mirada cargada de tristeza. Después, miró a Isabela y Luisa, sabiendo que tendrían que afrontar una vida distinta a lo que habían conocido hasta entonces.

-Lo afrontaremos juntos -coincidió con las palabras de Luisa, profundamente apenado de haber perdido a una de sus hijas entre aquellas paredes.

Camilo despertó con la gran mayoría convencida de la nueva realidad de la familia Madrigal e incluso la casita pareció dar por solucionado el problema al abrir sus puertas, aunque sus tíos y sus primas parecían dispuestos a marcharse aún a costa de perder sus dones. El chico corrió hacia sus familiares.

-¡No, no, no, no! ¡No podéis marcharos! ¡El tío Bruno tiene razón! ¡Debéis quedaros! ¡Usaremos nuestros dones para traer de vuelta a Mirabel y seguiremos viviendo todos juntos! Pero ahora será todo distinto, todo mejor... ¡Mamá, explícaselo!

No parecían comprender lo que estaba pasando y preferían marcharse a seguir disfrutando de los dones y la compañía de la familia. Habían pasado cosas malas, pero si se quedaban todo podía solucionarse. Solo que no estaban dispuestos. Se encogió de hombros ante la pregunta de su hermana, si su tía Julieta renunciaba a su don no sabía si podría hacer algo.

-No lo se Dolores, puedo intentarlo pero no se si funcionará. Ahora... Todo está un poco raro.

La victoria estaba dejando un sabor agridulce. No dudaba que en un futuro las cosas mejorarían y al menos seguiría teniendo a sus padres, sus hermanos, al tío Bruno y a la abuela.

El final había llegado por fin. Con la excepción de los pobres Agustín y Julieta, todos habían sido convertidos poco a poco al bando de Pepa. Ya no tenían nada que hacer. Ella los esperó en el patio, sonriendo de oreja a oreja. El cielo estaba completamente despejado, libre de nubes, y luciendo un sol espléndido.

—Bien. Ya estamos aquí todo reunidos. Imagino que querréis una explicación de todo lo que ha ocurrido. Yo maté a Mariano, sí. No podía dejar que se acercara a mi Dolores. Él no la quería realmente, no: solo iba tras sus poderes, igual que hizo con Isabela. Quería formar parte de nuestra familia para aprovecharse de nuestros poderes, como hacen todos, y para que sus hijos también heredasen nuestros dones. No tenía por qué haber sido así. Solo tenía que admitir sus verdaderas intenciones e irse, pero se resistió. Prefirió continuar mintiendo antes que renunciar a mi Dolores. Yo me enfadé, como es lógico, y, cuando quise darme cuenta, él yacía en el suelo, frito por un rayo.

»Antonio lo vio todo. El pobre no entendía por qué lo había hecho, es demasiado pequeño; pero estaba dispuesto a ayudarme para que los demás no me hicieran daño.

»Además, en aquel momento logré ver la verdad. ¿Por qué tenemos que poner nuestros dones al servicio de la gente, que ni siquiera los merece? Podríamos ser mucho más. Sin tener que controlar nuestros dones. Sin preocuparnos de qué puedan pensar los demás. Eso será lo mejor. Si unimos nuestras fuerzas, nadie será capaz de hacernos frente. Podremos subsistir sin ayuda de nadie. Y podremos obligar a los demás a hacer lo que nos plazca, y no al revés, como ha sido hasta ahora.

»Los demás ya han visto la verdad. He logrado convencerlos, gracias a un nuevo poder que he descubierto. Decidme, ¿estáis dispuestos a uniros a nosotros? ¿Entendéis la verdad?

Pues no, resultó que no comprendían la verdad. Y además se negaron a permanecer allí. Era una lástima, pero no importaba. De todas formas, ya no tenían sus dones, por lo que no les habrían sido de mucha ayuda. No obstante, eso la enfureció. El cielo, que hace un momento estaba despejado, se cubrió rápidamente de nubes. Comenzó a llover, y los destellos de los rayos cubrieron rápidamente el patio.

—¡Muy bien! ¡Marchaos! ¡No os necesitamos! No necesitamos gente débil en la nueva Familia Madrigal. Ni gente sin dones. Por eso no tuvimos reparos a la hora de asesinar a Mirabel. Ella no lo habría entendido, y tampoco habría sido capaz de ayudarnos, aunque quisiera.

Al oír a Dolores, chasqueó la lengua. La pobre seguía obsesionada con traer a Mariano y a Mirabel de vuelta. Pero eso no iba a pasar. Mariano era un desgraciado que solo quería aprovecharse de ella, y a Mirabel no la necesitaban para nada.

Isabela salió aún con lágrimas en los ojos, sentía una grande pena y dolor al haber perdido a su hermana Mirabel y ver en lo que se había convertido la una vez más grande y hermosa familia de Encanto. Se lamentaba por no ayudar más y que las cosas terminaran así, trato de usar sus dones, pero rápidamente comprendió que no los tendrían más, fue a empacar sus cosas lo más rápido posible a su habitación, y recolecto algunas plantas que en el pasado había creado como el primer cactus que hizo tras recobrar la relación con Mirabel.
Al estar de nuevo con su familia, se decidió a emprender el viaje sin dedicarle alguna palabra o mirada a la contaminada parte de el Madrigal.
-Asi es Luisa, todo saldrá bien mientras nos mantengamos unidos.
y les dio un fuerte abrazo a sus padres y hermana.

 El final de toda aquella pesadilla se había dado, aunque no se sentía tan triunfal y glorioso como en un momento pensó Antonio. La familia estaba profundamente dividida, había miembros muertos que quizá no volverían a recuperar y en el proceso había perdido a todo un pueblo que hace unos días era tan cercano a ellos. Antonio era feliz de ver a su madre victoriosa, pero había algún sentimiento oscuro en su corazón.

- Lo... lo siento...

 Antonio se apoyó en el vestido de su mamá, abrazando las piernas de la mente maestra de todo aquel acabose mientras veía a sus primas y tíos irse de la casa. Esta era la Nueva Familia Madrigal.

La abuela tenia un conflicto de intereses por un lado creia que la verdad que le habian revelado era una parte importante que durante su vida no habia visto pero, por otro lado, no queria que Isabela abandonara la casita ni se fuera con el resto de los expulsados.

Isabela, todavía hay esperanza para ti. Estoy segura que si escuchas a tu tía comprenderás que esto es lo mejor para la familia. No hace falta que te marches. Ahora todo está bien. Y hay más espacio sin Mirabel de por medio molestando con su presencia. Y aunque no tengas tu don, puedes demostrar que sin don aun puedes hacer grandes cosas.

Al salir del cuarto, todo el alivio que sintió cuando despertó con Agustín, vivo junto a ella, se esfumó en cuanto salieron por la puerta y vieron a la Familia Madrigal... "Su" familia... Todos parecían fuera de sí de alguna manera. Todos menos Pepa.

El dolor ya formaba parte de su corazón, pero esta vez sintió una punzaba aún más profunda. El engaño, la manipulación, la confianza que había puesto en ella al principio... Su propia hermana le había traicionado, a ella y a toda su familia que ahora comía de su mano, por sus propios intereses y egoísmo.

—Me has decepcionado, Pepa— no le costó expresar lo que realmente sentía mientras miraba a su compañera de batallas y aventuras, junto con quien había creado y llevado adelante a la Familia Madrigal. La culpable de que Mirabel, la única Madrigal sin don, fuera la única muerta sin retorno.

—Habíamos logrado un equilibrio. Gracias a Mirabel, Madre había abierto los ojos. El pueblo empezó a trabajar codo con codo en la reconstrucción de Casita...— se limpió las lágrimas y clavó sus ojos castaños en los verdes de su hermana. —Dudo que lleguéis a ser realmente felices— eso era lo que realmente le apenaba. Le apenaba que Pepa hubiera errado, condenando a toda su familia por su decisión.

Tomó sus pocas pertenencias, algunas mudas de ropa, ungüentos y plantas que podrían aguantar lo suficiente en sus bolsillos, y se unió en la puerta junto a Agustín, Isabela y Luisa.

—Adiós.

Seguirían adelante, juntos, tomarían el apellido de Agustín y buscarían un hogar en algún sitio lejano que les ayudara a superar ese terrible episodio. A sanar.