Esta es la habitación de Dolores. Deja una imagen y una pequeña descripción del lugar para los que lleguen a entrar.
La habitación de Dolores es bastante peculiar, puesto que se trata de una cámara anecoica o anecoide de diferentes colores y formas. Es una sala diseñada para absorber en su totalidad las reflexiones producidas por ondas acústicas o electromagnéticas en cualquiera de las superficies que la conforman (suelo, techo y paredes laterales), por lo que, gracias a ello, nuestra querida Madrigal puede relajarse un poco y dejar de escuchar todo y a todos durante el tiempo que permanezca dentro de ella.
Con cuidado, Camilo/Dolores se adentró en la habitación de su hermana. Allí, en silencio, esperó a que pasara la noche.
Estarás en la habitación de Dolores por el resto de la Noche. Si alguien entra, te verá a ti en forma de Dolores; escribe el post sólo para Director y yo me encargaré de que no se vea que es "Camilo".
Julieta entra a la habitación de Dolores.
Resultaba un poco sobrecogedor el diseño de la habitación de su sobrina, pero lo cierto era que podía comprender sus motivos. Si ella estuviera escuchando todo el tiempo hasta el más mínimo de los sonidos, seguramente se volvería loca.
—Siento haber invitado a Luisa sin tu consentimiento— no le gustaba tomar decisiones en cosas que afectaban a los demás y, en este caso, era invitar a su hija a una habitación ajena — , pero veía necesario aclarar las cosas en privado.
Aunque Luisa no había llegado todavía, decidió explicarle primero a Dolores la situación.
—Ya no solo soy capaz de hacer comida que sane heridas... Con paciencia y esmero puedo conseguir realizar arepitas sumamente especiales que logran revivir a un Madrigal— dado ese último punto, bajó la mirada apenada. — Lamentablemente, no pude usarla con Mariano porque todavía no se había unido a la familia. Lo siento.
—Como no estaba segura de sobrevivir la otra noche, dejé una arepita especial guardada en la mesita para que la utilizara Agustín conmigo en caso de ser el objetivo aquella noche. Por eso avisé a Bruno... Sin embargo, y viendo que no sé si eso funcionaría si lo lleva a cabo otra persona que no sea yo, prefería olvidarlo.
Dicho esto, Julieta guardó silencio y esperó a que Dolores dijera algo.
Dolores se alegró mucho de que su querida tía accediera a hablar con ella. No obstante, a medida que hablaba, su semblante cambió al comprender que Julieta nunca podría resucitar a su amado.
Entonces, unas lágrimas cayeron por sus mejillas mientras la abrazaba. Tía Julieta no tenía la culpa de lo que estaba pasando, pero saber que jamás podría estar con su querido Mariano, le rasgó el corazón, y no sabía si abrazarla para llorar desconsolada, o si mantenerse fuerte, por lo que optó por abrazarse a sí misma mientras hablaba.
-Yo… tenía la esperanza de que pudieras resucitar a Mariano. Por eso te pedí hablar contigo, ya que no sabía si había algo que no desearas contar en público sobre tu don ¿Sabes si funcionaría si me caso con él aunque esté en el más allá? Yo puedo escuchar a los muertos, y si un sacerdote le pregunta si quiere casarse conmigo, podría oírle decir “sí quiero” – Sugirió, prefiriendo no darse por vencida.
Entonces, cuando ella le dijo que habías invitado a Luisa, la joven asintió, sin tener inconveniente en que su prima entrara en su cuarto. No sabía si la gente capaz de espiar en las habitaciones podría escuchar lo que hablaran aquí dentro, aunque suponía que su cámara anecoica funcionaría igual de bien en ambas direcciones.
-Si… cuando tío Bruno me preguntó si yo sabía a qué te referías sobre lo de Agustín, le dije que posiblemente le habías dado una de tus arepitas con queso y que, si amanecías muerta y él no te resucitaba, seguramente tío Agustín sería el asesino. Me alegra haber podido entender bien tu mensaje, pero… ¿Por qué dices que ya no eres capaz de hacer comida que sane heridas? ¿Significa eso que Luisa no está curada? – Preguntó preocupada, esperando poder ver a su prima entrar en su habitación totalmente ilesa.
—Lo siento... Ojalá pudiera hacer más— se acercó para abrazar a Dolores. Julieta no era de las que se quedaban guardando distancia si podía disipar un poco de la pena que pudiera sentir la otra persona con uno de sus cálidos abrazos maternales.
Cuando mencionó lo de la boda con alguien en el Más Allá, se separó un poco para poder acariciar su rostro con cariño. —No veo por qué no intentarlo.
Respecto a su don... Julieta dejó escapar una expresión preocupada mientras fruncía ligeramente el ceño. —Sabes que Casita está rara, y con ella los dones. Espero que Luisa se encuentre mejor.
¿He podido sanar a Luisa con el don natural de sanar con la comida de Julieta?
Sentir el abrazo de su tía, junto con aquellas bellas palabras de aliento, animaron a Dolores mucho más de lo que pensaba. Su tía creía que merecía la pena intentarlo, por lo que aquello era suficiente para que no se diera por vencida.
-Mariano está raro y cada vez le oigo más lejano. Me ha dicho algo muy triste. Quiere que… - Comenzó a hablar mientras se le hacía un nudo en el estómago – quiere que cuando todo esto acabe, no le contemos a su madre qué pasó. Quiere que le digamos que dejó el pueblo en busca de aventuras. Quiere que le digamos... que la quiere y que sea feliz. Es como si se estuviera debilitando. Sonó tanto a despedida, que no me he atrevido a intentar hablar con él desde anoche – Explicó con tristeza.
-Tienes razón con Casita. Yo antes podía escucharlo todo a no ser que estuviera dentro de esta habitación, pero ahora tan solo puedo escuchar una habitación por noche, y eso incluye el sótano donde están encerrados Toñito, Mirabel e Isabella. Cada vez me siento más inútil, porque, si no elijo bien, hay noches que no escucho nada, y… tampoco es que lo escuche todo, solo partes fraccionadas de conversación y, no puedo oír nada entre las paredes. Además, en dos de las noches en los que no estaba muerta, mi don fue anulado, por lo que no he podido oír nada útil. – Se sinceró, sabiendo que era todo muy raro.
Luisa entró a la habitación de su prima en ese momento, viendo que tanto su madre como Dolores ya habían iniciado la conversación.
Realmente lo de Mariano le preocupaba. ¿Y si lo perdían del todo? No quería que Dolores se sumiera en la tristeza y la desesperación. —Intenta hablar con él. Sé que será difícil si desaparece del todo... Pero puede que le sea de ayuda tener un lazo que lo mantenga conectado con los vivos.
—Yo solo puedo actuar si algún Madrigal está en el Más Allá— suspiró. —Tampoco es que sea de gran ayuda ahora mismo.
Por desgracia, Julieta estaba igual que desorientada que Dolores.
—Tu madre va a estar sola esta noche, no creo que hable con nadie. No sé si puedes oír a través de las paredes para encontrar dónde esté Bruno y saber lo que hablen él y Félix, pero quizás eso pueda servir de algo.
En esos momentos llegó Luisa, haciendo que su madre abriera los brazos para recibirla con un cálido abrazo.
—Hija... Respecto a desconfiar de tu padre... La abeja picó a Mariano, luego lo vi muy raro cuando pasó lo de Félix y él... Él y sus dichosas abejas— suspiró, estaba hablando de forma un poco atropellada, por lo que tomó aire para poder explicarse. —Verás, cariño, no solo soy capaz de hacer comida que sane heridas... Con paciencia y esmero puedo conseguir realizar arepitas sumamente especiales que logran revivir a un Madrigal.
—Pero, como no estaba segura de sobrevivir la otra noche, dejé una arepita especial guardada en la mesita para que la utilizara Agustín conmigo en caso de ser el objetivo aquella noche. Por eso avisé a Bruno... Sin embargo, como no estoy segura de que la arepita funcione si no soy yo la que la entrega, preferí olvidarlo.
—Que, por cierto...— viendo que la comida que había preparado esa mañana no había sanado el estado de Luisa, Julieta echó mano a uno de sus bolsillos y sacó una Arepita Milagrosa, perfectamente cubierta con un paño. —Todavía me queda alguna, en caso de emergencia. Veamos si funciona para curarte, ¿vale?— Luisa sabía que su madre no aceptaría un "no" por respuesta.
Luego de que Luisa comiera la arepita de Julieta (puesto que ninguna de sus hijas se atrevía a decirle que no), pudo notar como las marcas de quemaduras se desvanecían, quedando como nueva.
Luisa negó con la cabeza en un primer momento, pero cuando su madre pego la arepa a su boca dejo de resistirse y se la comió de un bocado.
Tras tragarla noto inmediatamente los efectos. Sus heridas habían desaparecido. Volvía a estar tan fuerte como al principio.
—Gracias mama. Estaba riquísima. Ahora podre centrarme en defender a alguien la próxima noche. Intentaré coordinarme con Camilo para así intentar proteger al máximo de gente posible, quizá acepte copiarme.
Volviendo a la conversación de antes comento. —Tío Bruno, entonces parece que en al menos en eso no mintió. Si la abuela pudiera investigar a uno de ellos tres. Porque ahora mismo estoy segura de que el culpable debe estar entre Pepa, Félix y Bruno. Mañana debemos de decidirnos por uno y votar por él en mayoría.
-Lo que me extraña es que la abuelita no haya dicho nada aún después de volver del encierro. Yo no escuché que ella dijera que Antonio y Bruno eran culpables, pero realmente me gustaría saber si lo dijo o no, puesto que quisiera saber si Agustín mentía, o si mis dones están fallándome. – Dijo ligeramente preocupada, tras alegrarse muchísimo de ver a su querida prima recuperada y con fuerzas renovadas ante lo que estaba por venir.
Félix entra al cuarto de Dolores.
¡woooow! ¡Qué pasada! Siempre que entro aquí me vuelvo a sorprender.
Dijo Félix al entrar y observar las paredes que tenían esos patrones hechizantes de figuras geométricas en relieve.
Para muchos eran una rareza, pero para Félix, eran hermosos.
Cariño, te he oído dudar de ti misma por lo que dicen los demás. No debes hacerlo. Tu don es maravilloso. Una bendición del cielo. Y no me imagino nadie más apropiado que tú para tenerlo.
Le dijo yendo al grano para animarla a utilizar su don y potenciarlo.
Tienes que recuperar tu confianza en ti y en tu don. Ya verás como así vuelves a escuchar a Mariano y a quien quieras. No es demasiado tarde. Cree en ti como yo también creo en ti.
Dolores sonrió agradecida cuando su papá le dijo que su habitación era una pasada. Lo cierto es que siempre había visto su cuarto como un descanso para su don, donde los ruidos y las voces de su pueblecito no podían volverla loca. Un lugar necesario para no cargar con el peso de los secretos del mundo durante toda su vida.
Paro ahí estaba su papá, siempre optimista y bondadoso, para convencerla de que su pequeño rinconcito de privacidad y hasta su horrible don eran maravillosos… No pudo evitar que las lágrimas se deslizaran por las mejillas al tiempo que decía.
-Papi… Te quiero, pero yo… estoy segura de que algún otro Madrigal necesita potenciar su don más que yo. Yo no puedo proteger, tan solo puedo escuchar, y eso ya lo hacen las ratitas de tío Bruno. – Explicó con expresión triste antes de confesarle sus temores.
-Además… Mariano… tengo miedo de intentar escucharle y no oírle más. Antes, antes me decía que vigilaba mis sueños, que estaba conmigo todo el tiempo y que me arropaba en momentos de tristeza, pero ahora… ya no se si intentar hablarle de nuevo va a confirmar lo que más temo en el mundo: Que ya no esté y que tía Julieta nunca pueda resucitarle.
Tras ello, se echó a los hombros de su papá para llorar desconsolada, aprovechando que ambos estaban a solas.
Eso significa que confirmas lo que ya todos sospechábamos, que la tía Julieta es quien te trajo de vuelta, ¿no?
No te preocupes, mi niña. Estoy seguro de que tu don nos es de muchísima ayuda.
Dolores abrió mucho los ojos, dándose cuenta de que acababa de delatar a su tía sin prentenderlo. No obstante, confiaba en su papá, y sabía que su secreto estaría a salvo con él.
-Si papá, pero si Julieta no ha querido decirlo en público, no se lo cuentes a nadie, por favor. Yo lo último que recuerdo del más allá fue el delicioso aroma y sabor de las aropitas con queso de tía Julieta. Luego hablé con ella para que resucitara a Mariano, pero me dijo que sus dones tan solo funcionaban con los Madrigal, por lo que le pedí que, cuando todo esto acabe, llamemos al cura y nos case cuanto antes, para así poder resucitarle… Siempre y cuando Mariano esté en el otro lado para que le escuche decir “sí quiero”, creo que funcionará – Le explicó su descabellado plan, haciéndole comprender por qué razón le daba tanto miedo volver a tratar de hablar con Mariano.
La aterraba que no le respondiera.