Partida Rol por web

La noche iba a ser muy larga, por lo visto. Por suerte la familia iba hablando poco a poco. Y Luisa seguía intentando llamarme mentiroso. 

-Luisa, no tiene sentido lo que dices. Envié a mis segunda y tercera ratita literalmente FRENTE A TODOS VOSOTROS. Lo que me traen es real y es una prueba de las habilidades de vuestros dones. Que insistas tanto en negarlo es todavía más absurdo, y si no fuese por la fiesta que acaba de anular todo el odio, creería que a ti también te han picado. Además, la última vez os pedí EXPRESAMENTE que eligieseis vosotros a quien queríais que investigase mi rata. NO DIJISTEIS NADA. Especialmente tú Luisa, sabiéndolo, no dijiste nada de nada de nada. Esperé hasta casi el final, y me decanté por Pepa porque tú apareciste quemada, y automáticamente pensé ella te habría quemado o algo así. Pero resultó que no. Si no te gustó, y estás enfadada, es porque quizás sí que fuiste tú quien atacó a Pepa. - ahora si que estaba enfadado. Como un niño pequeño con su cubo en la cabeza.

-Lo que Dolores me dijo sobre su don, cuando la protegí:  Puede oír algo durante la noche, pero tiene que elegir un sitio u otro. No me oye tras las paredes. Lo puedo confirmar porque ella me confesó haber oído a alguien entrar en mi cuarto y rebuscar cosas, la noche que entró Mirabel a mi torre de una patada.

-Añado una cosa más, si abuela puede anular dones o no, sin hacer nada, o es inmune de alguna forma, no lo sé - la abuela no había dado señales de vida hasta ahora- Pero Luisa me dijo que puede cambiar las habitaciones de sitio. Para evitar que ataquen a uno, pero eso significa que atacarán a otro si no la cambia por una sala vacía. Ahora me pregunto si será capaz además de cambiar habitaciones de sitio para evitar que otros usen sus dones, o se líen los dones. Pero no tengo pruebas ni de que Luisa diga la verdad, ni de que no la diga, a parte de la cantidad de cosas incoherentes que está soltando en mi contra. 

Quería esperar a que hablasen todos, tampoco hablaba Julieta, ni la abuela, aunque de la última no sabía que pensar. Mirabel estaba aquí, si hubiera pasado algo con la Abuela ya nos lo habría dicho ella.

A pesar de algunas pequeñas discusiones por malentendidos parecía que la paz volvía a imponerse en la familia y ver a sus miembros respondiendo unos por otros le animó a seguir luchando para que aquello terminara lo antes posible. Se acercó a su prima Mirabel, estaba un poco triste por ella.

-Mirabel, tu lugar está aquí entre nosotros, siempre lo estuvo. No puedo obligarte a investigar. -Su prima había comenzado a cantar y bailar, eso le arrancó una sonrisa.- Pero nos sirve con que seas feliz. ¿Verdad familia? No os preocupéis, esto tiene que estar a punto de terminar. Si Isabela era culpable y Antonio también y ahora la Abuela y Mirabel están aquí... ¡Ya nadie nos podrá detener! Por cierto ¿Abuela? ¿Se encuentra bien?

Desde que su tío la había traído de vuelta no había dicho nada. ¿Estaría muy enfadada con todos por lo que estaba pasando o es que Isabela le había hecho algo? Su atención pasó a su padre cuando se refirió a él.

-Papá, tengo la misma limitación que la prima Mirabel, ella puede averiguar los poderes de las personas y yo usarlos, pero no podemos saber si esas personas los usan para bien o para mal. Pero yo diría que una fiesta que anula las votaciones y las muertes durante un día y una noche es un poder que nos ha salvado ya dos veces. ¿No opináis lo mismo? -Sabía como se podía sentir Félix pues a él también lo habían considerado sospechoso mucho tiempo, incluso ahora había algunos que seguían haciéndolo. Después abrió mucho los ojos.- ¿Puedes potenciar un poder papá? ¿Podría copiar dos poderes a la vez? Yo me ofrezco voluntario si no hay nadie más. -Pero parecía que su padre quería tener un momento a solas con Dolores, así que les dejó marcharse.- Ahh, yo me quedaré aquí, cuidando del resto. Por cierto tío Agustín, tía Julieta, esta noche tendré que dormir en vuestra habitación, es el precio que debo pagar por usar el don de una persona.

Estoy bien. Disculpa, no estaba atenta y no creía que me fueras a liberar. Me quede un poco traspuesta mientras estaba encerrada ahora estoy de vuelta. Aunque no se si me dara tiempo a hacer algo. Y quiero aclarar que no se muy bien que ha pasado. ¿Alguien puede hacerme un resumen y asi saber por quien preguntar?.

— Agustín, por favor… —La miró enfadada. Una nube apareció nuevamente sobre su cabeza y comenzó a soltar pequeños rayos— ¡Deja de atacar a mi Dolores! Lo único que ha dicho es que hubo una noche en que no oyó nada. Es tan sencillo como que la Abuela Alma bloqueó su don. —Obviamente, no le hacía ninguna gracia que avasallaran a su hija de esa manera.

»Respecto a tu pregunta, lo que puedo hacer es ponerme en alerta durante la noche, y, si alguien me ataca, sobrevivir y fulminarlo. Solo puedo hacerlo cada dos noches. Así que no, no puedo defenderme siempre. Cuando Félix me animó, me dio la posibilidad de hacerlo dos noches seguidas. Gracias, Félix —añadió, dedicándole una sonrisa a éste—. Pero ya gasté esa opción.

»No, Bruno. Luisa no me atacó. Nadie ha llegado a atacarme —explicó a Bruno.

Cuando la Abuela habló por fin, los ojos de Pepa se iluminaron.

—¡Madre! ¡Ya empezaba a creer que te había ocurrido algo grave! Dinos: ¿qué es lo que te hizo Isabela? ¿Sabes qué era exactamente lo que podía hacer? ¿Es cierto que has acusado varias veces a Bruno y a Antonio mientras estabas encerrada?

-Entonces puede que tus habilidades no funcionen en el sótano -le dijo Agustín a Dolores, encogiéndose de hombros. Si no podía oír a Bruno detrás de las paredes, existía la posibilidad de que tampoco pudiera escuchar nada de lo que se dijera en el sótano. Sin embargo, tampoco era una certeza.

Agustín escuchó a Camilo indicar que esa noche tendría que dormir en su habitación. Julieta aún no le había dicho nada al joven, pero Agustín ya sabía a ciencia cierta que su sobrino era inocente y, al fin y al cabo, había sido él quien había devuelto a Mirabel con el resto, por lo que asintió.

-Puedes dormir en nuestra habitación, Camilo -Después, miró a la abuela, que finalmente salía de su silencio, como si hubiera estado despistada-. Abuela, usé mi poder para sacarte de la celda. Después, Camilo copió mi poder y sacó a Mirabel. Por otra parte, Luisa apareció herida esta mañana y parece ser que lo que la atacó es capaz de quemar. Bruno investigó a Pepa y descubrió que tiene el poder de bloquear los ataques que dirijan contra ella por las noches. Si alguien la ataca, queda el rastro de quemadura de un rayo. Abuela, ¿bloqueaste el don de Dolores antes de ser encerrada?

Por último, miró a Pepa, pensativo.

-Si nadie te atacó, entonces es imposible que Luisa fuera responsable de nada. Sea lo que sea, ella sí que fue atacada. Por tanto, tiene que ser inocente -razonó, dirigiendo una mirada a su hija-. A menos, Pepa, que alguien copiase tu poder y fuese atacado por Luisa la noche anterior. Pero de ser así, ya lo habría revelado, ¿no? -Si Pepa ya había dejado claro que no había sido atacada, el único dato fiable para Agustín es que su hija había amanecido herida. ¿Necesitaban que Luisa hubiera muerto para considerarla inocente?-. Para mí, Luisa es inocente hasta que se demuestre lo contrario.

Luisa no daba crédito. —Que manera de darle vueltas a las cosas. Lo que haga falta para descartar a un inocente confirmado ¡Que yo no ataque a nadie! ¡Fui atacada!— La chica estaba decaída, cansada por todo aquello. Había estado todo el tiempo arriesgando su vida, intentado proteger a otros para esto...
—Estoy cansada. A partir de ahora miraré solo por mi. Aquí parece que nadie me quiere el bien salvo unos pocos.Miró a su madre y a su abuela.—Me voy a mi habitación. Si el resto de la noche va a tratar de acomodar los hechos para hacerme parecer culpable. Pa-so. Nos vemos mañana.

A Julieta le costó procesar todo aquello.

La Larga Noche, el silencio de la Abuela, la vuelta de Mirabel, la confusión de no saber quién era sincero...

Estuvo en silencio mientras preparaba la comida, recogía la cocina y cuando hizo la cena. Siendo todo el tiempo de noche y sin ver el movimiento natural del Sol, le era difícil discernir la hora que era.

—Sabemos que nuestros dones no funcionan como normalmente lo hacían. Podemos hacer cosas... "diferentes", pero no exactamente lo mismo de siempre— esa podía ser una explicación a lo que le pasaba a Dolores, a quien trató de consolar acariciando el brazo con suavidad y entendimiento.

—Mirabel, fui yo la que pidió a tu padre que te trajera de vuelta. Creo en tu inocencia y, viendo que la Abuela está tan callada, quería saber si era un efecto de haber estado encerrada...— miró a su madre con preocupación. A la vista estaba que no era ese el motivo, ¿qué le llevaría a estar tan callada entonces? —Estoy segura de que tu ayuda nos vendrá muy bien, cariño— la estrechó entre sus brazos en un abrazo de oso.

—Dejad de acusar con tanta ligereza— frunció el ceño, molesta, una expresión muy extraña en el rostro de Julieta. Habían puesto en un lado de la balanza a su querido marido y a Luisa. ¡Ahora resultaba que toda su familia era culpable de algo! —Siempre termináis acusando a mi familia. Cuando acusamos a Antonio costó mucho que finalmente saliera votado, eso sin contar con la cantidad de cosas sinsentido que dijo.

Miró a Pepa. —Hermana, tú controlas el clima, ¿has sido tú la causante de desencadenar esta Larga Noche?— podía ser que su don hubiera sufrido algún cambio, como el de todos los demás. De ser así, y dado que no sabían gran cosa de lo que ella podía hacer, había facilitado mucho las cosas a la persona o personas de mal corazón que siguiera habitando en Casita.

Daba igual acusar en esos momentos, pues no tenían opción de votar a nadie frente al cuadro del Abuelo como habían hecho en otras ocasiones. No escucharía sus plegarias.

—Luisa, por favor, protégeme esta noche si puedes— estaba molesta, no sin razón. Habían pasado de tratarla como la protectora a señalarla como culpable a causa de las palabras de Bruno. —Y, Camilo, toma mi forma. Sé que he tardado mucho en hablar... pero os pido que confiéis en mí. Camilo, procura copiar el don de cocinar— le guiñó un ojo a su sobrino.

Justo antes de encerrarse dentro de su habitación escucho a su madre, que le pedía su protección.
Le hizo un gesto para que la acompañará tenían que hablar antes de que acabara la noche.

La abuela Alma decide moverse hacia la habitación de Agustín.

Querido yerno, me gustaría hablar contigo en privado. No me gustaría que algunos de aquí nos escucharan.

-Puedes entrar en mi habitación, Abuela -dijo Agustín, permitiéndole el paso a la matriarca de la familia para que pudiera acudir a su habitación.

-¡Abuelita! -Gritó Camilo entusiasmado al ver que su abuela reaccionaba al fin.- Te echamos mucho de menos y nos alegra que hayas vuelto para arreglar las cosas.

Aquello comenzaba a tomar forma, aunque aún había tensiones y malentendidos, le dio pena que su prima Luisa se enfadara tanto, aunque su madre la convenció para que usara su poder sobre ella finalmente.

-Lo siento tía Julieta, esta noche ya usé el don del tío Agustín para traer de vuelta a Mirabel, no puedo convertirme en otra persona hasta mañana. ¿El don de cocinar? Bueno, puedo intentarlo mañana pero la casita me da el don que considera oportuno, hasta ahora no he podido escoger, claro que la mayoría de las veces copiaba a la gente sin saber qué hacían.

Había sido divertido de todas formas aunque no muy productivo, los primeros días habían sido un poco caóticos sin saber en quien se podía confiar y en quien no, ahora parecía que las cosas se iban aclarando algo más.

El cansancio ya comenzaba a hacer mella en los integrantes de la familia Madrigal, y pronto volvieron a sus habitaciones. Ya nada más podrían hacer excepto esperar a que el alba volviera... Si es que decidía volver, teniendo quizás que la noche no acabará ya nunca más.