Partida Rol por web

Como Luisa, la habitación es sencilla, lejos de la grandiosidad de otras habitaciones de la familia Madrigal. También, tiene en común con su ocupante dos características.  La Fuerza y la resistencia. Todo depositado en los materiales con los que está construida, paredes de piedra, techos de madera.

Está decorada por retratos de la familia, sobre la cama que también parece firme y resistente, tiene uno donde está la familia Madrigal al completo. A ambos lados de la puerta están sus hermanas, Isabela y Mirabel.

Algo que llama la atención es la ventana. A través de ella puede verse el pueblo. Tal vez casita la puso ahí para que Luisa nunca pueda olvidar sus responsabilidades.

Sobre el tocador de madera. Un diario y un pequeño cofre cerrado. Nada más destacable, todo manteniendo ese toque de sencillez.

Una vez dentro de la habitación y con la puerta cerrada, Luisa se permitió relajarse y mostrar su debilidad.
—Madre, mi puerta se ha apagado. Me sorprende que ninguno se haya dado cuenta, pero es cierto. Siento no poder ayudar a nadie esta noche y también que gastaras tu rica comida para curarme, todo para nada.
Supongo que habrá sido cosa de la abuela tratando de investigar a alguien. Solo quería decirtelo. Quizá el objetivo sea yo esta noche. No saben que me curaste o eso creo, así que intentarán rematarme. Aunque también existe la posibilidad, vistas las acusaciones de esta noche, que me dejen para votarme mañana. Sea como sea, esta noche no puedo intencambiar las habitaciones para tratar de proteger a alguien.

Entró tras Luisa a su cuarto, esperando con paciencia a que hablara de lo que parecía preocuparle. Cuando lo compartió, la preocupación también se reflejó en el rostro de Julieta.

—No toda la responsabilidad recae sobre ti— le recordó mientras tomaba su brazo y acariciaba con la mano libre la cabeza de su hija, poniéndose de puntillas para conseguirlo. —¿Cuándo notaste la pérdida de tus dones? La Abuela no ha hablado nada hasta ahora... No entiendo por qué pedirle guía al Abuelo y quitarle su don a alguien, aunque sea de manera aleatoria...— todo esto lo dijo más bien pensativa, no porque fuera algo que debieran averiguar en esos momentos.

—Espero que Camilo actúe a tiempo. Si lo hace, él también podría contar con una Arepita Milagrosa. Si algo te pasara esta noche, ten por seguro que te traeré de vuelta y le haremos pagar a quien esté haciendo todo esto— el problema estaba en si era la propia Julieta el objetivo esa noche y Camilo no conseguía llevar a cabo el plan.

Se acercó a la ventana para mirar a través de ella el pueblo que se extendía a sus pies. Echaba de menos ver a sus vecinos, sus amigos... La pequeña familia con la que no compartía un vínculo de sangre ni tan fuerte como con los Madrigal, pero por los que igualmente se preocupaba. Esperaba que estuvieran bien.

—Ocurrio antes de mi última intervención. Me di cuánta de ello y no quise quedarme más tiempo ahí fuera aparentando...Mamá. Creo que Camilo no puede usar más su habilidad esta noche. Ya copio a Papá para traer a Mirabel.

La chica se sentó en la cama estaba cansada, no solo mentalmente, también físicamente. Quiroga que la noche pasará y si ella era la víctima, tanto mejor protegería con su vida a alguien.

Se llevó una mano a la mejilla, con expresión consternada. —Es cierto, casi se me olvida que fue Camilo quien sacó a Mirabel— lanzó un pequeño suspiro y se sentó junto a Luisa, esperando servir de apoyo.

—Pero no te preocupes. Con suerte, pensarán que esta noche me estás protegiendo y, pase lo que pase, sea quién sea el objetivo, lo traeré de vuelta con una de mis Arepitas— flexionó el brazo como muestra de fortaleza y guiñó un ojo.