La noche cae, y las penumbras devoran los colores brillantes de la jungla para volverlos extrañas figuras negra; así como también vuelven a los edificios en grandes gigantes de negros. A lo lejos en toda aquella oscuridad, tanto la agente Zaheera como el muchacho Toby Soh pueden ver llegar al fornido e imponente agente Jack Jones. Aunque no se encontraba tan imponente como en el pasado: se le notaba cansado y sucio, habiendo estado evidentemente en la intemperie durante un tiempo.
El chico automáticamente se da cuenta de la presencia del agente. Intenta levantarse rápidamente, pero una punzada en el estómago le hace disminuir su velocidad con algo de dolor. Se acerca a Jones y, al llegar a un par de pasos del hombre, levanta la mano derecha y la pone en su frente, en un claro saludo militar (o para-militar, dado que aquel muchacho trabajaba más de "recaudador" que de "soldado"). Jones podía recordar la cara de aquel chico; siempre se encontraba detrás de Bob, poniendo cara seria y acompañando al sujeto en sus tours de recaudación.
- ¡Sr. Jones Jack! M-mi nombre es Toby Soh, interno de la milicia de la Isla Shuriken. No sé si me recuerda, pero yo era uno de los guardias del recaudador en jefe en Puerto Obikanui, Bob Dong. Su esposa aquí me ha comentado del fallecimiento de Dong dando su servicio al régimen, y del apoyo que ustedes nos intentaron dar. Lamentablemente, t-todo mi escuadrón... ha caído ante los piratas... excepto yo...
La voz del muchacho se quiebra de un momento a otro, pasando de ser un animado soldado dando un reporte a un joven angustiado que había visto caer a todo su pelotón. Los dos agentes habían estado presentes en la playa, y habían visto el horror que todo ello había significado. La única cosa que aliviaba aquel sentimiento agri-dulce era pensar que aquellos sujetos pertenecían al régimen autoritario de Peggy.
Toby levanta la cabeza y mira al agente a la cara, con sus propios ojos vidriosos pero llenos de pasión.
- ¡Por favor, déjeme llevarle a Los Bloques junto a su mujer! ¡Es la única forma de poder volver a mostrar mi cara en la milicia! ¡Le llevaré directamente con Donna Wen! ¡La carta de recomendación de Bob aclarará todo, pero aún así... hablaré bien por usted!
Aquél joven militar era su única esperanza de continuar en contacto con las fuerzas opresoras que debía destruir desde dentro. Si que de todos los que eran solo quedaba este tipejo... Era sin duda la Diosa fortuna sonriendole. Si su "mujer", que hace un momento intentaba unirse al otro bando lo ha convencido para que también la aliste, es que no debe ser muy listo. Sin menosprecias la inteligencia de Zeta, por supuesto, conocida es por tener una buena lengua para encandilar con sus mentiras.
Carraspeó un poco, escupió al suelo y mostró todo su "poder varonil". - ¡Esos piratas no son nada chico! Si me lleva ante Donna y traemos refuerzos, acabaremos con ellos en un tiempo récord. - rió. - Estaba viendo qué demonios hacer con ellos, así que he ido directamente a su base para liarme a guantazo limpio con ellos y recuperar las tierras de Peggy, no habría sido muy difícil, estaban todos emborrachándose, abrazándose lo poco útil que han podido robar y festejando una muy pequeña victoria. - entonces miró al suelo y gruñó un poco. - Pero no he podido conseguirlo porque me ha pillado un pirata antes de poder hacer nada ¡y se ha puesto a gritar! De un guantazo lo he dejado en el suelo y el resto de piratas se han reído de él tras descubrirlo así, pensando que estaba borracho.
Suspiró y miró a su mujer. - ¿Entonces mi mujer viene conmigo? Por mi genial, pero cuando lleguemos me gustaría descansar un poco, ha sido un día largo y me gustaría hacer una última sesión de ejercicio con la parienta antes de dormir. - entonces empezó a reír, de forma sonora. - ¿Me entiendes verdad? - rió aún más fuerte y le dio una palmada en el hombro. - ¡Claro que me entiendes! - si conseguía una habitación donde Zeta y Jones pudieran reunirse y hablar tranquilamente, habría conseguido un buen paso en la dirección correcta, sobretodo porque debía hablar con ella en privado.
Zeta estuvo todo el tiempo de espera en lo que Jack venía atendiendo las heridas del muchacho y observando el exterior, comprobando que el perímetro fuera seguro. Las horas avanzaban lentamente y el cansancio hacía mella en ellos, teniendo en más de una ocasión que moverse por la base para activar el cuerpo y así no caer rendida.
Por suerte para ella Jack llegó tal y como prometió, aunque su aspecto daba mucho que desear. Zeta había estado todo el rato bajo techo, medianamente refugiada de las inclemencias del tiempo mientras que él se imaginaba que habría estado camuflado, ensuciándose las manos.
Me alegra verte.- Sonrió, estando con los brazos cruzados y sentada sobre la mesa, con el arma de Toby a su lado todavía custodiándola.
Dejó que ambos hombres se pusieran al día, aparte de intentar discernir qué había de real en lo que contaba Jack. ¿Realmente te has peleado con ellos? Pero sin duda lo que más la descolocó fue la forma en la que pedía “intimidad” para ellos, sacándole una sonrisa vergonzosa. Estaba claro que sus ocurrencias eran únicas, no se iba a aburrir.
Creo que por hoy será mejor descansar, sólo hace falta miraros.- Toby seguía herido y necesitaba reposo y Jack… bueno, necesitaba un masaje, un spa y varias cervezas.- Podemos partir mañana a primera hora, antes de que salga el sol. Es preferible descansar un poco y recobrar fuerzas, no vaya a ser que suframos un ataque en mitad de trayecto y nos pille con la guardia baja.
El joven soldado escuchaba con admiración las palabras de agente, creyéndose todo lo que escuchaba. Mostraba ser un muchacho bastante crédulo; aunque había que tener en cuenta que Zeta y Jones eran las únicas personas con las que podía contar en aquel momento. Toby compartió la risa con el agente Jones, aunque la suya no era tan imponente y seguía marcada por la angustia de haber perdido tanto en tan poco tiempo. Luego se giró hacia Zeta al escuchar la idea de acampar allí.
- Sí, tiene razón... podemos descansar en este hangar. Hay algunas mantas en la parte de atrás, y dudo que los piratas vuelvan aquí dado que ya... destruyeron todo. Mañana a la mañana partiremos hacia Los Bloques... ¡quizá hasta podamos usar los camiones que quedaron en las afueras del pueblo! Y luego, por supuesto, ustedes tendrán su... su tiempo privado. Les conseguiré un... un cuarto de hotel para que puedan... ponerse al día y prepararse para la reunión con Donna...
Toby accedió a los pedidos de ambos agentes; además de que parecía que le daba mucha vergüenza hablar o escuchar hablar sobre relaciones íntimas. Parecía que había un acuerdo entre los presentes de descansar antes de partir hacia Los Bloques; en donde seguiría su odisea por acabar con los piratas... o por lo menos eso creía el soldado.
Si les parece bien, cerramos el capítulo aquí. Y el siguiente capítulo empieza en la mañana del día siguiente.
Tomó nota sobre lo que había escuchado. De momento le había parecido ver que McTaker no estaba tan loco como Roni, pero de todos modos estaría atento a si intentaba alguna treta en su contra.
Cuando llegó su turno de descansar, se aseguró de dejar debajo de su almohada o cerca de su mano cualquier objeto afilado y puntiagudo que pudiera conseguir. No era la primera vez que dormía entre pirañas, pero tampoco sería imprudente. En este momento, sólo podía pensar que se encontraba en territorio hostil, y cualquier error podría costarle la vida.
Ve a descansar, iré a por las mantas.- Les pidió a ambos teniendo en cuenta que ella parecía la más descansada, acercándose a la parte trasera que Toby indicaba para coger un par de mantas, más de las necesarias para usarlas también como almohada al juntarlas si fuera necesario.- Puedo hacer guardia por la noche, aunque dudo que ataquen esta noche.- Miró hacia el exterior, tendiéndoles después las mantas.- Buenas noches, chicos.- Se sentó en el suelo, acomodándose por si debía hacer guardia, cubriéndose las piernas con una de las mantas.
Jack asintió con la cabeza. - Está bien, iré a descansar con el novatillo, pero antes... - se rascó la cabeza. - ¿Hay algo de vodka por aquí? Antes cuando estaba en el campamento he visto que algún que otro pirata tenía una botella de Vodka. La estaban tratando bien, pero parecían ansiosos por sacar y aprovechar la última gota del licor. ¡Malditos borrachos, dandome envidia!
Pateó un poco el suelo y volvió a mirar a su mujer. - También antes de que empezara todo esto he visto a niños jugando con una botella del mismo alcohol... ¿Dónde demonios estarán sus padres que les dejan hacer eso sin ningún tipo de control? ¡Y ahora con los piratas a saber que les ha pasado a esos pobres niños!
Suspiró y negó con la cabeza. - Me gustaría reunirme con una buena botella de Vodka y darle un buen trago, pero supongo que me conformaré con el whiskey que llevo en la petaca. - rio y le dio una buena palmada en la espalda al joven soldado. - ¿Quieres un poco? ¿O demasiado para tus finos labios?
El trío de "aliados al régimen" se dispone a acampar en aquel hangar, para salir al día siguiente con destino a Los Bloques y ponerse en contacto con aquella desconocida capitana del régimen. Sería el acercamiento más importante que tendrían aquellos dos agentes hasta el momento; Donna Wen, una de las comandantes de Peggy y la encargada del trabajo y la recaudación de tributos. Solo el tiempo diría que lograrían con aquella persona.
Mientras tanto, el descanso pedía lugar. Zeta se quedó haciendo guardia, siendo la que en mejores condiciones se encontraba. Toby y Jones hablaron un poco y compartieron una bebidas antes de irse a dormir. El whisky resultó ser muy fuerte para el jovencito shurikenense, que casi lo escupe de lo ardiente que le resultaba. Mas lo tomó por una cuestión de respeto al agente.
Finalmente, la noche se hizo dueña de la isla por completo y llegó el tiempo de descansar para un nuevo día.
Otro día transcurrido en aquella caótica isla; siendo este un día mucho más agitado y violento que el anterior. Los piratas se hicieron con el control de Puerto Obikanui a la fuerza, derramando sangre y provocando lágrimas a su paso. Acabaron con la vida de muchos hombres del régimen, entre los que se encontraba el recaudador oficial Bob Dong; hombre clave para las operaciones en el sur de la isla.
Mas así como se hicieron con una victoria gloriosa contra el régimen en un pequeño poblado del sur, tuvieron que tragarse el orgullo y llamar a una retirada ante la visita inesperada de agentes extranjeros. La Agencia, por alguna razón, invadía las costas de la isla y ponía pie en Puerto Obikanui. En completa contradicción con los principios que la Agencia había declarado.
Algunos de los agentes se encontraban en buen trato con los piratas, algunos en situación de rehenes y otros en contra de los mismos. Solo el transcurso del próximo día determinaría cuál sería el destino de los agentes, de los piratas, del régimen e incluso de la Agencia, que empezaba a jugar un rol más significativo en todo el juego de poder...
20 de Marzo, 1982 - Puerto Obikanui (Horas atrás)
Los buques finalmente llegaron a tierra firme y cientos de soldados comenzaron a bajar de los mismos, dispersándose con agilidad por todo el puerto en búsqueda de piratas. Mas no había ninguno, o por lo menos ninguno vivo. Todo había quedado destruido, pero no había señal de los destructores, ya se habían ido.
Del portaaviones que venía detrás de aquel trío de imponentes buques de guerra, baja un trajeado hombre de pálida piel y oscuro ropaje. Lleva un típico sombrero inglés y una corbata bordo ajustada al cuello. Sus ojos azules miraban con detenimiento toda la escena, con una pequeña sonrisa que se iba formando en la comisura de sus labios conforme el equipo de la Agencia avanzaba por el pueblo, inspeccionando que no hubiese presencia de piratas de personas propias del régimen.
El hombre camina por el centro del pueblo, completamente destruido y saqueado por la piratería forajida. También había cuerpos tirados por el suelo, los cuales ya habían sido cubiertos por mantas por los pueblerinos, que de a poco salieron a la calle ante la retirada de los piratas. Mas a aquel hombre trajeado no parecía inmutarle aquel escenario. Su sonrisa ya se había desvanecido, pero ninguna señal de compasión surgía de la expresión de su rostro. Neutral y cínica.
Un poco más adelante, se detiene a levantar un simple cigarrillo a medio fumar.
Y es en aquel momento, en aquel único instante, en el que una sonrisa extensa se forma en su cara; mientras levanta su mirada para mirar la espesura de la jungla.
Ya estamos aquí... ahora empieza lo interesante...