Creo que esa doctora Alonso es rematadamente idiota. ¿Cómo habrá conseguido su puesto?
Pero más idiota aún debía ser el capitán. ¿Sabía lo que podía hacer la criatura, y caminaba solo por la nace? Estúpido... Y dejar esa información en una nota... ¿por qué no lo comunicó? En fin... espero que eso del jurado popular no sea una mala idea. En cualquier caso, supongo que es la única manera de localizar a esos infiltrados. Eso sí, espero que nadie quiera tomarse la justicia por su mano.
Una vez en el puente de mando, Francesco intentó tranquilizarse. Tras todo lo que había vislumbrado era casi imposible disimular que incluso él, un hombre de Dios, sentía miedo.
Sentía miedo de aquel ser que sin lugar a dudas era un esbirro del Maligno. Pero también de los hombres que le rodeaban. Las palabras del pequeño George serían tomadas como las palabras cargadas de ingenuidad e inocencia de un niño, y de seguro, muchos considerarían oportuno tomar aquel juicio como algo a lo que agarrarse si había que nombrar a alguien para condenarle a un encierro o a algo peor a modo de medida cautelar.
Y él no podía permitir que le desdeñasen de aquella manera. No era orgullo. No era soberbia lo que hacía que el sacerdote quisiera negarse a las circunstancias que amenazaban con truncar su misión. Era el pensar que de hecho, las fuerzas malévolas que se anteponían a Dios querían que fracasase, para así condenar a toda aquella gente a una muerte horrible, a un final sin sepultura, sin confesión, en el que sus almas estarían perdidas y sin descanso, lejos de cualquier vestigio de la humanidad.
Se separó de los demás. Lo suficiente como para no importunar a nadie con su murmullo en aquella situación, y se dispuso a rogarle a Dios, a rogar Clemencia.
Señor, escucha mi oración;
tú, que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú, que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame enseguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti.
Indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Se santiguó, al terminar, y miró alrededor, sorprendiéndose al no encontrar a Julian entre los demás. Pero antes de que pudiera preocuparse realmente, volvió— Pero, ¿cómo ha podido salir sin que le atacase ese engendro?
Claude se sienta junto al hombre después de revisar la pared y asegurarse que no haya ningún conducto de ventilación cerca. - Tan sólo necesitaríamos un poco de tranquilidad para que pueda relajarse. Y acceso a un terminal, pero eso es fácil, hay por toda la nave.
Mira a su alrededor entonces, evaluando la situación. - Aquí sería difícil con tanta gente, quizá podríamos intentarlo por la noche cuando la gente duerma. O si no, tendremos que esperar a que se calmen las cosas y podamos ir a otra sala más tranquila.
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Los nervios van reduciéndose poco a poco mientras os sentís algo más seguros en el puesto de mando. Algunos optáis por tomar asiento en los puestos de la tripulación, otros os sentáis por el suelo, y algunos permanecéis en pie andando de un lado a otro.
Aun así, poco a poco los nervios os empiezan a pasar factura y algunos termináis decidiendo que vuestra mejor opción es conciliar el sueño durante un rato.
Pasa la hora de comer y nadie hace ademán alguno de ir a por comida, aunque parece que todos los sucesos no os dejan con demasiado apetito.
El resto de la tarde parece pasar de forma más tranquila, algunos lloran pensando que vais a terminar muertos y los hay que finalmente conseguís echar esa ansiada cabezada.