El Olimpo es más grande de lo que parece, y eso que ya parece muy grande...
Paseando para pensar en los recientes sucesos así como haciendo una pequeña ruta turística por las zonas accesibles del Olimpo, llegáis a un recóndito lugar oculto entre una arboleda cercana, un pórtico. Un pórtico que conduce al interior de la montaña.
El pórtico parece llamaros por vuestro nombre, invitándoos a entrar, haciendo que os sintáis cómodos y seguros, y por qué no decirlo, curiosos ¿qué habría al otro lado? en seguida lo averiguaríais, pues estábais deseosos de traspasar sus columnas...
Al otro lado y contra todo ponóstico, no hay una cuea ni una gruta, sino una habitación serena y pacifica, donde sus colores rojizos apagados transmiten cierta calidez, pasión y un toque de erotismo a la luz tenue de las velas que allí iluminaban la estancia.
Largos pilares sostenían un techo que dejaba mostrar las estrellas del universo y entre pilar y pilar una cortina de tono turquesa que hacía contraste con las paredes del fondo. Dos camas, un tanto extrañas para algunos pero con un motivo simple. La primera decorada con sabanas de blanco, rosa y violeta, al igual que los almohadones que estaban encima de esta, era mullida y placida para una comodidad exuberante. La otra más rudimentaria y con menos adornos en sus sabanas y almohadones, pues la autentica decoración es la jaula de pájarso que cubría a la misma y la hacia colgar del techo con elegancia.
Reglas:
Esta escena es para vosotros, privada y personal, auí podéis hablar en intimidad de lo que deseéis.
Desde este momento, ambos estáis vinculados y si uno es enviado al Inframundo o a los Océanos, el otro le acompañará, si esto sucediese perderíais el vínculo, por lo que si uno es traido de vuelta el otro no lo acompañará.
Si perdéis el vínculo, también perderéis el acceso a esta habitación.
Eso NO quiere decir que necesitéis sobrevivir al resto juntos para ganar, podéis mentiros, utilizaros o ayudaros, lo que queráis. Por ello vuestros objetivos principales y secundarios NO se verán afectados.
Necesitaba pensar y evadirse de la multitud, unos minutos a solas donde su única guía eran sus pies y el eterno camino que quedaba por delante. El desconocimiento y la curiosidad la hicieron probar nuevas rutas inexploradas hasta llegar a un precioso recinto, un pórtico escondido que bien podría simular una discreta habitación de amantes.
Le gustaba el lugar, incluso pensó en memorizar la ruta para llevar allí a Ares en una de sus apasionados encuentros, donde nadie ni nada pudiera localizarlos o escucharlos mientras acariciaba la suavidad las cortinas turquesas que adornaban junto los pilares, comprobando si eran de su agrado.
Se sorprendió al encontrar dos camas, preguntándose qué tipo de fiestas harían en aquél lugar y quién sería el dueño, sentándose para probar la comodidad y cruzando las piernas cuando escuchó unos pasos, haciendo que levantara la cabeza y se encontrara allí a Apolo.
Levantó una ceja sorprendida de aquél inesperado encuentro ya que, entre todos los candidatos a ser el dueño de la maravilla donde se encontraba, él era uno de los últimos de la lista.
- Me congratula veros ajeno al alboroto, Apolo.- Pensó que habría decidido, al igual que ella, alejarse de la multitud, de las disputas y las votaciones durante unos minutos para descansar en algún lugar.- ¿Es esta preciosidad vuestro escondite?
La luz siempre encuentra la manera de colarse en los rincones más oscuros, y al igual que ella yo entré en ese recóndito paraje. Su tranquilidad invitaba a descansar, a soñar y a olvidar, al menos por un momento, el absurdo escenario que se presentaba en el Olimpo. Sólo di un par de pasos en su interior antes de encontrarme con aquella que representaba todo lo deseable en una compañera: Afrodita.. Su sólo nombre encendía el corazón de hombres y dioses por igual. Y ella lo sabe muy bien..
Al observarla aproveché para recorrer su silueta con mis ojos, recordando esa mañana en que había tenido oportunidad de contemplarla desnuda gracias al deseo del Herrero de avergonzarla. Vergüenza debe sentir él a no ser capaz de ganar su amor.. Luego la miré directamente a los ojos, algo de lo que me arrepentí al momento pues eran de un azul tan hermoso como los cielos que yo disfrutaba recorrer.
Sus palabras me obligaron a volver a mi realidad. -En realidad, creo que es nuestro, Afrodita. Al decirlo avancé hasta la cama que aún estaba vacía y me senté en ella, colgando del techo como si surcase el cielo.
No pasaban desapercibidos el recorrido de sus ojos, sacándole una traviesa sonrisa mientras se echaba levemente hacia atrás, dejando una postura perfectamente estudiada para que cualquier curioso pudiera observar sus sensuales curvas, dejando que se recreara. Nunca hubiera sabido el efecto que tenía sobre los hombres si no fuera gracias a su esposo, un descubrimiento que más que asustarla le erizó la piel el saber que todos la deseaban.
- ¿Puedo hacerte una pregunta? Ahora que estamos en confianza.- Susurró la última palabra con cierto deje de picardía mientras se acomodaba sobre la cama.- Vuestra enemistad con Pan es bien sabida por todos, más no entiendo por qué el sátiro prefiere aprovechar vuestras redes para votarte. Sin embargo Asclepio, tu hijo, se ha sacrificado para la primera votación.- Respiró hondo dejando que el aire entrara lentamente en sus pulmones e hinchara el pecho, soltando luego en un suspiro.- ¿Seguirás el juego de Pan? ¿Tienes alguna idea de qué está pasando? Me interesa saber tu punto de vista al respecto.
-Muy querida (y deseada) Afrodita, los motivos del sátiro me resultan absolutamente incomprensibles. Admití. -Cualquiera podría pensar que luego de tanto tiempo él ya habría superado su derrota. Con un gesto de la mano busque restar importancia al asunto.
-En cuanto a mi hijo, ya sabes como es: capaz de hacer cualquier cosa para proteger al necesitado y demasiado noble para elegir a alguien sin pruebas en su contra. Suspiré con pesar. -Algo que en esta ocasión no le resultó bien.
-Sobre lo que pasa, es tan fácil de entender como dificil de aceptar: estamos en un momento de cambios. A pesar del duelo, me resultaba complicado mantener las ideas claras con ella respirando cerca y debí desviar la mirada antes de continuar hablando. -Si no logramos detener a los traidores, Poseidón ocupará el trono y nuestra historia cambiará para siempre. Desde el fondo del mar no podré recorrer los cielos.. -Pero aunque logremos hacerlo, Zeus deberá aceptar el peligro de seguir gobernando como lo hace. No era un secreto que él había cometido suficientes errores como para que cualquiera le odiase.
Quizá me adelanté a los acontecimientos pero todo indica que Asclepio sera el primer eliminado.
La noche había caído y la evidente marcha de Asclepio no hizo más que tensar el ambiente del calmado refugio, preguntándose cómo estaría ahora su compañero celestial. Se acercó a él, sentándose en la misma cama y colocando una mano sobre su hombro a modo de apoyo mientras le acariciaba la espalda sutilmente con la zurda.
- Lamento la marcha de Asclepio.- Su voz era un susurro que, aunque quisiera ser de cobijo tenía cierto deje de sensualidad oculta, algo que no podía controlar.- ¿Puedo hacer algo para aliviar tu carga? – Subió la mano por su espalda, recorriendo la columna hasta descansar en la base del cuello, cogiendo uno de sus mechones de pelo y enredándolo entre sus dedos.- Para eso están los amigos.
Apoyada en una columna con la copa que Dionisos le había regalado miraba el paraje perdida entre sus pensamientos, bebiendo un par de sorbos de vez en cuando.
- Creo que ya hemos jugado lo suficiente y, aunque soy partidaria de los preliminares, creo que debemos pasar a la acción.- Ladeó el rostro para mirar a Apolo y con cierta sonrisa pícara en el rostro.- ¿Realmente eres fiel a Zeus? – Dio otro trago, intrigada a la par de curiosa por la respuesta que pudiera darle.