Entre el ajetreo por la boda y el tener que recibir a cada invitados Naerys y Revan poco pudieron verse. Pero una tarde al fin los encontró a los dos con sus actividades canceladas y el resto del día para hacer lo que quisieran
Revan ase acercó a su hermana, feliz por el momento de soledad entre ambos, y le susurró en el oído:
- ¿Qué te parece si salimos a cabalgar?. Hace una tarde espléndida y me apetece disfrutar del buen día contigo, a solas, al aire libre, lejos de todo el mundo.
Claro ¿porqué no?
Contestó a su hermano. Ya hacía un tiempo que no estaba verdaderamente a solas con él, y la verdad, a veces se sentía incómoda o perdida sin la presencia de su mellizo protegiéndola como había sido siempre, aunque sabía que no podía depender únicamente de él pues tal vez el camino de sus vidas se separara, y eso la entristecía, en especial si accedía a ser una espada juramentada. En tal caso solo lo vería en la corte, y si no lograba un puesto en tan peligroso lugar no podría verlo. En última instancia sabía que quisiera estar a su lado o sus rumbos se separaran, ella debía fortalecer su corazón y madurar sus habilidades, sino su vida sería corta.
Lamento la tardanza en contestarte.
Sonriendo, nos disponíamos a dirigimos al establo, buscando nuestros caballos, para ensillarlos y montarlos, para a continuación salir del castillo y buscar un hermoso y tranquilo lugar donde cabalgar al aire libre, lejos de las molestias de la vida cotidiana y donde podríamos disfrutar de la compañía del uno a otro a solas.
Naerys se acercó a su caballo favorito, un caballo negro ya veterano. Tal vez más lento que el resto, pero más dócil y confiable que había usado desde hacía varios años. Montó en el no como una dama, sino como hacía siempre, aunque en esta ocasión tuviera una falda, esto no le era impedimento pues nunca le había gustado la forma de montar de las damas, y eso era algo que ni su padre ni el maestre le habían conseguido quitar con los años.
Ambos comenzaron con el trote, más rápido inicialmente por el caballo negro, pero que pronto se le pondría a la par el de su hermano, pues sabía que él tenía una mejor destreza con los caballos que ella.
No pasó mucho hasta que ambos aumentaran el ritmo del trote a una pequeña cabalgata buscando los claros que se alejaban del ajetreo de la fortaleza y el puerto, camino al bosque, donde sabían que no tendrían tantos problemas por la guardia de los bosques y que no estaba demasiado lejos de la fortaleza donde se marchaban, en un lugar a medio camino entre el inicio de las arboladas y algo alejados del camino que unía la aldea del bosque con la fortaleza. Era un lugar tranquilo, con pocos árboles pero ciertamente más íntimo sin ser un lugar alejado ni que se adentrara en las profundidades del bosque.
¿Una carrera hasta el viejo manzano?
Le preguntó a su hermano cuando vislumbraron un viejo manzano donde ya habían quedado en otras ocasiones y donde jugaban de niños y lo escalaban para coger las manzanas que muchas veces ni tan siquiera comían.
Revan le dedicó a su hermosa hermana una sonrisa juguetona, antes de decirle, a modo de respuesta:
- ¿Preparada, lista?. ¡Ya!.
Antes de que Naerys pudiera reaccionar, el joven se lanzó al galope, en dirección al mencionado manzano, con intención de llegar el primero y reclamar su premio como vencedor. Mientras cabalgaba a la carrera, reía de buen humor, divirtiéndose de buena gana del feliz momento que estaba pasando con su otra mitad.
Naerys conocía a su hermano, sabía que no se quedaría quieto ante una competición y que sería raudo.
La carrera inició tan rápido como dijo que aceptaba, lo cual le dio ventaja, una que ya tenía por el caballo que usaba Naerys y que claramente no era un espécimen joven y veloz, pero no por ello perezoso. La carrera fue mas bien corta, llegando su hermano con varias cabezas de ventaja a pesar de que el caballo de Naerys dio su mejor esfuerzo.
Esta carrera no vale, has empezado antes.
Le dijo con un mohín a modo de queja, pero que igualmente aceptaba pues al llegar descabalgó y se acercó caminando hasta el manzano para que el caballo pudiera tomar alguna si le apetecía mientras lo aseguraba a una de las ramas.
Mientras dejaba su caballo atado al lado del de su hermana, Revan se acercó Naerys y rodeó sus manos sobre su cintura, mientras le decía, sonriente:
- Una victoria es una victoria, hermanita. Y como ganador, reclamo mi premio...
A continuación se dispuso a besarla apasionadamente en los labios, como un enamorado solo podía hacerlo a la mujer que amaba. Llevaba todo el día deseando hacerlo y al fin podía hacerlo finalmente.
Naerys se dejó coger por la cintura, pero puso el dedo en la boca de su hermano y echó su cuerpo un poco hacia atrás.
No, no, nooo.
Le dijo con sonrisa pícara y tono musical en su voz.
Has hecho trampa, y los tramposos no merecen premio.
Le recriminó a su hermano más por ser tan ansioso y que por hacer trampas, aunque sabía el resultado de antemano desde que eligió que caballo usar. Igualmente no le iba a dar todos lo caprichos a su hermano solo porque si, quería jugar un poco y disfrutar el momento, verlo sufrir un poco con la miel en los labios antes de que pudiera alimentarse de su manjar.
Con una sonrisa picara, Revan respondió:
- ¿No?. ¿Entonces debería irme y dejar a esta moza descarada sola, para que aprenda que no se debe de negar un caballero su deseo?.
Hizo ademán de que se giraba para ir donde se encontraba su caballo, para ir a montarlo de nuevo... Pero entonces, de improviso, se abalanzó sobre la joven para hacerle un ataque de cosquillas para obligarla a cambiar de opinión.
- ¿Te rindes?. - Le dijo riéndose, sin dejar de hacerla cosquillas por todo su cuerpo.
Las cosquillas tomaron por sorpresa a Naerys, que rió y se retorció como una largatija tratando de zafarse inútilmente de su hermano.
!No¡ tramposo. Jajajajaja.
Naerys estaba literalmente llorando de risa, sin poder escaparse de los brazos de su hermano.
Para, para por favor, jajajaja. No puedo. Tramposo. jajajaja
Le replicó mientras seguía en sus fútiles intentos por escapar y tratando de aguantarse todo lo posible, no se lo quería dejar fácil solo por una cosquillas.
Revan no cedió en su ataque mientras respondía, sonriente, mientas la inmovilizaba contra el suelo para que no pudiera escapar de su estimulante ataque de cosquilla:
- Todavía no he oído una rendición. Hasta que no cedas, no pienso parar, milady.