Partida Rol por web

Daenyra sonrió a Amonet divertida por el juego y complacida por encontrar a la mujer 'abierta' a posibilidades, y asintió al interprete cuando le sugirió el encontrarse más tarde.

-No dudo que su hermano es un fiero guerrero- dijo, mirándole de arriba a bajo para valorar lo cierto de esas palabras- y doy gracias a los dioses que no tiene que verse obligado a batirse en duelo con la mitad de nuestros invitados. Sería un infortunio quedarse con tantos barriles de vino sin repartir...

Por otro lado entiendo que el joven Lautrec no parezca estar a la altura de alguien tan regio como vos, pero tiene sangre valyria y porta la nobleza y el poder que ello conlleva aunque pertenezca a una casa vasalla. Vuestros hijos serán fuertes y temidos en todos los reinos, mi señora. Pero vamos, conózcalo y póngalo a prueba, quizás se lo pueda llevar a sus tierras a ver si se comporta como vos esperáis que haga. Estoy segura que sobrepasará sus expectativas. Además su familia es navegante y le servirá para negociar en sus acuerdos comerciales. No tendrá que depender tanto de su siervo, que parece que se cansa enseguida. Enséñele el idioma. ¿Se imagina la ventajas de tener a un mercader con sangre valyria para tratar con sus socios? Bueno, no le digo más, seguro que ya entendéis que mi querido Mallaerys es mucho más que una cara bonita.

Prometedme que al menos le daréis una oportunidad antes de romperle el corazón-

El traductor interpreto todo el mensaje de Daenyra y espero la respuesta de Amont. Mientras la joven hablaba Bak hizo una acotación y se rio.

-Mi señora Amonet dice que le diga a su amigo que mañana temprano este aqui mismo para desayunar con ellos. Debera aportar a la mesa algo nuevo y delicioso para que la comida sea algo diferente. Dice que con eso bastara para que hacer que el muchacho piense toda la noche en el encuentro. Durante el desayuno podran hablar bien, conocer al muchacho y medirlo con sus propios ojos.- Dijo el traductor. -Dígale también que traiga un tema de conversación interesante, ya esta harta de las historias de cacería y guerra que tiene que oír de su hermano y quiere una cahrla gratificante para acompañar las delicias que aporte.- Agregó
-Al señora Bak todo esto le parece gracioso y se alegra de no ser el centro de atención por una vez.-

No pudo evitar reírse al escuchar la respuesta de Amonet en boca del traductor; le había preparado una buena tortura a Lautrec. Si el joven Mallaerys sobrevivía a una noche de incertidumbre y de nervios, ya sería una prueba de su valía.

- Me parece un plan perfecto, y vos una dura contrincante. Pero si quiere el premio que luche por él, como tiene que ser, hacéis bien. Si me lo permitís me retiraré para trasmitirle la noticia y que se vaya preparando. Les haré traer un par de botellas de nuestro mejor vino para que acompañen esos quesos aromáticos que les han dejado y más tarde me veré con vuestro interprete.

He de decir que ha sido un auténtico placer conocerles mis señores- se despidió con una profunda reverencia y se dispuso a salir en busca del joven Mallaerys.

El hombre Interpreto el mensaje y la chica sonrió satisfecha al haber logrado que entiendan que era un mujer completa y no una risueña doncella como las de estas tierras.
-La señorita Amonet y el Señor Bek agradecen su visita y dicen que fue un gusto charlar con usted. También la invitan a visitar sus tierras en un futuro así puede conocer la hospitalidad de Leng.- Dijo el hombre y con una reverencia también saludo a Daenyra hasta su próximo encuentro.

 Daenyra encontró a Lautrec fuera de su carpa acompañado de Lord Gwyn. Ambos estaban arrojando unos pequeños cuchillos a un tronco que no estaba muy lejos de donde se encontraban. Para el momento en que la chica llego Lord Gwyn fallaba su tiro haciendo estallar en risas a Lautrec pero cuando fue el turno del joven su padre lo empujo para que también fallara y estallo en una risa más estridente que la de su hijo.

-¡No es justo! dijo a su padre riendo también. -Eres un pésimo tirador y un tramposo.- agrego antes de ver que tenía a su señora a pocos paso de donde se encontraba. Al verla se puso serio y la saludo con un reverencia. -Que tenga una buena tarde mi señora, estábamos con mi padre divirtiéndonos.- Dijo excusándose por la escena informal que había visto.

Lord Gwyn también hizo una reverencia y saludo a Lade Daenyra. -Es un gusto verla por aquí mi señora ¿Qué puedo hacer para hacer más placentera su visita? Preguntó el hombre.

Aunque a veces doliera verlo, los Mallaerys eran la verdadera esencia de una familia noble feliz

Aunque lo lógico sería sentir envidia por lo buen padre y esposo que era  Lord Gwyn y lo felices que parecían en aquella familia, Daenyra no cambiaría la suya por nada del mundo. Lo que sí sentía por la casa Mallaerys era mucha simpatía. Casi se podría decir que afecto.

- Bueno Milord- saludó cordialmente a Lord Gwyn- me temo que de nuevo no vengo a verle a usted sino esta vez quiero llevarme a su hijo Lautrec a dar un paseo, si no le importa. Tengo un asunto de vida y muerte que tratar con él... Algo sobre una dama que está interesada en vuestro hijo- guiñó un ojo al Lord para que viese que no era realmente importante.

Fue hasta Lautrec y le tomó del brazo- Qué ¿me llevas a dar un paseo por la playa?- A Daenyra le encantaba andar descalza por la arena grisácea de la playa.

-¿De vida o muerte?- pregunto algo asustado el muchacho. No esperaba algo así en una fiesta de casamiento. -Mi señora estoy a su servicio.- Dijo y se acercó a la joven Daenyra con preocupación. Unos pasos atrás su padre lo miraba con la cara que se pone al ver a alguien hacer el ridículo. Al parecer el chico solo oyó lo que la joven Baelralys dijo pero no vio todas las señales que la chica había dado para demostrar que no era nada urgente. 

-Disculpe mi señora, Lautrec es un campeón con la lanza y la espada. Pero no se le puede pedir mucho más.- Dijo aprovechando la situación para educar a su hijo y que se preste a estar más atento a todo. 

Lautrec se mantuvo allí parado sin entender las palabras de su padre pero a la espera de que Daenyra le dijera para que lo necesitaba.  

No pudo evitar reírse ante aquella situación. Le encantaba el humor de Lord Gwyn y entendía a la perfección porqué Lady Astraea estaba tan feliz a su lado.

- Bueno, mi querido Lautrec, en realidad es algo para preocuparse aunque no vais a necesitar usar la espada para resolver este problema. Pero vamos, demos un paseo que os lo cuento. No quiero dar más motivos a vuestro padre para que la tome con vos y prefiero que no nos escuche- sonrió al Lord Mallaerys pidiéndole disculpas por no querer hacerle partícipe de ese pequeño secreto.

Sujetó al joven del brazo y se lo llevó de ahí, camino de la playa donde se descalzarían y andarían por la orilla, cosa que le encantaba a la Baelralys.

- Bien, a ver como te lo digo...- No le había contado nada de lo importante hasta haber llegado a un lugar en el que no tuvieran a nadie a su alrededor- ¿Te acuerdas de Amonet? ¿Esa preciosa mujer que ha venido de Leng junto con su hermano? Pues me ha pedido que te transmita un mensaje; dice que debes acudir a su tienda mañana a la hora del desayuno y que 'deberás aportar a la mesa algo nuevo y delicioso para que la comida sea algo diferente'. Así lo dijo, o así me lo tradujeron, de forma literal.

Lautrec, tienes una cita, y de ti depende de que tu familia, y en definitiva todos con sangre valyria de este lado del Mar Angosto quede en una buena posición. Sin presión.-

Daenyra se le quedó entonces mirando con una sonrisa en los labios esperando ver su reacción.

 Lautrec guardo silencio durante el camino, no sabía cómo tratar a una dama de alta cuna de otra forma que no fuera un coqueteo pero entendió que Daenyra no tenía esa intención cuando lo fue a buscar a su carpa. Así que al no saber lidiar con la situación opto por el silencio.
 Cuando llego el momento de escuchar lo que la joven le decía sus ojos se abrieron grandes por la sorpresa.
-¿Mi señora me está diciendo que la dama Amonet quiere verme mañana? pregunto para confirmar que no había entendido mal, era algo muy bueno como para estar sucediendo y necesitaba confirmación. Sin embargo su rostro pasó de alegra a preocupado ¿Que puedo llevarle que sea deliciosos y nuevo? Pregunto para sí mismo en voz alta. -Creo que necesito explorar el mercado a fondo para dar con algo exótico y deliciosos.- se contestó. -¿Pero como hare para hablar con ella? ¿y qué debo decirle? no se sobre muchas cosas y temo que me tome como un pretendiente más que se arroja a ella por su belleza.- Agregó pensando en que no tenía mucho para decirle que el resto de los hombres de la boda le hayan dicho.

-Bueno, es que eres un pretendiente más que te arrojas a ella por su belleza-respondió entre risas.- Pero en este caso representarás a nuestras casas así que vas a tener que hacer un esfuerzo para no parecer simplemente un amante.

Antes de nada deberás convencerme a mí de que vales la pena- le dejó uno segundos para hacerle sufrir con la incertidumbre, luego prosiguió explicando a lo que se refería.- Si lo que quieres es solo llevarla a la cama, entonces olvídate de que te ayude. Pero si estás dispuesto a casarte con ella, incluso a irte a su país como nuestro embajador, entonces tendrás mi apoyo ¿Qué dices Lautrec? ¿Eres apto para el puesto?-

Lautrec se lo pensó antes de contestar. La verdad es que si le había atraído su belleza pero él sentía algo más fuerte que el resto, sin embargo no sabía cómo ponerlo en palabras. Pero en principio la belleza de aquella mujer despertó esos sentimientos. -No mi señora. No es una urgencia masculina no lo que me arroja hacia ella.- Contesto con rapidez. -No sé que decir sobre irme del reino ya que no se vivir en otro lugar que no fuera este... dijo y se quedo meditando un poco sobre el tema. Pero creo que sí, si podría irme a vivir con ella si fuera necesario.- Contesto con renovada confianza. -Pero dígame mi señora ¿Dijo algo de mí? ¿Le hablo de que quería casarse conmigo?

-Para nada- dijo con frialdad y total sinceridad.- Esa mujer puede tener al que quiera y no creo que tú le hayas llamado especialmente la atención. No eres nada del otro mundo. Por eso deberás ganártelo.

Te vendrás conmigo. He contratado los servicios de su traductor por una hora. Vamos a intentar que, en ese tiempo, te enseñe lo que necesites para impresionar a la Leng. Acuérdate de tomar buena nota de todo. También tendremos que sacarle información sobre lo que le gusta, y con eso ya piensas cómo la sorprenderás mañana durante el desayuno.

Prepárate, después de la cena pasaré a recogerte.-

 Lautrec escucho con atención lo que Daenyra le decía. Sabía que él no tenía mayor encanto que el resto de los caballeros pero se le había abierto una oportunidad que jamás pensó que tendría y debía aprovecharla lo mejor que pudiera. -Si mi señora, aprenderé todo lo que tenga que aprender para impresionar a Amonet. Además encontrare algo deliciosos para comer.- Contestó. -Si el hombre está aquí entonces me gustaría ir de inmediato a hablar con el.- Agrego con entusiasmo. Veía que tenía una buena oportunidad y esperaba poder aprovecharla.

- No tengas tanta prisa, he quedado con él después de cenar, antes no nos atenderá. Y no se te olvide que serás nuestro embajador. No eres un chico cualquiera que aspira a entrar en la realeza en otras tierra, eres alguien especial, eres nuestro representante y enlace con esa familia. Y tampoco se te olvide de quién te ayudó a conseguir los adelantos para tu casa.- Con esto último dejaba claro que la debería un favor y que pensaba cobrárselo en algún momento.

- Bueno, ya tienes algo en qué pensar, acuérdate de traerte papel para anotarlo todo y yo que tú traería también algo preparado para preguntar. Quizás te vendría bien consultar con tus padres, que parecen unos expertos en temas amorosos- comentó con una sonrisa pícara.

-Venga, volvamos al campamento que tienes mucho en lo que pensar-.

Lautrec asintió con entusiasmo y volvió junto con Daenyra al campamento. Tenía muchas cosas para preparar y al llegar se dispuso a ponerse a la altura de la situación.
 Lo primero que hizo fue llamar a su hermana ya que sabía que ella podría ayudarla en todos los aspectos en lo que el fallara. El muchacho era consciente de sus falencias pero compensaba eso con absoluta dedicación y además se rodeaba de gente que lo asesorara en donde el fallara. En este caso su hermana cubriría todas sus faltas de etiqueta y buena conducta que lo ayudarían a no meter la pata en la cena.
 La joven Baelralys se fue de la carpa viendo como Lautrec mantenía una expresión de resolución absoluta mientras incorporaba todo lo que Lucatiel le enseñaba.