Una imponente figura de enorme tamaño se asoma a lo alto de la empalizada del fuerte mercenario.
Sus ojos refulgen plateados y brillantes bajo la luz de la luna.
Su mirada parece encontrar la de Severus, cuya Bestia se encoge de temor ante la presencia de un depredador superior.
Desde la lejanía, Severus observa el fuerte que sirvió de prisión a su antiguo ser. Una punzada de odio recorre su espina dorsal mientras pasa su lengua por los deformados y casi inexistentes labios recordando a su carcelera.
No puede evitar husmear la noche, tratando de encontrar en el aire el olor de la joven que lo custodió y de la que recuerda lascivo, cada gesto de su delicado cuerpo.
Tras unos instantes, se gira y retorna a su frenética carrera en pos del monasterio y de su objetivo.
Ya habrá tiempo viejo... ya habrá tiempo.
SEVERUS:
- No hay en el aire rastro alguno del olor de la joven sacerdotisa pagana. ¿Será que ya no se encuentra en esta región?
- Prosigues tu viaje evitando el fuerte mercenario, todos tus instintos te advierten de que el líder de los mercenarios es mucho más que un hombre. Es sin duda una criatura sobrehumana, aunque intuyes que no de tu misma clase.
- Severus y sus dos monstruosos acompañantes abandonan Piatra Neamt y se dirigen a Bucau.