Partida Rol por web

Llegas a la cafetería sin saber muy bien si la recepcionista quiere algo o no. Haces la cola pertinente, dos señoras y alguien con cabello largo y bata blanca.

Te sientas en una mesa, igual que las otras mesas, blancas e impolutas. Las luces fluorescentes, repartiendo con equidad su luz, le dan al espacio un aspecto muy blanquecino, casi de muerte. Si esto fuera una cultura asiática, seguramente lo prohibirían.

Hay bastante gente. La mayoría parece personal del hospital. Doctores pavoneádose, enfermeras metódicas recogiendo la mesa antes de irse, ambulancieros holgazaneando un poco, e incluso uno cabeceando.

También hay algunos pacientes de poca gravedad y sus parientes o allegados.

Hay una puerta hacia un pasillo y una capilla al otro lado de este, dónde puedes ver un grupo de monjas que parece que está rezando.

Me fijo en el grupo de monjas. ¿Puedo ver alguna cosa peculiar en ellas? Crucifijo como el de las gemelas, vestuario con algún toque fuera de lo común o ese tipo de cosas.

Sin llamar demasiado la atención, me acerco a la capilla. Sin molestar a nadie de los presentes y con sumo cuidado para que no se note, me voy fijando en las monjas, mientras me santiguo al entrar, agarro una vela y la pongo donde toque, y me siento en un rinconcito a rezar a mi Dios particular.

Entras, paseas un poco para cotillear, pero no ves nada anómalo ni que te llame la atención.

Son monjas, con su hábito en homenaje a uno de los malos más carismáticos de Batman, con cruces normales.

Bueno, en realidad no llegas a ver las cruces que llevan, porque las tienen bajo sus manos que sostienen un rosario.

El ambiente te recuerda a tus tiempos en el Templo, cuando entrabas en una sala dónde otros meditaban. No notas magia, pero si un cierto ambiente sobrenatural.

No tengo interés en forzar cosas. En cuanto haya pasado un tiempo de reflexión prudente, saldré tal y como he entrado. Seguiré pasando el tiempo, y cuando llegue la hora y media, me volveré a acercar al mostrador. Le llevaré una botella de agua a la recepcionista, que queda un poco soso, pero como no me ha pedido nada, sé que el agua al menos se la beberá.

Pasa la hora y media, compras una botella de agua y se la llevas a la recepcionista, que te mira sorprendida. Esta vez, has superado el nivel.

Te indica una habitación, en las plantas superiores y como llegar hasta el ascensor. Hasta notas cierto punto de amabilidad en su voz.

Subes.

Un pasillo largo, lleno de puertas con números en la puerta y alguna dónde pone "sala de recreo". Te llama la atención que aquí los colores són más vivos, menos pálidos. Bueno, hay colores más allá del blanco, que ya es mucho.

Habitación 101. Es aquí -piensas, mientras una monja sale de ella-. No puede ser en otro lugar.

Pico a la puerta con dulzura, después de que marchara la monja. Entro con la cara seria y el ramo en una mano. Antes de ofrecer ningún tipo de reacción, espero a ver que panorama me encuentro...

Si había una cosa que te escamaba del cambio de colores, es porqué parecía un intento de hacer esta sección del hospital algo más distendida, más relajada. ¿Y para qué? te preguntabas.

La habitación es relativamente grande para ser individual. Colores más alegres que el blanco fúnebre de abajo e incluso más que los de los pasillos adyacentes.

Una monja se sienta al lado de la cama. La reconoces como la que te "invitó" a no preocuparte más por ella.

Mary (Elzbeth), está rezando, usando la cama como reposabrazos, bajo la atenta mirada de la monja.

Mary Anne, está atada a la cama por muñecas y tobillos.

Esto es un ala psiquiátrica.

He picado a la puerta y no ha habido respuesta por su parte (asumo), ya que siguen con lo que estaban haciendo. Si no ha habido reacción y ninguna me ha visto, camino hacia atrás en silencio y poco a poco. Esperaré a que una de las dos salga (espero que Eli).

Si me han visto, pero Ann no, haré un gesto de asentimiento sin hacer ruido, para esperar fuera también.

Si Ann me ha visto, la miraré para ver que observo en sus ojos.

Mary Elzabeth y la monja te han visto, y se han sorprendido, así que te retiras discretamente.

El pasillo es largo, pero relativamente cerca tienes a la mesa de las enfermeras y al lado una sala con máquinas de refrescos y porquerías varias (galletitas, golosinas, bollería industrial y un largo etc) y una tv sin volumen.

Al final del pasillo, justo antes de las escaleras y el ascensor, hay un lugar dónde los parientes pueden hablar con algo de tranquilidad sin estorbar.

Dejo las flores en el primer sitio que vea a la entrada de la habitación, y dejo una notita a nombre de M. Elizabeth:

Solamente venia para saber como estaba M. Ann. Si no quereis que me inmiscuya, lo entiendo. Pero quizá pueda ayudar. Estoy tomando un agua en las máquinas de aquí al lado.

Me dirijo a las máquinas y a menos que la de café me dé algo de confianza (que lo dudo), sacaré un agua y me quedaré por ahí, echando un ojo a la puerta de la habitación.

Descartas el café. En el mejor de los casos, es un estimulante, y aquí no les interesa a nadie estimulado. Sin usar magia, sabes que será flojo, como mínimo.

Pasan las horas y no aparece.

Con el aburrimiento vienen los pensamientos. Le das la vuelta a las cosas y te acabas centrando en lo que te preocupa. ¿Porqué Mary Elzabeth no ha salido?

Llegas a tres conclusiones posibles.

1.- No quiere. Lo ves difícil. Durante las horas que charlasteis no te pareció que en un caso así no agradeciera una visita. Claro que tampoco os conoceis mucho, que digamos.

2.- No la dejan. Recuerdas la "amabilidad" de la monja en decirte que esto ya no te incumbía, y seguro que ella sigue pensando igual. Si siguen algún tipo de jerarquía, que seguro que si, es muy posible que ella le haya ordenado a Mary Elzabeth que no entre en contacto contigo. La pregunta es si ella la obedecerá o buscará alguna forma de zafarse.

3.- La opción +1. Siempre hay una opción +1. En este caso, posiblemente tenga que ver con las dos anteriores más algún factor estraño, como que le de vergüenza, porque se ha enamorado de ti y por eso no quiere salir. En cuanto empiezas a racionalizar de nuevo, decartas esta opción, pero no deja de aparecer a la que te despistas...

Cosas del aburrimiento.

Si han pasado horas, creo que será mejor volver a acercarme a la habitación y si tengo que enfrentarme a la monja satánica, que sea lo que Dios quiera (y nunca mejor dicho).

Te acercas a la habitación y los pelos de la nuca se te ponen como escarpias a más de 10 metros.

Cuando llegas a la puerta, pareces una versión punk de ti mismo y empizas a oír gritos. La voz te suena. Es Mary Ann.

Eso no está bien, eso no está bien, eso no está bien... y así sin parar.

De fondo, oyes la voz arrugada y oxidada de la vieja gritando ¡¡Fuera de Aquí Demonio!! y empieza a rezar unos salmos.

Más apagada, una voz que también identificas como la de Mary Elzabeth: ¡¡Relajate Mary, relajate!! voy a soltarte, ¡¡pero debes dejarme acercarme a ti!!

Tiro por intentar discernir que tipo de magia y de donde procede (aunque lo segundo puedo imaginármelo). Aprovechando que aún no estoy a la vista, me centro en las energias, antes de entrar en la habitación, para saber exactamente a que me enfrento.