Partida Rol por web

- Sí, pero queda un poco raro que un hombre que lleva patinando toda su vida, de repente se caiga sin motivo y se le caiga la postería encima de la pierna, seguda de varios jugadores más.. - Dijo contándote cómo había sucedido todo.

La muchacha parecía más animada, no como cuando habíais salido de tu casa pero al menos ya no tenía las lágrimas aomando por sus ojos.

- ¿ También congelas cosas? Eso tiene pinta de ser más divertido.. - Dijo en un intento de " autoanimación ".

Con tus últimas palabras se sonrojó y miró unos instantes al suelo, un poco avergonzada, pero en seguida se volvió a poner seria.

- Cuando.. - empezó a hablar. - Cuando ya pensaba que no podía darle mala suerte a nadie, que ya lo había controlado, resulta que la que tuvo mala suerte fui yo, aunque no creo que tenga nada que ver con mis poderes. ¿ - Has escuchado hablar de los asesinatos de los mutantes? Esos en los que aparece un símbolo en los lugares donde los matas? Pues yo fui una de las víctimas.. fue.. lo más aterrador que me ha pasado nunca.. - En su cara se dibujó el miedo..- Te juro que pude ver el infierno delante de mis ojos.. aunque me regeneré y puedo contarlo, aunque..

La muchacha se puso de pie dándote la espalda y se levantó la camiseta. Ahora podías ver aquella cicatriz enorme.. era el mismo símbolo que tenías tú grabado en la mano, aunque la muchacha aún no se hubiera fijado en que lo tenías.

Cuando veo la marca en su piel no me sobresalto, pues ya había sospechado antes que tenía algo. En cambio alzo mucho las cejas, con temor. El hecho de saber que Sam se tuvo que enfrentar a lo que fuera que había asesinado a los mutantes me aterrorizaba. Podría haber sido yo, o Josh. Y nosotros no nos regeneramos…

-Sí, sí que he oído hablar. Demasiado, diría yo.- Digo mientras alzo mi mano izquierda, marcada con el mismo símbolo que recorría la espalda de Sam. –Yo descubrí uno de los cuerpos. Un esqueleto al que parecía que le habían desintegrado todo rastro de carne. Y un símbolo pintado en sangre en el espejo. Poco después sentí un gran dolor de cabeza, cientos de lamentos. Y me apareció la marca en la mano.

Suspiro, como si me hubiera quitado un peso de encima. Aunque la verdad es que no había vuelto a pensar en ello hasta entonces.

-El D.C.M. cree que los que estamos marcados somos “especiales”. Gracias a la marca pudimos cumplir nuestro objetivo en la selva Amazónica. Creen que… las marcas son una llave.

La muchacha tras su exhibición volvió a sentarse en el sofá y te miró, primero frunciendo el ceño, sobre todo cuando le dijiste que habías encontrado uno de los esqueletos y luego abrió la boca sorprendida con eso de las llaves. Cambió un par de veces de postura en el sofá, se la veía algo nerviosa, aunque al final te preguntó lo que la pasaba por la cabeza.

- ¿ Entonces lo mío también es como una llave? ¿ Y qué abre?

Desde luego Sam se había perdido un poco con la explicación, pero parecía interesarla ya que su marca era bastante más grande que la tuya y eso la asustaba un poco.

 Enmudezco durante unos segundos. La verdad es que realmente no conozco el funcionamiento exacto de esta marca. Aunque la última vez…

-En la selva Amazónica nos permitió acceder a unas instalaciones subterráneas. Poseían una tecnología… extraña. Uno de mis compañeros la calificó de… no terrestre.- Alzo los ojos, posándolos en los de Sam. Mi mirada se ve algo confusa, algo desconfiada. Comienzo a reflexionar sobre el tema de los libros.

-El D.C.M. nos pidió que fuéramos allí a recuperar un artefacto. Un libro muy… especial. Creo que es sobre un tema relacionado con una secta de hace ya mucho tiempo. Creen que fue culpa de un mutante de la antigüedad. Un mutante que no pudo morir cuando lo quemaron en la hoguera…

Sam te miró durante unos instantes con una expresión bastante excéptica pero en seguida cambió su expresión por una más bien conformista.

- ¿ Extraterrestres, libros y mutantes? - Preguntó la muchacha más bien para ella misma que para ti. - ¿ Crees que debo enseñarle mi espalda a la D.C.M.?

Te preguntó como si tu pudieras responder a todas sus dudas, aunque en realidad cada vez que intentbas responderla posiblemente sólo la proporcionaras más..

Me bloqueo ante la posibilidad. Me debato entre la posibilidad que propone Sam. Trato de respirar hondo y reflexionar fríamente.

-Sam… No estoy seguro de que debas hacer eso. Podrían… podrían hacerte unirte a nuestro “equipo”, y enviarte a hacer peligrosas misiones por el asunto ese de los libros. No es algo que quiera para ti, como comprenderás, aunque mirado desde otro lado no soy nadie para decirte nada sobre tu seguridad. Tú misma has sobrevivido al asesino de mutantes…

Esbozo una mueca de preocupación. No quiero imaginarme a Sam corriendo por el Amazonas y enfrentándose a sabuesos de hueso y a horribles momias. Aunque tampoco es una muchachita indefensa…

Por un momento pareció dudar, pero en seguida te miró y negó con la cabeza, pero más que por tus palabras como queriendo quietarse el miedo de encima o alguna clase de pensamiento que le pasaba por la cabeza.

- Pero yo.. no tengo nada que perder.. No tengo ni familia, ni amigos.. nada. - Sus palabras no estabas dichas esta vez con ninguna clase de sentimiento triste, sino más bien como el que dice algo que sabe que es completamente verdad y simplemente lo está reafirmando. - Además si hay alguna forma de que yo pueda ayudar.. me gustaría hacerlo..

Había decisión en sus palabras, quizás, después de lo que te había contado, tenía la necesidad de hacer algo de bien en un mundo en el que ella sola se había bastado para hacer demasiado mal, aunque no lo hubiera hecho a posta.

-Bueno, si quieres ayudar, no puedo impedírtelo.- Bueno, en verdad sí que podría pero no sería correcto. El eco de mi pensamiento resuena en mi cabeza, y por unos segundos espero no haberlo proyectado sin querer. No quiero que Sam piense que en cualquier momento puedo meterme en su cabeza.

-La verdad es que pensándolo bien… Eres prácticamente indestructible, y si nos encontramos con más de esos extraños seres que nos atacaron en el Amazonas podrías deshacerte de ellos fácilmente.- Digo, casi para mí mismo, reflexionando sobre las posibilidades. La verdad es que podría ser una aliada potencial. Aunque la idea de que el D.C.M. pueda aprovecharse de ella no me hace mucha gracia.

-Entonces, voy a ver si puedo contactar con alguien del D.C.M.- digo mientras me meto la mano en el bolsillo de la chaqueta, buscando mi teléfono móvil.

Antes de salir del piso te habías acordado de coger el móvil, aunque de manera instintiva, pero sí que lo llevabas encima aunque no estabas seguro de cuándo lo habías cogido. Era lo que tenía hacer las cosas sin fijarte demasiado.

Lo que no habías hecho era apuntar los teléfonos que te habían dejado ni ninguno de los de la D.C.M. así que como si no lo llevaras..

- Gracias, además que si me mandan a alguna parte contigo seguro que tendré menos miedo.

Lo que trataba de decirte la muchacha era algo así como que contigo estaba tranquila, o eso percibías ya que parecía haberse tomado empeño en hacer que pudieras percibir aquella sensación de tranquilidad que la proporcionabas.

Saco el móvil de mi chaqueta, pero frunzo el ceño al acordarme de que no tengo ningún número al que acudir para hablar con el D.C.M. Maldita sea…

Vuelvo a prestar atención a Sam, en cierto modo me inspira confianza, y un fuerte sentimiento de protegerla. Aunque realmente ella es la que menos protección necesitaría. Casi instintivamente la cojo la mano, con gesto fraternal.

-No te preocupes. Si tienen que meterte en algún equipo procuraré que sea en el nuestro, aunque tenga que meterme en sus mentes.- Digo sonriendo. –Estoy seguro que a Alex y a Ian les vas a caer bien. Aunque la verdad es que ahora mismo no sé cómo podríamos contactar con el D.C.M.

Arqueo un poco las cejas. Si esta ciudad está controlada por el D.C.M. sus agentes deberían estar por todas partes…

- Yo sí, pero no sé si me apetece ir ya a verles.. - suspiró la muchacha ya que estaba agusto y no le apetecía demasiado el tener que moverse. - Mi tutor, el que se supone que está a mi cargo, trabaja para la D.C.M. así que bueno, no creo que sea demasiado difícil que lo localice. Tengo como veinte números suyos distintos, eso sí.. aunque seguro que se sorprende de escucharme hablar, ya que no me acuerdo ni la última vez que le llamé..

Al parecer no le tenía demasiado aprecio o simplemente, no la gustaba que la tratasen como si aún fuera una niña.

- Ya que al final no vamos al cine.. podemos ver una película aquí y llamarle luego.. - Dijo mirando al teléfono. - Tengo palomitas!

Sonrío ante la propuesta. La verdad es que ansiaba hacer algo normal, hace ya mucho tiempo que no miro una película en casa de alguien.

-Así pues, miremos una película. ¿Cuáles tienes?- le pregunto, olvidándome por momentos de todo el asunto del D.C.M. –Por cierto, me encantan las palomitas, sobre todo las dulces…

Pasasteis el resto de la tarde viendo películas y comiendo palomitas, aunque tan sólo había de las normales y tuviste que conformarte con ellas, sobretodo porque no tenías demasiadas ganas de salir a comprar de las otras y aún no había nadie que te las llevara a casa desde ningún comercio, que ya se te pasó por la cabeza.

La tarde fue tranquila y entretenida, sin que nadie os molestara y olvidándoos de todo mal recuerdo, como si pudierais disfrutar de unos momentos de tranquilidad.

La noche comenzó a acercarse, al menos, eso marcaba el reloj y alguna de las luces de la ciudad que se apagaron, como simulando que el sol se escondía ahí abajo.

- Creo que no hay mucho para cenar en la nevera. ¿ Salimos o pedimos unas pizzas?

Sonrío, como si estuviera en casa con mi propio hermano. Antes pedíamos comida cuando mamá salía a trabajar de noche.

-A mí me gusta la idea de pedir unas pizzas, la margarita es mi favorita.- La informo de mi pizza favorita, la que siempre pedía y compartía con mi hermano. También es su pizza favorita…

Durante unos segundos me quedo embobado pensando en los viejos tiempos, luego vuelvo a prestar atención a Sam.

-Sí que está completo este lugar, incluso hacen que parezca que se haga de noche. La verdad es que parece que tienen recursos estos señores del D.C.M.- ¿Pero cuánto tiempo tendría que durar todo esto? No se puede vivir dentro de la tierra para siempre… Ojalá todo esto se acabe pronto, quizá Sam podría mudarse con nosotros, aunque yo tengo que acabar mis estudios.

Me siento extraño al recordar mis estudios. Antes eran lo más importante, una meta fijada por una promesa que hice en el pasado. Mi único objetivo. Ahora, en cambio, me siento aliviado de esa carga, quizá porque tengo una obligación mayor que me impide dedicarme a mi promesa. Aunque sea como sea la cumpliré.

La muchacha sonrió por tu comentario, al que asintió.

- Yo también me sorprendí de eso cuando llegué aquí, pero bueno, al final de acostumbras a todo, hasta a que no halla cielo sobre tu cabeza sino un montón de roca lisa.. También he pensado cuánto tiempo invertirían para alisar y escavar toda esa superficie, pero supongo que lo harían mutantes, porque sino se habrían necesitado tanta gente como esclavos se utilizaron para contruir una de las pirámides..

Cuando se dio cuenta de que acaba de comentar una tontería de esas que se le suelen pasar a uno por la cabeza la muchacha se sonrojó ligeramente.

- Bueno, entonces unas pizzas.

En menos de media hora tenías a un joven pizzero de ojos amarillos en la puerta, con unas enormes alas a la espalda, que venían a decir que el puesto había sido suyo porque siempre " llegaba volando ".

Sonrío cuando veo al mutante en la puerta con la pizza en mano. Otra cosa que me gusta de este lugar es que puedes ser tu mismo sin que nadie te mire mal por ello. En cierto modo mis ideas colisionan entre ellas cuando me pongo a pensar en el tema detenidamente. Aquí puedes ser tú mismo, pero tienes que vivir aislado. Tienes que vivir en una cueva con una noche y un día artificiales. Como encerrado en un enorme terrario…

Me muerdo el labio inferior cuando pienso en esto último. Un enorme terrario… Sigo a Sam casi por inercia a donde sea que quiera ir a comer la pizza mientras sigo pensando en mis cosas, y a la vez tratando de no proyectar accidentalmente mis pensamientos. Una cosa que no me gusta de mi poder es que en cualquier momento, cuando me descuide, mis pensamientos pueden dejar de ser privados para ser escuchados por todos los que me rodean. Cuando me altero suelo pensar con tanta fuerza que…

Sacudo la cabeza.

-Vaya, estas pizzas tienen muy buena pinta…

Cenasteis tranquilamente, sin que ella puediese captar ninguno de tus pensamientos, ya que siguió bastante animada y con las bromas a las que te estabas empezando a acostumbrar. La pizza no era una de las mejores que habías probado en tu vida, pero estaba buena si ignorabas el hecho de que la cubría una enorme capa aceitosa.

Ya habíais terminado de cenar, cuando llamaron a la puerta de casa de Sam y ella, un poco extrañada de que alguien llamara a su puerta a esas horas, aunque debían de ser poco más de las nueve de la noche, fue a ver quién llamaba.