Aleph sacó el Ram Dao de su nueva funda, que lanzó varios chorros de sangre en el proceso. Luego esperó. ¿Había acabado todo?
No. No podía ser tan fácil
Se giró hasta Celeste, para mirarla fijamente, mientras guardaba el arma. Por dentro, comenzó a prepararse para la tormenta
Las pupilas de Celeste se dilatarion mientras veía como el Ram Dao de su compañero cortaba el aire. No estaba prestando atención al combate. Ahí había algo más, algo que había dado por perdido y no se había molestado en buscar, y en ese preciso momento volvía para... ¿atormentarla?
El filo de la imponente arma se acercaba más y más al cuerpo de Lucian y ella no podía hacer nada para detenerla. Penetró en el cuerpo de su némesis, cortando tendones, músculos e incluso huesos. El imparable poder del arma de Aleph destruyó por completo el motivo de su vida. Desde hacía años el único objetivo de su vida era encontrarse con ese hombre, y "devolverle" el favor convertir su vida en un infiero y hacer que desease morir cada día de su vida, y Celeste, compasiva al cabo de varios meses, concederle el favor, mirándole fijamente a los ojos viendo como la chispa de la vida escapaba poco a poco de ese hombre.
Pero todo eso, Aleph se lo negó.
Después de haber pactado que Marianna se libraba de su venganza cambiándola por la transigencia de Aleph para con Lucian, su amor le había traicionado. Y para Celeste, precísamente esa traición iba más allá de lo imaginable. En el momento en el que el arma de su compañero segó la vida de Lucian, Celeste sintió como algo dentro de ella desaparecía y no era la sed de venganza. Toda la confianza que había depositado en el grandullón se esfumó de un plumazo, enfriando su corazón y encogiéndolo hacia un punto casi sin retorno.
Si Aleph quería recuperarla, tendría que hacerlo muy bien, demasiado bien.
Conjuro, metamorfismo.
-Tipo de vuelo 12
-TA 3 natural
-Incremento de turno +10
-Sentido agudizado (vista)
-Incansable
150 de zeón, mantenido a 10 al día.
La peliazul voló, voló lejos y muy alto, tratando de encontrar a Jules en el cielo de la ciudad. Ya le daba igual la mascarada, si no hacía algo toda esa gente iba a morir de un modo horrible, y no podrían recordar lo sucedido. No le parecía del todo bien matar a miles de personas. Aunque, dar su vida por la causa... todo era muy confuso.
El mundo estaba a punto de resquebrajarse... y quería respuestas.
-¡JULES!
Gritó
-¡MUESTRATE!¡DETÉN ESTA LOCURA!
No...
Aleph solo pudo caer sobre sus rodillas cuando el ángel salió volando, alejándose del lugar. Tras uno segundos, sus ojos se volvieron vidriosos, y sus manos volaron hasta su rostro. Había cumplido con su deber, sí, y no sentía remordimientos por ello... Pero a veces costaba tanto
Aleph no dijo nada por la conexión. Las palabras sobraban en aquellos momentos. Pero sus sentimientos eran tan intensos que casi parecían gritados. Aleph sufría. Sufría con todo su alma, mientras su corazón se desgajaba a pedazos
Sin embargo, había cierta satisfacción en su sufrimiento. Cierta sensación de tranquilidad, pues había contrastado lo que, días atrás, sólo había podido intuir en aquel sótano oscuro. Pues Celeste había llorado, pero aquello no tenía lógica, y ahora lo comprobaba. Sus lágrimas habían sido de mentira, habían sido una ilusión, un engaño de sus ojos. Y era cierto, lo que siempre había dado por verdad era tan cierto como que el sol sale por la mañana y muere tras la línea que delimita el horizonte al anochecer
Celeste era un ángel
Siempre lo había sabido, y ahora, quizás demasiado tarde, lo comprobaba. Apenas veía ya como se alejaba, pues las lágrimas cubrían su rostro, interponiendo una pantalla traslúcida donde antes sólo había realidad. Deseó que volviera, deseó que le dijera que le había perdonado, pero sabía que aquello era tan imposible como que aquella historia tuviera un final feliz. Pues... ¿Cómo esperar finales felices, cuando tanto odio y tanto dolor se conjugan en uno? Había cumplido con su deber, no dejaba de repetírselo... Pero ello no implicaba que dejara de sentirse vacío
Volveré.
Solo era una palabra, y consiguió llenar el canal que unía a ambos con una densidad tan grande, que Aleph se hubiera quedado sordo si no fuera porque el mensaje iba directo a su mente.
Sólo una palabra, y gracias a ello, críptica y oscura. Podría deducirse cualquier cosa de ella. Pero sólo una quedaba clara. Celeste no había olvidado al gigante. Nunca lo haría.
Estaré aquí
Siempre lo había estado. Siempre lo estaría
-¡Celeste! -exclamó Junette, asombrada por lo que acababa de hacer la hechicera. Estaba agarrada a Fiona como un náufrago a una tabla-. ¿Pero qué...? ¡Damien! ¿Estás bien?
PNJ de aquí en adelante.
Celeste subió hasta que las nubes se confundieron con el cielo. Desde donde estaba veía toda la ciudad y algunos de los detalles más lejanos. Los barcos atracados en el puerto, las cajas que movían los estibadores, los Jardines Funerarios, la zona de las mansiones, donde se hallaba la de los Lázarus. El teatro. La casa de Tristán. La Catedral de St. Nathaniel... Un momento. ¡La Catedral!
¿No había un ángel volando hacia el interior de la Catedral? ¿No tenía el ángel unas alas luminosas brotando de su espalda y el pelo tan plateado que parecía blanco?
Sólo lo vio un instante, ya que el ángel se metió en el edificio y no volvió a salir.
El ángel dirigió su vuelo hacia la catedral para encontrarse con el que sin duda era Jules penetrando en la iglesia. Quería ofrecerle un trato. El dolor de la traición de Aleph se había aferrado a su corazón, como un cocodrilo a su presa, mordiéndolo y retorciéndolo hasta vaciar la última gota de sangre, ahogándola en el proceso.
Sus fuertes alas empujaron el aire a su alrededor para poder viajar más rápido. Quería llegar antes de que Jules intentara cualquier cosa.
-Escuchad -dijo Fiona volviéndose, en voz alta-. Hay que ponernos en marcha ya. Volvamos a la mansión: Elías y Jules tienen que volver en algún momento. Tenemos que ocuparnos de Jules y asegurarnos de que esta locura se termina ahora.
Damien había permanecido silencioso hasta entonces.
A esa niña le hace falta una buena bofetada. Intentamos evitar el apocalipsis y ella continúa pensando en ella y en nadie más, en SU venganza en SU magia, en SU destino. Es una cobarde y una egoísta, es duro que tenga a Aleph tan engañado.-Pensó mirando hacia donde Celeste se había perdido de vista.
-Esperad, Fiona y Junette, dad un momento a Aleph... y no podemos olvidar otra cosa, hay una fuente de información que no podemos pasar por alto.
Su mirada se posó en Silas y se acercó hasta el hijo de Lucian, con intención de ver cómo estaba. Si alguien sabía algo de Jorosh y de los guardianes, sería él.
Silas estaba inconsciente. El brillo de su cuello se había apagado.
Wat. Unexpected Scott is unexpected.
Si ahora le pongo los hechos delante de la cara al gigantón, entraríamos en una discusión sin fin... probemos con la verdad directa pero esquivando el tema azulado y peliagudo.
No le hizo falta adoptar un tono serio.-Aleph... has hecho lo correcto, si Celeste hubiera matado a Lucian por venganza, no habría salvación para ella, sería una persona totalmente diferente... pero a veces la vida nos pide más que eso. Levántate y ayúdame a llevar a Silas al carruaje, tenemos que interrogarle, tenemos que saber que ocurre con Jorosh...
...si es invocado despídete del mundo... y despídete de Celeste, porque ella también morirá.
Aleph no se movía, parecía una estatua eterna, una gárgola agazapada que se contrajera en un llanto silencioso durante el resto de las eras que estaban por venir. Pero no tardó mucho en reaccionar ante las palabras de Damien. Se incorporó, lentamente, y se giró hacia el chico. Sus ojos mostraban un vacío doloroso, el vacío de quién está dispuesto a perderlo todo por hacer lo correcto
Lo sé Dijo, poniendo una mano en el hombro de Damien Lo siento
Lo siento por vacilar. Lo siento por haber dejado que todo esto ocurriera. Lo siento por dejar que la pena me consuma. Una disculpa, tan sincera como fugaz. Pero Aleph no tardó en recoger su Ram Dao, y cargar a Silas a su espalda
Aún tenían trabajo que hacer