Partida Rol por web

Proyecto Arpa de Oro

1.6. La Dama Radiante

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03/05/2015, 14:37
Director

25.01.1377

Rohellec y Ewander llegaban a Argluna después de tres semanas de viaje. El sol ya iba dando paso a la luna cuando la curiosa pareja cruzaba la puerta sur de la ciudad. Para ganar tiempo durante su viaje, el bardo y el espadachín estuvieron intercambiando caballos en las diferentes casas de postas del camino hasta llegar a Eterlund. Una vez allí, realizaron el último trayecto a pie.

Una semana antes de llegar a su destino, se cruzaron con un grupo de viajeros que iban en la dirección contraria con los que compartieron un frugaz almuerzo. Durante la comida, Ewander y Rohellec se enteraron de que una semana antes el poblado de Daunil apareció calcinado de la noche a la mañana. No había testigos, nadie había sobrevivido y no había muestras de que un ejército ni una banda de mercenarios se viera involucrado en ello. La noticia fue especialmente impactante para el bardo, pues fue en Daunil dónde realizó su espectacular investigación que le llevó a conocer a Alustriel.

También hubo recuerdos para el bardo al llegar a Eterlund, pues fue allí dónde Emmhengheim se asentó después de su retirada. Rohellec hizo una rápida visita a la tumba de su difunto maestro antes de partir hasta su destino final.

Dado que ya era de noche cuando llegaron a la taberna en la que pernoctarían, “El Roble Nudoso”, Rohe y Evan decidieron que irían a buscar a Alustriel al día siguiente. Sin embargo y sin saber muy bien cómo, esa noche se montó una fiesta que se le acabó yendo de las manos a la extraña pareja.

A la mañana siguiente, un armónico golpeteo despertó a los dos amigos que habían acabado durmiendo juntos en la misma cama, aunque por suerte para evitar malentendidos vestidos con las mismas ropas con las que llegaron a la ciudad. Los dos hombres parpadearon para habituarse y se incorporaron. Fue entonces cuando ambos pegaron un bote y se cayeron de la cama. Los golpes los había provocado una mujer con un bastón.

La mujer era hermosa y con el cabello plateado. Sus ojos transmitían una calidez y compasión que pocas miradas podían igualar. Vestía una túnica de color blanco, de buena calidad aunque sin muchos adornos, ceñida a la cintura y una capa azul encima. También portaba un bastón con el cual golpeaba el suelo con el fin de despertar al bardo y al espadachín.

Ewander no sabía quién era la mujer pero podía imaginárselo. Rohellec si la conocía. Ante ellos se encontraba la Gran Dama de la Marca Argéntea, una de las Siete Hermanas y Elegida de Mystra. Alustriel Mano de Plata.

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03/05/2015, 15:11
Alustriel

Alustriel sonrió afablemente al ver como Rohellec y Ewander saltaban de su cama sobresaltados al verlas.

Si me informan de que un bardo de ojos violetas ha montado una fiesta en la que ha participado medio distrito, no me cabe la menor duda de que Rohellec Eremir Sigäel Do'Ahrail ha llegado a Argluna—dijo manteniendo la sonrisa—. Aunque es nuevo para mí eso de frecuentar la compañía masculina.

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04/05/2015, 00:55
Rohellec Eremir Sigäel Do'Ahrail

Acostumbrados a los caminos, el viaje al norte no se les había hecho pesado. No era, al fin y al cabo, una distancia tan larga. Rohellec había mejorado su humor notablemente; el aire del campo, la perspectiva de que sus pies caminaran de nuevo y, evidentemente, de volver a ver a la persona a la que iban a visitar, lo habían animado bastante. Se dedicó a hablar de cosas triviales y mundanas con Evan; le contó un par de historias y también tuvo con él conversaciones metafísicas. Cualquier cosa, por mínima que fuese, provocaba una reacción en el aasimar que implicaba complejas e intrincadas palabras, de una forma u otra. Sin embargo, no le duraron demasiado la alegría y la despreocupación. De nuevo recuerdos que desencadenaban viejas y dolorosas rememoranzas se sucedían uno tras otro:

Daunil. La ciudad donde todo había comenzado. La ciudad que con tanto cariño recordaba, había sido arrasada, calcinada, y nadie sabia cómo, por qué, ni por quién. Nadie supo responder a sus numerosas preguntas. 

El resto del viaje lo había hecho el bardo en un silencio bastante más oscuro que el comienzo. Luego llegaron a Eterlund. Rohellec aprovechó para visitar la tumba del que había sido su mentor durante tantos años, que le había enseñado tantas cosas; pidió a Shondakul que continuase guiando sus pasos aunque éstos ya no se sucedieran sobre esta tierra y continuó adelante. 

En "El Roble Nudoso" bebió. Bebió para olvidar, bebió para divertirse... ¿qué mas daba? No importaba para qué fuera, el caso era que bebía y de pronto todo parecía más alegre. Tanto era así, que se le fue de las manos y terminó...

...despertándose apaciblemente sobre las mullidas hojas de un prado. A su lado, una joven hermosa, de piel tostada por el sol y el aire libre dormita con los labios entreabiertos. Sus cabellos, de color caoba, rizados, se esparcen sobre la almohada de musgo asemejando ramas de retoños, lo que hace bastante más creíble el hecho de tener hojas entrelazadas entre ellos. Rohellec acaricia su rostro con ternura y la joven abre los ojos. Dos brillantes esmeraldas enmarcadas en unas pestañas color azabache. Ella sonríe y él se levanta y se estira, cerrando los ojos, sintiendo por un momento el calor del sol sobre su rostro. Pero de pronto el sol quema. Abrasa.

Abre los ojos de nuevo y ve Daunil. Su mente, que parece ir aparte en ese momento, ajena al devenir de su cerebro consciente, recuerda vagamente esa calle en la que está, esa plaza... pero todo está quemado, calcinado. Ha ardido hasta los cimientos. No queda nada. De pronto, de entre las cenizas, surge un pequeño dragón color crema. "Sahloknir" piensa el bardo; entonces ve los refulgentes ojos de Nerissa sobre la ciudad. "Todos arderán igual" dice la potente voz de la hechicera "si alguien no se levanta para evitarlo". Rohellec cierra de nuevo los ojos con fuerza y entonces los vuelve a abrir.

Frente a él está Chester, que le tiende una mano. "Nosotros no somos Elminster" suena entonces la voz de Daura, mientras el bardo vuela sobre un mar de color rojo. Es rojo y espeso... y no tiene oleaje. "Los Grandes Arpistas llevan muchos años dirigiendo a los que tocamos el arpa" esta vez es Kazumi y, cuando su frase termina, Rohellec cae, irremediablemente, al agua... que no es agua.

Cierra los ojos en un acto reflejo antes de entrar en el espeso líquido y, cuando los vuelve a abrir, está de rodillas en el suelo, cubierto de sangre. También reconoce esa calle, pero no quiere recordarla más. Es en ese preciso instante cuando cae en la cuenta de que esto debe de ser un sueño. Aquello ya sucedió y no hay forma de cambiarlo, así que el bardo cierra los ojos de nuevo y hace todo lo posible por imaginarse en el prado una vez más.

Cuando los abre, no lo ha logrado del todo, está en un descampado, ha salido de Elfárbol, pero no es el prado de antes. Esta vez es un páramo yermo y desprovisto de vegetación. Daura de nuevo, con su mirada penetrante y su expresión seria, está de pie, frente a él; y parece totalmente real. Sin quitar la permanente e impertérrita expresión de enfado que la caracteriza, lo cual la hace aún más hermosa a sus ojos, Daura mueve los labios y una frase sale de ellos: "...mi alma se inclina siempre en la misma dirección, igual que la tuya...". No se la dice a él, pero da igual, le sirve de la misma manera. A lo mejor hay un por qué en todo este asunto. A lo mejor es necesario salvar aún unos cuantos escollos más para poder atisbar el fin del camino lejos en lontananza... "¡Pero, joder, menudos escollos!". 

"No nos engañemos, la tarea es condenadamente jodida. Pero qué queréis que os diga, me gustan los desafíos" la voz de Evan resuena fuerte en su cabeza y entonces el pirata se personifica delante de él, con una botella de a saber qué asqueroso mejunje sujeta en una mano y las mejillas ligeramente sonrojadas. Se acerca a él sin mover los pies, como si una fuerza sobrenatural lo llevara y, de pronto, levanta la mano libre y le golpea con ella la cabeza varias veces. "¡Outch!" eso ha dolido, incluso en ese extraño mundo "¿por qué puñetas has hecho eso?"; pero su amigo no se da por vencido; levanta la mano otra vez y lo golpea de nuevo, haciendo resonar en sus oídos unos sordos golpes, provocando...

...que se despertara. Rohellec se despertó con sobresalto, tanto que salió de la cama de un brinco antes de darse siquiera cuenta de qué demonios estaba sucediendo. Suerte que estaba completamente vestido... y Evan también. ¿Evan? ¿Pero qué...? Entonces, una retahíla de imágenes completamente nítidas referentes a la noche anterior se sucedieron en su cabeza y el bardo fue plenamente consciente de cómo había acabado ahí. Pero fue más consciente aún de que no había sido Evan quien lo había despertado con los golpes. Había sido ella, la mujer a la que iban a buscar, la Dama Alustriel. 

El aasimar tuvo varias reacciones sucedidas muy rápidamente que, a ojos externos, habrían resultado incluso cómicas de ver. Abrió primero los ojos como platos y un claro rubor del color del tomate subió a sus picudas orejas. Cuando trató de moverse, se cayó al suelo porque se le habían enredado las sábanas en las piernas. Se puso en pie de nuevo y se estiró las ropas lo mejor que pudo. Balbució algo sobre que no era lo que parecía y que Evan era su amigo y algo por el estilo que no se entendió bien y, de pronto, se calló súbitamente ante la mirada divertida de la Gran Dama y respiró hondo, amagando una débil sonrisa al sentir la calidez que lo embargaba por momentos.

La mirada de la Elegida de Mystra siempre lograba ese efecto en él. Rohellec sentía unos deseos irrefrenables de abrazarla, hacía mucho tiempo que no la veía, no había tenido ocasión de visitarla después de que Elfárbol cayese y le tenía mucho cariño a aquella gran mujer, pero se contuvo; si ella no daba pie para ello, no lo haría. En su lugar, hincó la rodilla en tierra y agachó la cabeza, a modo de saludo. Sonrió abiertamente cuando ella habló; sus palabras lo halagaron, en el fondo. Sólo después de que ella los hubiese saludado, respondió:

Es un grato honor que me recordéis de esa forma, mi Señora —dijo, sin cambiar de posición— y más grato aún que hayáis venido a recogernos cuando éramos nosotros quienes íbamos en vuestra busca; mi amigo Ewander Hösner —presentó al otro y entonces sí levantó la cabeza para mirarla—; tenemos algo que contaros y muchas preguntas que haceros, mi Señora Alustriel. Pero antes, me gustaría que tuvierais en cuenta mi alegría por volver a veros —y entonces su sonrisa se ensanchó por completo.

Notas de juego

Perdón por el tochopost... XD estaba inspirada... aunque creo que en esta partida precisamente no os asustan a ninguno ;) .

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11/05/2015, 23:25
Ewander Hössner

La verdad fuese dicha, y Ewander Hössner nunca mentía (bueno, sólo cuando era necesario; que dada la laxitud moral del pirata podía ser bastante a menudo), el viaje fue una maldita locura. Una travesía larga y fatigosa atravesando los interminables páramos norteños, durmiendo la mitad de las veces al rasgo y la otra mitad intercambiando canciones y noticias –cortesía de Rohellec- por descuentos en las tabernas y las posadas. Innumerables monturas de refresco pasaron por sus manos, y no tan innumerables asuetos con mozas de buen ver que se cruzaban por un motivo o por otro en su camino. Bromeó varias veces el bardo al pirata que estaba perdiendo facultades, en especial después de protagonizar cierto incidente en una posada de paso que terminó con una jarra de vino vertida sobre un deslenguado Evan y una huida precipitada del dueño del local (a quien no querían lastimar… o no demasiado).

Pudo resultar extenuante, pero fue agradable. Rohellec era un conversador nato, y a su lado las horas volaban tan raudas como el ritmo que marcaban a sus monturas. Le contó varias anécdotas de sus viajes previos, y también un poco del folclore de la región y de las vicisitudes que habían visto pasar las tierras de la marca argéntea.

Pero también hubo momentos de silencio, especialmente después de que les llegasen las nuevas sobre el destino de Daunil, la población donde Rohe presumía de haber capturado a dos impostores a través de… ¿cómo lo llamaba? Micro-ademes o mini-gestos. Alguna clase de sexto sentido aasimar. O de don de gentes. Sea como fuere, aquella terrible noticia ensombreció visiblemente el humor de su amigo y compañero. Hicieron una pequeña parada aquel día, donde Evan dejó espacio a su compañero y se dedicó a explorar las inmediaciones hasta que llegó a lo alto de una pequeña elevación desde el que se veía ya a lo lejos su objetivo: Argluna; ya casi habían llegado. Desde ahí arriba se ventiló uno de los pellejos del licor casero que les vendieron los últimos viajeros con los que se encontraron. Mientras se emborrachaba poco a poco con aquel mejunje amargo y con mucho cuerpo, no dejaba de darle vueltas a la discusión que habían tenido en la mansión, entre todos.

Nerissa, Nerissa, yo sé lo que tú necesitas... Y es que a la Daura, la muchacha salvaje, no le faltaba razón al desconfiar de los magos. Pensándolo en retrospectiva, la genasí había querido estar en control de todos los procesos de toma de decisiones, asegurándose de que todos tomaban las que a ella le parecían oportunas. Incluso Clancy, el mago que siempre hablaba entre susurros, parecía temeroso del carácter de aquella mujer. Y luego estaba la belleza exótica de ojos rasgados a la que le resultaba imposible de entender. ¿Podía confiar en ellas para lo que estaba por venir? No lo sabía.

Y lo peor de todo es que iban a entrevistarse con otra maga (por “recomendación” expresa de los magos de su pequeña comparsa). Con una jodida leyenda en viva, nada más y nada menos.

Pernoctaron allí aquella noche y reanudaron la marcha a la mañana siguiente. Tras todo una jornada de marcha llegaron al “Roble Nudoso”, donde fueron recibidos en un clima de alegría y jolgorios que les animó bastante después de las últimas etapas de su viaje.

Y entonces, mientras Evan roncaba sonoramente y Rohellec dormía plácidamente, una extraña mujer hizo acto de presencia en su habitación.

¿Pero qué demonios…?

El bardo fue el que se hizo cargo de la situación, presentando al pirata y poniéndola en situación. Y fue justo en ese momento cuando Evan fue consciente de que estaba ante la presencia de la mismísima Alustriel, elegida de Mystra. Sí, sabía que el objetivo de su viaje era verla pero… no se la imaginaba para nada así, tan joven y terriblemente hermosa. ¿Qué demontres les pasaba a las magas de Faerun, que tenían que resultar todas tan jodidamente atractivas?

Ewander Hössner, sí —se presentó mientras se levantaba y se retiraba los cabellos de la cara—, amigo y compañero de este bribón de palabras grandilocuentes. Es un jodido placer conoceros, mi señora. 

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13/05/2015, 10:47
Alustriel

Alustriel torció levemente el gesto al escuchar como para Ewander era un “jodido” placer conocerla, pero no dijo nada al respecto. La Gran Dama de Argluna se dirigió a la pequeña zona de estar que tenía la habitación junto a la ventana formada por una pequeña mesa y un par de sillas y miró hacia la calle a través del cristal, semioculta entre las blancas cortinas. La posada era de un nivel superior al que solían frecuentar Rohellec y Evan, seguramente no habían acabado la noche en “El Roble Nudoso”. Después de mirar por la ventana, Alustriel se sentó y miró hacia la pareja de truhanes.

Si son tantas las cosas que tenéis  que contarme, será mejor que empecéis cuanto antes. Lamentablemente no dispongo de mucho tiempo.

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16/05/2015, 02:16
Rohellec Eremir Sigäel Do'Ahrail

El bardo carraspeó ante el comentario de su amigo, sabía que a Alustriel no le gustaba esa forma de hablar. Sin embargo, había asuntos importantes que atender y, como bien había dicho ella, no había mucho tiempo. 

—Veréis, mi Señora... ¿por dónde empezar? —Rohellec se mesó la perilla unos segundos mientras ponía sus ideas en orden; no quería tener que empezar por el principio, pero sabía que debía hacerlo— las noticias para vos no son un inconveniente, eso lo sé; así supongo que os habréis enterado de lo que ocurrió en Elfárbol... —tragó saliva, esperando no tener que decirlo, pero Alustriel no respondió aún— de la muerte de Elianor... —dijo al fin. 

Su mirada se perdió de nuevo unos segundos en los pozos de calma de la Dama, buscando esa serenidad que tantas otras veces le habían otorgado. Sólo gracias a ello pudo el aasimar continuar hablando. 

—Pues, tras aquello, estuve unos meses... vagando por ahí... hasta que Evan me encontró de nuevo y justo entonces, un arpista, Chester Clancy, nos hizo llamar. Cuando llegamos a su casa nos enteramos de la noticia de que Elminster había muerto en las Guerras Dragontinas. Su causa no fue en vano, eso lo sabemos todos bien, pero también sabemos que ha quedado un vacío difícil de llenar -ahora que había cogido carrerilla, era todo más fácil-. El señor Clancy nos reunió a cinco personas: una maga kozakurana, otra maga genasí de fuego, una druida de los bosques, y dos servidores. Tiene la intención de formar una organización que se encargue de llenar ese hueco... —miró entonces a la mujer de nuevo a los ojos— y tiene unos ideales tan lejanos y elevados que ni mi amigo ni yo hemos podido decirle que no. 

Así, de forma detallada, pero sin demasiada parsimonia, Rohellec le fue contando a la Elegida de Mystra todo lo que había sucedido y lo que se había dicho en aquella casa, aquel día. Gracias a su memoria de juglar, no le era difícil recordar conversaciones enteras y no se dejó una sola palabra, no se guardó un solo detalle. Confiaba plenamente en la Dama Alustriel y así lo demostró cuando habló. 

Unos minutos después, terminó de contarle todo, pero sus labios no se cerraron aún. En su corazón todavía quedaban preguntas por responder. Dudas que necesitaban de consejo y tribulaciones que precisaban de calma. 

—Mi Señora, ahora que sabéis todo esto, ¿qué os parece? si requiriéramos vuestro apoyo, como es el caso, ¿nos ayudaríais? ¿creéis que podremos lograrlo? —pero ya no había manera de detener el torrente de preguntas, porque todas ellas habían llenado su cabeza, borboteando en la corriente agitada de sus pensamientos y pugnando por salir todas a la vez—. También nos hemos enterado de lo de Daunil... ¿qué ha pasado? ¿Tenéis alguna pista? —y entonces no pudo resistirse a ofrecerse para ayudarla, a pesar de que el tiempo apremiaba— si necesitáis mi ayuda para resolverlo, no dudéis de que aquí estaré el tiempo que haga falta. Y os ayudaré en lo que necesitéis, mi Señora. 

Notas de juego

bueno, he postedo por intentar cumplir con lo prometido, pero la verdad es que no me convence del todo... aunque a estas horas mi cabeza ya no da para más... me voy a dormir que ya toca XD . 

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18/05/2015, 21:58
Ewander Hössner

Evan dejó que su amigo y compañero llevase la conversación, al fin y al cabo las palabras eran su oficio y las manejaba con una soltura y una elegancia que nadie que hubiera conocido podía igualar. Salvo quizás su nueva compañera, la kozakurana; si bien Rohellec partía con el añadido de que sí que se le entendía cuando hablaba.

Así que Ewander se cruzó de brazos y se dedicó a cambiar el peso de su cuerpo de una pierna a otra. Añadió algunos detalles mientras el bardo informaba a la Dama, como que la empresa que se habían propuesto era una maldita locura o que sólo una panda de locos como ellos, con el valor tan inconmensurable como el tamaño de sus… ejem, atributos masculinos o femeninos, se atreverían a fijarse un objetivo así.

Y mientras Alustriel les escuchaba. Había algo irritantemente familiar en el porte de la maga que Evan pronto descubrió que le molestaba. Puede que “involuntariamente” el pirata entornase los ojos o que pusiese alguna mueca infantil para ver cómo la Dama reaccionaba. Porque eran esos aires de grandeza, de serenidad y de autosuficiencia que se gastaba los que hacían que la ahora más grande entre los elegidos de Mystra le resultase tan presuntuosamente desagradable. En cierta medida le recordaba a Kolter, su hermano, y seguramente fuese eso lo que le impulsaba a actuar de forma tan descortés e irreverente en su presencia.

Ni más ni menos, Dama —añadió cuando el bardo hubo terminando haciendo un reverencia teatral—. Hemos recorrido tan largo viaje para entrevistarnos con vos y pediros vuestro apoyo y vuestro consejo —no era tan bueno imitando el acento cortesano como Rohe, pero su infancia entre la nobleza ayudaba—. Y por supuesto, si necesitáis nuestra ayuda para cualquier menester, como para investigar el desastre de Daunil, estamos a vuestra entera disposición. 

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20/05/2015, 15:53
Alustriel

Alustriel escuchó atentamente tanto a Rohellec como a Ewander sin inmutarse lo más mínimo. No hizo ningún gesto, o quizás no se diera cuenta de los gestos descorteses de Evan y tampoco interrumpió en ningún momento.

Aunque ya no sea una arpista, conozco a Chester Clancy—dijo—, y puede que su idea sea buena. Es una de las personas más inteligentes de todo Faerûn. Cualquier idea con ese fin es buena. Ahora bien, otra cosa es que seáis capaces de cubrir el hueco de Elmisnter... Dependerá de vosotros. ¿Cuánto estáis dispuestos a sacrificar? El hueco que queréis llenar es demasiado grande, tan grande que cualquier tiempo que dediquéis en algo que no esté relacionado con ello será tiempo perdido para la causa. ¿Estáis dispuestos a renunciar a vuestra vida? ¿A vuestra libertad? Porque ni siquiera renunciar a ello os garantizará el éxito.

La Elegida de Mystra dejó que se hiciera el silencio durante un rato, dejando que la extraña pareja fuera consciente de la gravedad de la situación.

Respecto a mi ayuda, aunque creáis que como gobernante tengo a mi disposición múltiples recursos, nada está más lejos de la realidad. Tengo que velar por los míos y sabéis que ahora tengo que hacerlo más que nunca. Han sido unos años complicados y este no ha empezado especialmente bien—Alustriel suspiró haciendo referencia a la ciudad calcinada—. Aún así, si encuentro la manera de ayudaros recibiréis noticias mías. Y sobre Daunil…

La Dama de Argluna volvió a mirar por la ventana y después miró otra vez al espadachín y al bardo, esbozando una triste sonrisa.

No tenéis que preocuparos. Ya he puesto a alguien al cargo.

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21/05/2015, 00:28
Rohellec Eremir Sigäel Do'Ahrail

Rohellec escuchó atentamente a su amiga. La Elegida de Mystra era una mujer noble y sabia y él siempre trataba de absorber absolutamente todas y cada una de sus palabras. Tenía razón en todo. En todo lo que estaba diciendo. Eso ya lo habían pensado ellos y habían hablado sobre el tema largo y tendido durante su viaje. Claro que no era tarea fácil y que ella se lo recalcara no hacía más que confirmar sus temores. Pero lo harían, estaban convencidos de ellos.

El bardo sonrió cuando escuchó que Alustriel confiaba en Chester, eso le dio ánimos. Sin embargo, algo de lo que la Dama dijo después lo hizo estremecer. ¿Sacrificar su vida? Sí, seguramente. Muchos otros, incluida Elianor, lo habían hecho ya. No era la muerte lo que lo asustaba... ¿Sacrificar su liberdad? El rostro del aasimar se quedó fijo en la ventana por unos instantes. La libertad era el don más precioso que cualquier criatura viviente podía tener. ¿Sería capaz de sacrificar su libertad? ¿Por qué? ¿Por el bien común? ¿Por la causa? No... Cerró los ojos con fuerza. Por la libertad de todos los demás. Sí, ésta es la respuesta. Si tenía que sacrificar su libertad por algo, ese algo sería la libertad de todos los demás. 

Abrió los ojos y, cuando volvió a mirar a la Dama Brillante, éstos reflejaban una sonrisa. 

—Creéis que no podéis hacer ahora mismo nada por ayudarnos, mi Señora —respondió con suavidad acercándose a ella hincando una rodilla en el suelo para poder cogerle la mano—, sin embargo con vuestro apoyo y vuestras nobles palabras habéis hecho mucho, muchísismo, más de lo que os podéis imaginar. Os doy las gracias de todo corazón. 

Besó entonces el dorso de la mano que había cogido con delicadeza y volvió a levantarse para mirar a través de la ventana, al cielo en el que las primeras pléyades asomaban ya por el horizonte. 

—De acuerdo pues. Aún así, debemos insistir —contestó finalmente, aludiendo al asunto de Daunil—, si necesitáis ayuda con algo, lo que sea, por favor, sería un honor para nosotros hacer todo lo posible por ayudaros. Y si vuestra persona al cargo descubre algo, me gustaría saberlo, a decir verdad.

Pasaron de nuevo unos segundos de silencio. Entonces el bardo cogió aire, se irguió y se dio la vuelta. Cuando miró de nuevo a la Señora de Argluna, sus ojos brillaban como amatistas y en ellos se entreveían reflejados la determinación, la decisión y una pizca de orgullo, cuando dijo, a modo de reflexión:

—¿Sabéis una cosa? Somos un grupo extraño... ¡curioso, cuando menos! Un pirata redimido, un bardo perdido en el tiempo, una druida que va en contra del mundo, una genasí de fuego con fuego en el pelo, en las venas y en las palabras, una kozakurana que habla en haikus y, de fondo, un hombrecillo, probablemente de los más inteligentes de la tierra, cuya única finalidad es el bien mundial. No tengo ni la más remota idea, sinceramente, de por qué Chester nos ha escogido precisamente a nosotros... —ya había cogido carrerilla, animado por la calidez que le había embargado previamente, al escuchar las palabras de Alustriel— de entre todos los seres que existen en el mundo, a nosotros, precisamente. Tan aparentemente contrarios, tan peleones, tan... diversos. Pero creo que es en esa diversidad donde yace nuestra fuerza. Creo que en los corazones de todos... cada uno a su manera —añadió, recordando la discusión en casa de Chester—, hay bien y una búsqueda de algo que no tenía antes forma de culminar. Y creo que esta empresa en la que se nos ha unido va a lograr que alcancemos eso por medio de... "salvar el mundo". Sí —en su rostro se veía determinación, cuando esbozó esa sonrisa sesgada que tanto lo caracterizaba, mientras cogía a Evan por un hombro—, creo sinceramente que somos capaces de conseguirlo.

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24/05/2015, 22:00
Ewander Hössner

Renunciar a mi libertad, se dijo Ewander visiblemente sorprendido cuando Alustriel les planteó la disyuntiva, ni de coña, Blanca Nives. Porque su libertad –y quizás en un segundo plano la del resto del mundo; y tal vez en tercer lugar la libertad de sus enemigos- no estaba en venta. Ni siquiera para defender la libertad del resto del mundo.

Pero era él, Ewander Hössner, hijo del taimado Mirkos Hössner (quien sin duda estaba dispuesto a sacrificar la libertad de su gente por su propio beneficio) y hermano del recto Kolter Hössner (quien no vacilaría en entregar la suya si eso era hacer lo correcto), su libertad era sagrada.

Y lo que quisiera hacer con su tiempo era asunto únicamente suyo, y de nadie más. Y si decidía ganar un poco de renombre y dinero mientras ayudaba a Rohe y los ángeles de Clancy a vengar la muerte de Elminster y a rellenar su hueco, ¿qué había de malo en ello? Puede que no fuese un arpista modelo (sobre todo por el modo en qué fue reclutado), pero había probado ser competente. Más o menos.

Era su decisión. Y ya la había tomado.

En efecto, Dama —apoyó Evan a su amigo mientras éste le zarandeaba, continuando con su “deje” cortesano—, vuestro apoyo y vuestra promesa significa mucho para nosotros. Y que no hayáis tirado por la borda la idea de Clancy, nos reafirma en nuestras convicciones. Creemos que es una medida tan necesaria como audaz, y es por eso por lo que hemos decidido embarcarnos en este proyecto tan loco.

Y también por lo rentable que también está resultando, se dijo mientras hacía una pausa.

Gracias por los ánimos, Dama. Vuestras declaraciones serán jodidamente vitales para consolidar los lazos y la cohesión de ese grupo tan pintoresco en el que nos hemos metido.

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25/05/2015, 11:42
Alustriel

Alustriel sonrió y miró fijamente a Ewander. La mirada de la Dama de Argluna fue tal, que le hizo sentir al pirata que era capaz de llegar al fondo de su alma, a sus más oscuros recuerdos y a sus más mezquinas ambiciones.

No necesito de mi magia para saber lo que hay en tu corazón Ewander Hössner, pero el legado de Elminster no es algo que tomarse a la ligera—dijo con la misma calma con la que había estado hablando en todo momento—. Ni siquiera llegas a aventurar qué es aquello que te espera. Vais a ser puestos a prueba y no pagaréis vuestro error con la vida, si no con la vida de inocentes. Con tu determinación actual, no solo fracasarás, sino que arrastrarás al fracaso a tus compañeros.

La Elegida de Mystra se levantó de su asiento y le lanzó a Ewander una mirada llena de compasión y... ¿Cariño? ¿Esperanza?. Era difícil de determinar, aunque parecía que en su fueron intentase despertar algo dentro del pirata. Lo que era cierto es que pocas veces alguien había mostrado esos sentimientos al pequeño de los Hössner y nunca con esa intensidad.

Piensa por qué Chester te ha elegido. Piénsalo tú también Rohellec. Puede que os llevéis una grata sorpresa.

Alustriel se dirigió hacia la puerta y al poner la mano en el pomo, miró una vez más a la extraña pareja.

Una cosa más, no confundáis la libertad con el libertinaje, ni con la irreverencia—esbozando una sonrisa añadió—. Ha sido un placer volverte a ver Rohellec. Y conocerte Ewander. Si me disculpáis, otros asuntos requieren mi atención. Estaré atenta a vuestros movimientos.

La Dama de la Marca Argéntea abrió la puerta y desapareció tras ella, dejando solos al bardo y al pirata.

Notas de juego

Entiendo que querréis hablar entre vosotros antes de cerrar la escena.

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25/05/2015, 13:46
Ewander Hössner

Aunque Evan trató de guardar la compostura, a medida que la Dama avanzaba con su discurso la expresión del pirata fue pasando de un ligera sorpresa a la más perturbador de los desconciertos.

Tan pronto la gran Alustriel se hubo retirado, Evan intercambió una rápida mirada con su compañero.

¿Las has oído? —Bufó torciendo el gesto— ¿Qué cojones acaba de decir? ¿Por qué los putos magos se andan siempre con tantos rodeos? Es exasperante, colega.

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26/05/2015, 23:58
Rohellec Eremir Sigäel Do'Ahrail

Rohellec sonrió al ver cómo la Elegida de Mystra miraba a Evan. Recordaba esa mirada, esas palabras... ella era capaz de llegar siempre a lo más profundo de los corazones de los hombres, a pesar de todas las murallas que se erigieran ellos alrededor. Entonces su amiga lo mencionó y la mente del bardo volvió a aquel tiempo y lugar y miró a la Dama; sonriendo, asintió con la cabeza. Ya se había hecho esa pregunta antes, varias veces; sin embargo, escucharla de su boca le hizo planteársela desde otra perspectiva, le hizo ver la importancia de la misma. 

Cuando Alustriel se despidió de ellos, el aasimar no pudo menos que correr a la puerta para sujetarla mientras ella salía y darle paso.

—El placer ha sido nuestro, mi Señora —respondió con una sutil pero adecuada reverencia, esbozando una sesgada sonrisa ante su última advertencia.

Cerró la puerta tras ella y se volvió hacia su amigo cuando él hablaba. Rió ante su comentario. Pero en lugar de responderle con algo claro, decidió jugar al juego de Alustriel y responderle con una pregunta... básicamente porque no tenía respuesta clara él tampoco, aún.

—Dime, Evan... —murmuró entonces, pensativo— ¿por qué te apuntaste a esto? A los Arpistas, al plan de Chester... Y no me digas que para ganar fama y dinero porque no me lo creo... del todo... —rió, mientras comenzaba a recoger sus cosas para ponerse en marcha— ¿fue por venir conmigo? ¿o por algo más?

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28/05/2015, 23:46
Ewander Hössner

Evan se cruzó de brazos, levantó el mentón y enarcó una ceja, poniendo su típica expresión de “tío, hay que ver qué cosas preguntas”. Pero eso no bastó para desviar el interés de Rohe en sus motivaciones.Podía ocultar sus intenciones a Clancy, a las magas, a Daura e incluso a la Dama Alustriel. Pero si había alguien a quien no podía mentirle era a Rohellec. Probablemente la única persona en todo Faerun a quien todavía podía considerar su amigo.

¿En serio, tú también? —Evan negó con la cabeza—. Vale, vale. No hace falta que me sigas mirando así; te lo diré.

Se dejó caer entonces contra la pared y esbozó una media sonrisa.

La verdad es que no tengo ni idea —el pirata se encogió de hombros—. La muerte del Elminster puede ser un acontecimiento muy trágico, históricamente relevante y toda la pesca. Pero joder, no creo que sea para tanto; todo el mundo sabía que tarde o temprano acabaría pasando algo así. Quiero decir, uno no puede ser un puto parangón eternamente, por muy poderoso, influyente y elegido de los dioses que sea. Llega un momento en el que te ves superado por tus enemigos y zas; dan con una debilidad, la explotan y mueres.

Evan se incorporó y empezó a andar de un lado a otro de la habitación.

Es un marrón, sí. Puede que para nuestro locuaz Chester éste sea un motivo suficiente para montar el gremio y tratar de salvar el mundo; pero a mí no vale. El dinero y la fama si tenemos éxito son un buen aliciente, sin duda, pero no es por eso tampoco por lo que accedí a ayudar a Chester y al grupo. Tampoco estoy en ello por la belleza exótica de Kazumi, el carácter salvaje de Daura o la mala hostia de Nerissa, no —se paró en seco y se volvió hacia el bardo—. Accedí a colaborar en esta locura porque es lo que necesito.

Un silencio envolvió a sus palabras. Ya no había burla en su tono, ni ninguna emoción en su rostro.

Nuestros años dorados hace mucho tiempo que quedaron atrás, y los dos hemos perdido a gente querida en ese intervalo. No es que necesite una última aventura o hacer una fortuna de un solo golpe con la que poder retirarme... No, es algo que va más allá: necesito hacer algo con mi vida. Darle un propósito, un significado. Busco la redención, Rohe —sus ojos brillaron por un momento—. ¿Y qué mejor manera de conseguirlo que acabar con aquello que amenaza la libertad y el libre albedrío de las jodidas gentes de Faerun? 

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29/05/2015, 00:07
Rohellec Eremir Sigäel Do'Ahrail

El bardo escuchaba atentamente. Vio en sus oscuros ojos burla, la típica mirada ácida de Evan. Pero después, de pronto, no vio nada. Cuando su amigo se puso serio, fue como si toda emoción se desvaneciera de su rostro... o quizá no toda... 

—Vaya... —murmuró, al terminar su amigo de contarle todo, esbozando una sesgada sonrisa— creo que me has dicho más palabras juntas hoy que el resto del tiempo desde que nos conocemos... 

Dejó un silencio calmado mientras terminaba de recoger sus cosas. Un silencio tranquilo, cómodo, en el que puso en orden sus pensamientos y dejó que su amigo también lo hiciera. Luego se irguió y lo miró con una sonrisa sincera en sus ojos violeta.

Puede que nuestras razones sean diferentes... o quizás matizables, pero te entiendo. Creo que sé perfectamente a lo que te refieres, Evan.

Claro que lo sabía. Rohellec entendía a su amigo, entendía lo que pensaba y lo que sentía. Y entendía eso que el pirata no tenía muy claro cómo explicar, aquello por lo que un fugaz brillo había atravesado su mirada color jaspe. Porque tampoco él sabía cómo explicarlo, pero lo sentía de la misma manera. 

—Nunca te he preguntado qué te pasó durante ese tiempo... —comenzó el aasimar, con cautela, pero con la franqueza que da la confianza de los años— siempre creí que debía dejarte tu tiempo y tu intimidad... pero ya que hoy se ha convertido en un día de respuestas y ya que tú eres la única persona en todo este condenado mundo que conoce perfectamente todo por lo que yo he pasado, hoy te lo pregunto ¿qué te pasó exactamente? Porque el Ewander que se despidió de mí en aquel entonces no es el mismo que tengo ahora mismo delante. 

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02/06/2015, 00:01
Ewander Hössner

Ewander Hössner se quedó por primera vez en mucho tiempo sin palabras. Ningún comentario ingenioso ni ninguna réplica mordaz acudieron en su auxilio. Ni siquiera una jodida palabrota. Nada, sólo el silencio.

Y así permanecieron el bardo y el pirata durante un instante que se hizo eterno, contemplándose el uno al otro en la revuelta habitación donde habían sido sorprendidos por la dama radiante.

¿Era el momento adecuado para hablar de aquello? Ésta era una pregunta que había asaltado a Evan con frecuencia durante los últimos meses que había pasado en compañía de Rohellec. Pero por algún motivo siempre encontraba una mujer de caderas anchas, un comentario sobre alguna de sus aventuras o, en fin, una distracción con la que evitar la cuestión por la que el bardo preguntaba. Y ese era el problema: hasta ahora el pirata había conseguido eludir el tema porque nunca se había planteado de forma tan explícita. Tal vez fuera el momento y el lugar adecuados, antes de que su misión empezase y de que las magas y la druida interfirieran.

Evan suspiró.

Morí —una expresión severa y adusta acompañó a su revelación. Abrió la boca para añadir algo más, pero las palabras debieron de ahogarse por el camino pues Ewander Hössner, noble descastado y pirata retirado, no dijo absolutamente nada más.  

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02/06/2015, 01:18
Rohellec Eremir Sigäel Do'Ahrail

Rohellec llevaba un rato mirando a su amigo fijamente. Llevaba un rato con expresión seria, escuchándolo, centrando absolutamente toda su atención en la respuesta a la pregunta que él le había formulado. Y por eso su rostro no cambió en absoluto. Su postura no varió un ápice, pero por sus ojos amatista cruzó un fugaz relámpago negro por unos instantes.

Muerte. 

Él había muerto una vez. No había muerto de manera literal, evidentemente. Había muerto su alma con Elianor y el aasimar había vagado, errabundo, por los confines de la tierra, perdido en un mar de inconsciencia autoimpuesto, cual si de un barco a la deriva se tratase. Y había sido precisamente aquel pirata palabrotero el único que lo había encontrado. El único, de todos los que lo intentaron, que había alcanzado su navío y lo había llevado de nuevo a puerto. Brigg lo intentó. Lilian lo intentó. Incluso Nakka, Arabell, Irgrim e Ignor lo habían intentado. Pero ninguno lo había conseguido.

Había sido precisamente Ewander Hössner, pirata, alcohólico, mujeriego y maleante, quien había rescatado su alma de los más profundos confines de la oscuridad y la había hecho volver a la vida...

Evan, la misma persona que se encontraba en ese momento de pie, frente a él, diciéndole que había muerto. ¿Por qué no se lo había dicho antes? ¿Por qué nunca se lo contó? Pero sobre todo, se preguntaba él, ¿por qué no pudo estar a su lado de la misma forma que lo había estado el espadachín? ¿Estuvo solo todo ese tiempo? Sorprendentemente, el primer sentimiento fue culpa. El bardo se sintió extrañamente culpable. 

Los segundos pasaban y él continuaba mirando a su amigo con la misma expresión reflejada en el rostro. El primero fue culpa.

El segundo fue desasosiego. Y el tercero, incertidumbre. 

Y entonces los tres se mezclaron.

Y Rohellec se dio cuenta de que ni todas las palabras del mundo lograrían dar forma a lo que sentía en ese momento. Tampoco sabría cuál elegir primero. Así que se quedó callado.

Quería darle ánimos, quería que su amigo supiera que no estaba solo en aquel vasto e inconmensurable universo. Pero eso Evan ya lo sabía, así que se quedó callado. 

Quería acercarse, estrecharle la mano, darle un abrazo. Quería reconfortarlo porque se había dado cuenta de lo que le había costado contárselo; porque recordaba todas aquellas veces, en los caminos, en los que su amigo abría la boca, la volvía a cerrar y acto seguido su mirada cambiaba y comenzaban a hablar de banalidades. Pero sentía que todo gesto parecería simple y vacío, en comparación con la intensidad de sus emociones. Así que se quedó inmóvil. 

Quería preguntarle más. Quería que Evan le contara toda la historia, pero no iba a preguntárselo, no ahora, no cuando se había percatado de que él también se había quedado mudo. Así que se quedó callado. 

Y, por primera vez en su vida, Rohellec no supo qué hacer. Por primera vez en su vida, las palabras no acudieron en su ayuda. Por primera vez, supo que nada de lo que hiciera o dijera en aquel momento podrían expresar la realidad de lo que sentía y lo que pensaba; y, sin embargo, a pesar de todo, era consciente de que Evan lo sabía. 

Por primera vez en su vida, el aasimar se sintió tan pequeño, tan inútil, que no fue capaz de moverse ni un milímetro. Rohellec Eremir Sigäel Do'Ahrail, el bardo que había hecho llorar a generales y reír a princesas desesperadas, no osó, siquiera, abrir la boca.

No dijo absolutamente nada. 

Notas de juego

Mis más sinceras felicitaciones, Nyar, hacía tiempo que no roleaba con alguien tan bueno que me pusiera la piel de gallina mientras lo leo. Me siento como Rohellec XD exactamente igual. Lo único que he hecho ha sido poner su nombre en lugar del mío (y releer tu post varias veces) jajaja 

Mañana te lo diré en persona, pero enhorabuena: ha sido un post sencillamente genial. Me quito el sombrero^^

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02/06/2015, 21:37
Ewander Hössner

En una pequeña habitación de una modesta posada se había instalado el silencio, alargando sus tentáculos arteros y dando muerte a las palabras durante lo que sin duda fue una eternidad. Una muerte trágica, habida cuenta de que las dos personas que entonces se encontraban en aquella habituación se ganaban la vida con ellas, ya fuera elevándolas a la altura lírica de las leyendas y las epopeyas, o arrastrándolas por el fango para dar forma a los insultos más soeces y rastreros.

Fue en aquella habitación, donde un hombre de porte distinguido que calzaba un sombrero con pluma se había quedado como petrificado, con la mitad sus enseres repartidos por su lecho y la otra mitad ya enfundados en su petate, listos para lo que debía de ser una partida inminente. Frente al hombre del sombrero, apoyado en una pared y de brazos cruzados se encontraba otro, de aspecto mucho más desaliñado y con casi la totalidad de sus pertenencias distribuidas, sin orden ni concierto, por el suelo de la habitación.

No había nadie más que ellos en la sala. Lo que hablaron, si es que realmente se atrevieron a desterrar al más eterno de los silencios, nadie lo sabe pues nunca se lo mencionaron a un tercero. Pero si alguien se aproximara a la puerta o se asomase a la ventana y agudizase sus sentidos, descubriría que en momento determinado, justo cuando parecía que nada de interés allí iba a sucederse, como el hombre desaliñado comenzaba a relatarle una historia a su compañero de cuarto. Y mientras el hombre desaliñado se la contaba, el hombre del porte distinguido escuchaba con la mirada perdida en otro lugar y en tiempo.

El lugar, un barco en mitad del mar de las estrellas fugaces. El tiempo, unos cuantos años antes del levantamiento hoy conocido como la rebelión de Forghen.

***

Fue una masacre. Una puta masacre, compañero.

Por aquel entonces me encontraba a bordo del Cortabolsas. Si hubiera sabido que ese iba a ser mi último viaje habría arreglado las cosas con Kyah; ¿te acuerdas de ella? Una mujer joven, de pechos prodigiosos y de un talento aún más prodigioso con la espada. Seguramente también hubiera tratado de arreglar mi relación con el resto de la tripulación, que las cosas andaban un poco tensas después de que Kyah y yo rompiéramos.

Recuerdo que estaba de guardia con Zelken, apurando los restos de una botella de Ron. Era una noche de calma chicha, en la que no se avistaba nada en el horizonte y avanzábamos a un ritmo exasperantemente lento, con las velas plegadas y movidos únicamente por la corriente. Y entonces se desató la tormenta.

Fue como si hubiéramos cambiado de lugar de repente, como si la fragata hubiera se hubiera trasladado a otras aguas, a otro océano. De estar varados y sin nada en el horizonte pasamos a estar en mitad de una mar turbia y jodidamente revuelta… ¡con un puto acantilado a varias millas de distancia! Era imposible, impensable. Faltaban días para que diésemos con algo de tierra y de repente, surgido de la nada, un maldito acantilado se dibuja en el horizonte, con sus brazos escarpados y una fortaleza en lo alto. Y no sólo eso, como surgido del mismísimo averno un galeón de velas raídas se nos coloca en la popa.

Rugieron los cañones y el fuego enemigo se llevó el travesero del sextante y nos abrió un boquete como el ano de una ballena en el puto casco. Nos estaban sodomizando.

Myla, la capitana, salió rauda a la cubierta y empezó a rugir órdenes como sólo la muy condenada sabía. Era pequeña, una mediana, pero compensaba de sobra su metro y veinte de estatura con su carácter y su lengua. Estoy seguro de que la recuerdas.

Gracias ella conseguimos sacar al cascarón sin vida que entonces era el Cortabolsas  de la línea de fuego del galeón enemigo mientras las olas rampantes nos azotaban y nos dejaban sin aliento. El buque enemigo era lento, y Myla no le dio oportunidad de que nos causara destrozos mayores.

Pero las cosas no iban a quedarse así. Nos habían jodido de lo lindo, y Myla no era de las que ponían tierra o mar de por medio, no. Mi capitana tenía los cojones, o los ovarios más bien, de acero. Así que dimos media vuelta y embestimos contra aquellos cabrones.

Ojala no lo hubiéramos hecho.

Fue una masacre. Una puta masacre.

El galeón no sólo contaba con una buena artillería. Tenían un puto elementalista con ellos. Si la tormenta ya era bastante fea, no te quieres ni imaginar la que armó aquel puto desgraciado, un elfo calvo y con la cara picada de viruelas. El muy hijo de puta convocó una nube verde que empezó a escupirnos rayos y ácido. Nos sólo nos estábamos yendo a pique; nos estábamos friendo.

De algún modo nos las arreglamos para llegar hasta la cubierta enemiga. Zelken, Kyah y yo saltamos los primeros, iniciando el abordaje. Rajamos a más cabrones que en toda nuestra vida, bebimos su sangre y escupimos sobre sus cadáveres.

Pero no fue suficiente.

El fuego era mucho más rápido que nosotros, y el puto elfo, el elementalista, lanzó una bola de fuego a la pólvora. ¡A un puto barril de pólvora en la cubierta de su puto navío! Hay que estar muy loco para hacer algo así. Y el elfo cabrón lo estaba.

Kyah cayó al mar, Zelken voló por los aires, desaparenciendo entre la humareda de la explosión y yo... Yo acabé envuelto en llamas. Pero no me importaba, seguí hacia adelante a pesar del dolor, rajando cuellos y atravesando gargantas con la punta de mi espada. Hasta que llegué hasta el elfo. 

Estábamos frente a frente. Mi espada presta y su cayado apuntándome. De repente un destelló lo inundó todo. 

Y entonces morí. Una descarga eléctrica sacudió mi cuerpo y me lanzó a la inmensidad del océano. Mis pulmones se llenaron de agua, mis brazos no respondían. Me hundía, perdido en mitad de las aguas un mar sin nombre. Derrotado por un pirómano demente a bordo de un galeón fantasma.

No me quedaban fuerzas, o no supe encontrarlas. Tan sólo quedaban las burbujas del aire que poco a poco se escapaba de mis pulmones.

Lo perdí todo. Me abandoné a la nada. 

Notas de juego

Si es que cuando das posts de calidad, recibes posts de calidad. Aunque sean unos más escuetos que otros :P

Seguro que has cogido el guiño del principio, Auri. Voy a dejar el post aquí por el momento, en plan pausa dramática. Si Rohe quiere decir algo, o si te apetece rolear sus reacción a esta primera parte de la historia, en plan interludio, adelante. 

Mañana trataré de sacar un ratillo para terminar la narración, o si no pasado como tarde ^^

Y espero que os haya gustado, que me ha llevado un buen rato :P

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02/06/2015, 23:54
Rohellec Eremir Sigäel Do'Ahrail

En una pequeña habitación de una modesta posada ya no había silencio. Fuera se escuchaban los grillos y las cigarras de la madrugada. El viento, acérrimo defensor de las mañanas tempraneras, hacía chirriar los postigos de las contraventanas aledañas. Pero dentro de esa pequeña habitación, nada de eso se escuchaba. Nada de eso tenía, en esa pequeña habitación de la modesta posada, el más mínimo interés para los dos hombres que en ella se encontraban. 

Aquel día las tornas habían cambiado, aquel día el de pico de oro callaba, mudo testigo de los acontecimientos que frente a sus ojos se sucedían. Aquel día el zalamero espadachín hablaba. Y sus palabras daban forma a un mar, erizado de oleaje y bañado de estrellas en plata. 

El viento abrió de pronto las ventanas que no encajaban del todo, con un sordo golpe. Un aullido se escuchó a lo lejos. Pero los dos hombres que había en aquella habitación ni siquiera se percataron. 

El bardo se había sentado, sin darse cuenta, sobre la colcha arrugada de la cama medio recogida. Escuchaba y veía las escenas que se sucedían ante sus ojos, nítidos reflejos de los recuerdos guardados en lo más profundo de la memoria del pirata. Mientras presenciaba la historia, recordó todas las personas que su amigo mencionaba. Recordó todo a lo que él hacía alusión y lo vio como si estuviera él mismo en aquel lugar.

Mientras escuchaba, se le puso la piel de gallina y el pelo de punta. Le hormigueó la nuca y un eléctrico escalofrío recorrió su espinazo. Quiso saltar a aquella cubierta. Quiso hacer entrar en razón a Myla. Quiso dispararle una flecha a aquel elementalista. Quiso proteger a su amigo y a Zelken y a Kyah. Quiso estirar la mano y agarrar a Evan, antes de que cayera al mar. 

Pero no fue capaz. De modo inconsciente sí levantó el brazo, pero entonces, como si de un espejismo se hubiese tratado, la imagen se desvaneció en la bruma; en aquella pequeña habitación de la modesta posada, la historia se esfumó entre el oscuro oleaje y las furiosas crestas de espuma.

Como Evan. 

Notas de juego

Pues me ha encantado^^ espero con ansia el resto de la historia XD hoy el cuentacuentos se convierte en atento espectador^^

Alusión? XD en ese inicio soy capaz de ver alusiones a varias cosas XD a qué te refieres exactamente? jajaja

Bueno, pausa dramática terminada ;) Sabéis? estáis logrando entre los dos que Rohellec, a pesar de lo poquito que lleva de historia, se esté convirtiendo en uno de los personajes a los que más cariño tengo ;) y su amigo Evan no se queda atrás, la verdad ;) Gracias a ambos^^

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08/06/2015, 14:34
Ewander Hössner

Morí.

Y entonces Forghen me trajo de nuevo a la vida, aunque no fui consciente de ello hasta mucho después.

Desperté en una playa con varios restos putrefactos de las maderas que debían pertenecer al Cortabolsas y al galeón enemigo. Y absolutamente nada más.

Estaba tendido de espaldas a la arena, contemplando la bóveda celeste salpicada de nubes blanquecinas que recubre Faerun. Si creyera en los dioses pensaría que estaban riendo de mí: ¿qué clase de broma era aquella? ¿Por qué mantener con vida a un descastado como yo y no al resto de la tripulación? Pensamientos más oscuros nublaron mi mente, y durante los días siguientes me dediqué a explorar el lugar.

No merecía vivir y por algún motivo lo estaba. Y en perfecta forma además: mis pulmones inspiraban sin dificultad, mis heridas habían sanado como por arte de magia: mi piel no presentaba las abrasiones que el elfo bastarda me había ocasionado y no había ni rastro de los tajos que la tripulación enemiga me había infligido en mi imprudente acometida. Mi cuerpo se había aferrado a la vida y por algún motivo había logrado perseverar allí donde otros muchos habían fracasado. ¡Demonios, si hasta cuando me enfrenté a mi hermano cuerpo a cuerpo salí peor parado! Y las heridas que Kolter me causó en aquel entonces fueron ridículas en comparación con las que había sufrido en la batalla del Cortabolsas en aquel puto océano desconocido.

Así que allí estaba yo, sólo en mitad de una isla deshabitada (aunque me llevó una puta semana peinarla) y preguntándome qué demonios había pasado. Transcurrieron varias semanas en las que tuve tiempo de reflexionar seriamente sobre el sentido mi vida y mi papel en el mundo, si es que realmente mi existencia tenía algún significado y había algún orden superior velando por el devenir de los acontecimientos.

Déjame aclarártelo antes de que nos enfrasquemos en algún debate metafísico completamente estéril: no lo hay. Puede que lo hubiera cuando el mundo era joven y el tiempo apenas había comenzado su marcha, pero ya no. Los dioses son excusas para enmascarar nuestros comportamientos. Meras excusas para encontrar un sentido profundo a una existencia que sin ellos no es más que una sucesión de eventos casuales interconectados, fruto del Caos y del azar.

Oh, viejo amigo, no me mires así. Esa es la verdad. O al menos la verdad que encontré en aquella isla después de vagar por ella completamente loco y desesperado. Después de subsistir con lo poco que allí había para hacerlo.

Aunque quizás sería más justo y preciso decir que esa verdad me encontró a mí.

Okler se llamaba. Apareció de repente una noche en mi campamento, mientras asaba una triste carpa que conseguí pescar con mis manos desnudas después de varios días de hambre y febril demencia. Era un hombre famélico y nervudo, semidesnudo y de cabellos ralos que de algún modo se aferraban aún a una melena cana y escasa, con una barba salvaje y terriblemente enmarañada.

El muy hijo de puta me dio un susto de cuidado. Aunque enseguida comprendí por sus escasas palabras que no tenía intenciones hostiles. Al menos en principio.

Permaneció conmigo durante varios días. Me enseñó varias fuentes de las conseguir sustento y me ayudó a afianzar mi precario campamento. Y después de varios días en los que apenas conversamos, al fin comenzamos a hablar.

Me es difícil reproducir con exactitud sus argumentos sobre el cosmos, los dioses y sus concepciones sobre la metafísica del mundo. Ontología creo que lo llamaba él, pero no me hagas mucho caso, ya sabes que se me escapan este tipo de matices. Pero no a Okler: el tipo tenía un coco de cuidado y recuerdo que en varias ocasiones me asaltó el pensamiento de que su comprensión del universo parecía no tener límites.

Forghen era la respuesta. Forghen, uno de esos dioses que surgieron al inicio de los tiempos. Un dios que encarnaba la libertad con todas sus consecuencias. La representación divina del mismísimo libre albedrío. Un dios que por culpa de esa libertad que representaba terminó muerto, como les sucedió a otros muchos dioses antes y después que a él.

No quiero aburrirte con más propaganda mística, Rohe. Baste decir que el principio que encarnaba esta divinidad trascendió a su propia muerte. Y que este principio se manifiesta en Faerun constantemente cuando las personas que hay en él toman decisiones incondicionadas bajo el amparo de su propia libertad. Y somos nosotros, los hijos de Forghen, los hijos de un dios muerto, los que encarnamos este ideal y velamos –a nuestra manera- por aquello que defendía nuestro padre.

Luchamos, vivimos y morimos por la libertad. Por nuestra concepción de libertad.

***

Y entonces Ewander Hössner, noble descastado y pirata redimido, se dejó caer sobre la cama cuando su relato hubo concluido, escudriñado aún por la mirada atenta e interesada de su viejo amigo, camarada y compañero. Tan sólo restaba aclarar un detalle.

Ignoro si Clancy está o no al corriente de mis circunstancias, pero este periplo en el que nos hemos metido, con la muerte de Elmister de por medio, me da a mí, y quien sabe, puede que al resto de los hijos de Forghen, la oportunidad que estaba esperando. La oportunidad de ocupar un papel central en la historia en nombre de la libertad. La oportunidad de librar a Faerun esos perniciosos hilos que, como los de Elminster, lo gobiernan en la sombra. Ahora que caído uno de los peces gordos se ha roto el delicado equilibrio que los poderes en la sombra mantenían. Y puede que con algo de suerte y nuestra ayuda caigan los demás. Y eso incluye a los hijos de puta que mataron al viejo mago.