Aquella mañana se tornaba oscura en la capital. Usual era la presencia de nubes de contaminación por su cielo al hallarse tan centralizada la actividad industrial, pero concretamente el día amanecía nublado y con posible lluvia. El doctor Krumm suele ser un sujeto muy puntual, y si se esperaba un mal clima probablemente lo fuera aún más.
El cínico investigador enciende el hilo musical en cuanto Azael toma su asiento en la zona del copiloto. Arranca el coche y empiezan a alejarse del lugar donde Azael ha estado durante los últimos tres años.
-Vaya puta mierda de día...- Masculla de forma poco profesional. Hans por las mañanas suele ser una persona poco paciente. Cualquier cosa hace salir de él una agresividad algo desquiciada. A veces se ha planteado dejar el reconstituyente café de las mañanas, pero nunca se convierte en una opción definitiva. -Para tí igualmente quizás no lo sea. Hoy empieza una nueva etapa, Azael.- Comenta manteniendo las manos al volante, malhumorado pero sereno. -Vas a empezar lo que suelo llamar trabajo de campo. Tener la oportunidad de medirte con otros para demostrar tu potencial.- El hombre hizo una pausa. Era temprano y no había demasiado tráfico; podía permitirse el mirar a Azael de reojo. -No tuve tiempo de explicarte al respecto anoche- Deja escapar una sonrisa de lado, cargada de sorna. -Espero que me perdones-.
El chico esperaba el coche con la cabeza baja, entreteniendo la boca con un palillo de dientes que movía con la lengua cada poco rato. El clima le importaba bien poco: sol, lluvia o viento a él le tocaba currar independientemente del clima que hubiese. Y para su gusto de hecho era más agradable la luz ténue de un día nublado o de llúvia incluso, la cual le resultaba más placentera que el mordisco directo del sol.
Hoy se supone que van a introducirle un cambio en su programa de entrenamiento. Se acabó pisotear a esa mierda presidiaria todos los días. Espero que no me carguen con otro tipo de mierda ahora... Piensa el muchacho mientras estudia el suelo con desinterés a través de los cristales amarillos de sus gafas. Es entonces cuando ve llegar al doctor.
- Yo, viejo - saluda dejándose caer sobre el asiento con desgana cuando Krumm finalmente llega con el auto a recogerle. Le escucha farfullar acerca del clima y después acerca de algo más interesante: su nuevo destino. - ¿Ah? - dice abriendo bastante la boca con chulería - ¿Medirme? ¿Dices otros mejorados como yo, viejo? No me habías dicho que habían. ¿O acaso se te está pudriendo ya el cerebro y me vas a poner con cualquier escoria común? - Aunque lo cierto es que a Azael no le importa demasiado quienes vayan a ser sus compañeros. El hecho de poder cambiar de rutina le basta por el momento.
El hombre encoge levemente los hombros volviendo la vista a la carretera. El camino es tranquilo sin los problemas de tráfico de las zonas centrales de la ciudad, pues a fin de cuentas se estaban dirigiendo hacia una zona periférica.
-Algo así... Je, no vas del todo mal encaminado, chico.- Deja escapar una leve sonrisa de lado. -Tengo entendido que es otro tipo de formación. Tú ya me entiendes, a esa escoria social solo se la ponía a hacer ejercicio y a enseñarles que el gatillo sirve para disparar.- Se da dos toquecitos en la sien, soltando un resoplido de hastío. -Te he inscrito en Horizon. Es una especie de iniciativa gubernamental para chavales en general.- El hombre le mira para ver si pone gesto de estupefacción. ¿De presidiarios a chavales? ¿Qué coño? Es casi bajar el nivel.
-A pesar de que suene a basura, allí recibirás adiestramiento mucho más profesional. Realmente no me importan sus objetivos e imagino que a ti te importará una mierda la colonización del planeta.- Krumm le conoce bien. Sabe que las aspiraciones del chico van por otro sendero.
-Lo importante es que tengo por seguro que vas a destacar en tu campo. Una vez vean que eres una promesa mucho más capaz, dejarán de ponerme putos impedimentos en cualquier cosa que hago. Y tú por tu parte mejorarás drásticamente como soldado.- Sin duda, suena bien. Hans siempre se queja de la cantidad de impedimentos que le ponen para trabajar.
- Tsé... - Azael mira por la ventana del coche, aparentemente desinteresado. Los edificios pasan uno detrás de otro en monótona sucesión, y para el chico este cambio de entrenamiento es lo mismo, otro edificio pasando, aparentemente distinto pero más de lo mismo. - Lo que sea. Solo tengo que partir alguna cara más, ¿no? No creo que nadie me vaya a dar problemas allí... chavales... - dice con cierto desprecio. Niñitos mimados, ¿en serio? Que no me culpen si se parten algo por no seguirme el ritmo.
El chico cambia la emisora para poner algo con más ritmo. - Tu música de viejo conseguirá que me duerma - dice mientras toca los diales.
Ante el cambio de ambiente el hombre empezó a tamborillear el volante. No parecía importarle demasiado qué poner, simplemente puso lo primero que encontró y lo dejó sonando. Al notar su desinterés desvía los ojos de nuevo a la carretera, esbozando una leve sonrisa de lado. -Oh, vamos. No es tan malo. Se supone que vas a ejercer en un futuro operaciones en campo abierto. Y durante tu adiestramiento realmente estarás libre, chico.- Hans separa una de las manos del volante y toma un papel doblado de su chaqueta. Se lo tiende a Azael sin mirarle. -Pero la libertad tiene un precio. Compórtate y no me joderán, ¿comprendes?- Deja escapar una leve risa entre dientes. -Eso que te he dado... jajaja. Es un permiso de tutor. Se supone que a los menores de edad no les permiten inscribirse sin uno.- Hace una pausa. Parece tomar un desvío hacia las afueras, pudiéndose ver a lo lejos una gran instalación militar, probablemente el lugar al que os dirigís.
-Ahora en serio, Azael. Sé que no tengo que decírtelo, pero pórtate bien. Y con portarse bien me refiero a que no te pillen haciendo algo indebido, no a lo que hagas. Eso no es una prisión estatal. Ahí hay gente que mueve dinero.
Azael coge el papel y lo abre con desgana, ojeándolo por encima. Acto seguido lo arruga de cualquier manera y se lo guarda en el bolsillo. Permiso del tutor... pf. Mientras ìensa esto alza la vista, observando las instalaciones militares. Así que no es una instalación cualquiera de medio pelo, ¿eh? No está mal...
- Tranquilo viejo. Seré el amiguito de los niños mientras que no me toquen los cojones. No te preocupes... tus subvenciones no serán dañadas.
El chico es consciente de que para el doctor él no es si no un sujeto de pruebas, de experimentación. Pero al menos, a diferencia de otros investigadores, este no le coge con pinzas y le deja ir al máximo siempre que puede. Eso es lo más cercano al respeto que le muestra la gente en su día a día, así que Azael procura mantener satisfecho a Krumm para seguir conservando esta pseudolibertad.
En el fondo, Krumm se alegra de que por fin su chico supradesarrollado salga a terreno real. Va a ser realmente interesante saber cómo se integra en la sociedad un proyecto de super-soldado. Un aerodeslizador pasa a toda velocidad por el otro carril, cosa que obliga al viejo Hans a emplear un enriquecedor vocabulario de conductor.
El desvío parece llegar a su fin, llegando a las puertas de la instalación militar donde hay una arreglada mujer esperando y una chica de piel morena buscando cobijo. No parece ir demasiado abrigada.
-Yo te dejo aquí. No debería haber ningún problema, pues sé que puedes arreglártelas bien, pero si encuentras algún tipo de problema ponte en contacto conmigo-.
Cuando vas a salir, Hans parece recordar algo. -Hmm, por cierto. Sobre tu tratamiento. Una vieja amiga te lo proporcionará. No te preocupes por ello, he movido algunos hilos.- Cierra los ojos y se rasca la nuca con desgana. -Eso es todo. Buena suerte, chico.- Arranca en cuanto Azael abandona el vehículo. Quizás quiera evitar la lluvia a toda costa.