Me resultó curioso su forma de fruncir el labio.
—La culpa es mía, no debí haber dicho nada.
Agradecía su consejo, aunque en momentos como éste no era algo que precisamente quisiera. Menos cuando era algo que sabía que no iba a funcionar...
¿Ser yo misma? ¿Acaso no lo soy ya?
Mis... compañeros no me soportaban porque era superior a ellos. Ése era el principal problema.
—Debo irme. Espero que tenga una buena tarde.
Y tal como le deseé aquello, tiré hacia las habitaciones. Quería estar sola y escuchar algo de música para relajarme antes de la cita que tenía con Matthew.