Partida Rol por web

Los ojos de Garrosh estaban inyectados de sangre, toda aquella situación despertaba la más temible furia que se puede conseguir en un orco. Sin embargo, aquella prisión de hielo parecía ser su perdición pues pese a sus mayores esfuerzos, el orsimer era incapaz de emular lo que había conseguido segundos atrás: resquebrajar el hielo que le atrapaba. Sin embargo, no todo estaba perdido, pues por los momentos parecía resistir el ahogamiento con estoicismo.

8 de Fuego del Hogar, Mañana, En el lago Ilinalta.

maldita sea tu casta bastardo sacerdote, si me libero te matare las palabras le quemaban por dentro aunque su cuerpo fuera una lapida de hielo, al ver como el miserable llenaba sus pulmones para un nuevo grito el corazón del nórdico se encogió, de haber podido cerrar los ojos lo habría hecho. Sin embargo su cuerpo no respondía y una fuerza imparable lo arrastro por los aires y las aguas del lago se acercaron a toda velocidad contra su cuerpo que engarrotado rompe el agua en una explosión.

la oscuridad comenzaba a rodearlo de nuevo y apretando sus dientes y templando sus músculos con todas su fuerzas, la bendición de Talos le permite reventar los trozos de hielo, en cuanto retoma su movilidad mira en todas dirección y logra ver al orco aun en la pose frígida, con grandes brazadas se acerca a Garrosh y tirando de sus articulaciones trata de ayudarle a recobrar el movimiento antes de hundirse mas profundo.

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Mientras el orsimer peleaba contra su prisión de hielo sin éxito, Viggo fue algo más afortunado, se liberó primero rompiendo el hielo. Enseguida se dirigió a asistir a Garrosh que, con su ayuda, finalmente pudo romper la capa helada que lo aprisionaba y juntos salieron a la superficie a duras penas. El agua calmada os facilitó la ascensión, pero el esfuerzo os había dejado exhaustos y al límite de vuestras fuerzas.

Desde vuestra posición debíais hacer esfuerzos para manteneros a flote y, a lo lejos, pudisteis ver como Phyleas Volkar y su gente ya se había marchado del lugar, atrás habían dejado los cuerpos de los peones y el dragón dando una imagen dantesca para cualquiera.

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Después de nadar hasta la orilla, el explorador se arrastra entre fango y arena, de la boca del cazador salía una mezcla de insultos y bocanadas de agua que en arcadas salían de sus fauces, su cuerpo estaba completamente agotado pero por lo menos estaba vivo.

-gracias Talos te debo una buena ofrenda- dice en voz baja mientras sus músculos le escocian por el agotamiento, se sienta en la playa y mira al enorme Guerrero Orco y le pregunta: -estas bien? Por poco y no la contamos, ese hijo de perra nos vio la cara, matar toda esa gente, porque si, maldito clérigo ya me las conbraré.-

El guerrero descansa unos momentos tratando de recuperar fuerzas, -creo que voy a ir donde está el cuerpo, quizá alguien logro sobrevivir y nos pueda dar una pista sobre el destino de eso basyedos-.

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El orco agradecio al nórdico con un asentimiento de cabeza y, al igual que él, nadó hasta la orilla a ritmo fatigado. Tan pronto llegó a tierra firme, aún con su cuerpo temblando de ira, empezó a expulsar a base de arcadas el agua que aún inundaba sus pulmones. Tras vaciar su cuerpo de líquidos, el orsimer se tumbó en el suelo, exhausto por el colosal esfuerzo que realizó para librarse de aquella prisión de hielo y también nadar hasta la orilla en esas condiciones. Con los ojos cerrados, Garrosh ralentizó su respiración hasta que, consecuentemente, su ritmo cardíaco recuperó su cadencia acostumbrada.

— Si, estoy bien... creo —afirmó con rabia contenida. Físicamente el orco no había sufrido daños, pero su orgullo resultó herido y aquello le dolía al orco más que cualquier golpe—. No creo que haya asesinado a todas estas personas porque si. A juzgar por el escenario, me parece que lo que el sacerdote está tratando de hacer es reavivar el miedo u odio hacia los dragones, aunque no veo como alguien podría beneficiarse de eso —meditó el orco, lleno de dudas. No terminaba de entender las acciones de Phylas y su comitiva, pues no es como que los nórdicos y demás habitantes de Skyrim hubiesen aceptado a las sierpes. Si, tal vez se acostumbraron más de la cuenta a su presencia, pero nada que justificase el hecho de semejante masacre.

— Hay que tener cuidado, solamente quedamos tú y yo, y recuerda que un dragón es un premio muy atractivo para los bandidos y demás carroñeros —dijo mientras se levantaba del suelo. Con pesadez se acercó hasta el nórdico y le colocó una mano en el hombro—. Gracias, no estaría vivo de no ser por ti. Me aseguraré de que las fortalezas orcas sepan de tu valentía y que te consideren un miembro de la hermandad —aseguró el orco, un poco solemne pese al cansancio.

Dicho esto, Garrosh hizo acopio de las fuerzas que le quedaban y, tras empuñar su hacha de batalla, empezó a caminar hacia el cuerpo del dragón y los campesinos muertos.

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Llegados a la orilla, el paisaje que se os presentaba era desolador. La carnicería perpetrada por Phyleas Volkar había convertido ese rincón del lago Ilinalta en un macabro cementerio, los muertos se amontonaban por doquier, los hombres del sacerdote habían sido brutalmente eficientes en su trabajo. El cadáver del dragón restaba como lo habías visto por última vez, con la herida abierta por la que Phyleas extrajo el corazón de la sierpe, el sacerdote había desdeñado el resto del dragón.

El mundo no se había detenido, los pájaros seguían cantando, las nubes cruzaban el cielo con indiferencia, como si al mundo no le importara el terrible crimen que habíais presenciado. Era todo tan.. normal que hería la sensibilidad.

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Ni toda la brutalidad que reinaba en las fortalezas orcas pudieron preparar al orco para aquella... carnicería que había tenido lugar a orillas del Lago Ilinalta. Poco a poco, a paso lento pero constante, la furia que Garrosh albergaba en su interior fue dando paso a un sentimiento de lástima y compasión, algo que, hasta ahora, había sentido muy pocas veces. Su respiración se hizo más lenta y pesada, y la poca energía que parecía quedarle desaparecio por completo. El hacha de batalla le pesaba, por lo que la dejó caer.

— No podemos dejarles así —aseveró—, tenemos que darles una pira digna... o la costumbre funeraria que tengan ustedes los nórdicos —comentó, quizás algo dubitativo, mientras miraba a Viggo a la espera de su opinión. Aprovechó, también, para lanzarle una mirada quizás un poco ambiciosa al dragón, que por alguna extraña razón había sido desdeñado por Volkar. Quizás no todo estaba perdido, quizás al final de todo podría obtener su recompensa... aunque no de la manera esperada.

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al llegar el olor de la sangre aun era penetrante en el aire, un dolor de aflicción oprimía el pecho del cazador que impotente había sobrevivido milagrosamente a la masacre, sus pasos era pesados y sus manos sudaban de manera incontrolable. Sin embargo tenia la esperanza de encontrar a alguien con vida, pero los malditos mercenarios habían sido brutal y diligentemente eficientes, por un momento le pareció ver algo de movimiento junto al dragón pero solo encontró un cuerpo humano con una enorme zanja del hombro al abdomen, el nordico se arrodilla frente al hombre que aun tenia una mueca de dolor congelada en su rostro, sus ojos estaban abiertos pero estaban apagados, el cazador desliza su mano derecha sobre el rostro del hombre cerrando sus ojos y dándole un semblante de paz mas mundano.

quizá podamos mover los cuerpos pero si quieres darle una sepultura propia de un nordico lo mejor sera ir a Cause Boscoso y buscar un sacerdote de Talos que lleve a cabo los rituales apropiados para su viaje al otro mundo, ademas no soy sacerdote, pero cuando un nordico es deshonrrado en su viaje al otro mundo su alma atormentada se convierte draugr y esas malditas cosas muertas serian un problemas para todo el lago. las palabras del Vigoo eran evidentemente hoscas pero sin duda los rumores de aquellas criaturas eran para ser tenidas en consideración.

al notar la mirada del orco, el humano asiente mientras propone, supongo que nos podemos llevar todas las piezas del dragón que podamos, por mi parte todo el oro que pueda reunir por la venta de estas lo usare para comprar armas y espadas para buscar a ese maldito sacerdote y meterle una flecha en la garganta para que nunca mas use su voz la mirada del explorador expedía un odio purulento que parecía consumirlo desde adentro.

el cazador se acerca al cuerpo del dragón y trata de valorara que podría ser rescatado de éste.

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— Entonces lo mejor será quemarlos, aunque antes deberíamos registrarlos a ver si alguno tiene algo de valor, ya no lo necesitarán —comentó el orco, pragmático en el fondo—. Cualquier cosa que tengan que pueda ayudarnos, de una manera u otra, a encontrar al maldito sacerdote, honrará sus memorias —finalizó.

Sin embargo, la declaración de intenciones de Viggo con respecto a las partes del dragón, la venta de las mismas, hizo que el orco diese un pequeño respingo. Después de todo, a Viggo le habían prometido oro y nada más, mientras que al orco le correspondía todo lo relacionado al dragón. Titubeó durante un par de segundos, pero finalmente abrio la boca de nuevo.

— Los huesos y escamas de dragón son infinitamente más valiosas que cualquier arma o armadura que puedas comprar con el oro que recibas por venderlas. Además, si son tratadas correctamente, producirán armas infinitamente mejores que las de hierro o acero, y hasta que el ébano. Por no decir que... bueno, el dragón me había sido prometido a mi. Dame tiempo y te forjaré una espada de huesodragón —concluyó, aún dubitativo, pero empezó a apilar poco a poco los cuerpos de los aldeanos muertos, a la espera de que Viggo los registrara.

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el explorador da vueltas al rededor de la bestia trantando de encontrar la manera de sacarle provecho al monstruoso lagarto y al final mira con un gesto un poco decepcionado al orco: no dudo que las armas y armaduras de dragón sean un premio mas que digno para esta gesta, sin embargo creo a menos que tengas un equipo para despresar dragones en tu maleta sera muy poco lo que podremos sacarle a esta bestia, incluso usar nuestras armas para sacar partes del cuerpo del dragón podría acabar por destruirlas.

el explorador se siente tentado a patear el cuerpo pero con lo duro de las escamas capaz y se rompía un pie, viggo mira el cuerpo a ver si por lo menos las cuerdas con las que sacaron el cuerpo estaban en el lugar, no entiendo como hizo para sacar el corazón del dragón con un cuchillo, sin duda se trata de magia, como odio esa maldita cosa cuanto no esta a mi servicio, hurguemos en la herida y miremos que podemos sacarle a este monstruo, concluye con resignacion mientras señala revisa la presa del sacerdote.

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Las cuerdas ya no estaban, al parecer se las habían llevado, seguramente por la calidad de estas. Mientras buscabais entre los cuerpos no descubristeis nada revelador, pero Garrosh encontró algunas baratijas de valor que, desde luego, ya no iban a tener utilidad para sus dueños. Entre esas cosas había una daga con el símbolo del dragón de la Legión Imperial en el mango.

supongo que nuestro premio es seguir con vida después de tamaña masacre, fueron las palabras del cazador que impotente se sienta sobre una de las patas del dragón caído. en tanto el orco se encarga de revisar los cuerpos de los peones.

Finalmente Viggo retoma el aplomo y ayuda a mover los cuerpos en una pila, quizá tienes razón, quememos los cuerpos para que los animales no profanen sus restos, quizá es lo único que les podamos dar. en cuanto el montón de cadáveres esta reunido busca algo de yesca y madera seca, la acomoda de manera que la pira se encienda de manera apropiada, las llamas se esparcen devorando a gran velocidad generando las lenguas de ambar que a su paso incineran lo que tocan, las ropas delos de tela se encienden con gran velocidad mientras los cueros y la sangre comienza a soltar un humo que lo rodea todo. la madera comienza a crepitar entre los espacios entre los cuerpos las brazas se conviertes en pilares de fuego que con un apetito endiablado lo consume todo. que Talos les de un lugar en sus dominios, que alcancen el descanso eterno y nos den las fuerzas para vengarlos.

se gira hacia el orco y le indica, si tienes otra daga, quiza podamos sacar algo de carne o algo de este animal. señala el dragon mientras se acerca a este y comienza a buscar en sus zonas blandas.

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— Y tener la fuerza y la voluntad necesarias para cobrar venganza —respondio Garrosh, calmado pero con una corriente de violencia. No comentó nada durante el tiempo que le tomó revisar a los peones, aunque si lanzó un par de miradas furtivas hacia el nórdico, pues se había sentado en la pata del dragón sin hacer nada. Sin embargo, momentos después el guía acabo por unírsele, y en pocos minutos revisaron y acomodaron los cadáveres. Viggo no tuvo mucha suerte, pero Garrosh logró sacar algunos septims y también una daga de acero de la legión. El orco intentó identificar el cadáver que portaba la daga, quizás tenía familia a la que devolver aquel pequeño cuchillo que, por más pequeño que fuera, representaba una vida de servicio.

Tras revisarlos y apilarlos, Viggo utilizó sus conocimientos de supervivencia para encender una hoguera, que poco a poco fue creciendo hasta convertirse en una gran pira funeraria. Garrosh no musitó palabra mientras Viggo le dedicaba unas últimas palabras a los muertos y a Talos. Cuando éste terminó, el orco escuchó con atención lo que decía el humano, y asintio.

— No tengo una daga precisamente, pero con la hoja del hacha algo podemos sacar —dijo al tiempo que recogía una de sus hachas del suelo y empezaba a intentar sacar lo más que pudiera del dragón.

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Lograsteis apilar los cuerpos en un rincón que preparasteis para vuestra improvisada pira, mientras las llamas consumían los cadáveres de los desgraciados, el olor a carne quemada fue impregnando el lugar. Antes de eso, la búsqueda de Garrosh por el propietario de la daga tuvo éxito, era un muchacho que rondaría los veinticinco inviernos, rasgos nórdicos, pero ningún otro elemento que le permitiera identificar, tampoco Vigoo lo reconocía.

Ahora vuestra atención recaía sobre la sierpe muerta, seguramente pronto atraería otros carroñeros y a pesar de no tener las herramientas adecuadas tratasteis de haceros con el máximo posible. Vuestros intentos gozaron de un éxito moderado, pero la fatalidad se conjuró contra el orco cuya hacha se melló inservible tras los intentos de arrancar útiles de la bestia. Afortunadamente para el orco logró arrancar hasta cuatro de escamas de buen tamaño que quizá le podrían ser útiles.

Las partes blandas os presentaron una suerte parecida, pero con mejor resolución para vuestras armas. Aunque no pudisteis arrancar ningún diente, la lengua no presentó mayor problema que el mantener la mandíbula abierta mientras la cortabais, desafortunadamente los ojos se dañaron de forma irremediable al intentar sacarlos. De la herida dejada por el sacerdote lograsteis sacar algo de carne, quizá algún carnicero quisiera darle su particular toque maestro, pero habría convencerlo de que era auténtica carne de dragón.

Hecho esto, poco más podíais acumular, lo habíais intentado todo.

una vez recuperado lo poco que lograron sacarle al dragón, lo embala de la manera apropiada y sin mas pendientes se prepara para partir, se gira hacia el orco y le siguiere: Garrosh ahora que no tenemos mas que hacer tenemos 2 opciones, la primer es ir a cause boscoso, allí hay una fragua y tengo un lugar donde descansar, la segunda es que nos dirijamos a helgen, esta entre aquellas montañas, tengo una... amiga allí quizá con algo de suerte encuentre quien nos compre esto, ademas esta atestado de viajero y caza fortunas con algo de suerte podamos reclutar algunos para cazar a esta bastardo sacerdote de los mil demonios. mientras le explicaba las opciones el cazador hizo un pequeño mapa en la arena de la orilla para mostrar al orco las posibilidades.

una vez concluida su explicación se incorpora y espera la respuesta de compañero de viaje, aun quedaban muchas preguntas por resolver pero al lado de un cadáver de un dragón y la pira funeraria de los pobres infelices que ayudaron a sacar el dragón.

al escuchar la respuesta del orco el nórdico asiente diciendo: buena elección, vamos pues que no vamos a vivir para siempre. conociendo el territorio los guía con celeridad por los caminos y atajos cercanos con el fin de agilizar el viaje lo mas posible y poder al fin encontrar la manera de dar inicio a la caza del sacerdote dragón que tanto los había agraviado.

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Tras organizaros una vez recuperado todo lo posible partisteis en busca de Phyleas Volkar y sus lacayos, iba a ser una búsqueda difícil, pero la venganza era un plato que se debía servir frío, ¿o puede que caliente? Independiente del dicho, era cierto que el rastro del sacerdote y los suyos se dispersaba por los bosques de Falkreath y Carrera Blanca, no iba a ser tarea fácil localizarlos.