Partida Rol por web

The Elder Scrolls - Helgen

[Rol libre] Los lugares que he visitado

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20/07/2017, 18:50
Seretide

2 de Helada, Anochecer, Un lugar en el bosque

Un jadeo estremecido al percibir la cercanía del daedra, un gemido a medio camino entre el dolor y el placer al saberse elevada, atrapada entre los zarcillos espinosos dela ardid de Sanguine, escapó de entre sus labios. El rostro de Melissa desconsolado, como el suyo, sus lágrimas, saladas por igual. Su espalda se arqueaba, sus puños se cerraban hasta clavarse las uñas sobre la piel, con desespero, con la férrea determinación de no desobedecer. 

Miedo, desazón anticipatoria, un deseo que era capaz de hervir su sangre y la imagen de una fervorosa adoradora, fuera cual fuese, contemplando, desencajada, la evidencia carnal de su derrota.  Quería ganar... Sí, deseaba recibir el favor de Sanguine por encima de todo. Su figura se había colado en sus pulsiones más profundas y su devoción había crecido por si sola a lo largo de aquellas semanas enteras de servicio. Y se sentía aterrada ante la idea de perder sus dones. De dejar de sentirser bendecida, de dejar de sentir el poder incontenible a través de su ser, y en su sangre. 

Limitarse a observar, a esperar, a llorar por la atención de Sanguine era lo que había escogido hacer Melissa. No así lo que haría ella. Entendía, o creía comenzar a entender cómo funcionaba el derecho a acceder a los favores de su señor. Y no era la devoción lo que movía sus decisiones. No, pues sin duda Melissa era devota. Lo había sido durante mucho más tiempo que ella misma.  Pero solo había esperado,  sólo se había arrastrado. Seretide en cambio...- Folladnos a ambas, mi Señor. -dijo, con la voz ronca, ebria de deseo- Nada impide que no podáis disfrutar de ambas. Sois el Príncipe de los Excesos y no necesitáis entregarnos nada a cambio de nuestros cuerpos. Podéis tomarnos a ambas, incluso al mismo tiempo, elegir a la que os plazca, o no tomar a ninguna... Y sólo estaréis cumpliendo con vuestros anhelos. -sí, ella no se limitaría a esperar. Ella prefería en cambio proponer, sorprender, innovar.  Podía compartir,  por supuesto que podía,  pero no podía renunciar.

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21/07/2017, 00:27
Sanguine

2 de Helada, Anochecer, Un lugar en el bosque

La placentera y dolorosa torsión de los zarcillos espinosos os mantenían sujetas a los designios de Sanguine, este seguía rondándoos pensativo, entonces hablaste y te ganaste enteramente su atención. No lo notaste llegar, de inmediato estaba pegado a tu espalda, con la cabeza asomando por encima de tu hombro, notabas su aliento sobre tu rostro.

Desde luego, desde luego. su mano se deslizó a tu busto, allí apretó lujurioso uno de tus pezones tirando de él con deleite. Podría follarte, follaros a las dos. asintió pensativo. Pero haré otra cosa más.. entretenida.. chasqueó los dedos y los zarcillos arrastraron a Melissa delante de ti, gemía desconsolada, sabías perfectamente en qué situación se encontraba pues era la misma que la tuya.

Dime, Seretide.. el daedra llevó la mano a tu entrepierna, allí empezó a masturbarte con intensidad creciente donde dedicó su atención absoluta a tu clítoris. Cuéntame lo que has sentido al ser follada por tantos hombres a la vez.

La pregunta tenía un deje de aburrimiento, pero también de intriga. Mas su mano se introducía en ti, quedándose en la superficie de tu entrada arrebatando cordura por cada penetración de los dedos. Delante de ti, Melissa era obligada a postrarse ante ti mostrando tu perfecto trasero ahora tantas veces profanado. La dama imperial sollozaba suplicando por placer, moviendo el culo ante ti y Sanguine como una perra celo.

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21/07/2017, 00:56
Seretide

2 de Helada, Anochecer, Un lugar en el bosque

Gimió, al notar la repentina caricia de su aliento, que olía a delicioso brandy. Sus manos forcejearon, sin pretenderlo, mientras un grito desesperado se escapaba de su boca, siendo su cuerpo víctima dela potente influjo de su tacto,  luchando desesperadamente por no correrse en el acto- Me sentí. .. Utilizada, despojada... Llena y sucia... Y me... Me encantó. ..-contestó,  con los ojos entrecerrados,  y la vista desenfocada, centrada en el ano enrojecido de Melissa. En su sexo hermoso y chorreante, que bailaba delante de ella implorando por ser saciado.

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21/07/2017, 01:12
Sanguine

2 de Helada, Anochecer, Un lugar en el bosque

Sanguine empezó a masturbarte con extrema virulencia, lo que había empezado con profundas atenciones a la superficie de su sexo, aquella sensación discriminaba cualquier opción a mantener el control. A tus gritos de placer se unían los de Melissa que, a pesar de no ser tocada, casi parecía contagiarle tu propio placer a través de la vibración de tu garganta.

Palabras agradables para alguien como yo. respondió susurrante mientras sentías la mano del daedra follarte, con la mano libre te tomó de las mejillas y te encaró a la dama imperial que estaba inclinada ante ti ofreciendo su sexo. Pero sé cual será la culminación de este sueño.. y la que yo deseo..

Con un movimiento intenso, penetró tu interior con dos dedos, así lo hizo hasta en un par de ocasiones. Pero a la tercera sacó los dedos chorreando de tu interior, atrajo consigo algo más. Sentías una sensación jamás sentida antes, una protuberancia en tu entrepierna, y mientras ibas siendo consciente de lo que era las ataduras florales de Sanguine os iban aflojando gradualmente hasta dejaros en el suelo. A Melissa a cuatro patas delante de ti gimiente, a ti en pie con una nada desdeñable verga erecta obra de Sanguine.

¿Y bien? ¿Qué harás? rió divertido, disfrutando, paso a paso regresó a su trono de espinas y se acomodó contemplando la escena.

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21/07/2017, 01:28
Seretide

2 de Helada, Anochecer, Un lugar en el bosque

Tras haberse debatido entre las espinas, luchando por no desfallecer entre gemidos que ya más bien parecian sollozos, de repente quedó en silencio, con expresión deleitosa a la par que de absoluta extrañeza. Como si no fuera capaz de comprender en absoluto lo que estaba sucediendo.  Lo que le estaba sucediendo a su cuerpo. Sentía aquella protuberancia brotar de entre sus piernas, como algo alienigena a la par que completamente suyo y parte de su propia carne.

Se vio de pronto a si misma de pie, aún sin haber podido asimilar lo que había obrado el Príncipe de los Excesos en su ser, siendo consciente a su vez de la necesidad acuciante de Melissa de una manera enajenada y hambrienta. Observó, boquiabierta, su recién adquirida verga, atreviendose finalmente a sopesarla, a acariciarla para comprobar su tacto, jadeando al comprobar que, en efecto, sentía placer.

Escuchó un nuevo gemido por parte de la dama imperial, y como si algo se quebrase de pronto en su cabeza, sus ojos se abrieron desmesuradamente mientras se acercaba, lentamente, hacia ella, llevada por un impulso  absolutamente primario. Se arrodilló, detrás de su figura postrada, y observó más de cerca su sexo boqueante y necesitado, húmedo y sonrosado. Sintió de nuevo aquel hambre, un hambre voraz que no se saciaba con comida. 

Con un suspiro tembloroso se aferró a su cadera con una mano,  y con la otra procedió a sostener su miembro, apuntando hacia su lubricada y calida entrada. Empujó, y de una sola acometida se encontró dentro de ella, y se quedó muy quieta, empalada dentro de la mujer, jadeando y tratando de asimilar aquellas nuevas e intensas se sanciones,  notando su cuerpo tenso bajo su agarre, y su verga temblar de gozo, siendo abrazada por aquel sexo voraz. 

Llevó su otra mano a las caderas de Melissa, y se agarró bien a ella. La miró detenidamente, aún inmóvil. Dirigió entonces la vista hacia el trono de su señor y sus pupilas se llenaron de renovado fervor. Un fervor que finalmente la llevó a tomar impulso para separarse de Melissa, lo justo para volver a penetrarla hasta el fondo,  y con un gemido casi gutural, empezar a penetrarla,  una y otra vez, con todo el ansia que la recorría por dentro.

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21/07/2017, 01:57
Dama Melissa

2 de Helada, Anochecer, Un lugar en el bosque

Melissa, gateó un poco al sentirse liberada, pero la propia tensión de su cuerpo le impidió huir muy lejos. Cuando la agarraste se quedó quieta por instinto, sintiéndote sobre ella, movió el trasero ofreciéndose con desesperación y cuando se sintió penetrada gimió gozosa y desaforada como si sintiera que ese era su momento.

Quieta contigo dentro de ella, Melissa espoleó su propio sexo para engullir tu recién adquirido miembro. Entonces ella también miró suplicante, como tu hiciste, a Sanguine, el daedra estaba sentado con una pierna sobre el brazo del trono con absoluto desparpajo y disfrutando de la escena. Entonces tomaste a Melissa, sintió la primera embestida y el torso de la imperial se derrumbó hacia adelante.

Ah.. Ah... fóllame.. por favor.. balbuceaba alzando el trasero que empezabas a tomar. Notabas su interior caliente, latiendo por tantos otros que la habían tomado antes y ahora tú lo hacías. Pero en esta ocasión iba a ser distinto, porque sabías que ahora.. teníais el permiso de facto de Sanguine para correros.

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21/07/2017, 02:08
Seretide

2 de Helada, Anochecer, Un lugar en el bosque

Sentirse en el interior de Melissa era delirante, sencillamente sublime. Primario, instintivo. Seretide siguió embistiendo contra ella, apoyando una mano sobre su espalda, para mantener su torso pegado al suelo, antes de inclinarse sobre su cuerpo, apretando los turgentes pechos de pezones enhiestos y rezumantes de leche contra su blanca y suave espalda.

La mano que la había mantenido brevemente atrapada contra el suelo se deslizaba entonces, para llenarse con uno de sus pálidos y deliciosos senos, para apretarlo entre sus dedos, entre acometida y acometida. La mano que se encontraba en su cadera se deslizaba ahora hacia abajo, colándose entre sus piernas,  buscando su húmedo sexo mientras, espoleada por su propia necesidad y por los ruegos balbuceantes de la dama imperial, arreciaba en sus arremetidas, entre gemidos entrecortados y jadeos.- Tu coño es una golosina. -dijo, desbocada - Voy a llenarte de mí... Con  la verga... Que nos ha regalado nuestro Señor.-dijo, entrecortada, por su propia respiración agitada, sabiéndose sumida en una espiral ascendente y sin retorno, frotando sin piedad el sexo de Melissa mientras ejercía el fornicio con desenfreno.

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21/07/2017, 02:26
Dama Melissa

2 de Helada, Anochecer, Un lugar en el bosque

La leche de tus senos se derramó sobre la espalda de la imperial, que chillaba exagerada, quizá ya por desesperación, por cada vez que la penetrabas. Atrapaste uno de sus pechos causando que matices se unieran a la algarabía sexual de Melissa, notabas sus pezones duros que coronaban unos senos tan turgentes como los tuyos.

Al sentir que con la otra mano empezabas a aunar esfuerzos en ella, el cuerpo de Melissa se resintió, su resistencia menguaba y tan excitada como se encontraba pronto hallaría el modo de explotar. La respuesta más clara fue la de Melissa empujando hacia atrás, chocando contra ti, pero lo notabas que el momento había llegado.

¡Lléname! ¡Lléname por nuestro señor! chilló suplicante.

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21/07/2017, 02:39
Seretide

2 de Helada, Anochecer, Un lugar en el bosque

- ¡Sí! ¡Sí!  Voy a llenarte... A llenarte... ¡Por nuestro Señor !- gritó, absolutamente temblorosa, sintiendo que estaba a punto de quebrarse,  de echarse a llorar, de lanzarse hacia el más profundo abismo.  Una sensación conocida y mil veces multiplicada recorrió su espalda, y supo entonces que la hecatombe era inminente. Sintió su cuerpo contraerse, agarrotarse, aferrado por completo a Melissa. La penetró con auténtico desatino, sintió cómo ella misma se empalaba en su nuevo apéndice... Y entonces ocurrió. 

Algo... Algo que no había sentido jamás la atravesó desde el interior de su vientre, palpitando, recorriendo su verga y haciéndola gritar de puro gozo. Algo, que acabó por derramarse de manera violenta e intensa, en forma de denso, cálido y blanquecino semen, que parecía no querer parar de brotar de sus adentros mientras aún movía las caderas, con desatino, incapaz de articular palabra, sintiendo el cuerpo ardiente y enfebrecido y la mente completamente obnubilada, notando la densa humedad que se acumulaba en el fondo de las entrañas de Melissa, sumergiéndose una vez tras otra en ella mientras la escuchaba gritar.

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21/07/2017, 02:53
Sanguine

2 de Helada, Anochecer, Un lugar en el bosque

En los compases finales Melissa ya había perdido la noción de la realidad, se abría para ti de la forma en cómo la dirigías en cada penetración. Pero finalmente también alcanzó el anhelado éxtasis, sintió como la llenabas enteramente, pero en esta ocasión a ella también la acompañó esa desaforada sensación que la hizo llorar de placer. Melissa cayó al suelo retorciéndose de placer largo rato, como si aquello fuera un póstumo premio del propio Sanguine que aplaudía entusiasmado por el gran final.

¡Magnífico! ¡Magnífico! exclamó riendo el señor daédrico poniéndose en pie y acercándose a ti. En el suelo Melissa se retorcía de placer, el orgasmo más longevo que tendría jamás, y Sanguine se puso junto a ti. ¿Cómo lo has sentido? Una experiencia extraordinaria, ¿verdad? Deliciosa. Estoy convencido de ello.

Tu cuerpo extasiado temblaba, el placer bullía en tu interior, pero gradualmente la verga endurecida que te había crecido fue apagándose hasta desaparecer, volvías a tener todo en su sitio. Sanguine extendió la mano y en ella apareció el báculo, su Rosa, que te ofreció.

Con creces me has sorprendido, celebrante. Con creces mereces portar mi Rosa. felicitó jubiloso el daedra. Los gemidos desaforados terminaron por fruncir el ceño de Sanguine, de un gesto hizo que el cuerpo de Melissa se evaporase directa a la vigilia, pero en esta ocasión probablemente bastante más sana que los otros.

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21/07/2017, 03:07
Seretide

2 de Helada, Anochecer, Un lugar en el bosque

Notó el orgasmo de Melissa casi como una prolongación del suyo propio, percibiendo cada latido, cada estremecimiento, aún agarrada a ella, aún sintiente y jadeante, tratando de recuperar el aire.

Percibió a Sanguine a su lado, a través de un  velo brumoso, y se separó a duras penas de Melissa, casi dando tumbos, tía sólo para apoyar la cabeza contra su muslo, aspirando el olor de sus ropajes, sintiendo el calor de su piel a través- Mi Señor...-musitó,  prolongadamente- Ha sido maravilloso y pervertido , un regalo para los sentidos...- añadió entre pequeños y comedidos gemidos, sintiéndose de pronto despojada, como si le faltase algo al ir desapareciendo la protuberancia de entre sus piernas, siendo casi incapaz de percibir cómo Melissa desaparecía, posando la mirada sobre la vara y seguidamente sobre su Señor, notando una repentina sensación de alivio brotar de su pecho. Una que le sonsacó un sollozo, y humedecía sus mejillas, mientras tomaba el báculo entre las manos y se apretaba contra él,  temblorosa y agradecida.

En su fuero interno, se había sabido mejor que Melissa. Pero es bien podría no haber servido para nada. En el fondo, había sentido tanto miedo. .. -Gracias... Gracias... Sois generoso, magnífico conmigo. 

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21/07/2017, 03:27
Sanguine

2 de Helada, Anochecer, Un lugar en el bosque

El señor daédrico rió satisfecho una vez más, acarició tu pelo como quien acariciara una mascota, hecho esto se alejó de ti volviendo a su trono.

Me has hecho gozar, Seretide. No confundas recompensa con generosidad. aleccionó apoyando la cabeza en su mano mientras te miraba. Sigue sirviéndome como hasta ahora. Mas debo advertirte.. la actitud risueña de tu señor se contrajo por un instante, su mirada severa, inaudita para ti, afloró en sus ojos. ..cambios oscuros se avecinan. Cambios en los que incluso Oblivion se verá afectado. Estate pendiente de las señales, Seretide. Porque la primera señal será muy pronto.. y temo que lo hará de forma terrible.

Movió la mano en círculo, el mismo gesto que hacia cuando despedía a los celebrantes. Un sopor repentino te embriagó, y abriste los ojos en la cama de la posada. No sabías qué hora era, pero aun era oscuro, junto a ti dormía Kennard emitiendo una respiración relajada. El sueño había terminado.

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03/08/2017, 01:25
Narrador

9 de Helada, Madrugada, Fuera de la empalizada

La distancia que habías marcado entre tú y Kennard había derivado en largos períodos de autcontemplación alcohólica, distracción por cualquier cosa y una incesante sensación de autofustigamiento que no aliviaba para nada la peregrina sensación de culpa que tenías, todo eso aumentado por una ausencia de tres días del sacerdote de Arkay que no llegó a decirte dónde iba. Aburrida de la posada del Rodegar, te aventuraste a descubrir otros frentes ociosos y lo hiciste rodeada por una pequeña caravana de mercaderes que se había asentado temporalmente en los alrededores de Helgen. Para ello habías dejado tu báculo y la mayoría de enseres sensibles a perderse en una juerga como la que se presentaba.

Eran tipos majos y, desde luego, no hicieron ascos de disfrutar de tu exuberante compañía enriquecida por la cerveza barata que traían consigo. Rascando al medianoche habías perdido la noción de buena parte de lo que sucedía a tu alrededor, jurarías que alguno te había metido mano impunemente, te habías morreado con otro y sugerido algún juego subido de todo con el de más allá. Si bien no eras la única mujer disfrutando de la fiesta, indudablemente eras la más llamativa.

No sabrías decir la hora que era, pero la medianoche quedaba atrás y varios dormían tirados alrededor del fuego, apurando las últimas noches agradables de Skyrim. Uno de los mercaderes, un guardia rojo fornido y borracho, te estaba metiendo mano sin pudor.

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03/08/2017, 01:26
Seretide

9 de Helada, Madrugada, Fuera de la empalizada

El cómo, y por qué había llegado a aquel lugar era algo que se escapaba a su entendimiento en aquel instante en el que el alcohol rondaba por su cabeza, haciendo que todo diese vueltas, y que a penas fuese consciente de lo que la rodeaba. 

En aquel momento no podía elucubrar pensamientos demasiado complicados, ni analizar detenidamente lo que lograba entrever de lo que estaba sucediendo. Sólo supo que hacía frío, a pesar del fuego. Y que tenía a aquel guardia rojo encima, manoseándole los muslos, amasando su pecho mientras yacía, recostada contra un árbol, incapaz de haberse echado a andar. 

Tenía la túnica medio subida, y notaba la mano derecha del guardia rojo abrirse paso entre sus piernas torpemente, y con impaciencia y brusquedad. Arrugó el entrecejo, incómoda- N... No...-balbuceó, tratando de apartar su brazo, virando el rostro al ver que se disponía a besarla-  No quiero ahora... No... Vete a dormir-le dijo, tratando de apartarlo una vez más.

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03/08/2017, 01:27
Narrador

9 de Helada, Madrugada, Fuera de la empalizada

Tus quejas no fueron escuchadas, fuera por que iba demasiado borracho, fuera porque no le importaba o, más probablemente, una mezcla de ambas. Apretó con fuerza tus pechos, manoseando impunemente tu entrepierna mientras notabas su verga creciente empotrándose contra tu trasero.

Vamos.. te gustará... balbuceó, lo poco que acertaba a decir con nitidez, antes de tu pudieras responder te tapó la boca para que no te quejaras, te lamió la mejilla desagradable mientras fingía los movimientos de la cópula contra tu trasero.

Notabas como te iba invadiendo tu espacio vital, con cada vez más avidez, sin importar que forcejearas. Aquel tipo era un mamotreto.

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03/08/2017, 01:28
Seretide

9 de Helada, Madrugada, Fuera de la empalizada

Te he dicho que n...-trató de quejarse, notando cómo tapaba su boca, provocando que su frase se convirtiese en un murmullo ahogado. Forcejeó, intentando apartarse de él, separarse de su verga, removiendo las piernas, pegándole con los puños cerrados al notar cómo se rozaba contra ella, utilizando la poca fuerza con la que contaba para tratar de zafarse, gritando tras su mano, y cerrando los ojos con fuerza, al sentir el tacto baboso de su lengua lamiendo su mejilla.

Intentó entonces buscar su mano con los dientes, pensando que, si le mordía lo suficientemente fuerte, quizá la soltaba. Aunque, ¿qué haría entonces? No creía poder llegar muy lejos.

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03/08/2017, 01:29
Narrador

9 de Helada, Madrugada, Fuera de la empalizada

El guardia rojo siguió sometiendo tu cuerpo, dispuesto a cumplir con la amenaza que todo aquello sugería. Notaste su verga asomar entre tus piernas, pero tu movimiento impedía que encontrase lo que ansiaba buscar, no parecía que nadie se hubiera percatado de ello, o puede que a nadie le importara.

Estate quieta zorra.. te voy a dar buena ración de polla.. ahora no vengas de estrecha.. se quejó el tipo, y en ese forcejeo, notando como te abría de piernas con una mano un movimiento brusco fue suficiente. La sensación desagradable, manando por los poros del humano, fue lo último que sentiste antes de perder el conocimiento. Mientras tratabas de zafarte te golpeaste la cabeza contra el árbol perdiendo el conocimiento.

Todo se volvió negro, sucio, desesperanzador. Tus sentidos habían dejado de obedecer, y el hilo mental que te sostenía empezó a temer lo peor.

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03/08/2017, 01:29
Seretide

9 de Helada, Madrugada, Fuera de la empalizada

Su cuerpo se envaró, para luego aflojarse progresivamente, al nublarse su visión. Notaba sus piernas forzadas a mantenerse abiertas, sin que a penas pudiera hacer nada por evitarlo. El miedo pulsaba en sus sienes, manteniéndola en el borde de la inconsciencia. Respirar con la boca tapada comenzó a resultarle tremendamente pesado. 

¿Qué había hecho? ¿Por qué había venido sola, y sin el báculo? Haber hecho dormir a aquel patán... O aterrorizarlo... Habría sido tan fácil... Y en cambio ahí estaba, percibiendo cómo su verga sucia trataba de horadarla, sin que a cambio pudiera hacer nada por evitarlo. Iba a disponer de ella, igual que había dispuesto, de seguro, de otras tantas. Iba a utilizarla, sin su consentimiento. Y ella no podía hacer nada. 

Cerró los ojos, notando las mejillas húmedas. Por la mañana se recogería a si misma, se dijo. Se recogería a si misma y volvería, para vengarse. Lo quemaría vivo, pensó, quedándose rígida, quieta como una muñeca de trapo.

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03/08/2017, 01:30
Narrador

9 de Helada, Madrugada, Fuera de la empalizada

Era un lugar oscuro, frío. Notabas una suerte de niebla que te rodeaba, el eco de los balbuceos borrachos de aquel desgraciado, el tacto lejano de sus abominables manos. Pero no estabas ahí, estabas en algún lugar, protegida de la terrible experiencia que empezabas a resignarte a sufrir. Pero.. ¿por qué eras consciente aun? ¿En qué lugar te encontrabas? Notabas el roce de la verga del guardia rojo dispuesto a violarte, pero entonces algo lo arrancó con brusquedad de tu lado.

Era una duermevela como jamás la hubieras tenido, una cacofonía que te reveló que algo estaba sucediendo junto a ti, algo violento e inesperado. ¿Llegaste a abrir los ojos? Viste una silueta que se movía como un relámpago entre sombras, un filo acerado cortar la oscuridad, un balbuceo agónico y algo caer. Luego el silencio mortal, entonces sentiste que alguien te cogía en brazos, el estremecimiento, el terror, pero la sensación era la de estar suspendida en el aire. Te llevaban.

No era el tacto desagradable del guardia rojo, era distinto. Fornido, sereno, protector. Había algo familiar en él, algo que no sabías por cual razón, que desbloqueó algo en tu interior que, hasta ese momento, dormía en lo más profundo de tu ser...

Y recordaste..

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03/08/2017, 01:31
Narrador

En los recuerdos, Vivec, Morrowind

Una vez más el aburrimiento en tu finca matrimonial se hizo mortal, tu marido Casimal Hlaalu. ¿Por qué no? Habías hecho novillos. Aguantar otra tediosa tarde sentada en el salón de casa charlando con otro grupo de invitadas te hubiera hecho renunciar a tu raza y hacerte argoniana, por lo que atravesaste los callejones de Vivec que se agolpaban tras el Cantón de San Delyn rumbo a uno de tus lugares favoritos: los baños Ceniza Roja, una de las más populares aguas termales que tanto abundaban en la volcánica Vvardenfell.

En alguna ocasión habías tenido un escarceo romántico, sexual, o ambos, con jóvenes de tu edad y a espaldas de tu marido. La intimidad era la bandera de su dueño y hacías un buen uso de él, pero habías llegado demasiado pronto y había poca actividad, de hecho no había nadie. Pero ni corta ni perezosa, entraste en los baños mixtos para descubrir que no estabas realmente sola. Un dunmer solitario, de aspecto atlético, mirada vivaz y actitud serena se encontraba sentado junto a uno de los braseros, al verte entrar te miró y asintió lentamente.